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“El diario de René”: La Fiscalía continúa su cruzada en defensa de los delincuentes

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¿Quién dijo hasta mañana? Hoy es viernes 2 de febrero y a esta hora, 6:32 p.m., me dispongo a iniciar un maratónico fin de semana frente a la máquina de escribir, lo que te puede dar una idea de la semana que he tenido, entre los dos días largos y la cola, para poder continuar con este trabajo. Resulta que la mecanografía se ha convertido en un hobby y, para más desgracia, las horas preferidas de todos parecen ser las de la noche; a pesar de esto trataré ahora de narrarte entre hoy y el domingo los cuatro días y medio que me faltan.

Me quedé en el momento en que Philip iba a comenzar a contrain­terrogar al agente Gianotti.

Philip comienza por lo más dañino, es decir, el informe de un vuelo que yo había hecho cerca de la base de Homestead, para ob­servar si había algún movimiento inusual de medios. Tras establecer que esa había sido mi única actividad de carácter militar, aborda los asuntos del gremio anticastrista en el que me tocó moverme durante mi vida en Miami.

Toca el tema del Movimiento Democracia y hace que el oficial se refiriera a ciertas conspiraciones dentro de esta organización para burlar a las autoridades norteamericanas durante sus andanzas contra Cuba; menciona también algunos planes para sobrevolar La Habana que no llegaron a realizarse. Luego se refiere al problema de las drogas y menciona la acción en la que ayudé a poner fuera de circulación a Tony el Gordo, militante del Partido de Unidad Nacio­nal Democrática (PUND). Pero la Fiscalía objeta el tema con éxito y Philip no pudo continuarlo. Tras señalar algunas actividades terro­ristas combinadas de la Fundación Nacional Cubano-Americana y el PUND, Philip habla de otro personaje nombrado frecuentemente en la evidencia, Héctor Viamontes, miembro del PUND, el segundo sujeto vinculado con las drogas que contribuí a poner a buen res­guardo. Pero de nuevo la Fiscalía continúa su cruzada en defensa de los delincuentes, respaldada otra vez por la jueza. Evidentemen­te no querían sacar a relucir el nombre de este narcocombatiente vertical del gueto.

Philip recuerda después la batalla en la que Basulto se ha en­frascado para culpar al gobierno de los Estados Unidos de com­binarse con Cuba para el derribo de los aviones de Hermanos al Rescate. Repasa seguidamente algunos documentos sobre nuestras actividades en los grupos y los problemas financieros de algunos de ellos. En este contexto lee un reporte mío, previo a la salida de una flotilla, que contaba cómo en esa ocasión Ramón Saúl había advertido expresamente a los pilotos respecto a entrar en aguas cubanas. Aquí Philip le extiende la mano a McKenna de manera brillante al preguntar al agente si había leído en los documentos alguna advertencia similar de Basulto a sus pilotos, todo esto bajo un fárrago de objeciones de la Fiscalía que solo sirvió para que mi abogado hiciera varias veces la misma pregunta.

Tras referirse a una flotilla fracasada –una de tantas, supongo yo– y otras misceláneas relacionadas con estos grupos, el abogado alude brevemente a la simbiosis político-monetaria entre Basulto y Joe Cubas, el agente que se ha hecho millonario robando talentos deportivos de nuestro país; y luego entra de lleno en mi relación con el FBI, que se ha querido presentar como un intento por pene­trar dicho organismo.

Recorre varias etapas de mi colaboración con el FBI, en acciones contra narcotraficantes dedicados a la “liberación de Cuba”. Cita a agentes con los que cooperé y demuestra que, a excepción de casos reales de drogas, yo había rechazado convertirme en un in­formante del FBI. Evidencia el intento de convencerme del último agente que me contactó, así como mi rechazo a reportarle sobre los grupos contrarrevolucionarios, y descarta que yo quisiera acer­carme al Buró Federal de Investigaciones. A las 3:30 p.m. Philip da paso a Joaquín.

El contraexamen de Joaquín es breve y se refiere a un grupo paramilitar de la Fundación, organizado por Roberto Martín Pérez y un tal Andrés Alvariño, así como a ciertos planes que han sido concebidos por algunos terroristas para lanzar aviones sin pilo­to, cargados de explosivos, contra determinadas áreas de Cuba. Seguidamente el abogado trata de abordar una parte de la docu­mentación marcada como omitida, de las que abundan en toda la evidencia presentada por la Fiscalía, pero es objetado insistente­mente por esta con el apoyo de la jueza, que ese día no nos ha dejado poner una.

