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Historias de solidaridad desde un “rinconcito” de África

Por: María Victoria Valdés Rodda
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Los pediatras, neonatólogos y obstetras cubanos en Botsuana se desvelan por salvar a cada niño y cada madre que acude a la brigada médica internacionalista. (Foto Cortesía del doctor Liam Kadel Dunán Cruz).

Al principio me fijé únicamente en lo superfluo, de ahí que notara faltas de concordancia e imprecisiones, como si algún niño estuviera jugando con el idioma español; después comprendí que se trataba de un africano, por más señas de Botsuana, quien por medio de Facebook nos estaba transmitiendo su afecto y gratitud. Y vaya que lo logró. Una corriente de honda simpatía provocó en mí la breve nota, escrita a modo de carta, de Kenneth Setimela.

“Querida Cuba: En un momento en que el mundo necesita más solidaridad socialista y unidad, es justo que demuestre lo que siempre has sido. Siempre has sido glorioso y amable. Para ser los “Médicos del Mundo” requiere amor, paciencia y comprensión. Eso, siempre lo has sido. Siempre has sido un amigo de muchos y ahora estás tomando la cabeza pandemia para salvar a muchos. ¡A cada una de las personas médicas de Cuba, GRACIAS! Salvar el continente africano es salvar a mis molestias y a mis hermanos”.

De haberme quedado en la forma imperfecta de una traducción automática de Google, jamás habría sopesado del autor su calidad humana. Una enorme, potenciada a su vez por otra. Dos corrientes de gigante simpatía, y ya no se sabe cuál comenzó primero, si vino desde este africano satisfecho o desde los consagrados médicos que lo atendieron. Entonces, con esa llama de curiosidad y orgullo por los míos, decidí “salir” en busca de una nueva historia que contar sobre el internacionalismo cubano, específicamente en lo que se conoce como África austral.

A un clic la embajadora cubana en Botswana, la licenciada Patricia Pego Guerra, respondió con prontitud. Por su intermedio me llegaron informaciones valiosas y tuve la oportunidad de contactar con el jefe de la misión médica cubana allí, el doctor Liam Kadel Dunán Cruz, y lo primero que dijo reafirmó que no había equivocado el rumbo de estas letras: “Compañera, desde este ‘rinconcito’ de África agradecido por su interés de querer divulgar nuestra labor, que no es otra que cumplir con nuestro deber y poner bien en alto el nombre de Cuba. Eso es lo que nos impulsa”. Por la carta apasionada de Kenneth parece que lo van logrando.

Relaciones siempre crecientes

La embajadora nos recuerda que Cuba y Botsuana establecieron relaciones diplomáticas el 9 de diciembre de 1977 (hace 42 años). Desde el inicio estas se han basado en el respeto mutuo, la cooperación y el apoyo recíproco a nivel multilateral. Esa nación siempre ha votado en la ONU contra el bloqueo yanqui impuesto a la Mayor de las Antillas. Entre las múltiples tareas de nuestra misión estatal figuran las relaciones con la Comunidad para el Desarrollo de África Austral (SADC, sus siglas en inglés), dado que la sede de su Secretariado radica en Gaborone, la capital del país.

En materia de cooperación, la funcionaria menciona sectores como la salud, los deportes, y la educación (general y universitaria), ya que incluso en los años 80 del pasado siglo hubo docentes cubanos prestando servicios en escuelas botsuanas. “Ahora, en este 2020, en febrero, se firmó un nuevo memorando de entendimiento para reactivar la cooperación con maestros que impartirán clases de Español y Educación Física, entre otras asignaturas. Nuestro programa de becas también llegó a Botsuana, como resultado del cual muchos jóvenes de este país se han graduado en Cuba de carreras como Medicina, ingenierías, Arquitectura, o Veterinaria”.

Una mención para el apoyo brindado por la Isla a los equipos nacionales de boxeo, atletismo, baloncesto y voleibol, que corrió a cargo de entrenadores, fisioterapeutas y médicos deportivos. Eso fue hasta 2016. Se estaba coordinando para retomar esa ayuda con vistas a los Juegos Olímpicos de Tokio, pero quedó trunco el esfuerzo por la llegada de la COVID-19.

