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No te pierdas esta crónica: Nadie te dará su almuerzo

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Carlos Manuel Álvarez, colaborador de CubaDebate

Carlos Manuel Álvarez, uno de los jóvenes cronistas de CubaDebate.

Qué les puedo contar, foristas, las cosas han cambiado. Saben quién soy. Saben que me llamo Carlos y que tengo 22 años. Que estudio algo y que hago mis cosas, un par de artículos a la semana, nada del otro mundo. Sé que les parezco joven, pero no es así. Bueno, con razón les digo que las cosas han cambiado. Es una señal de que empiezo a envejecer.

De repente te percatas de que nada es igual, pero tienes que seguir con esa carga. Hace par de semanas salí de La Habana, iba para el Victoria de Girón. No tengo que decirles, ustedes saben lo que es el Victoria de Girón: el estadio de Matanzas. Lo que no saben es que en ese estadio eché yo buena parte de mi adolescencia y casi todas mis ilusiones.

Pues como decía fui hasta el intermitente de Alamar y me puse a esperar una guagua. Esperé cerca de media hora y no pasaba ninguna. Al rato paró un taxi de esos de los modernos, justo delante de mí. Otra gente le había hecho la seña pero en lo que el chofer frenó yo me adelanté y logré clasificar. El de la seña era un hombre, si hubiera sido una mujer le habría dado paso, pero como no era una mujer hice de oídos sordos y me senté. El hombre se quedó refunfuñando y diciendo sandeces en voz baja. No tuvo valor para encararme. Milagro, porque yo soy flaco, bastante escuálido, mi cara es una cara de cobarde o de no andar metiéndose en líos, y la gente aprovecha y a cada rato se lanza y prueba fuerzas. A veces les doy paso y a veces me pongo en mis trece. Es así, como un juego de naipes. Hay que saber cuándo soltar y cuándo recoger.

El chofer me dijo que eran veinte pesos. Le pagué con tres billetes de a cinco y cinco de a uno, no tenía más nada. Me miró con cara de pocos amigos pero enseguida se relajó. Parece que algo en mí le atrajo porque cerca de Tarará me preguntó hasta dónde yo iba. En el taxi había otras tres personas. ¿Conmigo?, le dije. Sí, contigo. Hasta Matanzas, dije, a ver la pelota. Quién juega hoy, dijo. Matanzas-Artemisa, dije. El chofer vestía elegante. Bueno, su carro era un Peugeot moderno. Tenía porte de vivir en Varadero, o en alguna zona residencial.

Andaba cerca de los cincuenta. Unas pocas canas le adornaban la cabeza. Le quedaban bien, ciertamente, le daban un toque interesante. Y su cara no era la cara demacrada de un chofer, era la cara despejada de un ingeniero o de un abogado. Quizás, pensé en ese momento, fue abogado o ingeniero en alguna etapa de su vida, esas cosas suceden en Cuba. Los ingenieros manejan carros y ganan su dinero, es normal. ¿Y a ti te gusta la pelota?, preguntó. Los otros pasajeros miraron extrañados. A mí sí, por qué. No, porque no lo aparentas. Los pasajeros echaron a reír. Decidí no contestar, el tipo me estaba jodiendo. Pero no le faltaba razón. Tengo muchos pelos en la cabeza y en la barba y ando por la vida como bobeando. No tengo pinta de que me guste la pelota. Tengo pinta de que me guste Tolkien o Deep Purple, pero no me gustan las cosas raras.

Me gusta la pelota, y aunque no me gusta el dominó ni el ron, bailo casino y les mando poemas a las mujeres. Es toda una técnica. Hay que saber qué poema va con cada mujer. No puedes enviarle un poema de Benedetti a una niña avispada y uno de Bukowsky a una tonta. En verdad no debes enviarle poemas de Benedetti a nadie. Perdónenme los latinoamericanos, pero el tipo es insoportable. Bueno, no debo hablar así. Ya se los dije, las cosas han cambiado.

