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Imposible olvidar la historia de Melba

Por: René Montes de Oca Ruiz
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Melba Hernández. Foto: Archivo

La heroína del Moncada y de la Revolución Doctora Melba Hernández Rodríguez del Rey, nació en el municipio Cruces, actual municipio de Cienfuegos el 28 de julio de 1921, recibiendo esmerada educación, honradez y hábitos de buenas costumbres en el hogar familiar y posteriormente en la escuela pública de la localidad, en particular de su maestra Corina Rodríguez.

Hija de Manuel Hernández Vidaurreta, natural de San Fernando de Camarones y de Elena Rodríguez del Rey, de Cruces, quienes habían contraído matrimonio el 18 de octubre de 1920, ambos de meritoria trayectoria patriótica, combativa y revolucionaria.

Melba matriculó el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Clara, donde participó en manifestaciones estudiantiles y otras actividades propias del acontecer revolucionario de la época, que evidenciaron su carácter rebelde y combativo.

A finales del año 1935 la familia emigra hacia La Habana debido a la constante persecución, acoso y al encarcelamiento sufrido por su padre durante la dictadura de Gerardo Machado, acciones que se mantuvieron en los sucesivos gobiernos de la seudo-república. Al año siguiente establecieron su domicilio en casas de huéspedes de las calles Amistad y posteriormente en Águila, ambas en el municipio Centro Habana.

Por intermedio del Ministerio de la Agricultura su padre obtuvo un empleo en Caibarién como inspector municipal en el que permaneció durante dos años, en tanto Elena permaneció en la capital y realizaba trabajos de corte y costura para la calle, hasta que logró un empleo en el taller de confecciones “La Sedanita” situado en la Rampa.

Melba interrumpió sus estudios en Santa Clara, esperaba por la reanudación de matrículas en la Habana, logrando concluir el bachillerato y seguidamente hizo su ingreso en la Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana, donde se graduó como abogada en 1943. Comenzó a ejercer la profesión en una Consultoría Jurídica, evidenciando su sentido ético y apego a la verdad y la justicia.

En el aludido centro de trabajo conoció a la compañera Elda Pérez que se desempeñaba como contadora, establecieron una relación de amistad y se adentraron en el conocimiento de la prédica de Eduardo R. Chibás, hombre de mucho valor, coraje y defensa de las causas justas del pueblo, desde su posición de Representante y Senador por el Partido Auténtico, el que además denunciaba públicamente la corrupción política y administrativa imperante.

En 1947 Chibás funda el Partido del Pueblo Cubano Ortodoxo, siendo habitual las visitas de Melba y Elda al Liceo del Partido en Marianao, donde conoció al luchador y dirigente Juan Manuel Márquez, el que más tarde la designó para hablar en un acto político en ese lugar, siendo esa la primera vez que Melba hizo una disertación pública ante una multitud de pueblo allí reunida.

Foto: Cortesía Manuel Enrique Montané,

Al ocurrir el deceso de Chibás el 16 de agosto de 1951, después de 11 días de agonía del infatigable luchador, a quien las encuestas daban por seguro triunfador en las elecciones generales previstas para el 1ro. de junio de 1952, ocurrió el nefasto Golpe de Estado del 10 de marzo, encabezado por el tirano Fulgencio Batista, con el beneplácito del Departamento de Estado de los   Estados Unidos de Norteamérica, lo que cerró todas las puertas a un gobierno democrático civilizado, lo que fue censurado por gran parte de la población.

Tres días después, el joven abogado Fidel Castro Ruz levantó su voz llamando a la lucha a través de un manifiesto que tituló “Revolución No, Zarpazo”.

En esa fecha Melba y sus padres residían en un apartamento del edificio de calle   Jovellar No. 107, entre Hospital y Espada, Centro Habana y allí llegó su amiga Elda Pérez quien le comentó que había conocido a un joven extraordinario y a su hermana, nombrados Abel y Haydée que vivían en el edificio de 25 y O, Vedado y una noche del propio mes de marzo fueron de visita y allí conversaron con ambos hermanos y ella les manifestó su decisión de participar en todo cuanto fuera posible para defender la causa revolucionaria.

