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La Habana a sus 500: Con las grandes obras, y también con las pequeñas y cotidianas

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Nuestra Habana, la de quienes siempre estamos buscándola y nunca cesamos de descubrirla. Imagen: Deny Extremera San Martín.

Han sido años de duro trabajo, meses en que se multiplicó el esfuerzo y días, estos últimos, en que hemos visto hitos arquitectónicos, urbanísticos y patrimoniales de La Habana recobrar su imagen, regresar a la vida de la ciudad junto a obras sociales que también mejoran la vida de sus habitantes.

A 500 años de fundada, La Habana tiene hoy los mismos retos que muchas urbes en el mundo: congestión urbana, insuficiencia de redes técnicas y transporte, contaminación, crecimiento caótico en ciertas áreas, limitaciones en vivienda… Afronta deudas en la planificación urbana, el manejo de los desechos y la disponibilidad de espacios verdes dentro de la ciudad.

Si algo nos deja el impulso restaurador por el medio milenio, además de las grandes obras que pueden ser multiplicadores en los entornos donde se encuentran, es la prueba de que la ciudad puede cambiar para bien, con el concurso de todos, y con la guía de quienes más saben y la quieren más.

Pero hacer y rehacer ciudades -construir, conservar o rehabilitar, urbanizar- requiere inmensos recursos financieros, materiales y humanos. Tomará tiempo cubrir los vacíos urbanos, recuperar lo deteriorado que aún podemos recuperar, lograr que La Habana sea la ciudad amigable, sostenible e inclusiva que muchos queremos y todos necesitan, aun cuando a veces no estén conscientes de ello.

Hay quienes hace muchos años piensan, estudian, proyectan la ciudad del siglo XXI. Pero en lo que llegan y se concretan los grandes proyectos e inversiones, los grandes desarrollos, la alternativa puede ser un urbanismo más flexible, adaptativo y participativo, que ponga en valor los espacios, infraestructuras y grandes contenedores (almacenes, viejas fábricas, solares…) en desuso y los active en iniciativas sociales, culturales, artísticas y económicas que se conviertan, a su vez, en dinamizadoras de la vida en la urbe. Sin grandes inversiones, y en toda la geografía habanera.

Ejemplos en La Habana no faltan, desde la exitosa Fábrica de Arte hasta los almacenes del puerto convertidos en centro cultural y mercado de artesanía, centros comunitarios, galerías y talleres o sitios de creación.

Escuchemos a los urbanistas cuando insisten en el concepto de “crear ciudad”. Una ciudad no es una mera aglomeración de casas ni se construye con parches urbanos… Es necesaria infraestructura social, de transporte y servicios, entretejida con una lógica que haga más fácil y armónica la vida de sus habitantes.

Es tiempo de pensar más en soluciones que prioricen la innovación y el uso más eficiente de las nuevas tecnologías en la gestión de la ciudad; implementar más soluciones de transporte efectivas y sostenibles; reconectar adecuadamente con la urbe los amplios espacios verdes de la periferia para que se inserten orgánicamente en la vida habanera; abrir más espacios verdes dentro de la trama citadina; potenciar las fortalezas que tiene en sí la ciudad e impulsar las industrias creativas, que tanto pueden aportar a la economía de la capital.

No busquemos una ciudad seria y retraída, porque no lo será nunca. No perdamos la “maravilla ruidosa” de nuestra comunicación, las escenas de pescadores en la bahía, las sábanas en los balcones y los vecinos que hacen parte importante de sus vidas en la calle poco transitada del barrio, entre juegos de niños y mesas de dominó. Pero, como ciudadanos, respetemos el espacio público, que es de todos, y el ámbito sonoro colectivo. Alejemos de La Habana la vulgaridad y la agresión al espacio de los demás. Porque la ciudad es también su gente.