Y es en este escenario, en el que debe de haberse agrandado aún más esa sensación de compañerismo que sintió Kenneth Setimela, la cual lo hizo desbordarse en elogios por nuestra solidaridad, porque su misiva está fechada el 4 de mayo del año en curso. También la embajadora cubana ha dejado constancia en las redes sociales —con mensajes reproducidos por CubaMinre— de su admiración personal hacia esos seres que, sin reparar en calumnias imperiales, siguen jugándosela por los demás.

Así, antes de “conversar” con el doctor Liam, ya había leído sobre su colega María del Carmen Millares Díaz, a quien la diplomática Patricia Pego califica de “una de las heroínas anónimas en la lucha contra la COVID-19”. De ella supimos que es intensivista en el hospital Princess Marina, donde labora hace más de un año, salvando vidas y devolviendo esperanzas. Es también la jefa de la Brigada Médica de Gaborone, responsabilidad que alterna con su desempeño profesional. “Con la sencillez y firmeza que la caracterizan, María del Carmen confiesa que la experiencia en Botsuana ha sido muy buena para su desarrollo personal y profesional, al conocer otro país, con una cultura diferente a la nuestra, otras costumbres y tradiciones”.

Tropa de estetoscopios

Parte de la brigada cubana de Salud en Gaborone, capital el país de África austral. (Foto Cortesía de Patricia Pego Guerra).

El jefe de la Misión Médica Cubana en Botsuana, el doctor Liam Kadel Dunán Cruz, me respondió entrada la noche, no solo por el cambio horario, de seis horas de diferencia, sino por el escaso tiempo para la distracción que supone una entrevista y, aunque desde el primer momento mostró su disposición al diálogo, el necesario “huequito” para explicarnos su labor no aparecía.

Una vez que pudo, y taza de café mediante, según lo imagino, explicó que en su historia “la cooperación médica en Botsuana ha pasado por diferentes modalidades, dígase Programa Integral de Salud (PIS), Colaboración Médica Compensada, y actualmente Servicios Médicos Cubanos (SMC). En estos momentos integran la brigada 82 colaboradores, de entre 29 y 60 años de edad, 44 hombres y 38 mujeres, están representadas todas las provincias del país y el Municipio Especial Isla de la Juventud, tenemos 27 especialidades médicas y tres no médicas (farmacéuticos, electromédicos y rehabilitadores). Ejercen nueve sub brigadas, en nueve distritos nacionales”.

Fornido y atlético —tal como me llegó por fotografía—, este galeno le ha sacado provecho a su complexión física, pues debe repartirse en 1 000 pedazos. Si bien en cada pequeña brigada hay un responsable, velador del cumplimiento de cada una de las tareas y de la disciplina precisa, a su vez todos lo retroalimentan sobre cualquier dificultad que exista con los colaboradores, o con los superintendentes (directores de los hospitales). Después él es quien coordina el trabajo entre, y con, las brigadas, les realiza visitas periódicas y controla la disciplina colectiva.

A pesar de conocer su apariencia, un intercambio de este tipo no permite aquilatar en el entrevistado la cadencia de la voz, los ademanes, o la supuesta tristeza al preguntarle cuáles han sido las enfermedades más difíciles de tratar, y por qué. “En este país hay una muy alta prevalencia del VIH-SIDA, oficialmente se dice que, de la población de 2.3 millones, el 25.4 por ciento (datos del 2011) está infestada, pero en la práctica vemos que es mayor. Enfermedades como la tuberculosis en todas sus formas clínicas y el cáncer en todas sus variantes, tienen gran prevalencia, sobre la base de la inmunodeficiencia (Sida) que padece la población. Es muy llamativo el reto que constituye para nuestros colaboradores enfrentar el cáncer y los tumores en etapas jamás vistas en nuestro país, ya que gracias a los programas que existen en nuestra patria, son detectados tempranamente, lo que no ocurre aquí.