De hecho   quedó incorporada al pequeño grupo allí existente y una de las primeras tareas que cumplió fue la distribución del periódico clandestino “Son los Mismos”.

El primero de mayo de ese año 1952, durante una peregrinación a la tumba del obrero ortodoxo Carlos Rodríguez en el Cementerio de Colón, en la que Melba tomó parte, es que se produjo el primer encuentro entre Fidel Castro Ruz y Abel Santamaría Cuadrado, quedando establecida una plena identificación de ideales revolucionarios entre ambos y se fueron configurando concepciones preliminares sobre el aparato clandestino del futuro movimiento revolucionario.

Se precisa decir que en ese encuentro también tomó parte Jesús Montané Oropesa y allí acordaron viajar los tres el domingo 7 de mayo hasta el municipio Colón en Matanzas con el propósito de reunirse con Dr. Mario Muñoz, a fin de solicitarle la fabricación de dos radio-trasmisores para difundir noticias clandestinas en la Capital, tarea que el médico cumplió con prontitud.

A propuesta de Fidel el periódico Clandestino pasó a denominarse “El Acusador”, se aumentó el número de la tirada y se decidió la publicación de una edición especial que debía distribuirse el 16 de agosto en ocasión del primer aniversario del deceso de Chibás, en varios puntos de la capital, incluida la Catedral de La Habana, donde se dictaría una Misa a su memoria.

Cuando Melba y otros compañeros acudieron a calle 11 y H en el Vedado a recoger el material impreso, fueron detenidos por agentes del Servicio de Inteligencia Militar a causa de una delación, lo que constituyó el primer arresto policial de Melba, quedó fichada por el SIM y fue allanado el apartamento de Jovellar 107.

No obstante, la mitad de la tirada consistente en unos 5000 ejemplares fueron distribuidos por otros compañeros y los siete detenidos puestos en libertad unas horas después.

Es justo consignar que en el apartamento de Jovellar 107 se respiraba un ambiente familiar, que permitió frecuentes visitas de Fidel, Abel, Haydée y otros jóvenes, a los que Manuel le trasmitía sus experiencias en la lucha clandestina, en tanto Elena ofrecía muestras de ternura, generosidad y los acogió como hijos, mientras que para ellos se trataba de papaíto y mamaíta, tal como Melba los llamaba.

Con vistas al centenario del Apóstol, allí se preparó una buena parte de las antorchas y desde ese lugar partieron en la noche del 27 de enero un grupo de jóvenes, entre los que figuraban Melba y Haydée, rumbo a la escalinata universitaria para protagonizar la marcha de las antorchas, cumpliendo el itinerario que los llevaría hasta el Parque Central, guiados por el paso firme de Fidel y el compromiso de no dejar morir al Apóstol en el año de su centenario. De tal modo que la casa de Jovellar 107 se fue convirtiendo en el Cuartel General para los preparativos de la gran acción que se avecinaba.

Fueron meses de intensa actividad en el más absoluto secreto y debida compartimentación. La casa fue punto de reunión, de entrevistas, confección de planos, recolección de armas, confección de camisas, pantalones y corbatas, almacén de uniformes militares adquiridos a través de una vía confiable, que más tarde incluyó armas, cajas de bala y otros pertrechos indispensables.

En la noche del 23 de julio llegaron a la casa de Jovellar 107 Fidel y Ernesto Tizol Aguilera y minutos después ya Melba sabía que había llegado el momento de la acción. Elena la llevó hasta donde estaba Manuel y le dijo que su hija debía salir a cumplir una importante misión. Desde ese hogar capitalino partieron Fidel, Tizol y Melba decididos a entrar definitivamente en la historia de la patria, guiados por permanente y retador compromiso de lucha y de combate cotidiano por la libertad.

