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Strike 3: Pirro sale al diamante

Publicado en: Strike 3
En este artículo: Béisbol, Cuba, Deportes, Holanda, Rotterdam
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El hit in extremis de Cerce nos salvó de una humillación mayor

El hit in extremis de Cerce nos salvó de una humillación mayor

Sucedió un día impreciso, en un mes inexistente de un año imaginario. Una urbe holandesa –los historiadores sugieren que Rotterdam- acogía un torneo futbolístico, y en la fecha de marras jugaban entre sí las selecciones de Alemania y Cuba.

Nadie apostaba un duro por los antillanos. Sabedores de títulos mundiales y Eurocopas, los teutones vestían de frac, mientras Cuba asistía a la cita ataviada con el traje humildísimo de los convidados de piedra.

Sin embargo, Yenier Márquez asestó un cabezazo indetenible a mediados de la primera parte, y pareció que Dios –airado acaso con los de la Maanschaft- movía los hilos del asombroso encuentro.

Así se fueron al descanso. Después, cuando ambos equipos regresaron al césped, hubo un sinfín de faltas e intentonas, y hubo cuatro paradas soberbias, y dos tiros besaron el larguero, y pasó el tiempo escoltado por el águila. David estaba a punto de volver a matar a Goliat...

Pero no pudo ser, porque al borde del último silbido, Mesut Özil clavó en la escuadra el cañonazo del empate. Un empate que él no celebró, ni tampoco sus desalentados compañeros.

Al día siguiente, nadie habló en Alemania de “espíritu guerrero” ni de “match sensacional”. Ni siquiera los diarios vocingleros como el Bild apelaron al argumento de una supuesta y vertiginosa elevación del nivel del balompié cubano. La opinión general coincidía en apelar a términos del tipo “afrenta”, “humillación” y “escarnio”.

Hasta aquí la hipotética (e increíble) reseña de un partido que no ocurrirá. O tal vez sí, por puro y elemental respeto al beneficio de la duda. Total, nosotros tuvimos que irnos a extrainning para vencer a los germanos en un juego de pelota...

Se han publicado 97 comentarios



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  • OTTO dijo:

    Acabo de oir que Cuba le ganó a Curazao 1 x 0, la carrera en el séptmo por fly de sacrificio, picheo de Hinojosa y relevo de Pedroso.
    De que están sufriendo lo están, ya no queda duda, lo impensable es una realidad, veremos que dice Héctor sobre la ´´salud´´ del beisbol cubano, pero no, eso es otra ilusión más, ÉL nada dirá, es un viejo zorro, y con un brazo más que difícil de torcer. Nada, que el desastre está por todas partes, no queda lugar para donde mirar, por eso bienvenidas las burlas, no queda otra, que empiece pues el bonche

  • ismael sene dijo:

    fabuloso el comentario del isleño,lo felicito.todo esto es el resultado de seguir jugando un beisbolde inicios del siglo xx,
    tocar la bola con el tercer bate,usar todos los dias a rabi teniendo al mejor relevista del pais,hoy sustitutyo a hinojosa por yadiel pedroso,nuestor mejor lanzador,que debia ser el abridor contra taipei que es el equipo que mas batea,a lo mejor el bestia de machado lo pone a abrir mañana.
    yo perdi varias horas miserablemente este año en ciego de avila,mostrandole a roger machado todas las estadisticas del beisbol moderno que indican que el sacrificio es cuestion del pasado,que solo se usa en los ultimos innigs para empatar o ganar y nunca con los bateadores del centro del line up,que cuando sacrificas a un hombre en primera sin outs estas perdiendo un 11% de posibilidades de anotar,de los estudios que demuestran como se usa el relevo,pero perdi el tiempoy lo mas triste,cuba sigue perdiendo en el beisbol
    i.sene

  • ELBURRODEBAINOA dijo:

    VICTOR MESA CON MATANZAS.

    Tengo tremendo respeto por los matanceros, pueblo culto, decente y luchador en el mejor sentido de la palabra; por demás gente muy buena en en el deporte...tengo allí muchos amigos y amigas y les deseo lo mejor.

    Pero Srs. únicamente alguien confirmando que esto es por su petición y a decisión personal de Victor o porque lo han "excomulgado" aceptaría a Victor Mesa en Matanzas; hay muchos "cuadros" allí mismo en esa provincia que pueden dirigir a Matanzas; pero, de lo que si estamos seguro es no hay tantos Victor Mesa en este pais como para sacrificarlo todo el tiempo con un equipo de cualquier provincia... ese hombre debe estar como dos o tres más, para empeños mayores en el bien pronto futuro de la CNB...saludos azules

  • latino_americano dijo:

    Francisco A. Dominguez..muy realista su comentario,pero...los jugadores cubanos no solo tienen y quieren ir a jugar a E.U.A,tambien pueden ir a Japon,Korea,Dominicana,Mexico,Venezuela..etc..al final lo que estan es locos por salir de aqui.

    Saludos azules.

  • Cesar Rodríguez Santana dijo:

    Roger es regionalista no le quiere dar juego a los demás peloteros que integran ese equipo.Siempre releva con Ismel o con Rabí, teniendo al mejor relevista del campeonato.Como es posible relevar un juego con un abridor o es que no tiene confianza en los demás lanzadores.¨¿Concesión está lesionado?¨

  • Azucarero dijo:

    No vale la pena hablar de este otro "juegazo" contra Curazao, es más de lo mismo. Y repito: NO NOS OLVIDEMOS DE LO QUE ESTÁ PASANDO, AUNQUE MAÑANA GANEMOS 24 a 0. ¿Y dónde está el compañero Carlos Valdés Sarmiento?

  • Julio Cesar C.A. dijo:

    Bueno, qué decir. Me uno al sentir y al pensar de casi todos los que aquí se expresan. Es triste, lamentable, bochornoso y REAL el carcinoma que padece nuestro béisbol. Yo todavía no me lo creo, no lo asimilo. Ni esta (¿victoria?) de hoy frente a Curazao me da alegría y seguridad. Me gusta el optimismo, me gustan las personas optimistas y creo que soy optimista mas, ¿hay motivos para serlo?
    Creo que la cosa está oscura y oliendo a queso (podrido).
    No voy a mencionar a nadie, no quiero correr el riesgo de ofender a nadie, solo quiero dar mi modesta opinión sobre la salud de nuestro pasatiempo nacional: grave-crítico-inestable-con pronóstico reservado.
    ¿Habrá algún santo pelotero o de cualquier deporte en el santoral?.
    Si lo hay, recémosle y encendámosle una vela para que haga un milagro y le de un alegrón a estos cubanitos buenos que somos nosotros y que tanto lo necesitamos. ¡Ay, Comisión Nacional de Béisbol! ¿Hasta cuando?
    Suerte.
    Julio Cesar C.A.

    P/d
    Michel: mis felicitaciones. Acabaste.

  • Pancho Majagua dijo:

    Miche: Casi nunca escribo en este foro pero TODOS los días me leo comentario por comentario. Con unos disfruto, con otros sufro y algunos .... Te quedó tocaísima la iro-crónica. Aunque eres dueño de un estilo personalísimo que ya muchos quisiéramos, cierto lo que apuntó un forista por allá atrás, lo que escribiste hoy se emparenta (para bien) con las últimos cosas del muchachito de la Atenas criolla. Cuento tenerlos a los dos por acá alrededor del 20 de octubre según la idea que tiene el Yisus. Te iba a proponer la idea de convocar un hit parade de programas deportivos. Por si la aceptas mi voto para el number One le pertence a la última entrega de ADYSG, sobre todo por ese tono bucólico que supieron imprimirle sus hacedores. Hace falta que le dediquen uno per cápita a todas las provincias que tienen Plan Tuquino. Conste que la afición nacional lo pìde a gritos.
    Un abrazo paquidermomerénguico.Y que gane nuestro equipo común.

  • traqueteo dijo:

    excelente articulo michel, gracias , la sinceridad se aprecia y se respeta , a veces pienso q los hector rodriguez y los rodolfos y otros mas piensan q nosostros nos chupamos los dedos , ahh y el que le tiro por alla arriba a michel diciendo q el le tiraba a los muchachos del equipo cuba q esta jugando en holanda , compadre q bruto ud es mi hermano, estas en el pueblo y no ves las casas , la cosa no es q el autor la esta cojiendo con los muchchos sino es el silencio en general de nuestra prensa y la falsa de victorias q no son victorias , como la de alemania y hoy la de curazao 1 a 0 , se evidencia q nuestro beisbol esta en terapia intensiva , y ten en cuenta amigo mio q aqui en nuestro pais hay q hacer las criticas muy delicadamente o te pueden cofundir o malentender y ese no es el objetivo , y creo q michel lo hace muy bien ojala y rodolfo le de una opurtunidad y lo invite a un sincero debate creo q una buena parte de los foristas y de los aficionaods a nuestro pasatiempo nacional estamos con michel, el no esta solo, aunque al parecer es el unico periodista .
    bueno aclaracion el companero de q hablaba anteriormente es CARLOS VALDEZ SARMIENTO, DISCULPE SI LO OFENDI, pero a veces ...

  • Francisco A. Dominguez dijo:

    Bueno, ahora parece que no solo nos va mal en la pelota, sino que tampoco sabemos leer. Hay aquí algunos que la han cogido con Carlos Valdés Sarmiento por decir:

    "Si para esta mier… es para lo que quieren que se acabe el secretismo, !QUE VIVA LA CENSURA!.
    No he leído un solo artículo con un análisis objetivo y por lo tanto útil de esta situación, gran ayuda al deporte nacional.
    Me recuerda algo que sonaba como Glasno."

    El artículo de Michel está muy bien construido y es muy divertido pero no dice absolutamente nada de lo que tiene que decir, que es lo que Carlos Valdés reclama: si vamos a permanecer estancados en aquello que Jorge Mañach tan bien estudió -el choteo-, pues efectivamente, mejor callarnos y no decir absolutamente nada: Viva la autocensura.

    Y para aquellos que quieran aprender, aquí les va "Indagación del choteo" de Jorge Mañach:

    Indagación del choteo

    Edición Digital de la Indagación del Choteo de Jorge Mañach,
    tomado de la tercera edición revisada de la Editorial Libro Cubano, La Habana, 1955

    Nota del autor

    Las dos ediciones anteriores de este ensayo, que fue ofrecido en forma de conferencia en 1928, han estado por mucho tiempo agotadas. Me es grato ponerlo ahora a la disposición de la Editorial Libro Cubano --simpática empresa juvenil a la que todos debemos ayudar-- para una tercera edición.

    Aunque no gusto de andar retocando viejos escritos míos, esta vez me ha parecido conveniente hacerlo, podando aquí y allá tal o cual superfluidad, precisando algunos conceptos y añadiendo una breve nota para sugerir, con la perspectiva de hoy (1955), hasta qué punto hemos rebasado ya el choteo como hábito o actitud generalizada.

    Tal vez sigan conservando validez, sin embargo, mis observaciones sobre los rasgos peculiares y más estables de la psicología cubana. En determinada época, ellos proveyeron los mecanismos propicios para el tipo de expansión o de reacción que el choteo representó y que, con menos ubicuidad, representa todavía.

    J. M.

    La reivindicación de lo menudo

    Tal vez haya sido motivo de extrañeza para algunos de ustedes el tema de esta conferencia. No parece un tema serio.

