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Apoyen a nuestras tropas: No cuesta nada

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Progreso Semanal
En la rampa de salida de una autopista de Oakland, California, un joven desaliñado levantaba un cartel: "Ayuden a un veterano de la Guerra del Golfo." Le di un dólar. Los conductores tras de mí sonaron sus bocinas, así que no le pregunté si había combatido en la 1ra. ó 2da. Guerra del Golfo.

Varios días después, cuando estaba repostando gasolina en Hayward, California, vi una pegatina de "Apoyen a Nuestras Tropas" en el parachoques de otro auto. Me atreví a preguntar al conductor qué había hecho él personalmente para ofrecer su apoyo a los hombres y mujeres que combatían en el extranjero.

El individuo blanco, de mediana edad, afeitado y bien vestido, que usaba una camisa deportiva bien planchada, señaló otra pegatina más pequeña en el parachoques: Semper Fi. [i]

"Estuve con la Infantería de Marina en Viet Nam", sonrió desdeñosamente. "Mi fidelidad no va y viene con las olas de los medios", alardeó. "Apoyo al Presidente al 100%".

Le dije que no quería parecer insistente, pero ¿de qué forma -pregunté- su apoyo a Bush iba a ayudar a la gente en peligro en Irak; o cuando regresaran y necesitaran empleo, viviendas y tratamiento para el síndrome de estrés postraumático?

"Ah", bufó, "usted es uno de esos liberales prófugos del servicio militar". Adoptó una pose semi-amenazante, sacudió su cabeza como si no valiera la pena gastar la energía de darme un golpe.

Se pueden poner en los autos todas las tiras amarillas que uno quiera que digan "Apoyen a Nuestras Tropas", "pero cuando se quiten el uniforme y regresen a la vida civil es cuando más van a necesitar nuestro apoyo", dice Linda Boone, directora ejecutiva de La Coalición Nacional para Veteranos Sin Hogar. (Alexandra Marks, Christian Science Monitor, 8 de febrero de 2005.)

Apoyar a las tropas de Bush no cuesta nada. Es más, esos que gritan más alto a favor de esa causa pagan menos en impuestos que antes para apoyar a los hombres y mujeres que combaten en el extranjero. Los que realmente quieren hacer algo por los casi doscientos mil soldados hombres y mujeres empantanados en Afganistán e Irak reciben poca ayuda de Bush o de su Congreso republicano.

El regreso a casa puede producir profunda angustia a los veteranos de la guerra, en vez de un alegre reingreso a la vida civil. El gobierno de EEUU ha demostrado ser prolífico en comenzar guerras sin mucho debate acerca de lo que sucede a los soldados -pero no experto en ganarlas, en especial cuando el oponente devuelve el golpe. En Corea, Viet Nam e Irak, las tropas de EEUU con tecnología superior combatieron duramente, pero los que comenzaron y dirigieron las guerras no pudieron suministrar una estrategia para ganarlas. Peor aún, las guerras de Corea y de Viet Nam no parecen haber enseñado mucho a los guerreristas. La alta tecnología y las bien entrenadas tropas no sustituyen el conocimiento de la historia y la realidad del enemigo, sin las cuales una sólida estrategia se hace imposible.

Ni los lemas solucionan las verdaderas necesidades de los veteranos que hacen el trabajo sucio. Recuerdo cuando me sentaba en el aula de la universidad junto a amargados veteranos de la guerra de Corea en la década de 1950. Se beneficiaron de la Ley GI, que les pagaba sus estudios y los ayudaba a comprar casa. "Sí, qué gran cosa", me dijo un día uno de ellos al salir de una clase de historia. "Maté a gente, vi a mis compañeros morir y ser heridos. ¿Y para qué? ¿Para que el gobierno me pagara la Universidad?"

Los veteranos subsiguientes ni siquiera han recibido los beneficios de la Ley GI. A menudo la soledad se ha convertido en su compañera en la transición a la vida civil. El mendigo que levantaba el cartel en la rampa de salida significa uno de los cientos de miles de antiguos guerreros que no pasaron fácilmente de la guerra a la paz. La Administración de Veteranos (VA) admite que cientos de veteranos de Irak ya están viviendo en las calles. Los veteranos sufren de estrés residual debido a las bombas diarias de los insurgentes, lo que hace difícil adaptarse a la vida civil. Otros no pueden encontrar o mantener un empleo y por tanto no pueden pagar una casa o un apartamento. (Verena Dobnik, AP, 2 de Julio de 2006.)

En marzo de 2003, antes de que Bush entrampara al país en el pantano de Irak, un informe de la VA (Programas de la VA para Veteranos sin Hogar) declaró que "una tercera parte de la población adulta masculina sin hogar y casi una cuarta parte (23%) de todos los adultos sin hogar han servido a su país en las fuerzas armadas".

La VA estimó que "más de 250 000 veteranos puede que estén sin hogar en una noche determinada y el doble de esa cifra de veteranos experimentan la falta de hogar en el curso del año. Muchos otros veteranos son considerados como parte de un grupo de riesgo debido a la pobreza, ausencia de apoyo familiar y de amigos y precarias condiciones de vida en viviendas superpobladas o por debajo de la norma. Casi todos los veteranos sin hogar (97%) son hombres y una gran mayoría son solteros. Aproximadamente el 45% de los veteranos sin hogar padece de enfermedades mentales y, coincidentemente, un poco más del 70% de ellos sufre de problemas de abuso de alcohol o de drogas".

