Imprimir
Inicio »Especiales, Historia  »

Viaje al cigarrillo

| 8

Sería el cigarrillo el último hijo del tabaco en hacer su aparición.

Las bondades del tabaco cubano hicieron que se le reconociese como el mejor del mundo y ese reconocimiento situó a nuestro impar producto en la meta de todo buen fumador.

En un comienzo existieron solo dos tipos de tabacos. Los llamados de “regalía”, de mayor calidad y alto precio, y los del “millar común”, inferiores y baratos. La reorganización de la industria hizo que, a partir de 1827, los productores prestaran mayor atención a los tabacos de “regalía”.  Se registraron las primeras marcas para amparar el producto y empezó a prestarse especial atención al habano destinado a la exportación. Surgieron marcas como Partagás, H Upmann, La Corona, Por Larrañaga, El Fígaro, La Reforma, La Africana… Hasta entonces solo existía el tabaco parejo con la perilla torcida en forma de cola de cerdo. Se le llamaba de “rabo de cochino”. Esa forma de hacer subsistió hasta 1845. La sustituyó la perilla llamada de “ojo de perdiz”, redonda y pegada con almidón, primero, luego con engrudo de harina y finalmente con goma tragacanto.

La competencia entre las marcas y los caprichos de los fumadores propiciaron el surgimiento de distintos tipos de vitolas. Al extenderse por el mundo el hábito del tabaco, las preferencias establecieron modalidades diversas para su consumo. El rapé y la pipa predominaron en los primeros tiempos. Más tarde, el tabaco torcido. Hubo momentos en que estuvo muy en boga la costumbre de masticar las hojas, bien en su estado natural o en forma de rollos o tabletas llamadas andullo, que no era otra cosa que hojas de tabaco prensadas a la que se añadía alguna que otra sustancia. Sería el cigarrillo el último hijo del tabaco en hacer su aparición.

El cigarrillo debuta en Cuba como una industria casera. Estaba en manos de porteros, esclavos, reclusos y soldados que lo confeccionaban en sus horas libres y lo vendían luego.

En los comienzos de esta industria en La Habana, se mueve, entre la leyenda y la realidad, un personaje conocido como Pito Díaz. Había nacido en México y estableció una casa de cambio de monedas en la calle de la Cuna, nombre que se daba a Muralla en el tramo comprendido entre Oficios y Mercaderes. Frente a su establecimiento situó Pito una gran paila en la que, con zumo de limón y otros ingredientes, limpiaba monedas de oro, haciéndolas relucientes y más atractivas. Entre sus clientes figuraban no pocos cosecheros de tabaco, que cambiaban por oro las monedas de plata que recibían en pago de sus transacciones. No se sabe cómo un buen día, sin abandonar la casa de cambio, Pito extendió su negocio a la fabricación de cigarrillos. Y en eso estuvo hasta que desapareció; había enloquecido totalmente.

José Mendoza siguió el negocio de Pito Díaz. Lo respaldaba su sólida posición económica y estableció una fábrica en la calle Obrapía. Entonces los cigarrillos se transportaban en canastas hasta los lugares de expendio. Mendoza dio un giro a su distribución. Empezó a valerse para ello de carros de tracción animal, lo que le permitía que sus producciones alcanzaran los pueblos limítrofes de la capital.

José García y su esposa, propietarios de otra fábrica, hicieron posteriormente un aporte importante al mercado de los cigarrillos. Dotaron a los comerciantes al por menor de vidrieras o estanquillos para la venta del producto. Elaboraba el matrimonio en su fábrica, situada primero en el Pescante del Morro y luego en la calle Obispo, cigarrillos de diversos tipos que, según su conformación, se denominaban largos, cortos, gordos y finos.

Es José Morejón, propietario de La Lealtad, fábrica de tabacos y cigarrillos que terminó dando nombre a una calle habanera, quien introduce el lujo en la presentación de sus producciones y utiliza por primera vez las cajetillas impresas.