    Esto de la seriedad, sin embargo, precisamente va a ocupar hoy un poco nuestra atención. El concepto de lo serio es en sí sobremanera difuso. Muchas cosas tenidas por serias se revelan, a un examen exigente, inmerecedoras de ese prestigio; son las cosas Pacheco. Y, al contrario, las hay que, tras un aspecto baladí e irrisorio, esconden esencial importancia, como esos hombres que andan por el mundo con alma de ánfora en cuerpo de cántaro.

    A las ideas las acaece otro tanto. Ciertas épocas han exhibido una marcada tendencia a revestir de gravedad ideas más o menos fatuas. Por ejemplo, el siglo pasado, que por su exaltación romántica y su devoción casi supersticiosa a "los principios" infló numerosos conceptos, atribuyéndoles un contenido real y una trascendencia que los años posteriores se han encargado de negar. Esas ideas-globos gozaban hasta ahora de un envidiable prestigio de excelsitud. El realismo moderno les ha dado un pinchazo irónico, privándolas de lo que en criollo llamaríamos su "vivío". Esta misma época nuestra, arisca a toda gravedad, insiste en reivindicar la importancia de las cosas tenidas por deleznables, y se afana en descubrir el significado de lo insignificante. Los temas se han renovado con esta preeminencia concedida por nuestro tiempo al estado llano de las ideas. Nos urgen los más autorizados consejeros a que abandonemos las curiosidades olímpicas y observemos las cosas pequeñas y familiares, las humildes cosas que están en torno nuestro.

    Hay un interés vital en esto. Lo menudo e inmediato es lo que constituye nuestra circunstancia, nuestra vecindad, aquello con que ha de rozarse nuestra existencia. Mas por lo mismo que lo tenemos tan cerca y tan cotidianamente, se le da por conocido y se le desconoce más. No somos bastante forasteros en nuestro propio medio, dice Christopher Morley; no lo miramos con la debida curiosidad. Tenemos que aplicarnos, pues, a la indagación de esa muchedumbre de pequeñeces que "empiedran la vida".

    Cuando se trata de hechos psicológicos y de relación, como lo es el choteo, el escudriñamiento puede tener alcances sociológicos insospechados. Ya Jorge Simmel subrayó la conveniencia de llevar a la sociología el procedimiento microscópico, aplicando "a la coexistencia social el principio de las acciones infinitamente pequeñas que ha resultado tan eficaz en las ciencias de la sucesión." En vez de estudiar la sociedad por abstracciones voluminosas, la exploraremos en sus menudas concreciones, en sus pequeños módulos vitales.

    El choteo --cosa familiar, menuda y festiva-- es una forma de relación que consideramos típicamente cubana y ya ésa sería una razón suficiente para que investigásemos su naturaleza con vistas a nuestra psicología social. Aunque su importancia es algo que se nos ha venido encareciendo mucho, por lo común en términos jeremíacos, desde que Cuba alcanzó uso de razón, nunca se decidió ningún examinador nuestro, que yo sepa, a indagar con algún detenimiento la naturaleza, las causas y las consecuencias de ese fenó- meno psicosocial tan lamentado. En parte por aquella afición de época a los grandes temas, en parte también porque ha sido siempre hábito nuestro despachar los problemas con meras alusiones; los pocos libros cubanos que tratan de nuestra psicología se han contentado, cuando más, con rozar el tema del choteo. Esquivando casi siempre esta denominación vernácula, se ha tendido a desconocer la peculiaridad del fenómeno y a identificarlo con cualidades más genéricas del carácter criollo, como la "ligereza", la "alegría" y tales. También aquí nuestro confusionismo ha hecho de las suyas.

    Esa misma falta de exploraciones previas extrema la dificultad de una primera indagación, ardua en sí misma por lo tenue que es el concepto corriente del choteo y por la variedad de actitudes y de situaciones a que parece referirse. ¿Qué método nos permitiría penetrar con alguna certidumbre en una vivencia psíquica y social tan evasiva, tan multiforme y tan poco concreta?

    Se trata, por supuesto, de discernir el sentido de la palabra "choteo". Pero he ahí un problema de semántica en que la etimología --tan valioso auxiliar de esa ciencia de los significados-- no nos ayuda. Han especulado bastante sobre el origen del vocablo. Andaluces hay que quisieran conectarlo con la voz choto, que es el nombre que se le da en España --y en aquella región particularmente-- al cabritillo. "Chotar" --del latín suctare-- significa en Andalucía mamar y por extensión conducirse con la falta de dignidad que exhiben los cabritillos en lactancia. El choteo sería pues, portarse como un cabrito. Claro que no es imposible esta derivación. Tampoco lo es que el vocablo "choteo" pertenezca al acervo muy considerable de voces afras que han tomado carta de naturaleza en nuestra jerga criolla. Pero ni el ilustre Fernando Ortiz, autoridad en la provincia afrocubana de nuestra sociología, se muestra muy seguro acerca del étimo africano, aventurando tan sólo posibles vinculaciones con el lucumí soh o chot (que comporta la idea de hablar) y con el pongüe chota, que denota la acción de espiar. Evidentemente, esta última conexión sí se prestaría para explicar el empleo que también se hace en Cuba del vocablo en el sentido de acusación o delación; pero no arroja luz alguna sobre la acepción de choteo como actitud jocosa. En todo caso, la etimología sólo puede servir de punto de partida para una indagación de significados cuando es indudable, cuando ofrece una raíz segura en que afincar el brío de las deducciones.

    Fallido el método etimológico, no parece quedarnos otro medio de abordaje que el de asirnos al concepto corriente de la palabra choteo: ver qué definición se da generalmente de ella, estudiar en abstracto las implicaciones lógicas de esa definición y cotejar éstas después con observaciones objetivas. Conjugando así un método empírico con un método lógico, esquivaremos a un tiempo mismo los peligros de las abstracciones excesivas y de las experiencias incompletas.

    Una definición inicial

    Si le pedimos, pues, al cubano medio, al cubano "de la calle", que nos diga lo que entiende por choteo, nos dará una versión simplista, pero que se acerca bastante a ser una definición porque implica lógicamente todo lo que de hecho hallamos contenido en las manifestaciones más típicas del fenómeno. El choteo --nos dirá-- consiste en "no tomar nada en serio". Podemos apurar todavía un poco más la averiguación, y nos aclarará --con una frase que no suele expresarse ante señoras, pero que yo os pido venia para mencionar lo menos posible-- nos aclarará que el choteo consiste en "tirarlo todo a relajo".

    Como véis, estas dos versiones que nos da el informador medio coinciden, por lo pronto, en asignarle al choteo una índole absolutista y, por así decir, sistemática. Llamamos opositor sistemático al político que hace de la oposición un hábito, sin que se le dé mucho que los objetos de su oposición sean realmente condenables. Así también, el choteador, que todo lo echa a broma, que a nada le concede, al parecer, importancia, es una suerte de profesional de esa actitud, y ya veremos que tampoco a él le importa mucho que los objetos o situaciones de que se mofa sean en verdad risibles. El choteo es, pues, una actitud erigida en hábito, y esta habitualidad es su característica más importante.

    Antes de precisar en qué consiste la actitud, fijemos más cuidadosamente sus límites. Cuando se dice que el choteo no toma "nada" en serio, o que "todo" lo "tira a relajo" es evidente que estos adverbios, "todo" y "nada", se emplean hiperbólicamente; es decir, que no son ciertos al pie de la letra, aunque sí lo sean en un sentido general. Lo que de un modo enfático quiere sugerirse es que el choteo no toma en serio nada de lo que generalmente se tiene por serio. Y todavía es necesario reducir esa categoría de hechos, porque el hombre más jocoso no puede menos que tomar en serio ciertas cosas cuya seriedad no es materia opinable --un dolor de muelas, por ejemplo. Durante un ciclón pude ver cómo unos vecinos hacían jácara de los estragos hasta que un rafagazo les voló el techo de su propia casa. No de otra suerte el choteo mantiene sistemáticamente su actitud hacia todas las cosas tenidas por serias mientras no llegan a afectarle de un modo tal que haga psicológicamente imposible el "chotearlas".

    Ahora bien: ¿en qué consiste abstractamente esta acción de chotear? Vamos a ver que las dos definiciones citadas apuntan al mismo hecho externo --un hábito de irrespetuosidad-- motivado por un mismo hecho psicológico: una repugnancia a toda autoridad.

    Tomar en serio equivale, en efecto, a conducirse respetuosamente hacia algo. Porque respeto, como es sabido, no quiere decir necesariamente acatamiento. La misma etimología latina (re-spicere: volver a mirar) está denunciando el sentido exacto de la palabra, que es el de consideración detenida, el de miramiento. Se puede respetar una opinión que estimamos equivocada. Hablamos de los "respetos humanos" que, según la religión, son muchas veces contrarios a los intereses del espíritu. Hablamos también de respetar al niño. Un respeto, por consiguiente, no es más que una atención esmerada, y una falta de respeto es, hasta coloquialmente, una falta de atención. No tomamos las cosas en serio cuando no les prestamos una atención sostenida o suficientemente perspicaz. Así, el hombre rápidamente impresionable, el hombre extravertido o de curiosidad errabunda es, generalmente, un hombre irrespetuoso, un gran candidato al choteo.

    Claro que al fondo de todo respeto existe siempre una idea de autoridad, actual o potencial, que es lo que invita la atención. Si respetamos al gobernante, es porque sabemos que puede ejercer, en última instancia, un dominio físico sobre nosotros. El respeto al hombre de saber o al hombre íntegro se funda en un aprecio de su preeminencia, de su autoridad intelectual o moral. Los respetos sociales son un homenaje a la autoridad del número y de la opinión ajena. El respeto al niño, al débil, es un tributo a la humanidad, y, como la religión, esconde un vago sentimiento de depen-dencia. De suerte que una falta crónica de respeto puede originarse también en una ausencia del sentido de la autoridad, ya sea porque el individuo afirma desmedidamente su valor y su albedrío personales o porque reacciona a un medio social en que la jerarquía se ha perdido o falseado. "Tirar a relajo" las cosas serias no será, pues, más que desconocer --en la actitud exterior al menos-- el elemento de autoridad que hay o que pueda haber en ellas: crear en torno suyo un ambiente de libertinaje.

    La estimativa interior

    Estas primeras conclusiones nos permiten insinuar ya una solución al problema que se plantea en cuanto a la actitud psíquica del choteador. Es evidente que no tomar nada en serio no quiere decir necesariamente que se desconozca o niegue, en el fuero interior, la existencia de cosas serias, sino que, de reconocerlas, se adopta también hacia ellas una actitud irrespetuosa. Lo que importa entonces averiguar es qué grado de estimación interior hay en el choteo: si éste admite para su capote que hay cosas serias y no las reverencia, o si más bien su habitualidad se debe a que no encuentra nada serio en el mundo. En el primer caso, sería el choteo un mero vicio de comportamiento; en el segundo, un vicio de óptica mental o de sensibilidad moral.