Cuando yo estaba en décimo grado e iba al Victoria de Girón mi poeta preferido era Benedetti. El uruguayo me revolcaba, pero no daba resultado. A las mujeres hay que entrarle con algo más fuerte. Tampoco Bukowsky, claro, era un decir. Bukowsky las ahuyenta y no es menos insoportable que Benedetti, aunque viene mejor con los tiempos que corren. Y tiene, además, un poema sublime. Empieza así: There is a blue bird in my heart that wants to get out. Eso quiere decir que el hombre tiene un pájaro azul en su corazón y que el pájaro quiere salir. Es una metáfora, no vengan con el chiste. Después dice que su canto, el canto del pájaro, es tan tierno como para hacer llorar a un hombre, pero que él, Bukowsky, no llora. Y termina preguntándote: ¿Lloras tú? Eso me tumbó, el tipo se te para de frente y te pregunta si eres capaz de llorar. Pero no es, evidentemente, un poema que yo pueda hacer mío, porque el pájaro es azul, si fuera verde tal vez, o marrón, pero como es azul la gente enseguida va a salir con que yo soy industrialista, y nada más lejos de la verdad. Nunca le he ido a Industriales ni le iré, pero si lo buscan verán que el poema es un tronco de poema. Sí, foristas, búsquenlo. Es un poemazo. Si lo buscan y lo leen no me podrán decir que no.

***

Una hora demoró el taxi de La Habana a Matanzas. Me dejó en el Viaducto. Del Viaducto al estadio hay todavía varios kilómetros. Loma arriba. Matanzas está llena de lomas, eso es lo que no me gusta de la ciudad. Eso y que un día, así, sin más, tuve que irme de ella porque se me acababa el preuniversitario y era hora de seguir. ¡Qué farsa eso de seguir! Yo me hubiera quedado en la vocacional toda la vida. De ahí se veía la bahía y las luces de la noche. Ese es mi único paraíso y mi única patria. Suena cursi, pero es real.

Subí dos cuadras por la calle Contreras y esperé la 19. Antes, por suerte, paró una ruta de empleados de no sé dónde, que pasaba cerca del estadio, y en eso mismo me fui. Este chofer sí tenía aspecto de chofer, es decir, un tipo centrado en su timón y con miles de ideas bien fuertes dentro de su cabeza. Llevaba puesta la radio. Yo no soporto la radio. Si hay algo que no me gusta son los malditos programas de participación. Solo comparado con el rechazo que me provocan los retratos de época. Hay quien los ve hermosos, pero a mí me parecen horribles. No he visto mucha pintura, es cierto, tampoco muchos originales, no he ido ni a Bellas Artes, pero todas las mujeres de antes eran gordas y rosadas. No hay una sola que sea por lo menos normal. No, todas obesas y rechonchas y con tremenda sonrisa a todo lo largo y ancho de sus caras de damas respetables. Esa sería una buena pregunta. ¿Por qué los pintores de cámara solo retrataban a mujeres gordas? Bueno, debe ser porque las tipas comían mucho. No les faltaba nada, supongo. Lacayos, manjares, amores prohibidos. Todas esas condesas eran unas zorras. Tenían su marido pero se enamoraban de los artistas. Así le pasó a Goya, por ejemplo. No es que yo sepa mucho de Goya, pero hace poco tuve que estudiarlo. Esos chismes siempre le interesan a uno. Es lo que más se saca de la universidad. Chismes históricos, chismes actuales, chismes del profesor, chismes del alumno. Nadie escapa. Ni los peloteros. ¡Mira que en la universidad se habla de los peloteros! Bueno, en todos lados.

