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Diana Rosa Suárez: “Siempre actriz, no me concibo de otra manera” (+ Fotos y Video)

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Diana Rosa Suárez. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

Diana Rosa Suárez Menéndez es una mujer hermosa. Indiscutiblemente.  Sencilla, humilde y entregada a los demás.

“Soy una persona simple, una cubana que ama mucho a su país”. Mira al horizonte y con los ojos brillosos, como quien habla de algo que se quiere mucho, dice: “Yo no pudiera vivir sin ese mar, sin ese cielo. De verdad. He viajado a otras naciones y siempre estoy ansiosa por llegar a mi tierra”.

A Diana Rosa le encanta ayudar a los demás, le realiza como persona hacer un favor. Entre risas confiesa que cuando le plantean un problema se obsesiona con la solución, “sin esperar nada a cambio, porque las personas que hacen el bien siempre tienen las puertas abiertas”.

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Desde niña tuvo inclinación por la actuación. Vivía en Luyanó, en La Habana, y asistía continuamente a la Iglesia Presbiteriana. “Aparte de la religión, se hacían muchas actividades culturales y ahí fue donde comencé a hacer obras de teatro, siempre interpretando personajes bíblicos”.

Fue en ese entonces cuando comprendió que su vida estaría atada a la actuación. El “bichito” se le coló dentro y nunca más ha podido salir.

“Mi mamá me decía: ‘Pero Diana, ¿cómo tú vas a ser actriz, si no conoces a nadie? Nosotros somos pobres’. Yo le dije que no se preocupara que todo iba a suceder”. En ese empeño puso todas sus fuerzas, y aún sin cumplir los 15 años hizo una prueba de actuación en la Escuela Municipal de Arte Dramático. Diana impactó en el jurado, aunque le faltaba un mes para cumplir la edad requerida para entrar en el colegio. Recuerda con especial cariño esos tres años en la academia que dirigía Modesto Centeno.

“En el primer curso seleccionaron a los 11 mejores alumnos para hacer una obra que se llamaba ‘Actitud 320’ y estaba incluida en esa lista. Fue mi primera puesta en escena, en el año 1961. Era jovencita. Recuerdo que la presentamos en una sala que se llamaba El Corral, en la misma escuela”.

A esa sala, solo por 25 centavos el mes, gracias a la Cooperativa Popular de Arte, se conseguían ver todos los espectáculos. “Si no trabajaba en la obra podía ser taquillera, maquillista o hacer escenografía”.

Cuando escogieron la mejor alumna de maquillaje, tuvo la suerte de ser ella. Entonces, empezó a trabajar en la Rampa. “Mi primer salario fue de 50 pesos y para mí eso era muchísimo dinero. En esa época fui maquillista en el Teatro La Edad de Oro. Conocí al director Rubén Vigón y a María de los Ángeles Santana. Hicimos muchas cosas: Las Mujeres se rebelan, El Bello Antonio.

También trabajó en ese entonces en la sala Tespis, que estaba en la esquina del Habana Libre y en la de Idalberto Delgado, al lado del cine Yara.

Siempre fue una mujer muy esforzada. Iba a la escuela de lunes a viernes por la noche; por el día estudiaba en la secundaria y el fin de semana hacia teatro. “Tenía todo mi tiempo ocupado”.

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-¿Cómo reaccionas cuando todas las miradas están puestas sobre usted?

“Estoy acostumbrada, tenemos vida pública. Son tantas las personas que se acercan a ti, las que le gusta tu trabajo. Algunas me dicen: ‘ay Diana Rosa, cuando yo era pequeña yo la admiraba tanto’. No importa lo que me digan, siempre tengo que sonreír”.

- ¿Y cuándo nadie la mira?

“Soy una persona tranquila, de mi casa. Me gusta el arte culinario, no boto nada, todo lo reciclo. No soy una mujer complicada”.

- ¿Cómo la definen otras personas?

“Por la lealtad. Henry, mi amigo, me dice que soy como el SIUM (Sistema Integrado de Urgencias Médicas), llevo a todo el mundo al médico, ya que soy la única que maneja de las actrices de mi generación. Me paso la vida en función de mis amigos. Tengo muchos y me quieren tanto…”.

- ¿Cuál ha sido la decisión o proyecto que haya tomado de la que se sienta más orgullosa?

“Cuando he aceptado papeles en teatros y novelas, corriendo el riesgo de si me queda bien o no el personaje. Soy osada. Siempre trato de hacerlo lo mejor que puedo”.

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Diana Rosa Suárez enseña una de las boletas que le permitió ser la Reina de la Reforma Agraria. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

-¿Cuánto marcó a Diana Rosa Suárez nacer en Luyanó?

