Una imagen perdida, las posadas
Posada es sinónimo de mesón, de hotel. Es una casa pública donde se da alojamiento y comida. Casa de huéspedes. Fonda.
En la Cuba de ayer una posada era algo más que eso. U otra cosa. Era el sitio en que, a falta de algo mejor, una pareja alquilaba una habitación para disfrutar de un rato de intimidad. Ese rato era siempre de tres horas y tenía un precio convencional aunque la pareja abandonara antes el campo. Transcurrido ese tiempo, el posadero, mediante unos golpes más o menos discretos en la puerta de la habitación, indicaba a los amantes que su tiempo había caducado. Si la pareja decidía proseguir el romance, abonaba la diferencia al final de la jornada. El primer establecimiento de su tipo que hubo en Cuba, aseguraba el doctor Juan de las Cuevas, se llamó Carabanchel y se ubicaba en San Miguel y Consulado, a fines del siglo XIX. Un edificio de tres pisos, con 22 habitaciones y apartamentos con entrada independiente desde la calle.
Aunque había en La Habana posadas para todos los bolsillos -la de Once esquina a 24 era la de los estudiantes- todas disponían de cantina y un servicio de comida ligera y algunas daban servicio en las habitaciones. En todas se cumplía el mismo ritual; mientras el hombre hacía el trámite en la carpeta, la mujer, cabizbaja, se mantenía relegada al fondo del salón. Algunas posadas disponían de parqueo interior y todo era más fácil. Otras eran hoteles venidos a menos, como el Venus, en la calle Agramonte, y el Estrella, en la calle del mismo nombre, en La Habana, mientras que otras, como Las Casitas de Ayestarán, provocaban en el cliente la ilusión de que entraba en casa propia pues además de la habitación en cuestión disponían de un pequeño recibidor. La fachada de Las Dos Palmas, en la Avenida de Acosta, en Lawton, cerca de la 12ª Estación de Policía, estaba dotada de un paredón imponente que impedía cualquier visión hacia el interior. Las había que tomaban el nombre de la calle donde se ubicaba, como la esquina de Pajarito -hoy Retiro- y Carlos III, calle que servía de eje al barrio de tolerancia de La Victoria y que hoy somos muchos los que seguimos llamándole el barrio de Pajarito. Otras, como las que se situaban en la carretera Monumental reglaban la ilusión de la excursión campestre…
Pero ¡cuidado! No pocas de esas posadas contaban en sus habitaciones con lo que se llamaba audio y video, no porque hubieran instalados en ellos televisores y equipos de música , sino por los agujeros que permitían el rascabucheo desde la habitación vecina, casi siempre a través de los tomas de la electricidad.
Mi amigo Álvaro Salvatierra, un gallego a quien conocí cuando yo tenía 20 años de edad y el doblaba ya el tormentoso cabo de lo 70, me decía que no había negocios más seguros en el mundo que los de las funerarias y las posadas. Él había sido propietario de una de esas casas de citas y precisaba que en cualquier época, ya fuera de esplendor económico o de crisis, siempre habría gente que quisiera amarse y gente que no iba a dejar de morirse, por lo que las entradas estaban garantizadas.
En el Directorio clasificado comercial y profesional del Directorio Telefónico de La Habana correspondiente a 1958, se consignan, bajo el rubro de Posadas, 40 establecimientos. Debieron ser muchos más, pero sin duda muchas de ellas hallaban cabida bajo el rubro de hoteles, sin contar las que carecían de servicio telefónico.
Después de 1959 y hasta 1968, cuando la llamada ofensiva revolucionaria eliminó los negocios particulares y la pequeña empresa todavía existente, las posadas pasaron a llamarse albergues. Como las regenteaba el Instituto Nacional de la Industria Turística, la gente les puso el apellido: INIT. Albergue INIT. En el Directorio Telefónico de La Habana correspondiente a 1971, aparecen registrados 60 albergues. En el de 1979, son 53, y 30 en el Directorio de 1989. Eran 28 albergues en el 98 y 27 en 1999.
