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Comicios y cañonazos

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Lisandro Otero, Premio Nacional de Literatura

El ajusticiamiento de los siete agentes de la inteligencia española señala un nuevo hito en el desprestigio creciente de José María Aznar por su injustificable servilismo. La prensa española califica de forajidos y desalmados a los atacantes pero debe recordarse que los guerrilleros  de la resistencia patriótica estaban actuando en su propio territorio, sin embargo ¿qué hacían los españoles a tanta distancia de su suelo natal?

Estos nuevos decesos lamentables se unen a los de Bernal Gómez, el agente ajusticiado de un tiro en la nuca en la puerta de su casa, y el de Martín Oar quien murió durante la explosión en el edificio de la ONU en Bagdad.  El pueblo español ha quedado atónito y consternado  al ver las imágenes de iraquíes adolescentes pateando y escupiendo los cadáveres de sus compatriotas. Tanta ira antiespañola les preocupa y acongoja. A ninguno le complace ver que su país se convierta en motivo de repudio. Todo ello es la consecuencia del  afán borreguil de Aznar quien ha convertido a España en un satélite sumiso de Bush.

Al siguiente día las fuerzas de ocupación yanquis anuncian con regocijo que han asesinado a 46 iraquíes. En una emboscada a dos convoyes los guerrilleros atacaron con fusiles Kalashnikov y se les respondió con cañones de 120 milímetros, demoliendo los edificios desde los cuales disparaban.  Este contraataque de alto calibre revela el pánico en  que viven los ocupantes, la desmesura en la acción demuestra que en Irak el Pentágono está llevado a cabo una política de arrasamiento, devastación y masacre indiscriminada, tras haber declarado la guerra terminada.

El pavor  lleva a los conquistadores a vivir aislados de la población civil con la cual no establecen relaciones fluidas. Las embajadas extranjeras, y otros  edificios de las autoridades ocupantes, están rodeados de sacos de arena, trincheras y casamatas, nidos de ametralladoras y asustados custodios. Viven como trogloditas en las cavernas. Los iraquíes han logrado lo que pretendían: una guerra de nervios que  impide a quienes humillan su suelo patrio vivir con tranquilidad. Eso no ha impedido que dos diplomáticos japoneses y dos sudcoreanos hayan caído, en las últimas horas,  bajo las balas de la resistencia.

Según el corresponsal del conservador periódico francés Le Figaro, el desempleo asciende a un 60%. La población civil constituye una eficaz red de informantes que mantienen enterados a los guerrilleros patrióticos de los movimientos de los nuevos colonizadores, por ello cada movimiento de los usurpadores  es reportado a la clandestinidad opositora. Se cree que muchos de los nuevos reclutas de la fuerza  que están armando como auxiliar de los ocupantes está integrada por patriotas que serán ojos y oídos de la resistencia. Esa quinta columna es más efectiva que el poderoso satélite que el Pentágono ha desplegado sobre Irak para escuchar las conversaciones telefónicas. Como siempre los yanquis olvidan el factor humano, confían más en la tecnología que en la ideología.

El ajusticiamiento de los siete agentes de la inteligencia española señala un nuevo hito en el desprestigio creciente de José María Aznar por su injustificable servilismo. La prensa española califica de forajidos y desalmados a los atacantes pero debe recordarse que los guerrilleros  de la resistencia patriótica estaban actuando en su propio territorio, sin embrago ¿qué hacían los españoles a tanta distancia de su suelo natal?

Estos nuevos decesos lamentables se unen a los de Bernal Gómez, el agente ajusticiado de un tiro en la nuca en la puerta de su casa, y el de Martín ar quien murió durante la explosicón en el edificio qui  qOoaOar, quien muriera durante la explosión en el edificio de la ONU en Bagdad.  El pueblo español ha quedado atónito y consternado  al ver las imágenes de iraquíes adolescentes pateando y escupiendo los cadáveres de sus compatriotas. Tanta ira antiespañola les preocupa y acongoja. A ninguno le complace ver que su país se convierta en motivo de repudio. Todo ello es la consecuencia del  afán borreguil de Aznar quien ha convertido a España en un satélite sumiso de Bush.

Al siguiente día las fuerzas de ocupación yanquis anuncian con regocijo que han asesinado a 46 iraquíes. En una emboscada a dos convoyes los guerrilleros atacaron con fusiles Kalashnikov y se les respondió con cañones de 120 milímetros, demoliendo los edificios desde los cuales disparaban.  Este contraataque de alto calibre revela el pánico en  que viven los ocupantes, la desmesura en la acción demuestra que en Irak el Pentágono está llevado a cabo una política de arrasamiento, devastación y masacre indiscriminada, tras haber declarado la guerra terminada.

El pavor  lleva a los conquistadores a vivir aislados de la población civil con la cual no establecen relaciones fluidas. Las embajadas extranjeras, y otros  edificios de las autoridades ocupantes, están rodeados de sacos de arena, trincheras y casamatas, nidos de ametralladoras y asustados custodios. Viven como trogloditas en las cavernas. Los iraquíes han logrado lo que pretendían: una guerra de nervios que  impide a quienes humillan su suelo patrio vivir con tranquilidad. Eso no ha impedido que dos diplomáticos japoneses y dos sudcoreanos hayan caído, en las últimas horas,  bajo las balas de la resistencia.

Según el corresponsal del conservador periódico francés Le Figaro, el desempleo asciende a un 60%. La población civil constituye una eficaz red de informantes que mantienen enterados a los guerrilleros patrióticos de los movimientos de los nuevos colonizadores, por ello cada movimiento de los usurpadores  es reportado a la clandestinidad opositora. Se cree que muchos de los nuevos reclutas de la fuerza  que están armando como auxiliar de los ocupantes está integrada por patriotas que serán ojos y oídos de la resistencia. Esa quinta columna es más efectiva que el poderoso satélite que el Pentágono ha desplegado sobre Irak para escuchar las conversaciones telefónicas. Como siempre los yanquis olvidan el factor humano, confían más en la tecnología que en la ideología.

Hace unos días Bush realizó una maniobra de propaganda visitando durante un brevísimo lapso a las tropas que padecen los errores de sus jefes. Llegó, se retrató y salió a escape antes de que un cohete RPG-7 lo hiciera pedazos. Todo eso forma parte de la campaña electoral del 2004 para la cual los acólitos del neofascismo ya han montado una poderosísima máquina de propaganda, bien lubricada con los millones de las compañías transnacionales que han recibido contratos para la reconstrucción iraquí. Según el Washington Post ya el fondo de campaña cuenta con 105 millones de dólares y la publicidad electorera no ha hecho más que comenzar.

La Casa Blanca pretende que la propaganda puede anular las evidencias ante los ojos de todos: Estados Unidos está siendo derrotado en Irak por un pueblo insumiso y viril que no se rinde.

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Lisandro Otero

Lisandro Otero

Novelista, diplomático y periodista. Ha publicado novelas y ensayos, traducidos a catorce idiomas. Falleció en La Habana en 2008.

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