    Si consultamos la experiencia, escudriñando en los diversos casos individuales de choteo que ella nos depara, advertimos que existen en nuestro medio individuos incapaces, no ya de comportarse respetuosamente en situación alguna, sino hasta de admitir que haya en nada motivos o merecimientos de respeto. Dotados casi invariablemente de una educación elementalísima, cualquiera que sea su decoro externo, desconocen todas las dignidades y proezas del espíritu; empedernidos de sensibilidad, no perciben tampoco ni lo sublime ni lo venerando en el orden físico o humano. Son los negadores profesionales, los descreídos a ultranza, los egoístas máximos, inaccesibles a otra emoción seria que no sean las de rango animal. Tienen, como decía Gracián, "siniestro el ingenio", y cuando les habláis de patria, de hogar, probidad o de cultura, urgen una cuchufleta y os dicen, a lo sumo que todo eso es "romanticismo". El lenguaje y la actitud habituales en esta laya de hombres son los del choteo.

    Pero al lado de ellos, confundiéndose con ellos, encontramos otros individuos no menos prestos a la facecía sobre los motivos más serios y hasta en las situaciones más exigentes de circunspección. Basta sin embargo, explorarlos con una dialéctica insinuante, que capte su atención y simpatía, para descubrir en seguida que tras su frivolidad y su escepticismo esconden un alma sensitiva y crédula de niños. También su lenguaje y su actitud habituales son los del choteo; pero excepcionalmente exhiben una sensibilidad adormecida y una mohosa aptitud para formar juicios afirmativos de valor.

    ¿Cuál de estos dos tipos de choteadores representa el verdadero choteo?

    Estamos ante un fenómeno demasiado fluido y variable para acomodarse estrictamente a cualquiera de esas rígidas disyuntivas. Siéndonos el choteo conocido sólo como una actitud externa, no podemos pronunciarnos con certidumbre en cuanto a su contenido. Lo que más cierto parece es que hay un choteo ligero, sano, casi puramente exterior, que obedece principalmente a vicios o faltas de atención derivadas de la misma psicología criolla, y otro choteo, más incisivo y escéptico, perversión acaso del anterior y originado en una verdadera quiebra del sentido de autoridad que antes analizábamos.

    Dejemos, por el momento, el decidir cuál de estos dos grados de choteo es el más generalizado y genuino y tratemos ya de perfilar la morfología social común a ambos tipos de choteo, sus modos peculiares de producirse.

    El choteo en la jerarquía de la burla

    De todo lo expuesto, parece deducirse claramente que ambos tipos de choteo, el escéptico y el meramente jocoso, se traducen en una forma de burla que podrá ser más o menos explícita, más o menos referida a una situación exterior o a un juicio de valor.

    Ahora bien: la burla es un hecho esencialmente humano. Se ha tenido siempre la mera risa por una de las facultades privativas del hombre. No faltó, hace ya mucho tiempo, quien dijera que el hombre es el único animal que ríe; y solidarizándose, al parecer, con ese postulado, un gran filósofo moderno, Bergson, le ha descubierto implicaciones biológicas y sociales importantísimas a esa facultad "humana". La risa sería algo así como un "gesto social" de protesta contra la mecanización de la vida: un acto de previsión de la especie.

    Los que hemos observado un poco a los animales más expresivos --el perro o el mono, por ejemplo-- podemos abrigar ciertas dudas acerca de ese supuesto monopolio humano de la risa, al menos en cuanto a su pretensión más intrínseca. Si acaso, lo privativo del hombre es el tipo de mueca con que exterioriza un estado de euforia, de júbilo o de anticipación, ya placentera, de él. Lo que sí es una peculiar aptitud humana es la de la burla. El loro y el mono, entre otros, parecen capaces de mofa; pero con toda probabilidad se trata de un simple mimetismo desprovisto de genuina intención.

    Esté o no acompañada de risa, la burla propiamente dicha es una actividad humana y social, cuyo fin instintivo es el de afirmar la propia individualidad contra otra que se considera superior o igualmente poderosa. Toda burla supone, pues, una autoridad, o por lo menos, una competencia. Por eso no tiene razón de ser, y nos repugna instintivamente la burla que se haga de un niño, de un enfermo, de un anciano. Son débiles; no hay por qué atacarlos. La burla es un subterfugio ante el fuerte; no en balde burlar es, en algún sentido, sinónimo de esquivar. El instinto humano tiende a conservarnos nuestra independencia, nuestra libertad de adaptación, y recela de toda autoridad, incluso la del prestigio, que, como ya observó Simmel, nos encadena tal vez más que otra alguna.

    En torno a esa facultad de la burla como eje, se produce toda una jerarquía o escala de reacciones sociales que comienzan en la mueca puramente instintiva del niño hacia el padre o hacia el maestro y, pasando por la parodia, la sátira y la ironía, alcanzan la más elevada especie de humorismo. En este rango superior, el elemento de burla es tan sutil que apenas se percibe, y llega hasta a parecernos una delicada forma de solidaridad y de respeto.

    Lo que diferencia a la burla de las demás formas de protesta y de prevención contra la autoridad es que se endereza contra lo que ésta tiene de cómico, es decir, de contradictorio consigo misma. Señalando esa contradicción, aspira a minar la autoridad que la exhibe. De suerte que la burla es más elevada y más eficaz mientras más fino es su discernimiento de esa contradicción; y, por el contrario, es más burda cuanto más se acerca a la mera protesta instintiva del niño, bien por que se fija en lo externamente cómico de la autoridad, o porque le atribuye a ésta una comicidad que no tiene, como cuando los escolares le prenden rabo a la levita del maestro.

    Pues bien: si el discernimiento, si cierto sentido crítico es lo que sitúa esas reacciones más o menos alto en la jerarquía de la burla, se colige claramente que el choteo, como hábito, como actitud sistemática que es, resulta por lo general una forma muy baja de burla. Allí donde nadie halla motivos de risa, el choteador los encuentra o finge encontrarlos. Eso tendría que deberse, o a una mayor perspicacia del choteo para discernir lo cómico en la autoridad, o a una suposición de lo cómico donde no lo hay.

    Ciertamente, esa superior perspicacia del choteo para ver lo cómico en lo autoritario es, a veces, innegable. El cubano medio posee una notoria vis cómica, como todos los pueblos de rápida actividad mental. Si no es, por lo común, nada profundo, percibe en cambio sin demora todos los alcances superficiales de un hecho cualquiera y efectúa velozmente aquellas aproximaciones mentales que producen el chispazo de lo cómico. A veces, por consiguiente, el choteo tiene verdadera gracia: nos descubre lo objetivo risible que había pasado inadvertido a los observadores más intensos o de menor agilidad mental.

    Pero lo frecuente es que el choteo no denuncie, en absoluto, nada realmente cómico. Un chiste, un rasgo de ingenio cualquiera, surte su efecto de risa en cualquier lugar o momento; el choteo, en cambio, está estrictamente condicionado en el tiempo y en el espacio. Rara vez nos divierte la versión que alguien nos da de un caso de choteo en que no hemos participado; al contrario, el relato lo que generalmente logra es irritarnos. Esto no se debe a la falta de aquel sentimiento de solidaridad que, según Bergson, necesita la experiencia risible; sino a que el choteo se nos aparece en esos casos como una burla sin motivo. Peor aún: como una burla que inventa su motivo y que, para usar la frase criolla, tan significativa, "le pone rabo" a un objeto serio. En torno a cualquier persona o situación respetables crea una atmósfera de jocosidad que se va cargando rápidamente, hasta hacerse tan densa que el objeto mirado a través de ella resulta desfigurado y grotesco.

    En ocasiones, ni siquiera este objeto-pretexto existe. ¿Cuántas veces, en el teatro o en cualquier espectáculo, no hemos visto cómo un bostezo, una frase jocosa y sin pertinencia alguna, lanzada al azar, choca con la circunspección del público y se convierte en centro de irradiación de ondas crecientes de choteo? ¿Cuál puede ser en estos casos la razón de ser de esa burla sin propósito aparente? ¿Cuál la función de esa risa sin rumbo? Tal vez habría que recurrir, para explicarla, a aquel vago fin subsidiario de reposo que Bergson le atribuye; o pensar que en esos momentos la risa criolla sirve, por el contrario, a manera de excitante artificial, con el cual procuramos vencer la fatiga, el aplanamiento, la lasitud del trópico. En todo caso, es un acto fundamentalmente egoísta e irreflexivo, mediante el cual el choteador parece reírse con el solo fin de estar alegre, como si quisiera confirmar la conocida teoría de las emociones de William James: No lloramos porque estamos tristes; estamos tristes porque lloramos.

    No sería el choteo, sin embargo, todo lo peligroso que generalmente es si se limitara a ser esa risa sin objeto. Lo más frecuente es que lo tenga y que ese objeto sea su víctima. Tal vez hasta en los casos en que se nos aparece como una pura improvisación, realmente está el choteo reaccionando contra algo externo que ni él mismo percibe bien. En el ejemplo que pusimos del teatro, la frase jocosa o el bostezo sonoro son acaso un indicio de protesta contra algo. La palomilla de papel que desciende del paraíso trae posiblemente en el pico más una intención guerrera que una rama de olivo. En otras palabras, el choteo casi siempre acusa un estado de impaciencia, un recelo de alguna limitación. Quizás no es otra que la de tener que guardar silencio ante un espectáculo que se demora o que aburre, pero siempre será la limitación impuesta por una auténtica o por una falsa autoridad.

    El choteo y el orden

    Esta interpretación nos explica por qué el choteo es enemigo del orden en todas sus manifestaciones. Observad bien cualquier caso o situación de choteo y veréis que lleva siempre entrañados los elementos del desorden. Y lo importante, lo característico del choteo, es que ese desorden, para que origine la burla típica criolla, no ha de comportar ninguna frustración de dignidad.

    Siempre ha sido motivo de risa el accidente que contraría un propósito de conducta circunspecta. Ya se ha dicho que no hay clown ni humorista comparable a ciertas cáscaras de fruta en el pavimento. Algunos histriones han visto bien esto y han sabido aprovechar sus posibilidades. ¿Qué es el arte sublimemente cómico (es decir, profundamente humorístico) de Charles Chaplin, por ejemplo, sino una sinfonía en la clave de la dignidad frustrada? Lo que nos le hace tan patéticamente ridículo es la facilidad con que resulta víctima de accidentes un hombre que usa chaqué, bastón y bombín.

    En todas las latitudes, repito, el accidente contra dignidad motiva una risa tan fulminante que tiene algo de acto reflejo. En rigor, su fondo es instintivo: parece obedecer a ese gozo secreto y ancestral que experimentamos al ver al prójimo --nuestro competidor en la lucha por la vida-- contrariado en una pretensión de jerarquía, de importancia de superación. Este sentimiento no es, por supuesto, ajeno al choteo, porque el choteo incluye todas las demás formas elementales de la burla. Pero el desorden ante el cual se produce típicamente esa forma de regocijo tan nuestra no es accidente contra dignidad. Es el desorden que consiste, pura y simplemente, en la alteración de un estado cualquiera de concierto y de jerarquía, así sea en el orden físico y objetivo.

    Alguna vez, un amigo muy criollo, limpio de toda malicia intelectual, aunque bastante curtido en todas las demás, me contaba, en serio, sus impresiones a bordo de un vapor durante un temporal. Lo que más parecía haberle impresionado fue el desplazamiento que sufrió la carga, mal asegurada en la sentina, con los bandazos del barco: "Los barriles --decía--, los fardos, las cajas, todo iba de un lado para otro: aquello era un choteo."