Acompañada por Tizol, la compañera Melba fue para la estación del ferrocarril en La Habana y allí le entregaron una larga caja de aparentes gladiolos y dos maletas, que contenían armas largas y otras de diferentes calibres, así como un boleto de pasaje con destino a Santiago de Cuba.

Fue un trayecto de mucho riesgo, ingeniosidad y ocurrencias durante el viaje, que se desarrolló sin mayores contratiempos. Al llegar a la estación de Santiago de Cuba, la estaban esperando Abel, Renato Guitar y Elpidio Sosa, quienes la trasladaron hasta la Granjita Siboney, lugar seleccionado por Fidel para reunir a los futuros combatientes y allí sorpresivamente se encontró con Haydée, siendo las únicas dos mujeres que participaron en la acción armada.

Melba Hernández y Haydeé Santamaría. Foto: Archivo

La voluntad de lucha de Melba y Haydée era determinante y en el momento de partir hacia el combate, fue preciso reiterar la decisión de estar en la primera línea de batalla. A propuesta del Doctor Mario Muñoz Monroy, se admitió que fueran como enfermeras durante el ataque al hospital civil Saturnino Lora, en el que tomaron parte veintiún asaltantes, bajo el mando de Abel Santamaría, segundo jefe de la acción armada.

Años más tarde Melba declaró que al llegar al hospital y bajarse del auto, tuvieron que atravesar el espacio hacia la puerta bajo un fuego graneado e inmediatamente atendieron a los primeros heridos.

Después de frustrada la acción del hospital civil, Melba y Haydée fueron trasladadas para el Club de Oficiales del cuartel, donde estaban compañeros de lucha y muchos de ellos sangraban a causa de las brutales torturas y agresiones a que fueron sometidos. Posteriormente las llevaron para el Vivac de Santiago de Cuba, manteniendo una digna y valiente actitud en todo momento.

Sobre la violencia desatada y los asesinatos ocurridos en la mañana de ese día 26 de Julio de 1953, Fidel daría dramático testimonio en el juicio del Moncada, iniciado el 21 de septiembre, Causa No. 37/53 del Tribunal de Urgencia de Santiago de Cuba, tal como quedó reflejado posteriormente en La Historia me Absolverá y en otras numerosas publicaciones que dan notorio conocimiento de la monstruosidad del crimen, lo que nos releva de su descripción en este momento, aunque vale apuntar, que se cumplió con creces la orden del tirano Batista dada el 27 de julio de matar diez prisioneros por cada soldado muerto en la acción.

Temerosos del liderazgo de Fidel y en evitación de que se hiciera pública la verdad, Fidel no fue llevado a la tercera vista del juicio, alegando los agentes   que estaba enfermo. Fue entonces que se produjo algo inesperado, pues la Dra. Melba Hernández se levantó del asiento y con fuerza y serenidad dijo en la Sala que Fidel no estaba enfermo.

Con pasos firmes echó andar hacia el Estrado, al tiempo que extraía de sus cabellos un sobre con una nota escrita por Fidel que colocó sobre la mesa del Tribunal e impidió los planes que tenía la dictadura para eliminarlo físicamente. Cinco días después, el 11 de octubre el Tribunal de Urgencia dictó las primeras Sentencias, entre ellas las de Melba y Haydée, sancionadas a siete meses de privación de libertad y el 13 de octubre fueron conducidas al Reclusorio Nacional para Mujeres en Guanajay, sanción que quedó extinguida el 20 de febrero de 1954.