Se fueron deteriorando con los años, sin que nadie pusiera su mano para evitar el final. No hubo mantenimiento para las edificaciones dañadas, el material gastable disponible se gastó de verdad y se quebraron las redes hidro-sanitarias. Algunos de los inmuebles se transformaron en viviendas para damnificados a causa de desastres naturales.
Como el número de posadas se reducía, las colas para acceder a las que quedaban abiertas se hacían interminables y no era raro que las parejas acudieran a la posada con su sábana y un par de botellas de agua por si en el establecimiento no las había, lo que era lo más probable, y sábana y agua garantizaban su entrada.
Para entonces ya la mujer no aparecía apenada, con la cabeza gacha en el fondo del salón, sino que asumía la cola con la cara descubierta, lo que provocó más de una trifulca porque no fueron pocas las infidelidades que quedaron al descubierto, como la de aquel popular crítico literario que acudió a una posada con su amante y tropezó en la cola con su verdadera esposa con el suyo.
Por suerte, el sector privado, cuando se lo permitieron asumió la carencia. Primero de manera clandestina pues no se le permitía que alquilara sus habitaciones por horas, pero con el tiempo la cosa encontró solución.
Desconozco cuántas de aquellas posadas quedaran ahora. De todas maneras vienen a la mente estos nombres de la nostalgia: Villa Mantilla, Villa Cándida, La Granja, La Kampiña. Cancán, Isla de Chpre. Almendra…
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He leído y reído, gracias profesor Ciro.
Queridos, donde quedaba la 214? Inmortalizada por Silvio en aquella cancion "Al tibio amparo de la 214..."
Gracias Ciro!!?!!!
En las posadas de la carretera monumental las colas se hacían desde el propio carro, según el orden de llegada, no había que bajarse hasta el momento del turno que el hombre se encargaba de la espera final en la carpeta. Siendo estudiante fui a una de esas y como mi novia y yo fuimos a pie, tuvimos que ponerme detrás del último carro y aclararle al que llegó después que iba detrás de nosotros. Ya saben: yo un guajiro oriental que estudiaba cerca de allí, tuve que soportar una larga e incómoda espera ante las miradas de asombro de mis compañeros de amoríos jjjj
Tengo un entrañable amigo y colega que con mucha frecuencia hacía su cola a pie en las posadas de la Monumental y contaba la tensión que sufría, porque sus rostros quedaban expuestos ante todos los que vivían el anonimato dentro de los autos.
Con el tiempo perfeccionó la técnica y en cuanto "daba el último" pasaba a enmascararse en la vegetación circundante.
En la década de los 80,no recuerdo bien fecha pero en Cienfuegos hubo un accidente de un helicoptero cerca de una posada y se formó un corre corre de las parejas ,dicen que hubo muchos divorcio en esa provincia , alguien conoce esa historia ?
Buen comentario.Me gustó.
Resulta interesante recordar el pasado, lo que es igual a vivir el presente, a través de estas memorias históricas.
Usted como siempre, haciendo periodismo del bueno. Gracias.
Creo q es importante destinar sitios o crearlos p el disfrute de las parejas. No se concibe q estos no existan.
Gracias al profesor Ciro por darnos una clase magistral sobre este tema del pasado.
Desde la época en que había muchas posadas, había personas que preferían los aires libres. El Bosque de la Habana era de los lugares más frecuentados.
Cuando empezaron a desaparecer las posadas, otros lugares asumieron también ese rol, como el Monte Barreto y el Parque Lenin.
La comunidad HSH ( gay) ante la imposibilidad de acudir a las posadas, que no aceptaban parejas de hombres, no tuvo otra alternativa que buscar alternativas. Así la Playa del Chivo, entre otros lugares agrestes, pasó a ser sitio exclusivo de encuentro de éstas personas.