    Un choteo, es decir, confusión, subversión, desorden; --en suma: "relajo". Pues ¿qué significa esta palabra sino ese, el relajamiento de todos los vínculos y coyunturas que les dan a las cosas un aspecto articulado, una digna integridad? El hecho de que mi amigo, empleara la palabra choteo para describir circunstancias tan poco divertidas como las de un temporal, lo hacía aún más significativo. Porque el empleo fuera metafórico, no acusaba menos la posibilidad de que exista la situacion de choteo sin un motivo real de burla ni de regocijo. Un mero desorden no es cosa que tenga gracia en sí. El choteo no se la encuentra tampoco, pero se ufana ante una situación semejante porque comporta una negación de la jerarquía, que para ciertos tipos de idiosincrasia tropical es siempre odiosa. Todo orden implica alguna autoridad. Ordenar es sinónimo de mandar. En el desorden, el individuo se puede pronunciar más a sus anchas. No hay ninguna compostura externa que le invite a guardar una correspondiente compostura personal. Lo ordenado ejerce sobre el ánimo una especie de ejemplaridad disciplinaria. A mí no hay cosa que me desasosiegue más que entrar en un despacho donde todo está en orden; en cambio, allí donde las cosas andan manga por hombro, experimento siempre un sentimiento de familiaridad. Este deseo de familiaridad con las cosas es algo a que el cubano es sobremanera adicto. Ya veremos que una de las causas determinantes del choteo es la tendencia niveladora que nos caracteriza a los cubanos, eso que llamamos "parejería" y que nos incita a decirle "viejo" y "chico" al hombre más encumbrado o venerable.

    El choteo y el prestigio

    Pero nos interesa antes examinar cómo esa afición al desorden, ese odio a la jerarquía, que es esencial del choteo, informa la manifestación más importante del fenómeno: su prurito de desvaloración. El índice convencional del valor es el prestigio. Y el prestigio es, en efecto, otra de las formas de seriedad contra las cuales el choteo se pronuncia con especial ahínco: es la seriedad en la reputación. Lo "choteado" es, en cambio, aquello que tiene una reputación precaria o falsa: lo desprestigiado.

    Esta manifestación del choteo es frecuente entre nosotros. Vemos a menudo que el cubano menos "sofisticado" por los miramientos de la educación, pone en solfa los valores morales, intelectuales y aún sentimentales más encarecidos. La virtud de una mujer, el empeño intelectual de un hombre, la emoción de un funeral o de un duelo, se le convierten en materia de chacota. En cierta ocasión, unos cubanos visitaban el Crematorio Municipal de París. Al ver introducir un cadáver en el horno incinerador, uno de nuestros compatriotas exclamó, dirigiéndose al fúnebre operario: "Démelo de vuelta y vuelta." Con dudoso gusto pero indiscutible ocurrencia, rebajaba aquel resto humano a la categoría de un bistec. Las mofas de los velorios son clásicas entre nosotros. El choteo no respeta ni la presencia sagrada de la muerte.

    Cuando la mofa se produce contra una cualidad o un valor inmediato cualquiera, lo característico del choteo es que ese comportamiento no obedece a un escepticismo ni a un propósito satírico. Muchas veces el choteador admira, en el fondo, la misma virtud de que se burla. Y esto nos plantea una interesante pregunta: ¿No será el choteo, en esa forma desvaloradora, un dictado del resentimiento?

    Existe, como es sabido, una teoría alemana, derivada de Nietzsche y llevada por Max Scheler a su plenitud de significación, según la cual el resentimiento actúa como inductor y "definidor de toda una moral". "Cuando se siente --dice Max Scheler-- fuertes afanes de realizar un valor y, simultáneamente, la impotencia de cumplir voluntariamente estos deseos, por ejemplo, de lograr un bien, surge una tendencia de la conciencia a resolver el inquietante conflicto entre el querer y el no poder, rebajando, negando el valor positivo del bien correspondiente, y aún, en ocasiones, considerando como positivamente valioso un contrario cualquiera de dicho bien." Este sentimiento, tan cercano del despecho, explica numerosos tipos de falsa estimativa en la vida moderna. Es dudoso, sin embargo, según se infiere del mismo profundo análisis de Scheler, que sirva para explicar ninguna forma de burla, puesto que ésta es ya un desahogo y una desvalorización directa, en tanto que los juicios del resentimiento se originan en una represión y actúan indirectamente. A lo sumo, pudiera decirse que ciertos tipos de burla envidiosa son --en las palabras del mismo filósofo-- la "descarga" que elimina "esa dinamita psíquica que se llama resentimiento".

    Sin duda, en no pocos casos el choteo obedece a ese propósito de desahogo. Pero hay que hacerle la justicia de reconocer que no es, por lo común, una característica suya el rencor ni el resentimiento. Este "no puede jamás desarrollarse sin un sentimiento específico de impotencia" y no siempre el choteador está incapacitado para asumir el mismo valor de que se mofa. Al contrario: nuestro burlón redomado es precisamente aquel que se ríe de los propios valores que podría emular si quisiese someterse a su servidumbre. Como es ésta precisamente la que le resulta antipática, se defiende de la ejemplaridad con la mofa, al igual que esos hombres muy celosos de su libertad, que se revisten de ironía para preservarse de las solicitudes subyugadoras de una mujer hermosa.

    Lo que, en términos generales, puede afirmarse del choteo es que denota una inconsecuencia entre la apreciación interior y la conducta. En ciertos casos frecuentes, esa contradicción se explica, como luego veremos, por una forma pudorosa de ironía; pero aún entonces la mofa tiene un origen en esa impaciencia que el criollo siente por temperamento contra toda traba a la libre expansión, contra toda forma no demasiado imperativa de ejemplaridad.

    Choteo, "guataquería", rebeldía

    Paréceme que esto también ayuda a comprender el uso que de la palabra se hace en el sentido de delación, en los colegios, cuarteles y prisiones, "chota" se llama al compañero que acusa a los demás ante la superioridad. Denota, sin duda, quien tal hace, un sometimiento oficioso, no muy lejano del que hoy tanto priva bajo el estigma infamante de "guataquería". Mas por eso mismo la palabra "chota" envuelve un vituperio, y si el que delata lo hace por congraciarse con el poderoso, el nombre de "chota" le viene de que con su delación divulga y, por consiguiente, frustra un empeño recatado; es decir, le quita la autoridad y el prestigio de su secreto. Desde el momento en que lo privado se hace del dominio público, o lo selecto se vulgariza, está desvalorizado "choteado". Igual decimos de un espectáculo que todo el mundo ha visto ya. Los comerciantes declaran una mercancía "choteada" cuando son tantos los que la tienen en venta, que no pueden cobrar por ella a su antojo (ejercer sobre ella la autoridad del monopolio virtual), sino atenerse estrictamente a la ley de la oferta y la demanda.

    En todos sus aspectos, el choteo es, como se ve, enemigo de cuanto proponga una limitación a la expansión individual. Otra cosa ocurre cuando la limitación, en vez de proponerse, se impone. Entonces, el espíritu de independencia que siempre hierve al fondo del choteo tiene dos vías de escape: o la rebeldía franca, o la adulación. Ambas son maneras de reivindicar mayor albedrío del que se tiene. La rebeldía produjo la República; la adulación ha engendrado eso que hoy llamamos "guataquería". Pero, a poco que la autoridad sea débil, indirecta o inerme, surge el choteo como una afirmación del yo.

    No encontraríamos ahora nada de particular en que su nombre viniese de choto, cabrito, porque también la palabra capricho viene de "cabra". Y lo que el choteador o el chota instintivamente defiende es eso, su libertad absoluta de antojo y de improvisación. Por eso abomina jocosamente de todo principio de conducta y de toda exigencia disciplinal: de la veracidad absoluta, de la puntualidad, de lo concienzudo, de lo ritual y ceremonioso, de lo metódico; en suma: de cuanto sirve para encauzar rigurosamente el esfuerzo del individuo o para engranar --con rigidez inevitable, pero eficaz-- el mecanismo del esfuerzo colectivo.

    De todo lo argüido, tal vez se puede inferir ya una definición del choteo más ceñida y formal que la que nos sirvió de base de operaciones. El choteo es un prurito de independencia que se exterioriza en una burla de toda forma no imperativa de autoridad.

    Choteo, humor, ingenio, gracia

    Ahora bien: este choteo que hemos venido analizando ¿es el que suele considerarse como una característica nacional?

    Existe como se sabe, una tendencia insistente a suponer que no es el choteo una cualidad específica que quepa atribuir a determinados individuos --como la impulsividad, el egoísmo, la falsía, y tales--; sino que es más bien, algo que tenemos todos los cubanos, quien más quien menos, diluido en nuestra idiosincrasia criolla: algo así como un peculio psíquico tropical, con el cual nos condenamos o nos salvamos.

    Quienes tal suponen, seguramente encontrarán que la interpretación del choteo que acabo de exponer es demasiado peyorativa para ser aceptable. Al margen de los anteriores resultandos habrán ellos ido poniendo sus objeciones con vista a un voto particular. Habrán pensado o pensarán que no todas las manifestaciones del choteo responden a esa definición: que no siempre es nuestra burla típica un indicio de libertinaje ni un pronunciamiento sistemático. En fin, acaso hayan echado de menos en mi análisis aquella simpatía pura, aquella sana y divertida aprobación --nacida de algo más que de una simple tolerancia hacia las propias flaquezas-- que nos inspiran las ocurrencias del humor vernáculo.

    Mas ¿no será, amigos míos, que esos presuntos inconformes están pensando precisamente en eso: en el humor, en el ingenio o en la gracia criollos, y no en el choteo? Como la noción de éste ha sido entre nosotros tan confusa, el vocablo se ha prestado a todos los equívocos. Además, hay en el lenguaje corriente un hiperbolismo natural, una tendencia a designar siempre las cosas por sus manifestaciones afines más extremas, aunque se prescinda de la exactitud. ¿Quién no ha oído alguna vez a nuestros vendedores de periódicos cuando se disputan apasionadamente una venta, hacerse reproches nada menos que de "lujuria"? Claro que lo que en realidad quieren decir es vehemencia, codicia, apasionamiento --palabras que no están en su diccionario. Así también, se le ha dado y se le da frecuentemente el nombre de choteo --que denota una máxima jocosidad-- a hechos, dichos y situaciones risibles que no son "choteo" en absoluto, que más bien están comprendidos en aquella cuota de la gracia universal que le ha correspondido a nuestro pueblo criollo.

    Pero nuestro choteo no tiene nada que ver con nuestra gracia; o, para decirlo más exactamente, es, en todo caso, una forma especial y sistemática de ella.

    Hay quienes suponen que se trata de una reacción peculiar del cubano ante lo exageradamente serio. Aunque elemental siempre, esa explicación sería cierta si por "lo exageradamente serio" se entiende todo aquello que conlleva una autoridad. Tal noción no es infrecuente entre nosotros. Nuestra juventud más frívola suele considerar demasiado serio al hombre ceremonioso, aunque en realidad sea a la vez muy jovial. Ciertos escritores públicos que son, en el trato social, las personas menos solemnes, tienen fama de "excesivamente serios" no más que por el tono didáctico o aclarador que asumen en la faena periodística, como si enseñar y aclarar no fueran parte de la función del diarismo moderno.