Melba Hernández y Haydée Santamaría en el Vivac de Santiago de Cuba tras su detención por participar en los sucesos del 26 de Julio de 1953. Foto: Archivo

Al salir de la cárcel Melba hizo contacto con el Líder del Movimiento a través de cartas que secretamente le hizo llegar y, a la vez, recibió otras de Fidel en las que daba instrucciones de las actividades que debían realizar sin pérdida de tiempo. La primera misión sería divulgar clandestinamente el “Mensaje a Cuba que Sufre” y lo más importante, editar, publicar y distribuir lo que se conoce como La Historia me Absolverá, encargo que se cumplió a cabalidad.

Otras misiones importantes asignadas a Melba por el líder del movimiento, tuvieron que ver con reorganizar las fuerzas dispersas en la Habana, Matanzas y Pinar del Rio, mantener la cohesión con quienes proseguían la lucha en el exterior del país, particularmente en México, a donde debió viajar en varias oportunidades para garantizar la unidad de los revolucionarios en el exterior,  así como impulsar la campaña política pro-amnistía junto a valiosos compañeros, diversas personalidades de los medios y familiares de los caídos y de los combatientes presos en el Reclusorio Nacional para hombres de Isla de Pinos, gracias a esa tenaz batalla fueron excarcelados los combatientes del Moncada, el 15 de mayo de 1955.

Melba es fruto de una extirpe mambisa y en todo momento desempeñó un papel decisivo, en particular, durante los casi dos años que permanecieron en prisión Fidel y los asaltantes del Moncada.

De hecho se convirtió en una consecuente interprete de las orientaciones del jefe del movimiento, siempre guiada por el ideario martiano y fidelista, del que había atesorado rasgos y principios que incorporó a su manera de ser y hacer, entre los que sobresalen su honradez a toda prueba, fortaleza de carácter, generosidad y sensibilidad humana, siendo consecuente con su espíritu antimperialista y los afanes de lucha solidaria e internacionalista.

Sobresalió por su proverbial modestia y autoridad personal, jamás le faltó la buena fe y la defensa de los valores revolucionarios. Melba era incapaz de permanecer indiferente ante lo mal hecho, de conducta rectilínea en el cumplimiento de los deberes y responsabilidades, dando muestras de maestría y ético proceder, fidelidad a la causa revolucionaria, nunca le falló a Fidel y a Raúl en el difícil, fatigoso y victorioso proceso revolucionario.

En horas de la noche del 15 de mayo, ya salidos de la prisión Fidel y sus compañeros, partieron en la embarcación El Pinero hacia Batabanó y en el silencio de la noche, Melba y Montané se declararon su amor y se hicieron novios.

En un  ambiente de intimidad se multiplica la alegría ante la proximidad del muelle habanero, donde eran recibidos con júbilo y alegría. Esa relación amorosa, cuyas nupcias debieron posponerse por la partida de Montané al exilio en México, se realizó mediante Poder Notarial el 1ro. de octubre de 1955 y diez días después se produjo el ansiado encuentro de los esposos en suelo mexicano.

Raúl Castro y Melba Hernández. Foto: Cortesía Manuel Enrique Montané

De esta manera lo refleja Raúl en el prólogo al libro “Melba, Mujer de todos los tiempos”, cuando dijo: “Cuba tiene alma”, escribió Melba a Montané, ya entonces su esposo, cuando este último guardaba prisión tras el desembarco del Granma.

No era una idea abstracta o simplemente una frase bonita, sino algo palpable en la actitud valiente y digna de los cubanos de aquellos años y que sigue presente, aún con mayor fuerza, en los que hoy enfrentan sin la menor vacilación el enorme desafío de defender el Socialismo frente a las costas de la superpotencia imperialista.

La unión matrimonial de Melba y Montané fue de complicidad, amor y laborioso accionar revolucionario, que se prolongó por unos quince años, aunque nunca se lesionaron los fuertes lazos de amistad y compañerismo entre ambos y sus respectivas familias cuando este vínculo quedó interrumpido.  

En la reunión efectuado el 12 de junio de 1955 en la calle Factoría No. 62 en la Habana Vieja, Melba quedó ratificada como miembro de la Dirección del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (M-26-7) denominación que allí quedó confirmada y Fidel le asignó importantes tareas, antes de partir al exilio en México el 7 de julio del propio año.

