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Catar 2022, un Mundial distinto

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El fútbol, dicen los que saben, es también un reflejo de cada país. Foto: El Comercio

Todavía las noticias sobre Catar 2022 no han invadido mis redes sociales y eso me sorprende sobremanera. Los hinchas son personas vehementes cuya filosofía les impide andar en puntillas de pie cuando algo les genera pasión. Y ahora, con un Mundial derribando la puerta de todos los que amamos el fútbol, la parafernalia lanza una verdad del tamaño de un templo: todo parece diferente.

Sin ir muy lejos: el fin de semana terminamos hablando de un Newcastle-Chelsea en St. James´ Park cuando todas las miradas ya deberían estar situadas en el Estadio Al Khor, en un Catar-Ecuador que promete sacudir al planeta y que enamora incluso en la premonición de las jugadas de Almoez Alí y Moisés Caicedo. Pero faltan seis días y los reflectores aún están en la tierra que parió al fútbol y el gol de Joe Willock para darle un éxito brillante a las Urracas.

Es como si el deporte de clubes tuviera encerrado en un cuarto bajo llave todas las expectativas del Mundial. En el preciso instante en que al fin lo libere se desatará un huracán de criterios, de nervios, de polémicas. Por eso digo que Catar 2022 es y será un torneo diferente, lejos de lo habitual, el cual deberá erigirse por encima de toda la hojarasca que le rodea, con los rumores todavía sobre la oscura elección de la sede y matices grises por las leyes propias de esa nación, por las cuales deberán regirse también los visitantes.

Esta es la otra carátula de un evento que ocupará por un mes la atención de feligreses y ateos de esa religión tan fuerte que es el fútbol. Pero dentro del rectángulo estas historias importarán menos, casi nada, pues la batalla será campal entre 32 países que sueñan, unos, con llevarse el título del mundo, otros, al menos, por clasificar a siguientes fases, anotar goles o el simbólico pero patriótico acto de defender honrosamente sus banderas.

El fútbol, dicen los que saben, es también un reflejo de cada país. Representa más que un deporte: diría Galeano, constituye lo más importante entre las cosas menos importantes. Ha servido a lo largo de la historia para matizar hechos, revertir tendencias, incluso ha dado título a guerras (la guerra del fútbol le llamaron al conflicto entre El Salvador y Honduras en 1969).

En 1986, el fútbol sirvió para levantar el honor truncado de Argentina, a quienes los ingleses les arrancaron arbitrariamente las Malvinas. Diego Maradona, un pibe pequeñito que años más tarde sería catalogado con justeza como el mejor jugador de todos los tiempos, devolvió el bochorno con más contundencia, dejando tirados a 11 europeos en el campo y anotando el gol más bello que se haya visto.

Ese día, Inglaterra fue un cortejo fúnebre y en las orillas del Río de la Plata se bailó tango hasta altas horas.

El ejemplo de Maradona y aquel gol en el Azteca en el 86 pudiera ser el más trillado de todos los que se esgrimen para representar el valor de una cita de este tipo. Y existen otros igualmente buenos. Sin embargo, aunque suela decirse que todo tiempo pasado fue mejor, lo incierto del futuro guarda el elixir más estimulante de los Mundiales.

Basta con preguntarse: ¿por fin Messi logrará levantar la Copa? ¿Se retirará después de cumplirles a los argentinos su sueño más anhelado y se situará en el mismo escalón que Diego dentro del orgullo futbolístico nacional? ¿Aprovechará Cristiano Ronaldo la fantástica generación portuguesa y rebasará a su eterno rival en la puja individual por el mejor jugador del siglo? ¿Ganarán de una vez los inventores del fútbol un certamen universal fuera de su suelo?

La gracia de Catar está en lo incógnito, en lo morboso de las supersticiones y los vaticinios, en lo atractivo de lo diferente y la certeza de 28 días de fútbol total, que nos tendrán amarrados a televisores entre el ir y venir en canchas orientales, en busca de goles y honores patrios, de emociones que solo regala el deporte más hermoso del mundo.

Se han publicado 3 comentarios



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  • Pepe dijo:

    Son los mejores

  • Armando Enrique dijo:

    Excelente artículo y reconocimiento a las autoridades del Estado de Qatar por los esfuerzos que realizan para brindar a los competidores, a los asistentes, a los televidentes y al mundo entero eso que usted llama "un espectáculo diferente". !Felicidades Qatar! !Viva el deporte, la amistad y la paz mundial!

  • Jandrys dijo:

    Muy bueno el artículo.

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Eduardo Grenier Rodríguez

Eduardo Grenier Rodríguez

Graduado de Periodismo en la Universidad de La Habana (2020). Periodista de Juventud Rebelde. En Twitter: @eduardogrenier

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