    Es cierto, pues, que el choteo ataca o esquiva por medio de la burla lo demasiado serio, si por tal se entiende lo que el choteador estima demasiado autorizado o ejemplar. Pero si lo que quiere decirse es que el choteo sólo se burla del empaque antipático o de la ridícula gravedad, la versión es inexacta, ya que deja sin explicar una serie de fenómenos que son, precisamente, lo más típico del choteo. Por ejemplo, el hecho siguiente, que yo he podido alguna vez presenciar: En la sala de una casa, hay una señorita cantando al piano. Canta una romanza sentimental, pero nada lacrimosa ni solemne. Además, la canta bien; tanto, que unos jóvenes, desde la acera, la escuchan en silencio, embelesados. Cuando la señorita termina, sin embargo, los jóvenes se retiran de la ventana y, engolando la voz, hacen una mofa despiadada de la misma aptitud que acaba de deleitarles. ¿Dónde está aquí la reacción contra lo excesivamente serio y grave? ¿No se trata más bien de un hábito de burla que se endereza, por sistema, contra todo lo prestigioso, hasta cuando es agradable?

    O el choteo es esa actitud absoluta y sistemática, o de lo contrario carecemos de fundamento para peculiarizarlo como una modalidad aparte de la burla. Y si convenimos en que es una burla sistemática, entonces nada hay más opuesto al humor.

    "Es indudable --dice Pío Baroja en La caverna del humorismo-- que allí donde hay un plano de seriedad, de respetabilidad, hay otro plano de risa y de burla. Lo trágico. lo épico, se alojan en el primer plano; lo cómico en el segundo. El humorismo salta constantemente de uno a otro y llega a confundir los dos; de aquí que el humorismoá pueda definirse como lo cómico serio, lo trivial trascendental, la risa triste, filosófica y cómica." Pero el choteo ignora deliberadamente ese plano de respetabilidad de que habla Baroja y se instala, inquilino contumaz, en el plano de lo cómico. Ni percibe jamás en éste aquel reflejo de lo sublime que es, para Lipps, lo que ilumina por dentro al humorista. Esto no quiere decir, claro está, que el choteador no pueda ser algunas veces humorista. Pero, la coincidencia no es muy frecuente, porque lo cardinal en el humorista es su hondo sentido humano, y en el choteador su egoísmo, su prurito de personal independencia. En todo caso, no hay por qué identificar las manifestaciones del humour con las del choteo aunque sea el mismo individuo quien las revele.

    Tampoco el choteo es nuestro ingenio, ni nuestra gracia. En el ingenio hay siempre una agudeza mental de que no suele ser capaz el choteo típico, burla generalmente impresionista y externa. De tan intelectual naturaleza es el ingenio, que siempre se muestra respetuoso de una manifestación más alta de sí mismo. Un hombre ingenioso contestará siempre al ataque de otro con un alarde mayor de esprit --como en aquel debate famoso entre parlamentaristas ingleses, que nos relata Varona--, y si no puede superar al ingenio adverso, se le rendirá caballerescamente. En cambio, el choteo es tan poco intelectual que, ante una finta ingeniosa, contesta con una nueva mofa desesperante. No es un género de dialéctica, sino de acoso. También aquí se debe reconocer, empero, que no son el choteo y el ingenio por necesidad incompatibles. Son, sencillamente, tipos distintos que no se llevan bien.

    Con la gracia criolla sí se relaciona más estrechamente el choteo. La gracia, como su mismo nombre lo indica, es un don natural, algo ajeno a la cultura del individuo y casi a su mentalidad. Consiste la gracia cómica, a mi juicio, en una tal disposición y tersura del ánimo que todas las cosas boten elásticamente contra él, sin penetrar, sin dejar huella. Esta forma de optimismo busca constantemente justificarse a sí misma limándole las aristas a la realidad. Por eso la gracia es predominantemente femenina, y nada acre. No aspira a impugnar, sino a esquivar. Como su anhelo festivo es sólo de alegría, de comodidad vital, insiste en ver el mundo sin peligros, sin espinas ni precipicios.

    Ahora bien: se infiere claramente que una exageración del espíritu de la gracia puede conducir a la negación de todos los valores. El deseo de limar asperezas es susceptible de convertirse en un prurito de allanar relieves. Y empezándose por codiciar la comodidad vital de la alegría, se puede llegar a exigir ese lujo vital que es la absoluta independencia de toda autoridad. Insensiblemente, en efecto; por obra de diversos factores que en seguida veremos, la burla ligera y sana que nace de la gracia se pervierte con la sistematización hasta convertirse en choteo.

    Pero esto no es fatal. Suponer que esa perversión se opere en todos los cubanos es, por supuesto, una exageración absurda. La gracia misma no es privilegio de toda la especie tropical. Abundan más de lo que suele suponerse los cubanos solemnes, los cubanos serios e incapaces de choteo, como abunda también el andaluz dejado de toda gracia. Lo que sí puede y debe afirmarse es que hay en la idiosincrasia cubana rasgos peculiares que, originados unas veces y acusados otras por el clima o por las circunstancias sociales en que hemos venido desenvolviéndonos, tienden a facilitar esa perversión de la burla que llamamos choteo.

    Ligereza e independencia

    De estos rasgos el que con más frecuencia se subraya es el de la ligereza criolla.

    Ramiro Guerra, en un admirable capítulo de su Historia de Cuba, declara que el cubano "sólo tiene aparentemente la obstinación de la ligereza", y parece sustanciar esa afirmación cuando añade que "la principal debilidad de su carácter radica en esa falta de aptitud para aceptar una actitud y darse a ella por entero, infundiéndole todo el vigor y la fuerza de su alma". Así entendida, la ligereza es, pues, una falta de consecuencia. Pero ¿a qué contextura psicológica responde?

    Hasta por las connotaciones lingüísticas de la palabra, la ligereza es una falta de gravedad; y lo que metafóricamente queremos decir con esto es una falta de ponderación, de aptitud para tomarles el peso exacto a las cosas. ¿A qué puede deberse esto si no es a una falta de atención suficiente, ya que la atención sostenida es lo que invita a la reflexión, a volver sobre el primer aspecto de lo enjuiciado y medir exactamente su relieve y sus alcances?

    Esta falta de atención suficiente --que, como ya vimos, es una de las condiciones del no respetar-- se origina en la impresionabilidad excesiva, que el cubano comparte con todos los pueblos tropicales. Por lo mismo que nuestros sentidos se mantienen constantemente alertas bajo el látigo de la luz implacable, la inteligencia criolla se impresiona fulminantemente; pero le acaece también lo que a las fotografías instantáneas: que la imagen sólo perfila bien los primeros términos y la impresión dura poco. En otras palabras, nuestra mentalidad media carece del sentido de la tercera dimensión --la dimensión de profundidad. Vemos las cosas en contornos más que en relieves. Las implicaciones más hondas, los alcances más lejanos, se nos escapan casi siempre. De ahí que toda la vida se nos convierte un poco en escenografía, que a nada reconozcamos suficiente realidad para tomarlo muy en serio, ni bastante importancia para darnos a ello por entero.

    Ya un militar español del siglo pasado, el General Concha, que tuvo ocasión de observarnos de cerca, declaraba cifrada nuestra felicidad "en un tiplecito, un gallito y una barajita". La frase tiene los elementos de verdad que tiene toda caricatura, aunque sea muy apasionada. Ya los diminutivos empleados aluden a esa tendencia nuestra a "chiquear" las palabras, tendencia que no se debe a una efusividad afectiva tanto como a otra característica que luego veremos: la familiaridad, el no darle demasiada importancia a nada poniéndolo todo en el nivel de lo más íntimo. Pero la frase es además significativa, porque limita nuestra ambición (e implícitamente nuestra capacidad de apasionamiento) a la diversión y al juego.

    Esta afición al juego, que somos los primeros en reconocer como algo característico, merecía un estudio especial. Nada más complejo que la emoción del jugador. Hay en ella una mezcla curiosa de audacia y de miedo, de vehemencia y de cautela, de desprendimiento y de codicia. Pero el hecho que ahora nos interesa es que esa afición suele ser característica de todos los pueblos impresionables. Cuando se subordina a la emoción congestionada de una hora, la seguridad y la tranquilidad del futuro, es porque se carece de previsión suficiente, es decir, de la capacidad para evaluar en abstracto.

    En el mismo rasgo psicológico ha de verse también el fundamento de una de nuestras más bellas cualidades: el desinterés. ¿Qué cosa es el ser interesado, sino el evaluar demasiado en perspectiva --una forma de calculismo? Hasta para explicar el hecho económico del interés bancario, se recurre a un fenómeno de perspectiva: a medida que se aleja su posesión, el dinero se estrecha como se estrechan en la distancia los rieles de un tren. El interés es la compensación de ese estrechamiento. No es interesado el cubano, porque carece del hábito o de la óptica mental para proyectar las cosas sobre el futuro. Su retina, como la de ciertos insectos, no enfoca por igual los primeros y los últimos términos. Lo superficial y lo profundo se sitúan para él en un mismo plano de apreciación y, por consiguiente, de estimativa. La satisfacción presente es lo que importa. De ahí una mezcla peculiar de virtudes y defectos: nuestra liberalidad, nuestro hedonismo, cuanto hay de ingenuo en nuestra malicia y de dócil en nuestra indisciplina, lo susceptible que somos al halago y a la censura aparentes, nuestro indiferentismo hacia las empresas de cierta trascendencia, nuestro afán utilitario a despecho de nuestra largueza, y, en fin, nuestro choteo.

    El otro rasgo cardinal de nuestro carácter es la indepedencia. No una independencia del tipo zahareño, y bravío, sino del plácido y evasivo. Ganivet dijo que el ideal de los españoles se puede expresar con esa frase castiza: hacer su real gana. De los españoles hemos heredado, quizás, ese espíritu; pero en nosotros asume una forma menos díscola y activa. El cubano generalmente se contenta con que no lo molestan. La libertad en abstracto le tiene sin cuidado con tal que no llegue a afectar su personal albedrío. Permanece insensible y hasta aquiescente a las arrogaciones y a los rigores excesivos de la autoridad mientras no siente en lo vivo de sí mismo la lastimadura. Somos, como ya observó de los españoles Ortega y Gasset, más sensibles a la violación del fuero privado que a la del público, y no nos decidimos a la protesta sino cuando el exceso de dominio coarta la personal independencia.

    Esta independencia se defiende contra toda forma de relación que le imponga un límite, un miramiento. De aquí que el cubano tienda por instinto a abolir toda jerarquía y a situar todas las cosas y valores en un mismo plano de confianza. Así se origina la comentadísima familiaridad criolla, que es, tal vez, el rasgo más ostensible y acusado de nuestro carácter.