“Otro desafío es la atención a los niños y gestantes, que difiere mucho de lo que ocurre en Cuba, y esto provoca en nuestros colaboradores una sensación de impotencia, pero sobre todo en nuestras pediatras, neonatólogas y obstetras”. Al hablarnos sobre este asunto sensible seguro debe de haber tragado en seco, imaginando cierta complicación en algún pequeño, quizá como el recién nacido de una de las imágenes enviadas a modo de ilustración sobre el desempeño de los neonatólogos.

En cuanto al nuevo coronavirus, nos tranquiliza con “en Botsuana hasta el momento (7 de mayo de 2020) solo se han detectado 23 casos confirmados de la COVID-19, de ellos uno fallecido; sin embargo, nuestros médicos no han estado vinculados directamente a la atención de esos pacientes. De todas formas, sí ha significado un reto mantener sin cambios nuestro trabajo, pues el riesgo es muy alto ya que Botsuana posee relaciones económicas muy fuertes con Sudáfrica (con una muy alta transmisión de la pandemia), existiendo una gran movilización de personas en ambas direcciones de la frontera, a pesar de las restricciones. Todo lo anterior nos obliga a protegernos permanentemente y a pensar que cualquiera que nos rodea puede ser un caso sin detectar”. De modo que nos garantizó cuidados al ciento por ciento, a sabiendas de que los riesgos son similares a los que corre la sociedad botsuanesa, la cual dibuja como “muy tranquila, muy respetuosa en todos los aspectos, muy nacionalista y orgullosa de su historia”.

Pero Botsuana no vive en una urna de cristal; al contrario, es una pieza del conjunto de un continente a donde históricamente los extranjeros han ido casi siempre a expoliar y a robar; primero a sus seres humanos, y luego a sus fabulosos dones de la naturaleza. Y eso lo sabe este médico, formado por los senderos del Che Guevara: “África es de las zonas del mundo de mayor pobreza, desigualdad y carencia. Los africanos están en nuestras raíces, y aunque nuestros esclavos no provenían de esta zona específicamente, siempre se encuentran similitudes, como algunos ritmos musicales, y diferencias, como la inmediatez que nos caracteriza a los latinos para resolver los problemas. Lo más importante es aportarun granito de arena a elevar la salud de la gente”.

Como cubano revolucionario, con alta preparación política, el doctor Liam analiza la situación local desde la perspectiva mundo: “El escenario actual es muy complejo, no acabamos de concientizar que nos estamos destruyendo. Los países más desarrollados emplean la mayor parte de sus presupuestos en armas y no en programas sociales, como la salud. Y eso los vuelve incompetentes e indolentes ante la vida de las personas, lo que ha quedado evidenciado con esta nueva enfermedad”.

Se lee así su compromiso con la humanidad, pero el “gorrión” se le vislumbra cuando confiesa que lo que más extraña de Cuba es “primero a la familia, más en medio de una pandemia, pero con la confianza de que todo saldrá bien, como nos tiene acostumbrado nuestro socialismo. Segundo, nuestro sistema de salud. Es en las misiones [donde] podemos valorar que a pesar de las carencias que tenemos por el bloqueo hemos podido garantizar la salud de la población, con resultados soñados en lugares como este”.

Y gracias a esa determinación él y su grupo se trasladaron tan lejos de casa; esa convicción en el deber es la motivación a darse sin límites para “materializar la idea visionaria de nuestro Comandante en Jefe de ‘llevar un médico a cada rincón oscuro del mundo’, saldar nuestra deuda de gratitud con todos los que a lo largo de la historia nos apoyaron incondicionalmente, desde los mambises hasta la actualidad, y seguir elevando el prestigio humanista de nuestra patria”, nos reitera este joven jefe de la Misión Médica.

Para cerrar, remata con “póngalo ahí, periodista, que ni al pueblo cubano, ni a este le vamos a fallar”. De eso estamos seguros la embajadora Patricia Pego Guerra, la doctora María del Carmen, esta reportera, y muy especialmente Kenneth Setimela, que en español chapurreado nos dejó el sabor esencial de su mensaje estremecedor: “¡GRACIAS!”.

(Tomado de Bohemia)

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