Mi padre y un buen amigo visitaban muchas veces las posadas de La Monumental. En una época que escaseaba la cerveza, apenas en ella se encontraba me decįa mi padre. Llegaban en carro, andaban con una peluca, parqueban en el garage de la habitación y se introducían por la puerta lateral. Ya ahí, bebían y comían durante 3 o 4 horas. Un día, algún conocido los vió saliendo, imaginan la sorpresa con aquellos dos bigotudos que recibió esa persona, que andaba de infiel, y por supuesto calló por siempre de aquel encuentro, pero siempre dudo de lo que hacían ahí!!
Menos mal que aquí uno pone un psedónimo (que ni mi mujer lo sabe) porque si no la "entrá" a golpes que me da no me dejaría escribir más...Uff! recuerdos de 11 y 24. Y gracias Bianchi, porque con sus relatos nostálgicos son las pocas veces que mi risa ocupa un espacio dentro de tanta tristeza por la pandemia...Y ¡LO DEJO! porque mi esposa está husmeando alrededor de mi PC.
Gracias Ciro
Excelente artículo que nos ha hecho recordar
Viejas y olvidadas aventuras.
No nombró un albergue muy popular que se encontraba muy cerca del cine City Hall nombrado
Como las casitas de Ayesteran.
Un gusto leer, estas cronicas del pasado de la Habana, ojala salgan mas, gracias Ciro.
Este tema me ha traido gratos recuerdos de mujeres que mas nunca he visto pero que me hicieron disfrutar mucho en mi juventud.
Recordar es volver a vivir.
Mil gracias Ciro.
A coger para el Monte
Un acostumbrado bueno artículo del querido Ciro Bianchi. Establecimiento más que necesarios, porque no solo servían a infidelidades, también a la necesidad de un espacio íntimo ante las carencias habitacionales.
Me hizo recordar la de San Agustin, Villa Ensueño en la epoca del 90 donde se bautizó como "El Pescado" porque para poder acceder a ella habia que abonar 10 cup
Muy sugerente comentario. Nos hace revivir, a los estudiantes universitarios de la década de los 80, lindos recuerdos. Y sería muy prudente con todo el respeto y las condiciones que exige retomar esta tradición.
A las posadas le ocurrió como a casi todos los negocios, que pasaron a administración estatal. A la larga, abandono y deterioro.
Menos mal, que tal decisión tomada en aquel entonces se ha estado rectificando, aunque con muchos años de atraso.
Desafortunadamente no quedan ya albergues init(posadas), ahora hay que usar casas abandonadas, derrumbes, terrenos baldíos y principalmente matorrales o al doblar una esquina detrás de un árbol a la vista de todos, y por supuesto que no te véa la "policía" (sin más comentarios).
También servían para pasar la noche,y al otro día hacer gestiones de personas que no eran de la ciudad.
Conocí personas que iban a estudiar a esos lugares por la tranquilidad que se respkraba.
En la gallega había una posada con auto garajes tu llegabas y desde el auto pedías el número de s la habitación con parqueo privado y servicio de habitaciones, esos lugares debían recuperarse ya que hay muchas parejas no tienen casas propias y es una manera temporal para sus relaciones íntimas
Hoy el sector privado suple algunas de las necesidades, cuando los precios son privativos para muchos, sin embargo, muchos de los que necesitan de estos locales son parejas que por necesidades de hogar, espacio, no tienen otros lugares donde ir.
Ciri gracias por recordar los tiempos de juventud dónde esas instalaciones siempre sacaban del apuro a muchos jóvenes parejas estudiantes y de variadas edades y orígenes, quizás ahora sería necesario activar esa modalidad económica y aceptable
Eden arriba y Eden abajo eran algunos de los nombres de las posadas de la carretera Monumental hacías la cola en el carro hasta que pasabas a una especie de garita con teléfono donde te indicaban que número de cabaña ocupar en donde entrabas al garaje de la misma y de ahí directo a la habitación ,sencillo verdad y reservado.
me he reido y ha sido interesante, lo que le falto los precios actuales, no estan al alcance de muchisimas personas.
felicitaciones a Ciro
Posadas fueron convertidas, para bien, en apartamentos para persones con carencias...
Saludos.
Gracias Ciro recordar es volver a vivir