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El ataque que no ocurrió

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Ilustración: Aldo Cruces/ Dominio Cuba

Le llamaron “ataques sónicos”, “incidentes de salud”, “síndrome de La Habana”.  En nombre de unos supuestos ruidos inexplicables cuyas causas eran difusas, el gobierno de Estados Unidos decidió retirar en septiembre de 2017 a todo el personal no esencial y sus familias de la Embajada de su país en Cuba. Corrieron la voz de que una veintena de diplomáticos referían síntomas tan variados como mareos, vértigo, confusión mental, sordera parcial, trastornos del sueño y lagunas de vocabulario básico, supuestamente provocadas por la exposición a sonidos persistentes de origen desconocido en sus casas o habitaciones de hotel.

El gobierno cubano negó una y otra vez que fuera responsable de esa extraña enfermedad que ni las leyes de la física ni decenas de científicos de muy variadas disciplinas podían explicar. Si era un arma sónica o de microondas, según las versiones sucesivas del Departamento de Estado de Trump, ¿cómo era posible que las ondas fueran percibidas por ciertas personas reunidas en un mismo lugar y otras no? ¿Cómo puede una fuerte emisión de energía tener efecto selectivo? ¿Alguien tenía la pistola mágica de James Bond? ¿Se trataba de SPECTRE -las siglas en inglés de Ejecutivo Especial para Contraespionaje, Terrorismo, Venganza y Extorsión -, la organización secreta contra la cual luchaba el más célebre de los espías de las películas británicas?

El Archivo de Seguridad Nacional, organismo no gubernamental e independiente con sede en la Universidad George Washington, ha divulgado en estos días el resumen ejecutivo de un informe de 2018 de la Junta de Revisión de Responsabilidad (ARB por sus siglas en inglés) del Departamento de Estado, después de una investigación de cuatro meses. Los raros ataques contra diplomáticos estadounidenses en La Habana, sirvieron de pretexto para iniciar las sanciones del gobierno de Trump contra Cuba -242 medidas en cuatro años aplicadas contra un solo país, un récord sin precedentes en la política exterior estadounidense.

El informe refiere que fueron agentes de la CIA en La Habana los primeros en dar la alarma de los extraños síntomas. No sabemos qué estaban haciendo estos espías, pero teniendo en cuenta el largo historial de más de 60 años de guerra sucia, intentos de asesinato y planes fantasiosos contra Fidel Castro, como poner bombas en los tabacos del líder cubano y veneno en sus trajes de buceo, la Agencia seguramente no les pagó la estancia para que tomaran daiquirís debajo de una palmera en el Hotel Nacional de Cuba.

Aunque excepcional, ese no es el dato más relevante de esta investigación de la ARB, que culpa al Departamento de Estado de “falta de liderazgo superior, comunicaciones ineficaces y desorganización sistémica”. Lo notable es el reconocimiento de que no pueden explicar lo que ocurrió en La Habana y la incapacidad para identificar a un culpable: “No sabemos el motivo de estos incidentes, cuándo realmente comenzaron o quién lo hizo”, subraya el informe entregado el 7 de junio de 2018 al Secretario de Estado Mike Pompeo. 

La sobredimensión de los pretendidos ataques en La Habana fue y sigue siendo el gran problema de esta saga. Los que creen que algo ocurrió porque lo dice el Departamento de Estado o sostienen que hay un misterio aún por desentrañar, enfrentan la enorme dificultad de tener que probar algo que no ocurrió. En la ciencia, como en la jurisprudencia, se puede probar lo que sí es, pero resulta metafísicamente imposible certificar lo que no es. Si alguien intenta convencernos de que diez ángeles caben en la punta de un alfiler, debería haberse documentado al menos uno. Lógica pura y simple, salvo cuando la intención es aportar una “prueba diabólica”, aquel recurso de los procesos de la Inquisición donde la víctima estaba obligada a demostrar su inocencia.

El otro gran problema de esta fantasía es la terrible relación que tuvo la administración Trump con la verdad. Las mentiras de este presidente sobrepasaron una lista de más de 20 000 hechos falsos, que cierra con el asalto al Congreso de Washington porque él y sus seguidores se opusieron a la realidad verificable de unas elecciones que le dieron la victoria a Joseph Biden.

El Doctor Robert Bartholomew, profesor emérito del Departamento de Medicina Psicológica de la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda, dijo el martes al programa Mesa Redonda de la Televisión Cubana que en el llamado “síndrome de La Habana” se ha mezclado de manera interesada la política con la ciencia y que el gobierno de EEUU encubrió este hecho para convertirlo en un fútbol político contra los cubanos. Y añadió: “Este caso se puede resumir en una sola frase: ‘cuando escuchas el sonido de cascos en la noche, piensas que son caballos, no cebras’. Pero los médicos del Departamento de Estado optaron por la hipótesis más exótica desde el principio: asegurar que eran unicornios.”

(Publicado originalmente en La Jornada, de México)

Se han publicado 9 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Alejandro Fernández Costa dijo:

    Por enésima vez se comprueba quién dice la verdad y quién la mentira.Ya nuestro gobierno,nuestras instituciones de inteligencia y nuestros científicos lo habían expresado y demostrado.