“Luyanó es un barrio al que le tengo mucho cariño. Primero, porque fue donde me inicié como actriz, además, ahí me crié con mis abuelos. Precisamente, en esa localidad se fundó la primera célula del Partido Comunista de Cuba y mi mamá era una de ellos. Se reunía con Lázaro Peña y repartía el periódico clandestino Hoy. Me acuerdo que venía en letras rojas. Tengo fotos en mi silloncito de niña y ellos en las reuniones.

“1959, cuando triunfa la Revolución, fue el año en que se hizo la Reforma Agraria. Las muchachas de la localidad comenzamos a vender papeletas en los centros de trabajo para apoyar financieramente. Por mi simpatía fui la que más vendí y la que más votos sacó, y gracias a ello, me coronaron en el barrio como Reina de la Reforma de Agraria. Fui la primera y la única.

“Hasta Luyanó fue el propio Osvaldo Dorticós a coronarme. Las personas con el tiempo se han olvidado de eso. Fue una cosa bonita, imagínate, un presidente fue a un barrio, por una buena causa. Eso da muestra de la sencillez de nuestros dirigentes”.

-¿Cuán difícil fue que en la Cuba de los 60´ y los 70´ la tomaran en cuenta por su talento y no por su belleza?

“Fue un conflicto. Siempre me daban personajes de mujeres que llegaban y todos los hombres se enamoraban de ella. Me sentí encasillada. Mi objetivo era ser una actriz reconocida tanto por los niños, las mujeres o por los ancianos. No tenía sentido, ni deseaba hacerme la bella.

“Un día subí al departamento de programas y dije que no quería hacer más papeles de ese tipo. ‘Yo aspiro a desdoblarme, no me importa avejentarme, salir sin maquillaje, peluda, siento que tengo condiciones para hacer de mala o de borracha’. Gracias a eso empezaron a darme otro tipo de papeles.

“Antes, me dieron personajes como Elena de Troya. Imagínate, una mujer que ocasionó guerras.

“En la televisión tuve la suerte de trabajar con Raquel Revuelta, Enrique Santiesteban, Gina Cabrera, Margarita Balboa, y muchos actores que ya no están. Aprendí con la misma Rosita Fornés. La primera vez que trabajé con ella se me salía el corazón, dije ‘ay dios mío, que susto’. Siempre que los muchachos jóvenes empiezan, pasa eso”.

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-¿Cuál es el fallo más grande que ha cometido?

“Me he casado tres veces. Llevo mucho tiempo sola y ya no me adapto a vivir con un compañero. Me he vuelto muy majadera y me he acostumbrado a la soledad. No le tengo miedo, al contrario, me gusta. Pero, si a lo mejor hubiera perdonado a alguno, no estuviera sola”.

-¿Qué le gustaría hacer que no esté haciendo ahora mismo?

“Quisiera viajar y visitar a mi otra nieta, que hace mucho tiempo que no la veo. Seguir siendo como soy. Mis amigos me llenan tanto la vida, que sin ellos no sabría vivir. Juegan un papel tan importante; me hacen crecer, ser feliz y en los momentos más difíciles he tenido su apoyo, el cariño y el amor. Estoy contenta de tener tan buenos amigos”.

-¿Cómo le gustaría que la recordaran cuando ya no esté?

“Así, con alegría, con los poemas que me piden mucho, con cariño, como quien fue una buena persona”.

-¿Cuál es su mayor defecto?

“Soy insoportable con los regueros. Me levanto y lo primero que hago después de ir al baño es tender la cama. No soporto las camas destendidas ni el desorden. Peleo mucho por el orden de la casa.

-¿Y la virtud?

“Precisamente, esa…”

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Diana Rosa Suárez siempre ha admirado a Enrique Santiesteban. Considera que a alguna sala de teatro le debían poner su nombre. “Fue un hombre talentoso, dominó mucho la comedia y el drama. Tuve la suerte de trabajar con él en Enrique VIII y sus seis esposas y en San Nicolás del Peladero, un programa costumbrista que a la gente le encantaba. Hacía de su amante y él me decía ‘cucusita’”.

La artista ha recorrido muchas esferas del arte: ha sido cantante y presentadora, además de actriz. Prefiere la actuación; el canto nunca lo ha dominado, aunque he hecho dúos con Héctor Téllez y Manolo del Valle cuando trabajaba en Dos Gardenias, la casa del bolero de Cuba. “Me gusta cantar, pero no creo que sea cantante”.

Siente especial apego a Leonor Villareal, de La Marca del Zorro, que fue el papel que le dio la fama. Aunque, al personaje que más cariño le tiene es a Fefita, de la telenovela El año que viene. La propuesta televisiva tuvo 132 capítulos y terminaba con la obra de Héctor Quintero, Contigo Pan y Cebolla.