Detrás de mí, en la ruta de no sé dónde, iban dos tipos hablando de Víctor Mesa. Que si visitó a cada uno de sus jugadores para ver el estado en que viven, que si el hombre es un líder, que puede ser un líder pero es un payaso y a mí no me gustan los payasos, que puede ser un payaso pero lo que importan son los resultados, que qué tú hablas si hace veinte años Matanzas no hacía nada y mira cómo está, que sí pero que no y que mejor cállate la boca que ahora el estadio se llena y antes parecía un cementerio. Sí, es cierto. El estadio está lleno, abarrotado. No lo reconozco. Lo pintaron incluso. No me gusta mucho el color, un rosado que no expresa demasiado pero que quizás era el único lote de pintura que había en la provincia. Hay carteles por todas partes. Esos carteles me abruman, foristas.

No me dicen absolutamente nada. Pero no quiero parecer pedante. A alguien le debe decir algo y eso lo justifica. ¡Cocodrilos al combate! Parece una consigna de tiempo de guerra. Nada que tenga que ver con el deporte, y menos en tiempo de paz. Lo que sí me gustan son las gigantografías, o las fotos de la entrada. Pude ver el rostro de Lino Betancourt, un pelotero que había imaginado pero que no sabía cómo era y que según parece tenía su estilo, aunque tampoco podría asegurarlo. Me siento por la banda de tercera. Puedo sentarme detrás de home, ya tengo credencial de prensa. Se los dije, las cosas han cambiado. No deja de ser irónico. Puedo llegar a los estadios y sacar mi pasaporte y pasar como si fuera mi casa, pero para qué, no tiene caso, mi estampa no es tampoco la de un periodista deportivo.

Los periodistas deportivos son lo más antideportistas que hay. Echan barriga y teorizan. Yo puedo parecer un lector de Tolkien, pero juego varias cosas y no lo hago del todo mal. Una vez hasta pisé la grama del Victoria. Me faltaba poco para graduarme del preuniversitario y nos llevaron a disputar un play contra los profesores. Jugué de segundo bate y cubrí el left. Di hasta un triple, me robé el home y no hice errores. Me vestí de héroe, aunque hubo quien lo hizo mejor que yo. Las muchachas nos aplaudían. Los amigos también. No guardo en toda mi vida un recuerdo más feliz. Lo puedo jurar. Terminamos tocando una conga y todo el mundo moviendo la cintura. La noche cayó y nosotros ahí. Qué de risas y de gritos y de felicidad. Era increíble estar vivos y estar en aquel lugar y habernos encontrado justamente nosotros: los matanceros y los cubanos y los habitantes de este mundo más estelares de toda nuestra generación. Ese día, que yo recuerde, nadie se sentó detrás de home. Lógico, debe ser terrible ver un partido detrás de esas mallas. Como si fuera un fotograma. Las jugadas cuadriculadas, por recortes. ¡Ni muerto saco yo una credencial y me siento ahí!, donde se sientan los tipos importantes. No es que esté mal ser un tipo importante, pero solo cuando se pasa de los cuarenta años. Cuando se tiene poco más de veinte, aparentar privilegios resulta patético. Y al final te desinflas. Además, si fuera una credencial para el Capri, valdría la pena, pero los estadios en Cuba cuestan un peso, hasta yo puedo costearlos.

Por eso me siento en la banda de tercera. Siempre me sentaba por aquí. Pero antes no había tanta alegría. El estadio parecía no un cementerio, sino una funeraria, que es peor. Venían alrededor de doscientas personas, no muchas más. Hay quien va a los parques, hay quien va al cine, hay quien va al mar y hay quien va al estadio. Suceda lo que suceda. Por aquella época, año 2005 ó 2006, Matanzas no ganaba ni treinta partidos, pero una banda de viejos fumadores de tabacos, y nosotros, estudiantes fugados de la escuela, siempre estábamos ahí. Tarde por tarde. Noche por noche. Madrugada por madrugada. La cobradora de la puerta ni nos paraba. Sigue siendo la misma, quizás con un poco más de canas, pero ya no se acuerda de mí.