Los heroicos episodios de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo, constituyeron un duro golpe y marcaron una nueva fase en la lucha revolucionaria, en la que Fidel emergió como el líder indiscutible, se obtuvo gran experiencia que sirvió para los días del Granma, de la Sierra Maestra, de la Lucha Clandestina y señaló el camino hacia la conquista de la liberación nacional.

Una vez en México, Melba se integra a los preparativos de la futura expedición del Granma y el 19 de marzo de 1956 Fidel le indicó regresar a la Habana, en función de recaudar fondos para el movimiento revolucionario. En mayo se sumó Montané a esa tarea, que cumplieron con éxito, aunque se vieron precisados a viajar hasta Santiago de Cuba para el regreso, debiendo hacerlo a   través de Haití, con escala en Miami el 10 de agosto, llegando a México el domingo 12 de agosto e inmediatamente se reúnen con Fidel.

En horas de la noche del 30 de agosto, Melba y otros compañeros acompañan   a Fidel en un recorrido en automóvil, que lo llevarían hasta las proximidades del rio Bravo, desde donde continuaría viaje hacia la ciudad de Victoria en Texas, donde estaba previsto un encuentro con el ex presidente Carlos Prío , cuyo regreso se produjo el 3 de septiembre y se comienzan a ultimar detalles para la futura expedición, que se realizó el 25 de noviembre en el yate Granma, comandado por Fidel, saliendo desde el rio Tuxpan en horas de la noche con 82 expedicionarios a bordo, logrando desembarcar en Las Coloradas, Niquero, después de una accidentada y peligrosa travesía el día 2 de diciembre de1956.

La compañera Melba debió permanecer en México a cargo de importantes misiones asignadas por Fidel.

Melba fue una mujer afortunada y tuvo el privilegio de vivir en la época de Fidel Castro, de asimilar su contagioso optimismo y su fe en la victoria de las causas justas. Siempre fue protagonista de primera fila, sembradora de ideas, valores y conciencia revolucionaria.

En los primeros meses de 1957 Melba regresa a la Habana y prosigue sus actividades clandestinas, incluida la huelga de abril, junto a Oscar Lucero. En varias ocasiones fue a la Sierra Maestra y se entrevistó con el Comandante en Jefe, quien en octubre de 1958 le ordenó incorporarse a las tropas del III Frente Oriental, bajo el mando del Comandante Juan Almeida Bosque, siendo designada como Auditora General y asumió la organización civil de ese territorio rebelde.

Derroche de heroísmo, valor y sacrificio fueron algo más de 2 años de acción    armada en la Sierra Maestra, en otros territorios y en la lucha clandestina que trajeron la clarinada victoriosa de la Revolución el 1ro. de enero de 1959. De inmediato Melba viaja a la Habana y en su recorrido visita su ciudad natal de Cruces en compañía de Jesús Montané. En los primeros días de enero se produjo una sublevación en la cárcel de mujeres de Guanajay y ambos acuden al lugar para sofocar el disturbio, debiendo quedarse ella allí como delegada del gobierno revolucionario.

A propuesta del Comandante Raúl Castro el 6 de agosto de 1959, Melba es nombrada como Subdirectora Administrativa del recién nacionalizado Instituto Cubano del Petróleo, que en lo adelante llevó el nombre del mártir Ñico López.

Una de las experiencias más extraordinarias y apasionadas que vivió Melba fue el trabajo de solidaridad iniciado el 25 de septiembre de 1963 al quedar constituido el Comité de Solidaridad con Vietnam, con sede en el edificio que antes había ocupado el Colegio de Abogados en el municipio de Boyeros. Melba debió presidir diversas delegaciones a foros internacionales para dar a conocer la verdad sobre la cruenta y genocida guerra en Vietnam, labor que más tarde se extendió a los territorios de Laos y Cambodia.

