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Los militares se inquietan

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Hasta ahora el gobierno de Bush tuvo éxito en el ocultamiento del desfile de féretros de los soldados caídos en Irak para beneficio de las corporaciones petroleras. La historia demuestra que esa procesión funeraria siempre ha sido fatal para el gobernante de turno. Lyndon Jonson tuvo que retirar la posibilidad de ser reelecto cuando los sarcófagos de los muertos en Vietnam, en afluencia incesante, llevaron al pueblo norteamericano a protagonizar una resistencia civil y mítines masivos que amenazaron la estabilidad nacional.

Ahora una foto de la Fuerza Aérea, con  sarcófagos alineados en la barriga de un avión, fue inadvertidamente a dar a medios públicos y la reacción ha sido de horror y rechazo. Los Wolfowitz,  Pearle,  Rumsfeld,  Cheney,  la Condoleezza deben haber temblado al ver cómo el público reaccionaba ante su obra macabra. Ya comienzan las manifestaciones de inquietud entre los militares.

En los campamentos del ejército hay gigantescas pancartas donde dicen "Apoyamos a nuestra nación y a nuestro Presidente", ignorando que no son una sola cosa sino dos bien distintas. Un artículo de Elisabeth Rosenthal, en el  New York Times, ha revelado cómo muchos soldados han sido enviados a Irak sin notificación previa a los familiares, sin darles una oportunidad de despedirse de sus allegados. En entrevistas a los parientes  de quienes se encuentran combatiendo en ultramar Rosenthal llega a la conclusión de que los republicanos tendrán que trabajar duro este año para conservar los votos de los familiares de los soldados enviados a morir ante los patriotas iraquíes.

Las encuestas entre los militares son desconfiables porque el acceso a los campamentos castrenses no es fácil. Un  sondeo reciente conducido por el Washington Post y la CBS reveló que los militares aún apoyan, dos a uno, a los republicanos pero la CBS extendió su escrutinio a las familias y descubrió que entre el 40 y el 48% votarán por Kerry.  Hay síntomas de creciente exasperación y fatiga entre quienes tienen a sus seres queridos sirviendo con las armas en ultramar.

Muchos se asombran de que pese al callejón sin salida en que ha metido a la nación, Bush aún cuente con un crecido apoyo. La sorpresa es aún mayor si se tiene en cuenta que la economía también está en un atolladero, los precios de la gasolina se han elevado vertiginosamente y los estadounidenses no pueden usar sus gigantescas carrozas cromadas  con la liberalidad con que solían hacerlo.

A veces las masas se equivocan y la psicología del comportamiento colectivo favorece en ocasiones  a quienes traicionan  sus intereses. Bush ha logrado ofrecer una imagen de dirigente firme, enérgico y  viril, de  rechazo al enemigo, de ser al protector del pueblo contra aquellos que "odian la libertad y la democracia", que parece ser el resto del mundo. Nadie se asombraría si conociesen las estadísticas del apoyo que tuvo Adolfo Hitler entre los alemanes.

En las elecciones de marzo de 1933 el partido nazi recibió  el 44% de los curules del parlamento germano a los cuales se sumaron algunos pequeños partidos que le otorgaron al demente austriaco el 52% de mayoría. Pero en 1937 Hitler efectuó un referéndum y obtuvo 44 millones y medio de votantes, o sea el 98.8% del pueblo alemán votó a favor y solamente medio millón votó en contra. Ya en esa época había comenzado la persecución de judíos. Los gitanos y los homosexuales eran enviados a los campos de concentración. La mayor parte de los intelectuales había emigrado, se quemaban libros en las plazas, todo el arte moderno había sido proscrito como "arte degenerado".  Grandes figuras de la cultura germánica como Einstein, Freud y Thomas Mann habían denunciado el nazismo.

Mientras duró la guerra el pueblo alemán soportó la destrucción de sus ciudades, las penurias, la muerte de su juventud en los frentes de combate y mantuvo su apoyo. No hubo amotinamientos del ejército, como ocurrió en la Primera Guerra Mundial. Incluso en la toma de Berlín los soviéticos perdieron medio millón de hombres ante una resistencia tenaz llevada a cabo por viejos y niños, incluso cuando ya todos sabían que la guerra estaba perdida.   Eso pudiera  explicar por qué Bush sigue teniendo un alto apoyo y  muchos aún lo consideren, pese a sus pifias, patinazos  y necedades, pese a haber conducido a su nación a ser el centro universal del rechazo y la aversión del mundo realmente civilizado.

gotli2002@yahoo.com

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Lisandro Otero

Lisandro Otero

Novelista, diplomático y periodista. Ha publicado novelas y ensayos, traducidos a catorce idiomas. Falleció en La Habana en 2008.