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Un inusual ejercicio de sinceridad imperial

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Los católicos de todo el mundo creen que participar en la misa de la Plaza de San Pedro de Roma influye de manera especial sobre sus relaciones con Dios. Los hebreos fijan  la misma esperanza en  rezar junto al Muro de las Lamentaciones que se alza sobre las ruinas del Templo de Salomón. Los musulmanes sienten que, al menos una vez en la vida, se debe peregrinar a la Meca. Para los intelectuales neoconservadores norteamericanos y sus aliados de diversos países actúa de la misma manera impartir una conferencia en el American Enterprise Institute, cuya sede, no por casualidad, se haya en Washington.

En la agitada agenda cultural del AEI pueden hallarse presentaciones de libros, mesas redondas, conferencias magistrales, banquetes y el otorgamiento de jugosos premios que tienen como destinatarios a personajes, como Mario Vargas Llosas. Con conmovedora solidaridad de clase, los directivos de AEI han otorgado locales de oficina al "Weekly Standard", de William Kristol, vocero del movimiento neoconservador que ha llevado al poder, en el año 2000, a George W. Bush para cumplir un programa de dominación mundial, de la misma manera que el NSDAP, en 1933, llevó al poder a Adolf Hitler.

Apenas un año después del 11 de septiembre, mientras el mundo era inundado por los mantras liberadores, democráticos y antiterroristas de los funcionarios del gobierno norteamericano, una curiosa conferencia bajo el título, inusualmente sincero de "En defensa de los imperios", era leída ante un fervoroso auditorio convocado por AEI. El texto completo de la misma fue publicado ese mismo día, 30 de octubre del 2002, en la Web del Instituto.

 Deepak Lal, el conferencista que de manera tan descarnada revelaba la esencia oculta  de lo que se  vendía al mundo como una guerra justa en defensa de los valores, la libertad, la democracia y la civilización occidental, lo hacía mediante un  ejercicio de cinismo, más que de sinceridad, y utilizaba para ello los mismos salones académicos de quienes, desde las sombras, son los promotores y principales beneficiarios de dicha guerra. Deepak Lal, es un diplomático y profesor de origen hindú, actualmente al servicio de la  Universidad de California, en Los Angeles.

 La conferencia de Deepak Lal se inscribe dentro de una tendencia del actual Imperio norteamericano, de indudable filiación romana, de utilizar  tropas bárbaras, o intelectuales de origen extranjero, para defender sus fronteras de enemigos, antiguos o recientes, en un mundo global. Otros, antes que este Gungha Din postmoderno, han defendido el honor de los imperios  y sus aportes al orden y la civilización occidentales. Francis Fukujama, por ejemplo, el japonés- americano autor de la teoría bonsái del "Fin de la Historia", o Viet Dinh, el abogado de origen vietnamita, propuesto por Bush como Asistente del Fiscal General, a  cuya autoría se debe la mayor parte del borrador de la ley represiva que es conocida como Acta Patriótica,  forman parte de esta incipiente tradición.

La lógica de Lal no desdeña ningún dato o hecho histórico, más o menos fidedigno, que pueda llamar en su auxilio: las experiencias "civilizatorias" de los imperios romano, español, chino, británico o ruso,  las criticas a la filosofía política del gobierno de Wilson, por su renuncia al estilo imperial, o anécdotas del gobierno de Gladstone. Lo que lo motiva a realizar este recorrido histórico es examinar la posible permanencia de la  actual experiencia imperial norteamericana,  alertar sobre peligros o desafíos,  y reivindicar sus efectos positivos sobre el orden mundial.

Vale la pena citar algunos de los "beneficios" que imperios, como los Estados Unidos, aportan al orden y la estabilidad mundial de su época:

1) "El mayor argumento a favor de los imperios-afirma Lal-es que a través de la pax que imponen garantizan el orden, que es el bien público más preciado, en medio de un panorama de anarquía internacional."

2) "El segundo aporte esencial de la pax  que imponen los imperios es la creación de un sistema legal trasnacional para la protección de los derechos de propiedad."

3)"El tercer propósito al cual sirven los imperios es poner fin a los conflictos étnicos… Sólo cuando alguien mantiene la pax global se puede garantizar la prosperidad de las naciones."

