Artículos de Historia
Apuntes del cartulario »
Rafael Guas Inclán fue machadista en tiempos de Machado y batistiano en los de Batista, con quien llegó a la Vicepresidencia. Fue, hasta 1959, el hombre que más duelos despidió en Cuba, y en Miami siguió siéndolo. Nadie lo superó en eso y pocos lo aventajaban en el negocio de apropiarse de lo que no era suyo.
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Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley, combatiente de la Sierra y el llano, primera mujer que participó en un combate como parte del Ejército Rebelde -el de Uvero, el 28 de mayo de 1957-, también daba mucho valor a cómo contar aquellos momentos de revolución. Por eso se dio a la tarea de conservar documentos -“hasta el último papelito”- para que en el futuro no se desvirtuase la historia.
Historia, Minuto a Minuto »
El primer ministro de Cuba, Manuel Marrero, recordó el aniversario 63 de la explosión del vapor francés La Coubre, debido a un ataque terrorista que costó la vida a cientos de cubanos. Alrededor de las 15:00 horas del 4 de aquel marzo, una enorme explosión sacudió La Habana y de inmediato la ciudad se llenó con el ruido de las sirenas de ambulancias y policías.
Apuntes del cartulario »
El escultor de la fuente del cabaret Tropicana y el monumento a Máximo Gómez tuvo alegrías y tristezas en Cuba. Escritores y artistas cubanos pidieron que se le retirara el premio por el conjunto escultórico dedicado al Generalísimo, que fue levantado casi dos décadas depués de concebido. Un día, el escultor salió de su casa y no llegó a ninguna parte. Su rastro se perdió para siempre. Esta es su historia.
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En 1954, llegó a Isla de Pinos, el cura párroco Guillermo Sardiñas Menéndez, quien fue designado el párroco de la Iglesia Católica de Nueva Gerona, “Nuestra Señora de los Dolores”.El padre Sardiñas rápidamente se identificó con los revolucionarios del pueblo. Tan pronto se organizó la célula del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, en Nueva Gerona.
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Apuntes del cartulario »
Carlos Gardel —Carlitos, El Zorzal Criollo, El Morocho del Abasto…—estuvo a punto de venir a La Habana en aquel para él fatídico año de 1935 a fin de presentarse ante el público cubano. Eduardo Robreño aseguraba haber visto el contrato para sus actuaciones en el Teatro Nacional, de Prado y San Rafael, suscrito entre el compositor Alfredo Le Pera y y Heliodoro García.
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