    Cuando venimos a Cuba del extranjero --sobre todo si venimos de algún país de más densos humores, los Estados Unidos o la misma Francia, por ejemplos-- nos sorprende en el mismo muelle cierta atmósfera de desprendimiento y de compadrazgo estentóreo que parece ser el clima social de Cuba, correspondiendo a la calidez y a la luminosidad físicas. Allí mismo, en el umbral de la Isla, el agente de equipajes o de hotel nos abordará sin ese comedimiento servil que tienen sus congéneros de otras latitudes, nos dirá "chico" y nos tratará como si para nosotros hubiera estado reservando siempre la más efusiva camaradería. Unas horas más de inmersión en el medio tropical nos convencen de que hemos llegado a una tierra totalmente desprovista de gravedad, de etiqueta y de distancias. Por ninguna parte se advierte en las gentes aquella circunspección, aquel recato, aquella egoísta absorción en el propio negocio que hacen del espectáculo nórdico y del europeo en general una sinfonía en gris mayor. Todo en Cuba tiene la risa de su luz, la ligereza de sus ropas, la franqueza de sus hogares abiertos a la curiosidad transeúnte. Ningún indicio de sobriedad ni de jerarquía nos impresiona. Se observa, al contrario, por doquier, un despilfarro de energías, de hacienda, de confianza. Las gentes hablan en voz alta, se embriagan del reboso de las copas las maderas ya empapadas de las cantinas, el automóvil ha perdido la seriedad metódica del taxímetro, pero se ha convertido en un vehículo popular, desde cuyo pescante nos dirige el chauffeur las más obsequiosas confidencias. Estamos en la perfecta república. Todo es de todos. Y así como la luz encendida y vibrante parece anular las lejanías y los claroscuros, una luminosidad espiritual que irradian todas las caras anula las distancias sociales y allana todos los relieves jerárquicos.

    A nadie puede sorprender que en un ambiente tal se tienda a esa anulación sistemática de todos los respetos que es el choteo. La independencia del cubano le induce a suprimir la autoridad, aunque sea en el trato social. El tuteo priva, y las personas de más importancia responden por su nombre de pila, cuando no por un diminutivo del mismo, o por un cariñoso apodo. Pero ya dije que más que cariño lo que hay es igualitarismo, familiaridad o para decirlo con una palabra de connotaciones muy afines: "parejería",

    Nota al pié: Restituyo aquí a esta palabra tan nuestra el que me parece ser su sentido primario. Ha llegado, en efecto a asumir, por derivación, el de "persona que se da tono, que se considera superior", actitud contraria al igualitarismo. Sin embargo, ese sentido proviene de la misma idea de presunción que se asoció al vocablo cuando primeramente se le empleaba, como es notorio, para designar a los individuos de color que se conducían como blancos, que "se emparejaban" con él.

    cuidado de que todos estemos parejos.

    Ahora bien: la relación que este instinto igualitario tiene con el choteo no es menos evidente que la que con él guarda nuestra cubana ligereza. Ya vimos que el choteo se producía, o por una falta de atención, o por un sentido insuficiente de la autoridad. Donde todos somos reputados y tratados como iguales, no hay autoridad alguna. Un proverbio inglés advierte que la familiaridad engendra el desprecio. Y ciertamente la familiaridad criolla, tan simpática, en otros aspectos, no ha sido fecunda en respetos, como tampoco lo ha sido en posibilidades de verdadero humorismo. La familiaridad sólo propicia la burla. Pío Baroja ha observado con sutileza que las posibilidades del humorismo aumentan "cuanto más dominio del estilo, de la retórica, de la seriedad hay en un plano de la vida". "En Nápoles, en Sevilla o en Valencia --agrega-- no ha habido humorismo, en cambio lo ha habido en Londres y es que la vida inglesa es, de todas las vidas europeas, la más sólida, la más tradicional y la más solemne." En hondo sentido, esto es también lo que señalaba nuestro Varona, cuando escribía que "el humorismo del pueblo inglés es una de las manifestaciones de la conciencia de su fuerza", es decir, del tomarse a sí mismo en serio. En el pueblo pequeño, la conciencia de que, por su debilidad, no se le respeta, hace que todos dentro de él se respeten menos, anulando aquellos contrastes que invitan al humorismo.

    Estas dos disposiciones espirituales nuestras --la ligereza y la independencia-- han sido, pues, el caldo de cultivo del choteo. Pero ellas no producen naturalmente más que un choteo benigno; por así decir, una cierta jocosidad irónica y escéptica, que muy bien pudiera ser el substratum de la gracia criolla, como lo es de la gracia andaluza. Los conocedores de Andalucía nos aseguran que también allí se advierte un ambiente y una actitud parejos; y no podemos olvidar --aunque tampoco quepa atribuirle al hecho la desmedida importancia que a veces se le supone-- que buen número de nuestros progenitores españoles fueron andaluces. Leyendo las comedias de los Quintero, notamos que la gracia cuajada en ellas tiene muchas semejanzas con ese benigno choteo criollo. Por lo pronto, no es una gracia de sentido universal, sino condicionada por el ambiente en que se produce. De ahí que las comedias quinterianas sean difícilmente traducibles: su comicidad, espolvoreada apenas de ingenio, no movería a risa a un escocés o a un alemán. Además, se trata también, como en Cuba, de una cierta sans fa‡on, de un perenne desenfado, de un sentido independiente y hedonista de la vida, reacio a toda sujeción social excesiva.

    Pero también esa gracia bética, al igual que la nuestra, lleva en sí misma los gérmenes de una fermentación que hacen de ella, a menudo, algo tóxico y desbordante. Así como la exageración de la gracia criolla produce el choteo en su forma más perniciosa, la exageración de la gracia andaluza es lo que allí se llama "pitorreo", fenómeno regional casi idéntico al nuestro, sobre el cual don Américo Castro me hacía, recientemente, finos y deploradores comentarios. El individualismo que informa la concepción española de la vida, unido a cierto sensualismo fatalista de procedencia africana y todo ello caldeado por un clima no muy distinto del nuestro, establece esa semejanza entre lo andaluz y lo cubano.

    El choteo y la improvisación

    Claro está que en la formación de nuestro choteo han intervenido factores externos peculiares.

    <Nota al pié: El contacto con la psicología africana, a que acabo de aludir, podría ser uno de ellos. En parte por desidia, en parte también por pusilanimidad social e intelectual, esa influencia aún no ha sido estudiada entre nosotros con el detenimiento y el rigor que algún día habrá que poner en ello, si queremos tomar conciencia de nuestro complejo nacional. No pretendo insinuar aquí que el negro sea un agente de choteo. Por el contrario, aporta a nuestra vida de relación más solemnidad, seriedad y respeto de lo que pudiera suponerse. Acaso peca de superficial Paul Morand, en su reciente Magie noire cuando se pregunta: "Ignore-t-il que Dieu a fait don aux nègres de son plus précieux trésor: la joie?" Así y todo, no me parece improbable que el hombre de color, por su caudal de inestrenada vitalidad, por su índole impresionable y sensual y por su carencia de aquel pesimismo que dan los trabajos seculares de la civilización, haya acentuado ciertos rasgos criollos que, en el hombre blanco resultan propicios al choteo, al aliarse con otros factores psíquicos.>

    El que más inequívocamente ha propiciado el choteo ha sido nuestra rápida y próspera evolución colectiva.

    Hay una relación de recíproca influencia entre el carácter y la experiencia de un pueblo. Si la idiosincrasia nacional modela a su manera la historia, también creo que la historia misma deja su impronta en el carácter.á A esto tal vez se deba un hecho a mi juicio evidente: que el carácter nacional no sea cosa tan fija como se supone. Los acontecimientos políticos de trascendencia vital, los flujos y reflujos de la prosperidad económica, las variaciones en las costumbres --de- terminadas en gran medida por variaciones en los modelos y normas de conducta-- hacen que surjan y se destaquen del fondo complejo de la idiosincrasia las formas de comportamiento más adecuadas a las diversas situaciones exteriores y, por consiguiente, más diversas entre sí.

    Si en biología la función crea el órgano, en psicología la actitud indicada u obligada crea muchas veces eso que llamamos el rasgo de carácter. Así, es lógico que durante el período libertador el cubano fuese proclive a la ironía o a la taciturnidad, como ahora lo es a la franqueza y a la burla. La vigilancia española de las actitudes obligaba entonces a un cauteloso recato; el espectáculo de la patria afanada tras su propia dignidad y las fatigas y privaciones que acarreaba lograrla, no podían menos que originar una inhibición de la alegría, ya que esta es siempre un indicio de comodidad vital.

    En cambio, advenida la República, la restauración económica fue tan rápida y tan pingüe que se creó pronto una atmósfera de venturina. Poseer y mandar fueron privilegios relativamente accesibles. Vimos instalarse en el poder y ejercer autoridad, al lado de hombres que se habían conquistado ese derecho en la manigua, otros a quienes habíamos tuteado en todos los mentideros y tertulias. La improvisación tuvo que regir por mucho tiempo en todos los sectores de la vida cubana; y así como se crearon, de la noche a la mañana, instituciones y apoderados que se hicieran cargo, bien o mal, de las funciones públicas, así en otras zonas, en las docentes, en las profesionales, en el arte y en la literatura, se improvisaron también órganos y agentes de satisfacción escasamente idóneos. No sería difícil, creo yo, precisar la influencia que han ejercido sobre el carácter criollo en los últimos tiempos el periodismo vocinglero y aldeano que generalmente hemos padecido, el arribista intelectual que ha sentado plaza de maestro, el profesional que se ha prestigiado míticamente, el político con antecedentes impublicables, la revista que ha querido ser cómica y no ha pasado de chocarrera, o la farsa que, so capa de criollismo, ha escondido sólo una pornografía grosera y una esquemática plebeyez. Toda esta tropa de enganche, todas estas suplantaciones,á unas veces por inculcación directa de falsos criterios y de gustos espurios, otras por ineptitud para la defensa de lo verdaderamente valioso, nos enviciaron en la superficialidad, en el escepticismo o en la chocarrería, determinando la quiebra del respeto, actitud delicadísima, por lo mismo que contraría las díscolas apetencias del instinto.

    El ambiente social, pues, con esas mixtificaciones e improvisaciones inevitables, ha contribuido tan poderosamente a fomentar el espíritu antijerárquico de nuestra burla, que casi pudiera decirse que ha engendrado el choteo. Más que una tendencia inmanente de nuestro carácter, éste es el resultado de una determinada experiencia colectiva. Nace del medio, antes que de la idiosincrasia. Yo he tenido oportunidad de comprobar esto en mis frecuentes relaciones con estudiantes cubanos en el extranjero. He notado que en los Estados Unidos y en Francia se comportaban del modo más circunspecto y con sólo una jovialidad de buena ley, jóvenes compatriotas a quienes luego he vuelto a ver aquí en Cuba posesos ya del diablillo del choteo. Es el espectáculo de la autoridad falseada lo que exacerba el natural espíritu crítico de la gracia criolla.

    Efectos del choteo

    Así se explica que, junto a las más funestas consecuencias en el orden moral y cultural, el choteo haya ejercido, en ciertos casos, una función crítica saludable. Como dirige su burla sistemáticamente contra todo lo autorizado, algunas veces ha tenido que acertar.

    No todas las autoridades son lícitas o deseables, y por eso siempre fue la burla un recurso de los oprimidos --cualquiera que fuese la índole de la opresión. Al par que uno de los grandes padecimientos del cubano, la burla crónica ha sido una de sus grandes defensas. Le ha servido de amortiguador para los choques de la adversidad; de muelle para resistir las presiones políticas demasiado gravosas y de escape para todo género de impaciencias. En otras palabras, ha sido entre nosotros un descongestionador eficacísimo. Como su operación consiste en rebajar la importancia de las cosas, es decir, en impedir que éstas nos afecten demasiado, el choteo surge en toda situación en que el espíritu criollo se ve amargado por una autoridad falsa o poco flexible.