***

Qué quiénes éramos nosotros. Yo y unos socios que ahora estudian Ingeniería. Son la gente más graciosa y más noble que he conocido en mis 22 años. Todavía no he visto a nadie igual. Pero claro, es imposible. Las cosas inevitablemente han cambiado. Aquellos muchachos se levantaban por la noche y te prendían candela en los dedos de los pies. ¿Les parece cruel? Las becas son así. A mi nadie me hizo eso, por supuesto. Siempre he intentado estar entre los que joden, no en los jodidos. Bueno, esos mismos muchachos después te ofrecían la pomada para que te curaras, pero si el día de la visita nadie te llevaba comida ellos te daban su almuerzo, o por lo menos una parte. A medida que crezcas nadie te dará su almuerzo.

Eso es algo, foristas, que hay que saber. Nadie te dará el almuerzo como lo daban mis socios del preuniversitario. Te lo ofrecían y luego se olvidaban. No eran conscientes del acto. Y luego en la madrugada te lanzaban encima una cubeta de agua fría y tenías que poner a secar el colchón y dormir en la tabla y asunto cerrado. Las becas, como la vida, pueden ser crueles, no lo niego, pero yo no he conocido un sitio mejor. Una vez el baño se aglomeró. La gente iba llegando y nadie llevaba jabón. Éramos como veinte, después como treinta, y nadie con jabón. Todo el mundo esperaba por el otro. Llegamos a vivir en ese grado de comunismo. ¿Y saben cómo se llamaba la escuela? Carlos Marx, foristas, la escuela se llamaba Carlos Marx. Sin palabras.

Pues ese mismo día nos bañamos con agua nada más y de ahí salimos para el estadio. Éramos alrededor de ocho. De la vocacional al Victoria de Girón no hay más de dos kilómetros. Y si se atraviesa el cementerio San Carlos, se llega más rápido. Cruzamos las tumbas, los panteones, los nichos sin nombre y salimos a la calle. Casi de madrugada regresamos, con otra derrota arriba, naturalmente, y en el viaje de vuelta a alguien se le ocurrió -a mí no, como se supone- que nos lleváramos un cráneo de los que estaban dispersos sobre la tierra. Porque allí, en un cementerio tan respetable, había cráneos cuya única paz era la paz de la luna, sin dudas el más tremebundo de los descansos. Si yo fuera un muerto, me habría gustado que varios muchachos fastidiosos me llevaran consigo y me salvaran de aquella obstinada intemperie. Sin embargo, puedo entender que a alguien le parezca un sacrilegio. Que lo es, no digo yo si lo es, pero fue exactamente lo que hicimos. Nos llevamos no un cráneo, sino dos. Y los jodedores de la beca le pusieron nombre a cada calavera. Qué nombres, foristas. Wisin, la del occipital hundido. Y Yandel la más cabezona. Creo que un día fueron hasta al estadio y todo. Dormían con nosotros. Se bañaban con nosotros. Estábamos enfermos, o medio muertos. Aquello nos parecía normal. Hasta que un profesor nos trabó en la gracia y en pago pintamos tres kilómetros de paredes y perdimos una semana de pase. Dos veces me retuvieron a mí en esa escuela. Bien pocas, para todas las trastadas que hice.

La segunda porque coincidí con el viejo Pedro, aquí mismo, en la banda de tercera. Me quedé tieso. La última persona que deseaba ver en ese momento era aquel profesor recalcitrante e inamovible. El tipo no entendía. En vano intenté hablarle. Sin embargo, hoy daría cualquier cosa por encontrarme al viejo Pedro. Pero no está. Ni siquiera me tomo el trabajo de buscarle, porque el viejo Pedro ya no debe ni existir. No conozco a nadie. No hay nada propio de aquellos tiempos, tan extraños que parecen mentira. Se los dije, foristas, las cosas han cambiado. Antes Matanzas perdía. Ahora gana. Antes era un equipo fantasma. Ahora todos lo aplauden. Da gusto venir a un estadio así. Repleto, alegre, sin pasado. O con un pasado que poco a poco va cayendo en el olvido. Eso es lo otro que hay que aprender. No quiero parecer pedante. Esa es la única verdad, mirar al frente y seguir. El día que me robé el home, sin embargo, me raspé la rodilla. Ya no duele, es cierto, pero se me ha quedado la cabrona marca.