No más árboles cortados. Por el contrario, sembremos más. No más ómnibus peligrosamente desbocados por la ciudad en hora pico. No más calles “arregladas” con negligencia e indiferencia rayanas en el delito. No más servidores públicos -y al final casi todos lo somos- sin conciencia ni vocación para el servicio y que, encima de maltratar a sus conciudadanos, medran inmoralmente (y con impunidad). Hay, también, que cambiar mentalidades.

Respetemos las regulaciones y códigos urbanos -tanto ciudadanos como empresas e instituciones- al construir o adicionar a lo ya construido. No más pinturas de colores que borran los valores arquitectónicos de edificios.

Comprendamos que todo lo invertido inteligentemente en la ciudad tendrá un valioso retorno en su economía, su imagen y su valor, en la vida de quienes la habitan. Una vez más, recordemos la frase lapidaria de Mario Coyula: “La ciudad cuesta, pero vale”.

Una ciudad más moderna y conectada, con mejores infraestructuras, que valore y conserve su patrimonio, que impulse la economía del conocimiento y las industrias creativas -para las cuales hay mucha capacidad, talento y conocimiento aquí, y que no requieren grandes inversiones-; que cuente con más espacios verdes, promueva y expanda la sostenibilidad y el uso de energías limpias, estará en mejores condiciones para asegurar el bienestar de sus habitantes y atraer inversiones y visitantes de todo el mundo.

La Habana tiene las ciencias y las artes, la cultura que sale de sus calles y academias, original desde sus raíces y en la fusión y renovación de lo asimilado. Es ciudad de mucha historia, de un notabilísimo patrimonio construido y de un halo casi mítico para personas de todo el planeta. Puerto de entrada a Cuba de sonidos y letras e influencias, y de salida al orbe de todo lo cubano.

Una ciudad -decía su Historiador esta semana al inaugurar el Castillo de Atarés restaurado- “sin la cual no se puede escribir la historia del mundo contemporáneo”.

Hemos tenido el privilegio de contar por muchos años con uno de los cubanos más universales y perseverantes que ha dado esta tierra en las últimas décadas, quien de tanto amar y hacer por Cuba y La Habana, por su patrimonio y su cultura, y por su gente, se ha ganado el reconocimiento mundial. Hemos tenido a Eusebio Leal, y detrás de él, y junto a él, una estructura restauradora que no solo se concentró en la conservación y la rehabilitación patrimonial, sino también en lo social y lo cultural, en la innovación y en la inclusión ciudadana, en el fomento de las buenas prácticas.

Pero La Habana es más grande. No es ciudad ni problema de uno o unos pocos. No es solo La Habana Vieja. No basta el empuje de la Oficina del Historiador y su red de instituciones y apoyos. Comprendamos que la ciudad se hace, se conserva y sigue creciendo, con las grandes obras, pero también con las pequeñas y cotidianas. Y esas nos atañen a todos.

Nuestra Habana, la de quienes siempre estamos buscándola y nunca cesamos de descubrirla; bella, vital aunque vetusta en portales y fachadas y largas columnatas; paciente, que nos espera de ojos despiertos, espíritu benévolo, ánimo hacendoso... Ciudad mujer, tan femenina en las honduras de su bahía como en la brisa marina de sus noches.

Tan altiva aunque a veces la descuidemos. Tan azul y tan clara aun entre la pátina y el hollín. Tan recatada aunque escuche improperios. Tan frágil aunque resista, tan poética y estoica. Tan de todos los cubanos. Con tantos retos, y tantas posibilidades, y tantos años por venir.

Se han publicado 5 comentarios



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  • otraopinion dijo:

    Positivo, y hace falta que ese mismo cambio y con igual espiritu lo asuma con urgencia la Agricultura en y con la ciudad capital, que lleva meeeeses desabastecida. Vivimos de anuncios, eventos, ferias, experimentos, estadísticas seleccionadas, promesas e inversiones que ahora comienzan y prometen para el futuro... o esperando un huracán o los impactos ciertos del bloqueo para justificar todas las limitaciones. Mientras, los agromercados permanecen pelados, con dos o tres productos de pésima calidad con precios de primera. Con una red de traficantes de productos, revendedores, manipuladores de la contabilidad y las mermas, carretilleros y otros especímenes que controlan lo que pagamos y lo que comemos. Su interés es producir dinero y no productos y parece una trama inaccesible o intocable, que no está verdaderamente al servicio del pueblo. Para agosto se anunció un cambio en el sistema de comercialización en los agromercados, seguimos esperando. Los organopónicos continúan en baja, sin fuerza de trabajo suficiente, sin sistemas de pago estimulantes y sin la tecnología y los insumos que hacen falta para producir en cantidad y con eficiencia (casas de cultivo, riego controlado, etc.)
    No basta con decir que la Agricultura en la capital es eficiente porque produce el 17% de los alimentos que consume la ciudad en el 4% de la tierra. Hay que decir qué es lo que produce, qué es lo que no produce y cómo se vende y en qué medida el aparato del Ministerio, la delegación provincial, los grupos empresariales, etc. satisfacen la demanda de la población, el turismo, los destinos sociales, etc. Como mismo fue posible el gigantesco esfuerzo para levantar La Habana en obras por el 500, tiene que ser viable resolver de una vez el problema de los suministros agrícolas, los servicios comunales, el transporte y otros puntos que siguen o vuelven a estar en foco rojo. Atender esto es estratégico para el país y para La Habana, ahora mismo. Gracias.

  • Jorge Luis Rojo Mora dijo:

    Qué linda La Habana de 500 años.
    Amanece el día 16 de noviembre de 2019, lluvioso, invernal. La televisión de Cuba y el Mundo transmiten las calles ensangrentadas en Bolivia y Chile, nos conmueve ver a los que no pueden tener una Habana, que hace más de 60 años escogimos un camino, que ya no tiene una Habana insegura, de disparos, bombas, sirenas y carros persiguiendo a nuestros hijos, hermanos.
    ¡Qué linda la Habana de todos los cubanos! Así el despertar de los que la vida les impide disfrutar esa obra que algunos no creían que era cierta. El júbilo no pudo transmitirlo la televisión pero amanecemos con llamadas: ¡cientos de personas se olvidaron de la lluvia y permanecieron en el malecón habanero! ¡Kioscos con comida, carritos con helado, sobraba la bebida, música que arrastraba las piernas! ¡Qué fiesta de pueblo unido la de esta noche –madrugada! ¡Sorprendió a la mayoría de los presentes el colorido del cielo con los fuegos artificiales! ¡No eran ametralladoras disparando ni un escenario luminoso, privilegio de las clases pudientes! ¡Todos nos sentimos iluminados, como aquel Primero de Enero de 1959! Por un momento tienes los suspiros de quien no pudo estar allí, no importa, sigo sintiéndome allí.
    Vuelvo a lo que fue nuestro pasado. La televisión no es culpable al detener este ratico de felicidad: El orden policial y el ejército reprimen y masacra a los hermanos bolivianos, chilenos, estremece la democracia que antes tuvo Ecuador: Médicos cubanos, salvadores de vidas humanas, son detenidos injustamente; personal de la Embajada de Estados Unidos participan en las detenciones; en el aire de la noticia las pruebas; al descubierto están las mentiras: el Golpe de Estado a Evo lo preparó y dirigió directamente la CIA, otro servidor a los golpes militares, la OEA, las clases que no hicieron nada por esos pueblos.
    ¡Habana! ¡Cómo disfruto esta tranquilidad y desarrollo aunque nos apriete el bloqueo y crean que las amenazas nos hará temblar! El Orden Interno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias protegen y comparten la alegría en estas festividades por el 500, porque todos somos pueblo al decir de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, hoy más que nunca presente en su acompañamiento a la obra de la Revolución a pesar del casi tercer aniversario de su partida física.
    ¡Aquí no se rinde nadie¡ Y doce millones de cubanos respondemos con una palabrota ¡……!
    Jorge Luis Rojo
    (Periodista jubilado, NO retirado)

  • melvis dijo:

    Precioso artículo periodista. Faltan acciones y de eso hay que escribir mucho más, divulgar, ejecutar. La verdad no hacen falta tantos recursos porque lo que avergüenza no es la pobreza ni la falta de recursos, lo que duele es la desidia, la chapucería, la falta de planes conjunto y exigencia, y supervisión para que queden bien las cosas, lo que duele es La Habana "medieval" que subsiste en medio de tanta belleza.