“Fefita era muy ingenua, comilona, la mamá siempre la estaba regañando. Era un personaje tierno y complejo. Tuvo un embarazo psicológico, se robó un niño, se traumatiza, en fin, va pasando por etapas muy duras. Al final interpreto a Fefa ya vieja en ‘Contigo Pan y Cebolla’. Era una caracterización que me interesaba, ese trayecto de joven a anciana”.

El papel que más le costó fue el de Hedda Gabler; una obra muy fuerte, al igual que Helena de Troya. “Son personajes que han hecho en el mundo primerísimas actrices y aquí se interpreta con muchísima calidad actoral, pero a veces no con los recursos que necesitan estas obras de época. Hay que limitar la escenografía, el vestuario  y otra serie de recursos de los que carecemos”.

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Diana Rosa Suárez. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

-¿Qué ha hecho para crear un cambio en la vida de alguien más?

“A lo largo de mi carrera he ayudado a todo el que he podido, principalmente a la gente joven. En mi peña en el Delirio Habanero, que tengo hace 16 años, hacemos una evaluación a muchos artistas noveles que llegan y si tienen talento cantan en el espectáculo. Hay muchos que hoy están en agrupaciones o como solitas reconocidos, que han surgido de mi peña”.

- ¿Qué le gustaría hacer en su tiempo libre?

“Ver películas, me encanta el cine”.

- ¿Cuál ha sido su mayor sueño?

“Soy bastante conforme en ese aspecto, casi siempre he logrado lo que me he propuesto. Confieso que he tenido mucha suerte: he podido viajar, tengo buenos amigos y una casa. No me puedo quejar. He tenido también sueños normales. Me he enamorado, he sufrido, he llorado, he reído y ya me siento realizada. ¿Qué me queda?, seguir envejeciendo con cierta dignidad”.

-¿A que le tiene miedo?

“A las cucarachas”.

-Si llegara una persona nueva a su vida, ¿qué puede hacer para llegar a conocerla mejor?

“Eso va surgiendo espontáneamente, conociéndose, probándose en los momentos difíciles que se presenten. Es algo lento, día tras días, situaciones tras situaciones”

-Si todo desapareciera y puede rescatar una sola cosa, ¿qué sería?

“Que mis hijas vuelvan a estar conmigo por lo menos en un día. Mira que trato de soñar eso. Siempre están conmigo. No sé si algún día me pudiera encontrar con ellas, de verdad, nuevamente”.

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-¿Qué representó la telenovela Cecilia Valdés?

“Fue la primera que hice. En esa época iba de oyente a un grupo de teatro que tenía Adolfo de Luis, donde estaban los mejores actores de ese momento (Verónica Lynn, Odalys Fuentes, Enrique Almirante). Un día me comentan que estaban haciendo pruebas en el Instituto Cubano de Radio y Televisión para trabajar en Cecilia y buscaban a una muchacha que se pareciera a Odalys.

“Me presenté. Ahí estaban todos los directores grandes de la época y pidieron que repitiera una escena tres o cuatro veces frente a cámara. Resulta que a través de mí estaban seleccionando a las demás actrices. Tuve la suerte de ser elegida para ese personaje y a los seis meses de hacer Cecilia interpreté la Marca del zorro con Julito Martínez y fue un éxito increíble.

“Julito era muy carismático, la gente lo adoraba. Además, la novela contaba con un elenco de primera. Estuvimos un año en pantalla, de lunes a viernes y en vivo. El sábado y el domingo nos íbamos para Camagüey o Matanzas para trabajar en los estadios. Allí se reunían 3 000 o 5 000 personas. La policía tenía que custodiarnos porque no se podía ir ni siquiera a una tienda. Los muchachos venían detrás de nosotros. Fue una gran alegría, una aventura muy exitosa”.

-¿Qué significó Alegrías de Sobremesa?

“Alberto Luberta fue un genio. Escribía todos los días dos libretos. Si le contabas cualquier cosa que te sucediera, hacía un argumento instantáneamente.  Allí entré de pareja con Julito Martínez, cuando el colectivo regresó de Angola.

“Aurora Basnuevo, Estervina, me decía ‘La Caimana’, aunque el personaje no se llamaba así, sino Aleja. Siempre estaba en pique con mi papel. Somos grandes amigas, quiero aclarar. Fueron años muy lindos, estuve 37 años en el programa, hasta que lo quitaron. La gente extraña cantidad a Alegrías… Ahora, a cada rato retrasmiten cosas”.

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Entrevista a Diana Rosa Suárez. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

-¿Si pudieras empezar de cero, que cambiarías?

“En una época fui celosa, ya no. Quizás si hubiera sido más comprensible o menos exigente hubiera sido más feliz”.

-¿Qué consejo le darías a su versión de hace 10 años?