  • San dijo:

    Golpe sónico, lo que le duele a ellos son los avances nuestros en diferentes campos de la medicina, por qué no sacar a la luz los resultados de sus investigaciones de los " afectados" por eso ataques, pura ficción.bla, bla bla, para justificar la aplicación de dar más vueltas a la tuerca del bloqueo vs nuestro país, esperemos que Biden cambie esas medidas por el bien de nuestros dos pueblos.

  • Danilo dijo:

    Ya nos tiene acostumbrado Rosa Miriam a este tipo de análisis, escrito con inteligencia y gusto. Hemos oído hablar de los ataques sónicos en Cuba y nadie se lo cree, pero ella cuenta la historia como si fuera la primera vez. Dan ganas de seguir leyendo. Un saludo de Danilo

  • vamos bien dijo:

    Este cuento chino de los ataques con armas acústicas o con microondas o con lo que sea, ya apesta. Me alegro que la periodista se refiera a los que creen que sigue habiendo un "misterio", cuando decenas de científicos han dicho como Michel Valdes en la Mesa que no es posible demostrar algo que no pasó... Las fuentes ademas son poco confiables nada menos que la CIA, Pompeo, Trump... Por favor, basta ya con eso. Lo usaron para, una vez más, castigar a los cubanos.

  • Jmocen dijo:

    Nadie dijo que lo que estaban tomando era crakcocain. Puras patrañas las de nuestros vecinos. Aquí seguiremos resistiendo...

  • Robert dijo:

    Es fácil deducir lo que pasó luego de vivir 4 años de la administración de Trump, toda llena de mentiras y artilugios. Seguramente alguno enfermó de verdad y quizás de verdad no sabían la causa y entonces se les ocurrió la maniobra para intentar desacreditar a Cuba y revertir todo lo de Obama y dejar afuncional la embajada. Estoy seguro que todos esos funcionarios de la embajada son cómplices del engaño seguramente por miedo a perder sus puesto.
    Algún día se sabrá lo que realmente sucedió. Solo dar tiempo al tiempo.

  • David dijo:

    Hay que atar cabos en esta historia.
    Primero el ya declarado interés de la administración Trump de dañar las relaciones con Cuba.
    Segundo, el personal de la embajada estaba comprometido con la linea Obama y pensaba seriamente que este era el camino en las relaciones con Cuba.
    Durante los primeros meses de la administración de Trump se conoce de la cacería de Brujas que organizó el entonces jefe del Departamento de Estado Tillerson para destituir todo el mecanismo de ese departamento que existía durante el periodo de Obama, esto incluía como es lógico la embajada en Cuba.
    Tercero, durante meses la embajada norteamericana en Cuba estaba prácticamente sin orientación, no había un plan para seguir en Cuba. Jeffrey DeLaurentis, a la sazón al frente de la embajada, es el que informa al gobierno cubano de los supuestos hechos sin aportar evidencias ni pruebas. Poco tiempo después Jeffrey DeLaurentis abandona la embajada sin haber sido sustituido, de forma intempestiva, dejando al pairo al resto del personal y se produce la estampida.
    A pesar del llamado de muchos funcionarios de la embajada al gobierno de Trump de que se sentían seguros en Cuba fueron removidos bajo el supuesto de estar enfermos, convirtiéndose el listado de enfermos por el supuesto ataque, en una lista de licenciamiento obligatorio.
    Por ultimo, se utilizo como especialista de punta en la investigación a un medico de dudosa reputación de Miami, que ya había sido cuestionado por su actuar errático en otros temas.

  • Roberto Guerra dijo:

    Estas acciones es un nuevo Maine, política que es intrínseca de los políticos de EE.UU, así que para que apurarnos en normalizar las relaciones, ha eso sí vamos a denunciarlos en cuanto foro lo permita por criminales. asesinos terroristas y violadores de los derechos humanos. Vamos a seguir nuestro camino, si lo hacemos bien, salimos de los problemas.

  • Jesús Daniel. dijo:

    ¿Quien sabe más de armas no letales que los Estados Unidos?.... Quien las ha utilizado más que ellos?..... Simplemente es el la historia de nunca acabar Simplemente hacía falta inventar un motivo para deshacer los adelantos logrados durante la administración de Obama y cumplir con las promesas electorales de Trump en la Florida.

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Rosa Miriam Elizalde

Rosa Miriam Elizalde

Periodista cubana. Vicepresidenta Primera de la UPEC y Vicepresidenta de la FELAP. Es Doctora en Ciencias de la Comunicación y autora o coautora de los libros "Antes de que se me olvide", "Jineteros en La Habana" y "Chávez Nuestro", entre otros. Ha recibido en varias ocasiones el Premio Nacional de Periodismo "Juan Gualberto Gómez" y el Premio Nacional "José Martí", por la obra de la vida. Fundadora de Cubadebate y su Editora jefa hasta enero 2017. Es columnista de La Jornada, de México.

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