    Cuando esta autoridad, cualquiera que sea su jurisdicción, es genuina y tiene razón de imperio, el choteo no puede justificarse sino como un resabio infantil de un pueblo que todavía no ha tenido tiempo de madurar, y sobre todo de madurar naturalmente, sin ajena asistencia. Pero cuando se trata, como tan a menudo sucede, de una autoridad huera, o improvisada, o por cualquier razón excesiva; de una autoridad cuya forma no corresponde a su sustancia, que pretende más de lo que realmente vale, entonces el choteo es un delator formidable, y a ello le ayuda mucho su misma falta de grandes pretensiones satíricas, su misma simplicidad.

    El arma de emergencia para esos casos suele ser la trompetilla. De todo el repertorio hasta ahora conocido de emisiones o ademanes despectivos, es ése el más humillante,á acaso por ser también el más cargado de alusiones abyectas. No hay gravedad, por imperturbable que sea, en la que no cale siquiera de momento esa estridente rociada de menosprecio. Su eficacia está en su misma falta de violencia, en lo disminuyente que resulta su propio tono diminutivo. Cualquier otro ademán de burla o desdén-- sacar la lengua, negar la mano, escupir al paso-- conlleva una agresión directa ante la cual se hace fuerte la dignidad agredida. En cambio la trompetilla, por más oblicua y lejana, parece desarmar y hasta disolver por el momento la dignidad a que se dirige. Es una mínima saeta que se clava siempre en el blanco --en el centro de gravedad-- flameando una banderita de ridículo. Claro que resulta demasiado burda, y muchas veces demasiado frívola e irresponsable, para constituir una sanción más que momentánea; demasiado indigna ella misma para desvirtuar el exceso de dignidad que llamamos prosopopeya.

    Pero tampoco hay duda de que ciertas sanciones de ese género menor son a veces saludables. Por ejemplo: a Cuba suelen venir personajillos de arribazón, ganosos de remozar un prestigio raído en su tierra. A la nuestra llegan como a tierra conquistada, henchidos de suficiencia. La burlilla del país los desinfla a su tiempo. Y también el nativo ha de pensarlo tres veces antes de engreírse. En su intimidad doméstica puede el narciso tropical contemplar su imagen sin que nadie la vulnere; mas apenas intenta pasearla y hacer de una ilusión íntima una autoridad pública, el choteo le sale al paso y le baja los humos.

    En esa sanción colabora el choteo verdadero --es decir, el sistemático-- con la gracia criolla que le sirve de substratum. Esta ya no es sistemática; pero sí muy exigente. La falta de penetración honda, de sentido de profundidad y lejanía, le priva muchas veces al cubano de apreciar al primer golpe de vista (que es generalmente el único que cultiva) la trascendencia o las implicaciones de un hecho cualquiera. De aquí que todos los valores tengan que acusarse muy fuertemente, con una gran solidez y rotundidad, para que el cubano medio los calibre. Pero entonces nadie los respeta más, aunque no los acate ni se ponga al servicio de ellos. Si la mediocridad es tan tolerada en Cuba, es porque la intolerancia supone una autoridad, cosa repulsiva en sí. El cubano la rechaza como rechaza toda superstición, todo dogma o beatería. Sería un propagandista admirable del libre examen, si no fuese demasiado impresionable para cultivar el examen como actitud. Pero para llevarle a una aceptación íntima de lo mediocre, es indispensable tocar en él los resortes del sentimiento.

    Y aún así. Esos resortes emocionales están en él --como en casi todos los pueblos de nuestra estirpe-- sumamente tensos y dispuestos. Nad

  • el wiily dijo:

    bates de grafitos, pelotas misiles, comentaristas fabricando peloteros y directores al equipo cuba. en fin , jugadores virtuales . estan acabando con la pelota en cuba, y lo mas triste es, que lo hacen delante de la cara de todos nosostros. 3 equipos diferentes a 3 torneos diferentes, cada equipo con 20 jugadores, y entre directores, entrenadores, masajista, medicos, psicologos, etc, etc, viajan 22 personas mas por cada equipo . asi no hay economia que aguante. a alguien de ellos les preocupa que ganemos o perdamos ?, claro que no , viajaron !!! fuera toda la CNB, fuera toda la FCB, fuera la presidencia del inder, estan acabando no solo con el beisbnol, estan acabando con el deporte en cuba. atencion guadalajara..., creo que vamos al 4to lugar.

  • César Cadalso dijo:

    BARTOLO:
    No te voy a discutir lo que dices porque tienes mucha razón, mis gallos han flaqueado a la hora buena, ahora, de que hace falta un nuevo director no tengas la menor duda, te lo digo yo que soy de allí. Saludos.

  • César Cadalso dijo:

    Cuba le ganó 1 x 0 a Curazao.
    Y después aparece algún que otro forista criticando a Michel Contreras por los artículos que escribe.
    A ver, a ver, alguien puede explicarme esto?
    . Cómo es eso de que Brasil le ganó 1 a 0 a Tonga con un gol de penal?
    . Cómo es eso de que Rafael Nadal le ganó en 5 peleados set a Paco Perico, de Guanabacoa?
    . Cómo es eso de que Rusia le ganó 3 set x 2 a Jamaica con marcadores de 18-25; 19-25; 30-28; 32-30 y 34-32?
    . Cómo es eso de que Usain Bolt le ganó en la final de los 100 m a Chucho Manteca, de Buey Arriba con un tiempo de 11.35?
    . Cómo es eso de que EUA le ganó por 63 a 62 a Islas Fiji con una canasta de 3 puntos faltando 2 segundos para el final?
    La verdá es que yo no entiendo ni papa, como dice la canción: este mundo está al revés.
    El mundo está loco, loco, loco y la pelota cubana más loca todavía.
    Hay unos cuantos dirigentes deportivos que hay que mandarlos pá Mazorra porque están arrebatáos (y algún que otro forista también), yo tengo un socio que pincha ahí, si quieren les pongo una palanca.

  • Juan Quinquin dijo:

    Michel; como aquí ya la gente está publicando lo que quiere, aquí les va la receta para hacer PURE DE PAPA, no es de Jorge Mañach , la escribió Nitza Villapol verán que es más fácil de leer y sin choteo señores, mucho más útil.

    PURE DE PAPA

    Ingredientes :
    1 ½ k papa amarilla (o blanca), peladas y cortadas en cuartos
    ¾ paquete de mantequilla o margarina
    1 taza de crema de leche
    Sal
    Pimienta

    Preparación:

    Hervir las papas en una olla grande con agua que las cubra, con sal al gusto. Cocinarlas hasta que estén tiernas, de 15 a 20 minutos.

    Escurrir y luego pasarlas por el prensapapas o apretarlas mientras están calientes, pasándolas a otra olla.

    Incorporar la mantequilla y mover con cuchara de palo hasta que la mantequilla se derrita completamente.

    Agregar entonces la crema entibiada moviendo suavemente con la cuchara de palo. Agregar más crema si fuera necesario para conseguir la consistencia deseada.

    Calorías 432
    Proteínas 4.49 gr.
    Grasas 27.22 gr.
    Carbohidratos 44.52 gr.

  • Juan Quinquin dijo:

    Michel; ahora hablando en serio, leo todos tus trabajos y me gusta la forma en que enfocas los problemas del béisbol cubano,lo haces de manera objetiva, analítica, mueves al análisis , pero para serte franco este artículo tuyo no me gustó.
    De verdad, no creo que los muchachos que están en Holanda se merezcan esa burla, me recordaste a un trabajo que salió en Granma burlandose del equipo de futbol , creo que los atletas no merecen ese tratamiento. Disculpa mi sinceridad, pero como lector debo dar mi criterio, ahora seguramente los amigos del foro me van a caer arriba pero no importa, es lo que pienso.

  • latino_americano dijo:

    I.SENE,mis respetos para usted que tuvo el corazon de querer ayudar al beisbol cubano tratando de enseñarle a Roger "el triturador de brazos" Machacado algo de beisbol,ese hombre-burro no debio salir jamas de Ciego de Avila,y esto lo digo aunque el equipo gane todos los juegos que le quedan.

    Saludos azules.

  • OTTO dijo:

    Juan Quinquín muy bueno todo pero fuiete muy concreto, me refiero a lo del puré de papa, necesitamos para estar a la altura de ciertas personas que seas más amplio, te sugiero que para que lo logres nos cuentes cómo hiciste para conseguir el aceite, en qué agro hay papa, etc etc. Nada brother que la rueda del mouse no la usé contigo y con el ´´otro´´ por poco salgo con tendinitis, claro que no leí, no faltaba más, un saludo para ti.
    En cuanto a criticar el artículo yo prefiero ya cogerlo de esa forma porque de lo contrario los problemas coronarios serían tremendos, solo queda reir para no llorar.

  • caster dijo:

    Carlos Valdés Sarmiento:coincido con tu comentario, no impota que seamos menos los que tenemos esa oipinion, aun cuando ese equipo se le haga una critica pero que sea constructiva,cuba campeon.

  • carlos dijo:

    michel, no creo que la burla hacia el equipo de pelota y su actuacion en holanda sea una manera sana de ver y analizar las cosas en el beisbol cubano. lo que estamos viendo en ese torneo es el resultado de lo que hacemos y no tenemos porque insultarnos. se han conformado 3 o 4 ¨equipos¨ de pelota para diferentes torneos con jugadores que por tener una actuacion espectacular un dia en la serie nacional ya creemos que son prospectos, es el caso de rabí, saavedra y otros. para nosotros el mejor jugador de un partido es el que mas hits da, eso podemos oirlo a diario en nuestros medios informativos, no el que mas impulsa, el que mas se embasa, etc. un equipo de beisbol, en mi opinion, no es la aglomeracion de los 30 jugadores que mas bateen, que mejor lancen, etc, hay otras cosas que se deben analizar, mi opinion es que hacer un equipo, en este caso de beisbol, es lograr crear una maquinaria que funcione, que en cada situacion del juego responda con eficacia ante la estrategia del rival, lo hemos visto en los clasicos, los eeuu han presentado constelaciones de estrellas y cuál ha sido el resultado. otra cosa, quién dice que roger machado es manager de beisbol. es increible. con el equipo de ciego de avila, manteniendo la logica y el trabajo diario como divisa, cualquiera obtiene un resultado decoroso en nuestro campeonato y de ahi a considerarse un manager falta un mundo. piensa nada mas que el en su carrera fue considerado un receptor de calidad y como director no coloca como receptor al jugador que en estos momentos es el mejor receptor defensivo de nuestra pelota cuando mejor que nadie debe saber que el hombre que esta detras del plato es el director del equipo en el terreno.
    el beisbol es un deporte caro, necesita de implementos y mucha gente en funcion de él, no solo de jugadores que solamente son como 30 en un equipo. nuestra economia no resiste el mantenimiento de una piramide deportiva en estos momentos como lo fue en otros tiempos y mucho menos en el beisbol ni tampoco resiste el mantenimiento de la infraestructura que necesita este deporte. nuestros estadios dejan mucho que desear, y dentro de ellos los terrenos son lo peor, es posible que haya potreros mejor acondicionados para jugar que muchos de ellos. tenemos que ver los porcientos defensivos en nuestra serie nacional, y el que la vio pudo darse cuenta que muchos errores, muchos, muchisimos, no eran tales, eran las famosas piedrecitas villaclareñas, industrialistas o santiagueras que provocaban las marfiladas.
    en otras epocas era inconcebible ver jugar a un muchacho talentoso de 17 o 18 años en nuestras series nacionales, hoy tiene que hacerlo por varias cosas, no tiene campeonato alguno que se respete donde desempeñarse que no sea la serie nacional y la desercion de peloteros hace que tengan que completarse los equipos con esos muchachos que al final solo algunos alcanzan resultados verdaderamente reconocibles, muchos quedan en el camino.
    mira michel, es hora ya de que nosotros mismos nos ubiquemos en el lugar y en el momento en que estamos, ese equipo esta jugando a su nivel y alli va a ganar ya va a perder como cualquier otro. otra cosa es engañarnos nosotros mismos.