“Seguir siendo como fui; con los mismos bríos y deseos de hacer. Me siento realizada. No tengo otra forma de ser”.

-¿Cuáles son sus principios y valores sagrados?

“La lealtad, la dignidad, la sencillez y la naturalidad. Todas esas cosas me gustan que reinen en mí”.

-¿Qué es aquello por lo cual moriría?

“Por mis nietos, y por mi patria, también”.

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Entre el cine, el teatro o la televisión, Diana Rosa Suárez no tiene preferencias. “El cine, imagínate, es algo que siempre queda. Fueron épocas lindas, de muchos sustos. ¿Qué pasa?, no siempre los actores de cine pueden hacer televisión porque el ritmo de trabajo es muy fuerte. Una obra de teatro la ensayas durante meses y hasta que todo no está perfecto no la estrenas, pero en la TV no hay tiempo. Te tienes que aprender el libreto, ensayar dos veces y grabar más de 10 escenas juntas. Se filma por set y eso complica las cosas porque no son los mismos estados anímicos”.

Sabe que la radio es muy necesaria para los actores que empiezan, porque educa la voz. “Yo estudie en la Escuela de Arte Dramático y nos daban clases de dicción. La radio te exige eso, además, te puedes imaginar a los personajes que escuchas. La fantasía del oyente crece y llega a los lugares que no llegan otros medios”.

La actuación es su vida. Si le preguntas de no ser actriz, qué sería, se queda callada por unos segundos, ríe y con toda la seguridad recalca: “hubiera sido actriz. No me concibo de otra manera. Estoy loca por trabajar, por hacer personajes que no tengan que ver nada con Diana Rosa”.

Confiesa que le quedó pendiente Doña Bárbara, un papel que interpretó magistralmente Raquel Revuelta. “Creo que muchas actrices lo han dicho. Ya no tengo edad para eso, se me paso el tiempo”.

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¿Ha pensado alguna vez en tomarse un año sabático?

“Nunca. Me moriría de aburrimiento. Me encanta trabajar, me gusta lo que hago y me realizo haciendo poemas y personajes disímiles. Eso me llena de vida”.

-Al terminar esta entrevista, ¿qué tres cosas debería llevarme de usted?

“A una buena amiga. Gracias por brindarme este momento y la posibilidad de llegar a todo el que lea o escuche esta entrevista. Quiero que busquen un poco cómo son las actrices cubanas, sencillas como cualquier otra mujer. Y que sepan que Diana Rosa Suárez cocina, lava, atiende su casa y trata de darle al público entretenimiento, cultura y amor”.

En fotos, trayectoria de Diana Rosa Suárez

En video, Diana Rosa Suárez conversa con Cubadebate

https://www.facebook.com/cubadebate/videos/281124379614443/

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  • Mamayí dijo:

    Para mi la actriz mas linda de su generación, la recuerdo mucho en su personaje de Malena en El silencio ha tenido que ser, mucha salud para ti Diana y se que eres una gran amiga y ser humano. Cuba te ama.

  • jj dijo:

    Cuantas aneldotas lindas, siempre me ha gustado su trabajo es encantadora, profundamente bella.

  • Sandra del Toro dijo:

    Admirable actriz, crecí viéndola actuar juntos con con otro grupo de excelentes actores, fue una época maravillosa, verdaderamente Diana tiene un fuerte espíritu para sobreponerse a los fuertes golpes que la vida le ha dado, esa coraza con la que ha enfrentado la vida y se ha levantado nuevamente para seguir adelante a pesar de todas esas adversidades, no todos podemos, mis respetos y como decimos los cubanos me quito el sombrero. Bien por tí. Bendiciones por la vida y tu bello trabajo.

  • Ileana Dorotea dijo:

    Bella mujer y excelente cubana. Su talento es admirable y sus valores super excelentes. Gracias Thalía por hacernos sentir que hablábamos frente a frente a la talentosa actriz.

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Angélica Arce Montero

Angélica Arce Montero

Periodista de Cubadebate. Graduada de Periodismo en la Universidad de Pinar del Río (2014). En 2019 se habilitó como narradora-comentarista deportiva (ICRT). Máster en Entrenamiento Deportivo (2020). Colaboradora del programa televisivo Mesa Redonda.

Thalía Fuentes Puebla

Thalía Fuentes Puebla

Periodista de Cubadebate. Licenciada en Periodismo por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (2019). Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2022). Ha obtenido premios y menciones en el Concurso Nacional de Periodismo "26 de Julio". Contactos: thalyfuentes14@gmail.com. En Twitter: @ThalyFuentes

Abel Padrón Padilla

Abel Padrón Padilla

Fotorreportero de Cubadebate. Trabajó en la Agencia Cubana de Noticias (2008-2018) y en el periódico Trabajadores. Correo: abel@cubadebate.cu

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