Joaquín da paso a Mr. Norris.

El defensor de Ramón se refiere al documento en que se pide a Lorient reportar sobre movimientos de tropas relacionados con la invasión a Haití, y demuestra que, efectivamente, se utilizó la fuerza –aludiendo a las declaraciones de un Gianotti que no pierde la oportunidad de decir que la invasión “fue un esfuerzo de las Naciones Unidas lideradas por los Estados Unidos para restablecer la democracia”–. Claro que el propósito de Norris, probar la legiti­midad de la preocupación de Cuba, se cumplió.

Prosiguiendo con el tema haitiano, el abogado se refiere al do­cumento en que se instruye a Lorient sobre las observaciones, todas resultado de la experiencia de la invasión a ese país, que permitirían llegar a la conclusión de que se podría estar fraguando también una invasión contra Cuba. Norris va estableciendo con el agente que cada una de estas observaciones son claramente posibles:

—Entrenamiento de tropas para el combate. ¿No es esta una ob­servación que se puede hacer a simple vista?

—Bueno..., eso depende de si no se entrenan en un lugar cerrado.

—Aterrizaje de bombarderos B-52. ¿No es esta una observación que se puede hacer a simple vista?

—Bueno... ¿Y si aterrizan de noche?

—Incremento de unidades de combate. ¿No es esta una observa­ción accesible?

—Bueno..., si no las esconden en una edificación.

Solo faltó que dijera que un portaaviones era una señal visible, a no ser que alguien lo trajera en el maletero de su auto. Todo esto, ayudado por una barrera de objeciones de la Fiscalía, para terminar con un editorial a propósito del objetivo del trabajo sobre el Comando Sur: “El Comando Sur se hizo cargo del área del Cari­be y Cuba decidió infiltrar completamente la estructura militar del establecimiento”.

A las 4:45 p.m. termina la sesión y al salir el jurado nos queda­mos a discutir un asunto.

Norris quiere completar una parte omitida por la Fiscalía, en la que se explica que el objetivo real del trabajo sobre el Comando Sur es el monitoreo de la influencia que puede tener la mafia de Miami y en especial la Fundación sobre el personal de la instala­ción. Norris apela a una regla que se llama “de completamiento”, aduciendo que la Fiscalía presentó el documento incompleto para evadir este asunto. Mientras tanto, la Fiscalía plantea que ese asun­to no es tan importante y que se incluyó en un párrafo de otro documento. Tras un rato de discusiones, la jueza, que hoy nos ha aplicado la tijera por lo bajo, decide a favor de la Fiscalía.

Joaquín, por su parte, quiere subsanar otra omisión; está rela­cionada con una operación llamada Neblina, que consistía en la vi­gilancia a un terrorista de la Fundación, y que apenas se menciona en la evidencia acusatoria, lo que impide saber de qué se trata. Vale la pena aclarar que cuando la jueza no permite introducir estos completamientos en la evidencia, no está prohibiendo de plano que esto se haga, sino que lo hace para acatar los procedimientos, según los cuales la defensa no debe introducir libremente eviden­cia durante el caso de la Fiscalía, sino durante el suyo. Joaquín le plantea a la jueza que, a juzgar por el comportamiento de la Fisca­lía hasta ahora, él supone que va a recibir una lluvia de objeciones a cualquier documento cuando le toque presentar su caso, y la jueza advierte entonces a la acusación que espera de ella la misma cooperación que hasta ahora ha recibido de la defensa.

Esta vez la jueza acepta los argumentos de Joaquín y le permite que introduzca su parte en el documento. También se informa que por razones de su trabajo, el próximo día martes tendrá que testi­ficar un oficial del Majesty of the Seas, barco crucero desde el cual se pudo observar el derribo de los aviones de Hermanos al Rescate, para, a continuación, concluir el testimonio de Gianotti.

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René González Sehwerert

René González Sehwerert

Héroe de la República de Cuba. Uno de los cinco jóvenes revolucionarios que se infiltró en grupos terroristas que desde la cuna de la mafia anticubana, Miami, organizan impunes sus ataques criminales contra el territorio cubano. Fue condenado a 15 años de prisión. Su causa contó con una enorme solidaridad internacional. Regresó a Cuba en el año 2013.

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