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Pedagogía Martiana

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La sensibilidad ética y la vocación hacia la acción revolucionaria concreta presentes en Martí lo lleva a concebir la educación como una vía esencial para el mejoramiento humano y para alcanzar la felicidad junto a la búsqueda de lo que él llamó el equilibrio entre naciones e incluso entre las facultades emocionales y las intelectuales de cada hombre.

Martí recibió de sus antecesores, en especial de Luz y Caballero, a través de Mendive, el principio de que el pensamiento científico ha de abordar los hechos reales y concretos de la abstracción encaminada a establecer relaciones con otros hechos. Se intentaba así descubrir las posibilidades de promover y orientar la conducta del hombre para, en el ejercicio de su libertad creadora, forjar la cultura. Para estos maestros, la comprobación o confirmación definitiva estaba en el resultado alcanzado, es decir, de lo que se observaba a través de la práctica humana, en ese caso considerando la educación como práctica sensible humana.

José Martí es la expresión más alta de todo este legado cultural. Entre las numerosas facetas de su pensamiento ocupan un lugar destacado sus ideas sobre la educación y sobre la formación de los jóvenes vigentes en la colosal obra educativa, y cultural en general, de la Revolución cubana.

Cuando asumí, por decisión de Fidel Castro, en enero de 1959 la dirección del Ministerio de Educación escogimos la célebre sentencia del Apóstol, Ser culto es el único modo de ser libre, para guiar el trabajo que recién iniciábamos. Es preciso extraer todas las consecuencias que se derivan de ese pensamiento clave de Martí.

En sus largos años de emigrado ejerció como maestro en varias ocasiones, lo hizo en Guatemala, en Caracas y también en Nueva York y se refirió al tema de la educación y la pedagogía en varios de sus artículos y escritos. Más su obra en este terreno no se limitó a ello sino que toda su vida revolucionaria estuvo volcada hacia la prédica y la enseñanza, desde la tribuna y con la pluma, para contribuir a la elevación de la conciencia patriótica y a la movilización de voluntades a favor de la independencia de Cuba. Incluso, la Revista "La Edad de Oro" la concibió como un medio de llevar a los niños de Nuestra América el conocimiento de la historia y de la cultura de sus pueblos y de otras regiones del mundo. Con estas conmovedoras palabras presenta su primer número: Para que "sepan como se vivía antes y se vive hoy en América y en las demás tierras; (...) para que cuando el niño vea una piedra de color sepa por qué tiene colores la piedra, y que quiere decir cada color (...) y les diremos lo que se sabe del cielo, y de lo hondo del mar y de la tierra (...) porque los niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo."

En fecha tan temprana como 1878, en Guatemala, afirmó "Hombres recogerá quien siembra escuelas". De aquí su insistencia en que el contenido de la educación se correspondiera con la época y con los problemas que debía enfrentar el hombre de Nuestra América.

En el periódico La América en 1883, en un artículo titulado "Educación Científica" expuso estas ideas: "Que se trueque de escolástico en científico el espíritu de la educación; que los cursos de enseñanza pública sean preparados y graduados de manera que la enseñanza primaria hasta el final y titular, la educación pública vaya desenvolviendo, sin merma de los elementos espirituales, todos aquellos que se requieren para la aplicación inmediata de las fuerzas del hombre a las de la Naturaleza. Divorciar al hombre de la tierra es un atentado monstruoso (...) A las aves, alas; a los peces, aletas; a los hombres que viven en la Naturaleza, el conocimiento de la Naturaleza, esas son sus alas."

Siempre preocupado por una educación que no preparaba al hombre a vivir en su medio ni en consonancia con su tiempo postula:

"El remedio está en cambiar bravamente la instrucción primaria de verbal en experimental, de retórica en científica, en enseñar al niño, a la vez que el abecedario de las palabras, el abecedario de la Naturaleza."

En el artículo titulado "Escuela de Electricidad", en noviembre de 1883, aparece ya una concepción educacional que nos parece concluyente:

"Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida."

Y coronando estas ideas, encontramos como elemento esencial y recurrente el propósito de que esa enseñanza para el hombre y por el hombre sirva de sustento al desarrollo soberano de nuestros pueblos. "El hombre crece con el trabajo" de ahí que "quien quiera pueblo ha de habituar a los hombres a crear".

Pero todo este esfuerzo formador no daría los frutos deseados si no está regido por principios éticos que permitan poner rienda a la fiera que todo hombre lleva dentro de sí.

La idea martiana del equilibrio del mundo como toda su cosmovisión fundada en la integridad de los diversos órdenes de la realidad, procede de su concepción del equilibrio en cuanto ley matriz esencial que rige tanto para la naturaleza, el espíritu, el arte, la ciencia, la economía, las relaciones sociales y la política. Y como esta síntesis sólo es posible alcanzarla a escala social con una cultura volcada hacia la acción, José Martí la llevó al terreno de la educación y la política práctica.

Situar como aspecto central de su concepción filosófica la práctica de enseñar y mejorar al hombre está a tono con las más rigurosas concepciones científicas de nuestras ideas filosóficas. Nada del "reino de este mundo" estaba para los maestros cubanos fuera de la naturaleza, la que era sometida al más riguroso examen por el pensamiento científico y filosófico. En la primera mitad del siglo XIX esto llevó a la cultura filosófica -subrayo filosófica- del país a una escala espiritual y científica superior a la de Europa y Estados Unidos de esa época.

Toda esta cultura pedagógica presente en el pensamiento martiano y que él aspiraba a concretar en la República independiente con todos y para el bien de todos constituye el fundamento de nuestra acción educacional de hoy empeñada en alcanzar una cultura general integral y forma parte del patrimonio intelectual de los pueblos que integran lo que él llamó Nuestra América.

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Armando Hart Dávalos

Armando Hart Dávalos

(La Habana, 13 de junio de 1930 - La Habana, 26 de noviembre de 2017)
Destacado intelectual y político cubano; ferviente estudioso del pensamiento y la obra de José Martí, el Héroe Nacional Cubano. Integró la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, desde su fundación en 1955 y tras el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista fue designado como Ministro de Educación del gobierno revolucionario cubano. Al crearse el Partido Comunista de Cuba en 1965 fue elegido miembro de su Comité Central y de su Buró Político. Fue designado Ministro de Cultura desde la apertura de dicho ministerio en diciembre de 1976 hasta abril de 1997, en que fundó y pasó a dirigir la Oficina del Programa Martiano, adscripta al Consejo de Estado y la Sociedad Cultural José Martí.