Se han publicado 259 comentarios



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  • Lory dijo:

    Buena Cronica,Felicitaciones,es refrescante y muy actual,ademas dibuja las realidades (actuales)y nuestras añoranzas por tiempos pasados o etapas de nuestras vidas las cuales quisieramos volver a vivir y no podemos por razones de logica,contecto,tiempo y otras mas, pero se mantienen vivas en nuestros corazones

  • maikel dijo:

    vamos, que cada quien tiene su historia, loq que no tienen un medio dispuesto a publicársela. Cansón y falta de profecionalismo de CubaDebate

  • Fer dijo:

    Excelente, ja. Por cierto sería bueno "si puedes" vayas a ver Matanzas vs Industriales y hagas una crónica de alguno de los partidos. De más esta decir que soy Industrialista, jajaja.

  • olpeña dijo:

    Genial, pero puedes mejorar, llevas un filosofo dentro, perduraras, porque está escrito desde los viejos tiempos y escrituras, si no se te sube la mostaza, y el ego, serás un grande de las letras cubanas, tienes la sencillez y la cordura, la gracia y el tino, pero matanzas nunca será nada en la pelota, solo que fue por donde inició.
    Saludos.

  • Naturaleza dijo:

    Magnífica crónica, me ha divertido y a la vez me ha puesto a reflexionar, hasta mis compañeras me han preguntado por mi risa, les he contado lo leído, manten esa frescura en la medida de tus posibilidades.

  • Carlos dijo:

    Yo tambien tengo los mejores recuerdo de l pre universitario que hoy fue borrado o será borrado de la historia de esta nueva generaciones de "los profanadores", que no recogerán craneos pero si otras barbaridades de la etapa de esta vida, me gustó tu crónica, la disfruté y me hizo recordar, solo te sugiero que utilices palabras mas universales que sustituyan a -joder- porque este sitio es universal y se entiende por -joder- en otras partes de nuestra america, otras cosas, ya sabes.
    y lo que no te perdono es que me le digas a St Benedetti que es pesao, que poeta no ha sido cursi o no ha rozado con la insoportable pesades de los caracteres inentendibles o toscos?

  • maikeld dijo:

    gracias, hermano, por esta crónica...
    viva el periodismo diferente y vivan los q tienen el valor de hacerlo!!!

  • Freddy dijo:

    Carlos Manuel, tu artículo o crónica como la llamemos es expectacular, claro, como se debe ser en estos tiempos, se debe ser claro y preciso no andar con Cantinfleos, lo del deporte no lo dejes que lo haces bien y seguimos tus crónicas, mi hobby es la fotografía y sobre todo la deportiva, excelente muchacho, excelente.

  • Stuart dijo:

    Yo creo que ni deberias llamarte periodista, eres un payaso.

  • Ortiz dijo:

    Excelente crónica, ya un amigo tuya de la vocacional te habia recomendado pero no habia sacado el tiempo para leer un poco tus escritos, ahora voy a sacar un tiempo de la mannana para leer todos los que puedas.
    Sigue asi hermano.

    Saludos,

  • danden dijo:

    ufffffffffff, me parece especial, nada que aunque el tiempo pase, los tiempos cambien, queda la huella y cuando la vemos vienen los recuerdos, que ademas siempre es bueno recordar, sobre todo cuando viviamos con inocencia, yo estudie en una etapa de mi juventud, porque ya no soy tan, y siempre recuerdo esa ciudad con mucho cariño, y creeme me gusto mucho se haya renovado esa instalacion yo la visite y el otro dia vi una noticia sobre eso. INTERESANTE, tu escrito, solo digo eso.