Sería, sin embargo, Luis Susini quien revolucionaría la industria del cigarrillo en Cuba al introducir la máquina de vapor en su fábrica La Honradez, establecida en la calle Cuba esquina a Sol. Iniciativa que le permitió una producción diaria superior a los dos millones y medio de unidades.

En 1840 existían en La Habana varias fábricas de cigarrillos, anexas en su mayoría a fábricas de tabaco. Un siglo después funcionaban en el país 26 fábricas, que daban empleo a casi 2 500 obreros, de los cuales más de 860 eran mujeres. En 1951 se produjeron en la Isla 512 400 000 cajetillas de 16 cigarrillos cada una. Y se exportaron 1 240 000. Siempre la del cigarrillo ha sido una industria abastecedora del consumo doméstico. No tiene ese producto en el mercado extranjero la demanda que favorece al tabaco, manufacturado o en rama.

En 1840 existían en La Habana varias fábricas de cigarrillos, anexas en su mayoría a fábricas de tabaco.

Se han publicado 8 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Rey del mundo dijo:

    Pues nada. Mientras sigamos alabando un producto que causa tantas muertes al año no hay solución....

  • Frank David dijo:

    Interesante artículo

  • Reflexivo dijo:

    Me han hecho recordar mi niñez y apelar a mi memoria de largo plazo con esa imagen de la evolución de cajas de cigarro.

  • Osmany Santos Macías dijo:

    ¿Las bondades del tabaco cubano...?. no veo que sea algo bondadoso, un producto que anualmente mata a millones de seres humanos en el mundo, de cáncer en pulmones, esófago y garganta. Ya no entiendo como glorifican estas cosas....

  • Miguel M dijo:

    Muchas gracias a Ciro Bianchi, como siempre inmenso en su sabiduría sobre nuestra historia.

    Pero en este caso faltó en el análisis la caracterización del tabaco como uno de los grandes venenos de la humanidad, que causa la muerte de millones de personas. Desgraciadamente nuestra economía sigue necesitando de este producto así como de otro veneno que es el ron y se le hace bastante propaganda en el país y fuera de él. El extremo es que en nuestras tiendas como 3ra y 70 la propaganda más grande es esa, tabacos y cigarrillos. Nunca se ve ninguna propaganda sobre alimentarse bien, sobre la bondad de los vegetales, frutas y hortalizas. La única otra propaganda que le hace sombra es la de las bebidas acoholicas.

  • roberto dijo:

    Es necesario una lucha tenas contra el cigarro,en el ultimo anuario estadisto del minsap 2019,diariamente fallecen 9 hombres y 6 mujeres por cancer de pulmon,bronquio y traquea y de forma general mueren diariamente por todos los tipos de cancer 40 hombres y 30 mujeres.Estos datos estadisticos de las tasa de mortalidad los he llevado al detalle.Somos una potencia en salud pero lamentablemente tenemos que negociar el tabaco para salir adelante pero debemos ser muy discreto al promoverlo internamente.

  • Norma Consuegra dijo:

    Cuando podemos saber el precio del cigarro en el nuevo ordenamiento???

  • María Lourdes Herrera Mackenzie dijo:

    Quiero saber porqué la calidad de los H. Upmann sin filtro ha empeorado a pesar de tener mayor precio y escasean mucho lo cual favorece a los revendedores de un producto nacional. Siquiera están rotulados.

Se han publicado 8 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Ciro Bianchi Ross

Ciro Bianchi Ross

Destacado intelectual cubano. Consagrado periodista, su ejecutoria profesional por más de cuarenta años le permite aparecer entre principales artífices del periodismo literario en el país. Cronista y sagaz entrevistador, ha investigado y escrito como pocos sobre la historia de Cuba republicana (1902-1958). Ha publicado, entre otros medios, en la revista Cuba Internacional y el diario Juventud Rebelde, de los cuales es columnista habitual.

Vea también