Cubadebate

Anoche vi unos de esos juegos de pelota que se graban con copia de seguridad en nuestro "disco duro". En el Nelson Fernández lajero, La Habana y Cienfuegos -dos de los mejores equipos de este béisbol- echaron una larga pulseada de doce capítulos que a la postre dejó a los guerreros abrazados en la cima occidental. De todo hubo en San José. Una faena monticular como la de Miguel Alfredo, duro con la recta, exquisito con los rompimientos, serio con su trabajo...

Montemos en la máquina del tiempo. El viaje será corto: vayamos hasta anoche, en el Nelson Fernández de San José de las Lajas. Detengámonos en el séptimo inning, y estaremos en presencia de un concierto de desaguisados. Cubre La Habana. El catcher le devuelve la pelota al lanzador, y la Mizuno escapa de su guante. El corredor que anclaba en la intermedia avanza hasta tercera. Después, rolling al torpedero, que aguanta al hombre en la antesala, tira a primera y el inicialista Zulueta mofa la pelota.

Varios lectores solicitan un comentario sobre el arbitraje, preocupados por lo que ellos consideran un mal desempeño de los encargados de impartir justicia en el pasatiempo nacional. Pues bien, aquí está -sin pelos en la lengua- mi opinión. Ante todo, confieso que me desagrada la costumbre de encubrir los errores arbitrales bajo el manto de "son seres humanos y tienen derecho a equivocarse".

Unos años atrás, a Enrique Díaz le ocurrió lo peor que le puede pasar a un pelotero: falló a la hora cero. Era un lance trivial, y su guante pifió. Detrás de aquel error, como es habitual, vino el batazo, y a seguidas la eliminación del Industriales, y el llanto inconsolable de Enriquito... Pasó el tiempo, pasaron un águila y alguna temporada beisbolera por el mar, y Enrique tuvo que empuñar en el momento cumbre de una postemporada.

Por alguna lamentable razón, el fildeo resulta menospreciado en relación con las faenas monticulares y el empleo del madero. Sin embargo, y en esto seguramente todos concordamos, engarzar la pelota tiene tanto o más de arte que lograr un batazo de jonrón o "clavar" una recta en la esquina del home plate. Un equipo desastroso con el guante, difícilmente pueda aspirar al campeonato.

Lo comenté hace pocas horas en este mismo espacio: muchas individualidades ofensivas han descollado en lo que va de Serie Nacional. Y la razón fundamental de ese relumbre, más allá de la innata calidad del pelotero cubano, reside en el paupérrimo nivel de nuestros lanzadores. Pocos nombres han brillado sobremanera en los montículos del campeonato. Sin embargo, puesto a elegir el más reluciente de todos, me quedo con el joven santiaguero Alaín Delá.

La tregua beisbolera de fin de año convoca al repaso de los mejores rendimientos ofensivos individuales en lo que va de la presente Serie Nacional, donde los bates se han cebado en las debilidades del pitcheo. Varios nombres resaltan en el pelotón de toleteros que con más contundencia han conectado la Mizuno. Unos son harto conocidos; otros no suelen figurar en el grupo de vanguardia, pero esta vez se han desatado y reclaman la atención de los técnicos de la selección absoluta.

Se fue el "99". Alto de número, de cuerpo y de talento, Pedro Luis Lazo le dijo adiós a estos torneos donde se abrió camino con el machete de la hombría. "¿Tú me vas a batear a la hora cero? Na', te ponchas", "¿Te molestaste porque te arrimé la pelota? Cuídate el costillar, porque a la próxima"... Negro todosonrisas, tipo entero, atleta natural, Lazo ha simbolizado las dos últimas décadas de este pasatiempo que queremos. Nunca le dio por asumir poses de "niño bueno" ni de "deportista modelo". Se limitó a ser él, y lo hizo bien.

La petición fue como un rectazo a 98 millas y pegadito al codo: "Ya que hiciste el equipo ideal ofensivo, me gustaría que sacaras el mejor conjunto defensivo de las Series Nacionales". Acepté el desafío del lector, pero enseguida me percaté de lo engorroso que resulta el compromiso. Eso, porque la labor defensiva de un pelotero no se puede limitar a la frialdad de sus numeritos personales, como sí puede hacerse -en alguna medida- con las estadísticas de bateo.