  • MariaC dijo:

    Sencillamente Genial, Felicidades a ti Carlos Manuel que con solo 22 años nos regalas estas cronicas tan fabulosas, sigue asi, he reido y reflexionado sobre lo que has escrito, te confieso que cada una las imprimo y se las llevo a mi madre pues no se puede perder nada de lo que escribes y ya me las exige, como alguien ya dijo, pronto te lloveran los premios.

  • carlos ernesto dijo:

    tremenda crónica tocayo!!
    te felicito, porque en cada escrito demuestras que tienes los pies sobre la tierra. sigue así, que ganarás muchos lectores.
    ah! y que viva Matanzas! soy industrialista de pura cepa, pero equipo que dirija Víctor Mesa, es mío también. Ese fue el primer pelotero que conocí en mi vida, cuando apenas tenía 6 años. Creo que es hora que le den las riendas del Cuba.

    Saludos,
    C.E.

  • Barroco dijo:

    Bravo por carlos manuel,
    y nostalgia por los pre, yo tambien tengo recuerdos parecidos, pero de la che guevara,
    recuerdo que me escapé con un amigo y 1,40 en el bolsillo a comer algo al parque, pero al socio se le quedó el peso, y solo quedaron los cuarenta kilos,menos diez para la guagua, la 3.
    tuvimos que tomar refrescos que la gente dejaba en el pullman, estaban acidos para ellos, pero no para nosotros, pero la pasamos bien, y nadie nos cogió, estabamos libres y eso era suficiente, pero no pudimos llevar nada a las novias, no nos creían.y nosotros teníamos que reir y reir por lo que pasó.

    gracias por traer esos cuentos.

  • skil dijo:

    Siempre te critico, pero hoy me gusto la cronica.... Felicidades.
    Saludos.

  • Yandys dijo:

    Genial hermano,
    Ojalá todos los periodistas deportivos se acercaran a la mitad de lo que tu escribes con todo y tus 22 años. De una manera espectacular usted acaba de explicar que Matanzas ha mejorado con Victor.
    Felicidades.

  • George Rosales Curbelo dijo:

    Más que buena. Me reí mucho y no me parece nada pedante, al contrario. Así me gusta que se analicen las cosas, tu no eres perfecto, tampoco imperfecto. Así es el pre, todos lo sabemos, así son los muchachos, así deben reflexionar. No te conozco pero me pareció que si y nunca he visitado Matanzas.

  • David Vazquez Abella dijo:

    Carlos, me encanto este trabajo, cada vez te superas mas. Me parecio estar leyendo un cuento costumbrista, de los que nunca hacen de la actualidad cubana. te quedo muy bueno y me vi reflejado en tus locuras de las beca. quizas un dia debamos escribir todos las cosas que hicimos o quicimos hacer en nuestras becas y cuando salgamos, solo cuando salgamos, lo que hicimos en la universidad. Un abrazo hermano, hoy me voy para el Latino porque yo sí soy industrialista....

  • Mar dijo:

    Me encantó la manera en que escribiste la crónica, me encantó... a pesar de ser Industrialista.
    Sin embargo, no te perdono que trates así a Benedetti, yo lo usaba para regalar poemas ;)

  • Mar dijo:

    Me encantó la manera en que escribiste la crónica, me encantó... a pesar de ser Industrialista.
    Sin embargo, no te perdono que trates así a Benedetti, yo lo usaba para regalar poemas ;)

  • Jandlo dijo:

    Genial, no tuve una vocacional "Carlos Marx", pero si una "José Martí" y en años muchos más duros, como fueron los finales de la década de los 90, pero si han sido los mejores de mi vida, con las carencias y dificultades propias de esos años, pero serán inolvidables porque me marcaron para toda la vida. Muy bueno su trabajo, aunque como alguien dijo, al principio lo encontré un poco cansón, pero termino de forma Genial…

    • ari dijo:

      Yo estuve en la Jose Marti de Holguin del 94 al 97 en la Unidad 5, fueron años terribles... pero terriblemente inolvidables!!!!!! maravillosos!!!!