  • Jorge Antonio dijo:

    Michel la verdad es que hablar del resultado de Cuba frente a Alemania y Curazao lo hacemos en persona, con una botella en la mano, porque ellos no mercen que me desgaste la neuronas. El problema es cunado me encuentro con personas como Carlos Valdés Sarmiento, compañero si quiere volver a vivir en el secretismo, pues hágalo usted solo y si no le gusta lo que escriben de deportes... pues mire creo que Alicia va a hacer una gira pronto, LEA CULTURA HOMBRE, como dice Michel aquí se juega al duro.
    Pero los comentarios de ese compañero no son los que más me preocupan sino el periódico de Francisco A. Domínguez. Respeto su derecho a escribir lo que desee, pero me avisa cuando saque la película, porque Cien Años de Soledad ya fue leido.
    Como me quedé en las siete primeras línias le diré que el trabajo de michel dice mucho, aunque usted no lo vea, lo que lo hace de una forma en la que solo los que sentimos el deporte lo pueden ver.
    Michel como te dije en el trabajo anterior: Moriremos 100 veces antes de que Cuba le de guerra a Alemania en el fútbol, ojalá esa frase haya sido la mecha que encendió tu inspiración en esta parodia bien traida. FELICIDADES

  • samurai dijo:

    Para Francisco A. Dominguez:

    Ciertamente no sabemos leer - y el ensayo de Mañach lo he leído varias veces - por ejemplo si tu hubieses leído un poco más o un poco mejor notarías que Carlos Valdés Sarmiento reclama no es que el articulo no diga nada sino que diga algo, poco quizás es verdad, pero es ese algo lo que tanto le ha molestado.

    Comienza por leer el primer comentario publicado por Valdés, es donde dice

    "...tal parece que los articulistas se estan cobrando todos los años en que tenian que reseñar los triunfos de su patria, el pajaro que se defeca en su nido… esos muchachos se merecen otra cosa, resucitaron hasta Pirro, quizas no conozcan bien la historia, pero suena denigrante ¿verdad?.."

    No se pero a mi me suena a reclamo porque se critique, con costumbrismo, humor o ironía fácil, no lo niego, pero critica al fin ya al cabo. Recuerda que Martí dijo que el Humor a de ser como un Látigo con cascabeles en la punta. Aquí, en el Artículo de Michel, hay látigo suave y cascabeles sonoros. Eso es lo que le molestó realmente a Sarmiento. No era necesario que agotaras espacio digital tratando de demostrar lo contrario porque tu defendido es reo confeso.

    Por otra parte reitero mi criterio, mencionar solamente la censura es hacerle juego a la cobardía y lo que es denigrante no es que se critique el - dicho en buen cubano - Papelazo que esta haciendo la selección cubana de béisbol o el que ya hizo la de fútbol en la Copa de Oro sino que alguien pretenda justificarlo - eso va para los Héctor Rodríguez - o me saque a Trina en todo deportes ayer haciendo declaraciones a lo José Mouriho: "perder es normal, el que dice que no va a ganar nunca gana, con un poquito de trabajo aquí en los potreros de estadium que tenemos arreglamos y yo respondo por todo, yo soy el culpable de todo"

    Eso estimado Francisco si es vergonzoso y denigrante y peor aun que no lo quiten como entrenador y quiten a toda la directiva del fútbol cubano que pasamos 50 año sin lograr nada - y en Cuba hay historia de fútbol y grande, basta con decir que entre lo cinco golpeadores históricos del Real Madrid uno es cubano -. Y con la pelota, el volivol, la natación, la esgrima, el boxeo otro tanto de lo mismo y esto mencionando deportes donde hemos sido punteros. Yo me pregunto:

    ¿Donde están las Espectaculares Morenas del Caribe?
    ¿Por qué no han nacido más Neisser o Falcones de nuestras canteras de natación - que no son pocas y hablo con conocimiento de causa -?
    ¿Que paso con aquellas ediciones del Villa de Habana donde los cubanos eran temidos en el florete y se batía de tu a tu con los grandes?
    ¿Por qué la escuela Cubana de Boxeo no ha dado el cambio generacional necesario, porque no escucho de hombres como Savón, Balado o Ricondeux, fenómenos indiscutibles, sin inconstancias como nuestros boxeadores modernos?
    ¿Donde esta la nueva Tormenta del Caribe - Ana Fidelia -, el nuevo Príncipe de las Alturas - Sotomayor - el nuevo Iván Pedroso o el otro que va a llegar a la Meta con el Corazón en la Mano?

    Y la lista de puede seguir al infinito. La Revolución puso a Cuba en el lugar 5 a nivel Mundial en 1992, con esfuerzo, con sacrificio, con amor y con pasión. Lo hizo a pesar del bloqueo y de que el campo socialista se fue por el tragante. Fuimos grande en Barcelona 1992, pero el mundo siguió girando y creciendo, nos confiamos, dimos por sentado las cosas y 15 años después en una ciudad china el medallero Olímpico nos veía en el lugar 28 por detrás de países como Jamaica, Kenya y Etiopía.

    ¿Quieres vergüenza, quieres algo denigrante o simplemente absurdo amigo Francisco? Allí lo tienes, somos un país, un pueblo y una Revolución que nació para ser In Conmensurable y como dijo mi Comandante Fidel -al único que debo respeto - nosotros mismos podemos destruirla y lo estamos haciendo de a poco.

    Por último a modo de aclaración de idioma, llamar a los periodistas,estimado Carlos Valdés, articulistas puede llegar a ser en determinados contexto una ofensa.

  • ELBURRODEBAINOA dijo:

    DESCALABROS DE LA PELOTA Y MICROBIOS OPORTUNISTAS
    Creo que la infeliz calidad de nuestra serie nacional y por ende de la propia pelota; su falta de nivel competitvo, su paupérrima estructura con ya casi 15 ó 16 equipos y encima de eso con el “Puntillazo” de la mala faena del equipo en Rotterdan, más todo lo que se pueda apuntar en materia de desinformación beisbolera; o falta de información oportuna de la prensa deportiva, todo eso, todo eso, ha hecho que ultimamente aparezcan en este foro “una pila de microbios oportunistas”, o de ocasión, que en forma de buitres van a extremos hasta politizar demasiado el asunto de la calidda de nuestra pelota.

    Todos tienen su derecho a opinar pero a mi modo de ver hay algunos comentarios que tampoco propician nada en concreto; algunos parece que lo que tienen en la cabeza es una “chancleta vieja” dándose sillón….

    Pongamos los pies sobre la tierra y apuntemos al “focus work”: la estructuctura de la serie nacional ahora es obsoleta ante la exigencia de los topes internacionales con gente profesional; no hablar más bohemia vieja “de los ilustres Pachecos y los Kindelanes”, eso eran otros tiempos y tenían otros adversarios muy difrentes a los de ahora.

    La estructura de la serie nacional no es competitiva, no coadyuva al aumento constante del rendimiento cualitativo y sencillamente hay que cambiarla y junto con ella cambiar gente y mentalidad, es todo un pakete tecnologico y sobre todo mental de nuevo tipo que incluye hasta los propios comentaristas y su manera de actuar.

    aqui me identifico con mis saludos azules para todos los colegas.

  • latino_americano dijo:

    F.A DOMINGUEZ..de verdad que no hay quien se "dispare" el periodico que puso..ji,ji..solo pude leer el 1er parrafo..abusador!

    Saludos azules.

  • Francisco A. Dominguez dijo:

    A Carlos Valdes Sarmiento lo conozco personalmente, y cuando la mayoria de los que aqui hablan ahora estaban lamiendo botas, Valdes Sarmiento estaba lidiando y enfrentandose directamente contra la censura, asi que se muy bien que quiso decir en su comentario.

    En cuanto a los que se quejan de la longitud de mi post anterior, pues ahi esta... para quien quiera aprender, lo cual requiere esfuerzo y mucho. Quien no lo desee leer, pues bienvenido. Yo lo lei.

  • albert dijo:

    Amigos administradores de cubadebate, la libertad de expresión es magnifica y esto es de lo mejor que tenemos en Cuba, pero ¿sería mucho pedir que le pusieran límite al tamaño de los comentarios que les dejamos? hay amigos que publican criterios que son más largos que los propios artículos, algunos aburren, te pierdes...

    amigos usuarios, sean medidos y un poco más breves...

    por cierto: si IND sigue como sucursal de la MLB ni quiera clasificará más (ahora fue Concepción)

    bien por Sigfredo que lo publicó en Granma

    DIGA NO AL SECRETISMO!

    un saludo

  • albert dijo:

    Yo creo que Francisco A. Dominguez copió y pegó una tésis, esto es un espacio periodístico, no un tribunal académico jejejeje

    saludos

  • Roger dijo:

    ñojjj no hay quien se trague el discurso que escribio Francisco A. Dominguez

  • Roger dijo:

    Pirro, en griego Πύρρος της Ηπείρου (318-272 a. C.) rubio o pelirrojo, apodado αετός (águila) por sus soldados. Fue basileos (rey) de Epiro de 307 a 302 a. C. y de nuevo entre 297 y 272 a. C. También ostentó la corona de Macedonia brevemente en dos ocasiones: en 287 a. C. y posteriormente de 273 a. C. hasta su muerte, un año después. Es considerado uno de los mejores generales de su época, y uno de los grandes rivales de la República romana durante su expansión.

  • César Cadalso dijo:

    Eehhhh, que aquí ná má que se pueden escribir hasta 100 palabras!!! OK??
    Pá leer periódico me busco el JR o el Granma o .....a no, no hay más ninguno.

  • César Cadalso dijo:

    Caballeros, voy a tirarle un cabo a Roger Machado, fíjense que no lo voy a llamar por su apodo, pónganse en su lugar, si releva con otro pitcher y le batean y gana Curazao, dónde se mete el socio?? tiene que desertar porque, cómo entra en Cuba?? vaya, con todo lo que ha pasado el socio dijo: que va, a mi esta gente no me puede ganar otra vez, tienen que batearle a Pedroso si quieren, no pongo a más nadie.
    Caballeros, piensen, analicen, si yo fuera él hubiera hecho lo mismo, ustedes saben lo que es perder otra vez con Curazao!!!!!

Se han publicado 97 comentarios



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Michel Contreras

Michel Contreras

La Habana, 1973. Periodista especializado en temas deportivos.

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