Melba. Foto Cortesía Manuel Enrique Montané

En Cuba se llegaron a constituir más de 25 000 equipos de solidaridad con no menos de seis miembros, que elaboraron ponencias, organizaban debates y realizaban otras actividades.

Hubo un momento en que se requirió una sede de mayor capacidad, pues allí también se recibían visitas y se había creado la revista Tricontinental que se editaba en español, francés, inglés y árabe.

De tal manera, en ese momento Jesús Montané Oropesa, Responsable Nacional de Administración y Finanzas del Comité Central del Partido, encargó al hacedor de estos modestos apuntes René Montes de Oca Ruiz, en aquel entonces Jefe de Despacho y Asesor Jurídico de Montané, adscripto a la Secretaría de Organización del Comité Central, para que localizara un inmueble adecuado y se adaptara a los fines y requerimientos solicitados por Melba.

Después de innumerables trámites, se logró la colaboración de Orlando Fundora López, Jefe de la Comisión de Orientación Revolucionaria del Comité Central, que autorizó permutar la Casa de Huéspedes que ellos tenían en Avenida Paseo y Calle 15 Vedado. Después vendrían los trabajos de reparación, ampliación, mobiliario y decoración, en lo que fue determinante el apoyo recibido por parte de la Heroína Celia Sánchez Manduley que disfrutaba la felicidad de contribuir con el heroico pueblo vietnamita.

La encomiable labor de Melba, comprometida con la lucha heroica de Vietnam, requiere un trabajo muy superior, tuvo el privilegio de conocer a Ho Chi Minh, cuya lamentable desaparición física se produjo el 3 de septiembre de 1969. El 2 de febrero de 1977 Melba presentó sus cartas credenciales como Embajadora de Cuba en Vietnam, más tarde también sería acreditada en Kampuchea.

A su regreso a Cuba fue designada Vicepresidenta del Consejo Mundial de la Paz, visitó países de África y se adentró en la lucha de esos pueblos contra el neocolonialismo y el apartheid en Sudáfrica. Fue Secretaria General de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina   (OSPAAAL). Al crearse el Banco Popular de Ahorro en 1983, Melba fue designada para el cargo de Vicepresidenta de Aseguramiento, Promoción y Publicidad, donde demostró modestia, sencillez, exigencia y tenacidad.

Entre otras responsabilidades atribuidas, se desempeñó con éxito en el cargo de Vicepresidenta Internacional del Tribunal Antimperialista de Nuestra América y Presidenta del Capítulo Cubano desde 1986, Diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular desde su constitución en 1976, Fundadora como Militante del Partido Comunista de Cuba y miembro de su Comité Central, Directora del Centro de Estudios de Asia y Oceanía del Departamento de Relaciones Internacionales del Comité Central, donde desarrolló un encomiable trabajo.

Entre las numerosas Ordenes, Medallas y distinciones recibidas, sobresalen:  Título Honorífico de Heroína de la República de Cuba y Orden Playa Girón, otorgada el 20 de diciembre de 2001, Título de Heroína del Trabajo de la República de Cuba, Orden Ho Chi Minh, así como otras ocho Ordenes Nacionales e Internacionales, 23 Medallas y numerosas Distinciones y Reconocimientos, que dan fe de su vida ejemplar y de su excepcional obra al servicio de Cuba y de otros pueblos.

Melba partió físicamente invicta y victoriosa el 9 de marzo de 20l4, a los 92 años de edad, por voluntad personal su cadáver fue cremado y sus cenizas depositadas transitoriamente en el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias hasta que se produjo su traslado definitivo al Panteón de los Mártires del Moncada en el Cementerio Patrimonial de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba. Sus enseñanzas, su extraordinario ejemplo y su espíritu de combate siempre nos han de acompañar.

La Habana,28 de julio de 202l

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