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Nueva crisis en Palestina: El frenesí destructivo de Israel

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La renovada furia destructora de Israel contra los patriotas de Hezbolá amenaza con acentuar la inestabilidad del Oriente Medio. El régimen de Tel Aviv plantea que los atentados de  Hezbolá han merecido esta represalia indiscriminada e intensiva. ¿Es posible que Israel haya olvidado su propia historia?

El Holocausto organizado por los nazis costó las vidas de seis millones de seres de su propio pueblo. ¿Cómo es posible que Israel mantenga esta permanente agresividad contra los estados árabes, en imitación de los salvajes métodos nazi fascistas que tanto daño le causaron? ¿Cómo es posible que Israel olvide que fueron organizaciones hebreas, como el Irgún, las que desataron el terrorismo en el Cercano Oriente? ¿Han olvidado la brutal explosión en el Hotel Rey David que causó centenares de víctimas?     

El terrorismo no es una solución. Causa homicidios inocentes y está históricamente demostrado que sus efectos políticos son opuestos a los fines que se pretenden. Pero Israel ha practicado el terrorismo de Estado con su siniestra organización de contraespionaje, el Mossad. A partir de 1948 casi un millón de árabes abandonó su patria, en Palestina, al decretarse la instauración del estado de Israel.  

En 1956 los israelitas atacaron Egipto y se apoderaron de parte la península del Sinaí. En 1967 desataron la llamada Guerra de los Seis Días y terminaron de ocupar todo el Sinaí, Gaza, la orilla Este del canal de Suez y las alturas de Golán, en Siria. En 1973 Israel atacó de nuevo, en la llamada guerra del Yom Kippur.  En 1978 Israel invadió el sur del Líbano. En 1981 los aviones israelíes bombardearon reactores nucleares iraquíes, también atacaron Beirut. Israel debe recordar las lecciones de la historia, incluso de su propia historia.           Cuando Ariel Sharon asumió la jefatura de gobierno en Israel todos los observadores del mundo árabe asumieron que empezaba una etapa de crisis, de extrema violencia e intransigencia. Sharon hablaba el lenguaje de los energúmenos y desconocía las posibilidades del diálogo. Como una fiera enloquecida lanzó sus tanques y sus aviones, proporcionados por Estados Unidos, contra los inermes adolescentes árabes que solamente poseían como armamento sus piedras y su fervor patriótico.
Fue Sharon quien desató una etapa de hostilidades con su presencia provocadora en la plaza de las mezquitas, rodeado de esbirros y matones. Fue él quien indujo  la atroz masacre cometida en los campamentos de refugiados de Sabra y Shatila, en 1982,  en la cual se asesinaron a mujeres y niños por igual. Una comisión investigadora israelí lo halló culpable y lo obligó a renunciar a su cargo de Ministro de Defensa. Israel se aprovecha ahora del clima belicista desatado por Bush y de los fuegos de la guerra que arden en su cercanía para proceder a los extremismos  más atroces. 
El partido Likud, siempre ha sido partidario de resolver los problemas por la brusca hostilidad.  Clinton  tenía a Netanyahu como un serio enemigo de la política norteamericana pues en más de una ocasión  acudió a la Casa Blanca, se comprometió en proyectos de paz y luego se burló de sus promesas y volvió a incentivar su belicismo. Los tigres israelitas  son partidarios de eliminar a sangre y fuego a los árabes de aquellas tierras. Durante años las hostilidades se han mantenido entre ambas naciones con un cuantioso resultado de víctimas, un alto costo en operaciones militares y la animación de sectores terroristas, de ambas partes.
La sangrienta masacre desatada en Palestina pretende borrar esa nación  y desautorizar e incluso aniquilar a su dirección política. El pueblo palestino no será puesto de rodillas y mientras corra la sangre tanto más se inflamará el ardor nacionalista y los deseos de venganza en los hijos de los mártires. Los palestinos tienen derecho a ocupan una parte de ese territorio que ha pertenecido desde siempre, a sus antepasados. El equipo de gobierno de Israel  está integrado por  una  caterva de homicidas,  ofuscados por el  aborrecimiento, que tratan de aplastar a sangre y fuego al pueblo palestino, y a su dirección, creyendo que así extinguirán el espíritu patriótico. No se percatan que ese furor destructivo que han desatado es el mejor caldo de cultivo para una combatividad infinita. La resistencia palestina será  cada vez más encarnizada mientras sientan que sus derechos, su patria y su individualidad estén siendo humillados y destruidos por el uso de la fuerza bruta.
         Las escenas que nos muestra la televisión internacional son desoladoras. Niños con hematomas, desgarramientos y mutilaciones. Ancianos con laceraciones. Mujeres en pánico. Largas caravanas de emigrantes que huyen con sus más indispensables pertenencias. Son los pobladores del Líbano, aterrados por los incesantes bombardeos de la aviación israelí. La evacuación masiva, que ha saturado todas las carreteras, es una declaración de repudio al obsesivo frenesí destructivo  israelita. 
gotli2002@yahoo.com

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Lisandro Otero

Lisandro Otero

Novelista, diplomático y periodista. Ha publicado novelas y ensayos, traducidos a catorce idiomas. Falleció en La Habana en 2008.