Agreguen a miles más a esta lista, los que han regresado recientemente de Irak. Mi vecino, un técnico en emergencia médica y acupunturista que se especializa en alivio del dolor, se unió a una unidad médica de reserva de la Infantería de Marina para apoyar realmente a nuestras tropas. Odia la guerra en Irak, dijo, "pero esos jóvenes allá son nuestros amigos y vecinos, y necesitan todo el apoyo". La Infantería de Marina aún no lo ha llamado al servicio activo, a pesar de que aumenta el número de muertes (ya se acercan a 3 000 en Irak) y de heridos (casi 20 000). El Presidente aún no ha anunciado un plan claro para la retirada de EEUU.

La violencia aumenta y la pregunta en la mente de los soldados ("¿Cuándo regresamos a casa?") no se enfrenta. La razón para la guerra, "originalmente armas de destrucción masiva y vínculos con el terrorismo, hace tiempo desechadas por falta de pruebas"), permanece vaga: guerra al terrorismo. Ese enemigo no se rendirá, como todo soldado sabe.

El 17 de noviembre de 2005, el ex oficial de Infantería de Marina y Representante John Murtha, informó en una sesión de la Cámara de Representantes que había "visitado a nuestros soldados heridos en los hospitales de Bethesda y Walter Reed casi cada semana desde el inicio de la guerra. Y lo que más los desmoraliza no es la crítica. Lo que más los desmoraliza es ir a la guerra sin suficientes tropas y equipos para hacer la transición a la paz." Pero la Administración no quiere tratar el tema de la conscripción militar, lo cual ellos suponen que crearía inquietud en las universidades y cohesionaría a la opinión pública, como sucedió en las décadas de 1960 y 1970.

Los que retornan de Irak fueron testigos de cómo sus amigos perdían miembros o morían. Vieron también mujeres y niños iraquíes muertos y heridos después de que las bombas y proyectiles norteamericanas caían en sus casas. Las tropas que masacraron a iraquíes en Haditah en noviembre de 2005 o violaron a una muchacha y asesinaron a su familia en Tikrit en marzo de 2006 son "dos ejemplos de comportamiento aberrante" -perdieron su cordura durante la propia guerra.

Otros la pierden después. El presupuesto militar contiene grandes y exclusivos contratos con Halliburton y otras compañías para el suministro a las tropas en Irak y Afganistán, pero Bush no ha priorizado un presupuesto para ayudarlas después. La VA no da abasto con los casos de depresión, en especial los relacionados con amputaciones, así como con el síndrome de estrés postraumático, una afección que acompaña a la guerra.

En la Ciudad de Nueva York, Herold Noel, de 26 años, un veterano de la guerra de Irak que no tiene hogar, duerme en su Jeep. Parquea en lugares donde la policía no lo multará. "Vi como un camión arrolló y decapitó a un niño -lo vuelvo a ver cada noche". En Irak, Noel conducía un camión de combustible para las tropas. (AP, 5 de julio de 2006.)

"Nuestras tropas no resisten la presión y el dolor", escribió Steve Hammons. "Peligro constante, compañeros destrozados por las bombas, guerra urbana, bombas siempre presentes en el camino y muchas otras situaciones estresantes las están llevando al precipicio". (American Chronicle, 2 de junio de 2006.)

El Secretario de Defensa Donald H. Rumsfeld dijo que "me entristece realmente que alguien tenga la impresión de que yo u otros aquí no estamos trabajando urgentemente por lograr que las vidas de nuestros combatientes, hombre y mujeres, sean protegidas y cuidadas de todas las maneras humanamente posibles". Rumsfeld quería que los "soldados, marinos, aviadores, infantes de Marina sepan que los consideramos el verdadero tesoro de Estados Unidos, y les doy las gracias a ellos y les doy las gracias a sus familias". (Jim Garamone, Servicio de Prensa de las Fuerzas Norteamericanas, 22 de diciembre de 2004.)

¿Tesoro? Eso es lo que obtienen las compañías contratadas en Irak; lo que Exxon-Mobil ha ganado porque la guerra contribuye al alza del precio del petróleo. Pero Rumsfeld ha ofrecido pocos "tesoros" del Departamento de Defensa a esos a los que supuestamente él cuida "de todas las maneras posibles". No ha apoyado la terapia necesaria o la ayuda económica a los soldados que regresan.

La próxima vez que ustedes vean una pegatina de "Apoyen a Nuestras Tropas", piensen en lo poco que el gobierno ha hecho realmente para ayudar a los soldados y cuánto ha hecho para que los maten, hieran o se destruyan para el resto de sus vidas. La Administración está en primer lugar en la lista de la retórica patriotera y en el último en la del verdadero apoyo a las tropas. Los veteranos han aprendido la cruel lección.

El nuevo libro de Landau (Un mundo bushista y de Botox) será publicado en septiembre por Counterpunch Press.

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[i] Apócope de "Semper Fidelis" (Siempre fiel, en latín), lema de la Infantería de Marina de EE.UU

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Saul Landau

Saul Landau

Saul Landau es un escritor, periodista, realizador de documentales y académico estadounidense cuyo trabajo se ha centrado en gran medida en América Latina.