En conclusión, afirma Lal,…"puede que los imperios tengan, desafortunadamente, mala reputación, incluso, en los Estados Unidos, pero el mundo necesita la pax americana para lograr la paz global y la prosperidad… La tarea más urgente del nuevo imperio es llevar al mundo islámico a formar parte del mundo moderno, sin alterar su espíritu. He dado razones para creer que los Estados Unidos deben estar preparados para cumplir sus tareas imperiales, pero dudo que lo haga,…debido a la perseverancia de la moral wilsoniana sobre el discurso público. Un buen comienzo debe ser la aceptación de que los Estados Unidos son una potencia imperial…"

Para asegurarse de que aquellas prometedoras palabras de Lal no cayesen en el vacío, los prohombres de AEI convocaron el pasado 10 de mayo un nuevo examen de los beneficios que un "imperio bueno", como suponen sea el caso del imperio norteamericano, aporta al convulso panorama político mundial, en medio de las guerras de Irak y Afganistán.  La segunda parte de un estudio como este, prueba del creciente interés académico-imperial mostrado por American Enterprise Institute, adoptó la forma de una mesa redonda moderada por Christopher De Muth, el Presidente de AEI, en persona, antiguo alto cargo del gobierno de Reagan, y tuvo como panelistas a Nicholas Eberstad, Allan Meltzer, también  ex -alto cargo de Reagan, y por supuesto, Deepak Lal. El título de la mesa fue tan elocuente como el hecho de que AEI convocase, por segunda vez, el examen público de esta cuestión: "En defensa de los imperios: globalización  y orden".

Puede  que alguno de los seráficos voceros de AEI, el más importante tanque pensante del movimiento conservador norteamericano, junto a Heritage Foundation, Ashbrook Institute y Rand Corporation, considere que con los aportes del Sr Lal, y la sagaz y tenaz promoción de DeMuth, hayan creado la escuela de pensamiento soberbio y cínico que debe acompañar a todo imperio respetable, mucho más si , como creen, el Imperio norteamericano está llamado a ser el más perfecto y prolongado de la Historia, el primero capaz de extender su "benévolo dominio" sobre todos los pueblos de la Tierra. Pero no hay nada nuevo bajo el sol.

En el ya lejano 1931, en el volumen XXVIII de la revista "Bimestre Cubana" correspondiente al segundo semestre, en las páginas 226 a la 236, fue publicado un artículo titulado "El Imperio Americano" debido a la pluma de Hiram Motherwell, un graduado de Harvard, corresponsal del Chicago Daily News. Puede considerarse este un remoto y respetable ancestro de las ideas del Sr Lal, a juzgar por  conceptos como los siguientes:

"Ha llegado la época de que reconozcamos que los Estados Unidos son en realidad una nación imperialista… Debemos acostumbrarnos a pronunciar tales palabras en voz alta, no a media lengua, sino con una enunciación clara y precisa. El imperialismo no es más vergonzoso que el tiempo bueno o malo, y es tan inevitable como éste en cierta etapa de la expansión nacional…Lo malo del imperialismo norteamericano proviene de que los norteamericanos no poseen valor moral para confesar que existe… La mayoría de los excesos del imperialismo norteamericano podrían haberse evitado de haber sido declarado francamente el propósito imperialista y perseguido con honradez… Donde el éxito del imperialismo es completo no se ve al policía… Una Norteamérica moralista que "habla de Dios cuando se refiere al algodón" siempre será intolerante y por lo tanto cruel… Las naciones extranjeras acogen bien los negocios e inversiones norteamericanos. Les aterra, en cambio, la moralidad norteamericana. Norteamérica no dejará de ser tenida por un peligro para el mundo hasta tanto no seamos imperialistas honrados y conscientes".

Cada cierto tiempo, de la misma manera que los católicos, hebreos y musulmanes necesitan fortalecer su fe interior mediante  ritos de comunión exterior con sus dioses, los ideólogos conservadores y neoconservadores norteamericanos necesitan someter al escrutinio público sus más recónditos artículos de fe imperial. Este aquelarre de expiación y recarga de las energías ideológicas del sistema tiene un fin didáctico: ir revelando  su verdadera esencia por etapas, facilitando su aceptación resignada por parte de los súbditos, y los habitantes de las naciones a conquistar.

Poco importa que para ello se escoja una fecha cualquiera de 1931, el 2002, o el 2005. Tampoco que el encargado de las "revelaciones" tenga como apellido  Lal o Motherwell: ni los pueblos se acostumbran a esta didáctica cínica de la dominación más hipócrita, ni los imperios han perdurado lo suficiente para comprenderlo.

Este de ahora, el de George W. Bush, a pesar de los esfuerzos de American Enterprise Institute, no correrá mejor suerte.

 Aunque lo declare de manera "clara y precisa", como pedía aquel  Motherwell remoto.

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Eliades Acosta Matos

Eliades Acosta Matos

Filósofo y escritor cubano. Es el autor del libro "El Apocalipsis según San George".