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| 24

Imaginación y suspicacia del cubano brillan con todo esplendor si de gestiones para permutar se trata. Imaginativos son aquellos que, para atraer interesados, casi describen una casa que no existe: "amplia, muy iluminada, tres cuartos y con balcón a la calle...". Y cuando se acercan quienes habían escuchado las señas, encuentran un cuarto divido en dos con barbacoa, donde el sol visita poco, y la vista a la calle es una ventana discreta por la cual se advierte un panorama irrelevante.

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Esta vez Kaloian se detuvo con su lente en el espacio de personajes que se vuelven tradición para muchas personas: los Barberos. Armado de las tijeras, el barbero es mago y vórtice de su universo. Lo interesante es que, a pesar de su poder ilimitado, no parece tener tanto entre manos. Su estampa es la sencillez, pero en verdad es un monarca que todo lo escucha; y hasta de vez en cuando ofrece pies forzados para trabajar en silencio mientras el otro habla; para asombrarse mientras toca con sus dedos rápidos la cabeza de quien llega ansioso por contar.

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| 22

No lo pensé dos veces y este domingo me fui hasta el estadio Latinoamericano donde los equipos de Industriales y La Habana juegan por el pase a la final de la 49 edición de la Serie Nacional de Béisbol. No podía perderme el espectáculo. Sí, porque los play off de la pelota cubana son una tremenda fiesta dentro y fuera del terreno. Pero mi juego, esas imágenes que pedía a gritos la atención de mi cámara, estaba en las gradas, en cada segundo donde se desborda la pasión y la rivalidad entre los fanáticos de ambos equipos.

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| 12

Nadie piense que el tatuaje es asunto epidérmico. Cada línea del dibujo entraña una suerte de juramento, de declaración de fe. ¿De qué otro modo podría asumirse la opción de dibujar en nuestro cuerpo algo que nos acompañará por siempre? Vivir como si se fuera un lienzo vivo, palpitar mientras se da movimiento a una mariposa, a una salamandra, a una Isla, o a un héroe, implica una decisión muy personal, sin retroceso ni términos medios.

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| 13

Kaloian estuvo en la Ciénaga de Zapata, una de los lugares más pintorescos de Cuba, al sur de Matanzas. Tierra de cocodrilos y de piratas, de frustrada invasión y de hornos carboneros, es vida que entra como un viento fresco en la cámara de de nuestro fotógrafo, con sus niños jinetes, perros retozones, palmas y barcos al atardecer. Acompaña este fotorreportaje la crónica de un poeta cenaguero, Efraín Otaño Gerardo, que tras unas breves pinceladas nos cuenta la historia de la Ciénaga desde la emoción de quien la respira todos los días y la siente.

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| 9

Aunque veamos en nuestro paso por las montañas a una familia sola, que parece estar aislada, no nos engañemos. Hay una red no tan fácilmente visible, gracias a la cual todo fluye: el ir y venir de los niños, la alimentación oportuna, el cuidado de la salud, el nacimiento y la muerte, la fiesta, el contar historias, el reposo de las telas al sol, las jornadas donde todo tiene su momento y orden. No son casitas pintadas por un niño travieso, sino hogares llenos de sutilezas, costumbres, conocimientos y orgullo.

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| 9

De mi segundo ascenso al Pico Turquino, guardo recuerdos tibios y largos, y entre ellos, los versos del joven cubano Alejandro Moya, quien fue el primero del grupo en llegar a la cima, y también el primero en llegar al final del viaje: "Fauna de luz, las estrellas/ perennes sobre el Turquino/ son cocuyos del camino/ por donde estampa sus huellas/ mi corazón. Todas ellas/ en guerra sobre el mambí/ se emboscan, conspiran, y/ por más que de brillar tratan/ sus uñas se desbaratan/contra la luz de Martí." »

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| 22

Cierto es que, como nos ha comentado por estos días un lector de Cubadebate, Cuba es mucho más que el asfalto y la estridencia de la gran ciudad. Hay mucha vida en los pueblos pequeños, y en los espacios más recónditos e inimaginables que también conforman el alma del país. Por eso Kaloian, quien por estos días recorrió las venas de la Sierra Maestra, al oriente de la Isla, buscó armado de su lente los gestos de quienes llevan la existencia a otro ritmo.

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| 14

Al final de todos los caminos nuestros, de todas las esquinas que se doblan, de todos los sueños, obsesiones, desesperos y alumbramientos, esperamos el mejor de los horizontes: un gesto enamorado. Caminamos mucho, intensamente; nos vamos desenredando la maraña del error para habitar una perfección que no se deja ver y solo aflora en instantes, como relámpago, como estampa instantánea donde advertimos que la vida es el suceso enorme, cuya clave salvadora seguirá siendo, hasta el final de los días, amar.

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| 23

Ellos son los imprescindibles. Y andan tan sumergidos en el calor de sus oficios que tal vez no saben cuánto valgan. Sin la tenacidad discreta, despojada de oropeles, de que son capaces, la ciudad sería un caos, un elefante con plantas de papel, un vertedero. Ellos son los atlantes. Quien mire sin verlos no ha entendido nada del concierto humano. Pues ellos son más reales que otros muchos: tocan la realidad con sus manos.

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| 6

De pronto Kaloian se vio sorprendido por la nostalgia y ha recordado a su abuelo, el padre tierno, tan ligado a su infancia, que aparece en sus evocaciones yendo cada tarde al banco de un parque, allí donde conversa con amigos que también son abuelos. La lente atrapó a esos luchadores que al regresar de todas las batallas buscan ahora espacios para el esparcimiento y la fiesta de competir. Ellos se toman muy en serio eso de ir tras sus compinches y contrincantes para armar el buen dominó, o un juego de ajedrez, o de damas.

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| 17

Como solemos decir jocosamente, nuestras bodegas son el breve universo donde se mezclan lo más grande con lo más chiquito y el más allá. En ellas, donde casi siempre hay un mostrador con pinta de maderamen salvado de un naufragio, llegan los habitantes del barrio a recoger los alimentos a que tienen derecho según la libreta, esa por cuenta de la cual, hace ya más de cuarenta años, se distribuye entre todos, a precios subsidiados, parte de los alimentos que en la Isla consumimos en el transcurso de cada mes.

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