  • Ernesto dijo:

    Y ¿Como lograrlo? no tengo varita mágica pero hay que buscar por todas las vías la forma de engendrar amor y respeto de los cubanos por La Habana, sus gentes (y no solo por la Habana, por todo el bien que se haga en nuestra isla).

    Sigo pensando, que la Escuela como institución del Estado, (desde el Círculo Infantil hasta la Universidad) debe convertirse en la fuente de valores morales y principios éticos del ciudadano y con esto no quito importancia capital a la FAMILIA en la creación de valores, pero es la Escuela la que puede afianzar y profundizar en los valores universales del hombre y por ello se necesitan mejores educadores y pedagogos, mas cultos y preparados intelectualmente y sobre todo con una dosis inmensa de AMOR por la niñez, la juventud y la adolescencia, porque es en estas etapas donde se moldea y abrillanta el barro y la piedra bruta.

    Y si de pequeñas cosas resolver o mejorar, listo algunos ejemplos:,

    Se impone prestar atención al cuidado y construcción de ls aceras y contenes por donde debe transitar el peatón (no por las vías vehiculares haciendo brutal y peligrosa competencia a los vehículos automotores en presencia impasible y permisible incluso de los agantes del orden público). Es muy positivo prestar atención a la restauración de las edificaciones patrimoniales y otras, pero con aceras rotas y contenes despedazados es como vestir con el mejor traje de gala y calzar zapatos rotos.

    Arbol que se tale en los espacios públicos debe sustutirse por otro de inmediato y si no se puede al menos eliminar el tocón o pedazo de tronco que muchas veces queda como "objeto museable de la vía pública".

    Prohibir la "construcción de chinchales" por particulares hechos con lo que aparezca, que algunas veces se emplea incluso como vivienda y que en casi todas la ocasiones son ilegalidades permitidas por los gobiernos municipales, que por demás afean el entorno citadino y en muchas ocasiones molestan a los trnseuntes y vecino impúdicamente.

    Prohibir la rotura de calles o vías públicas por particulares, que se ejecutan por estos bien sea para para, por ej. mejorar o reparar la toma de agua al interior de viviendas o para toma de agua ilegal no autorizada por Aguas de La Habana.

    Podría enumerar muchas mas pequeñas cosas que deberían tenerse en cuenta para hacer mejor y mas culta nuestra Capital y nuestras ciudades y pueblos.

  • pedro garcía dijo:

    Un excelente artículo muy bien elaborado y presentado. Lamento que mi comentario quizá ensombrezca la calidad del artículo pero aún me cuesta trabajo creer lo que se dice que sucedió en el Mercado de Cuatro Caminos y espero que los medios informativos, el Gobierno de la provincia o alguien informe oficialmente para no tener que escucharlo y verlo por las redes.Como siempre pasa, tenemos que enterarnos por los comentarios callejeros o por las agencias extranjeras. De ser cierto ese repugnante incidente demuestra la gravísima situacion que presenta nuestro país, o al menos en la Capital,la ausencia de educación formal, lncivilidad que reina en todas las calles de La Habana y el irespeto y falta de valores éticos que subyace en grandes estratos de la población capitalina. Acabamos de cumplir 500 años y en medio de los festejos se produce este bochornoso espectáculo. Las fuerzas del orden tienen que ser más enérgicas en estos casos, sin llegar a extralimitarse, hay que imponer el orden porque de lo contrario la delincuencia nos ganará las calles.

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Deny Extremera San Martín

Deny Extremera San Martín

Periodista de Cubadebate. Ha trabajado en Radio Reloj, Casa de las Américas y otras instituciones y proyectos periodísticos.

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