  • Gisselle dijo:

    Excelente, como cada crónica que nos regalas desde Cubadebate. Creo que ya entro buscando los artículos de este joven que, sin lugar a dudas, es ya un talento del periodismo cubano.

  • yenier dijo:

    Buena cronica amigo todo genial sigue asi felicitaciones de mi parte.
    salu2 a todos los que estudiamos en la vocacional carlos marx y al equipo de matanzas y a todos los que lo siguen

  • Ivan dijo:

    Muy buena tu cronica...como alguien dijo muy fresca y sobre todo REALISTA. CREO QUE EL EXITO ESTA EN QUE NOS IDENTIFICAMOS CON LO QUE ESCRIBES...YA YO PASO LOS 40 PERO NO SOY UNA GENTE IMPORTANTE COMO DICES...PERO HE VIVIDO ESOS TIEMPOS QUE CUENTAS... LO QUE SI TE PUEDO ASEGURAR ES QUE "LAS COSAS CAMBIAN Y LOS TIEMPOS TAMBIEN". FELICIDADES!!!

  • CMP dijo:

    Felicidades compadre y compatriota. Nos has traído gratos recuerdos, hasta las lágrimas han corrido por nuestras mejillas como para decirnos, compadre eso de Bukowsky no es así, somos humanos y ante estos inolvidables recuerdos no hay hombre que no se emocione y hasta deje escapar su lagrimita como para decirnos que esos tiempos de las becas son los mejores que hemos vivido y que no olvidaremos jamás.

    Agradezco infinitamente la crónica, ha sido excelente y llena de mensajes importantes, sobre todo porque han surgido de la mano, conectada al cerebro y al corazon, de un joven de estos tiempos.

  • arturo dijo:

    Yo no le veo la gracia, me parece un poco tonta e informaly hasta pudiera decir vulgar.

  • Agustín Dimas López Guevara dijo:

    Buen pretexto para una crónica abarcadora, nostálgica, reflexiva, risible, trágica y crítica. Todos quisimos ser peloteros, tenemos alma de peloteros y andamos con el carga bates de la memoria acuestas. De modo que toda Cuba es un gran estadio; y armamos una discusión en cualquier esquina que inventamos, con la pasión caliente para defender o injuriar a peloteros o equipos, y compartir un trago de ron o un cigarro, aunque nadie nos dé el almuerzo. Felicidades por tu crónica.
    Agustín Dimas López Guevara

  • Julio César Mejías dijo:

    Saludos Carlos Manuel. Genial crónica. Me has hecho recordar las fugas desde la Carlos Marx para el Victoria de Girón, claro tuve la suerte que estudié en una época en que tanto Citricultores como Henequeneros ganaban bastante y terminaban siempre entre los primeros ocho. Te hablo de las series entre 1979 y 1983. Un día tendremos que escribir de las fugas nocturnas para el Victoria. Soy también del gremio al igual que el que firma como Esteban y llevo 22 años de labor profesional. Durante más de 10 firmé la sección de béisbol en Girón y Trabajadores, disfrute desde mi puesto de periodista los triunfos de la tropa de Sile Junco, pero luego cayo en el letargo y apenas como periodista pude dedicarle todas las líneas que soñé —entonces ya quería ser periodista— cuando regresaba del Victoria en la oscuridad y entraba a hurtadillas por la pista de atletismo para no ser sorprendido por los profesores de guardia. Espero que tu puedas seguir escribiendo y no solo de nuestra querida Matanzas, sino de un mejor béisbol cubano en general. Un abrazo.

  • pepeTropical dijo:

    Hola Carlos, la crónica tiene buenas intenciones pero aún no te das cuenta de que es muy personal y CD no es un blog personal...

  • Angel dijo:

    Bien por ti, esas cosas son las que nos hacen falta.

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Carlos Manuel Álvarez

Carlos Manuel Álvarez

Matanzas, 1989. Periodista y colaborador de Cubadebate.

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