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El Che sigue naciendo

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CARACAS.-Recién llegados de La Habana para asistir al Foro Social Mundial, vemos por televisión la ceremonia de ascenso presidencial de Evo Morales, en Bolivia. Arremolinados en el lobby del hotel, los comentarios y las emociones se desatan. Arleen Rodríguez,  periodista de la Mesa Redonda, recuerda que en este 2006 se cumplirán 40 años de la llegada del Che al altiplano boliviano y que un indio al frente de los destinos de ese país nos dice, sencillamente, que el "Che sigue naciendo".
Arleen se refiere a las palabras de Eduardo Galeano, ese texto precioso -"El Nacedor"- que casi puede citar completo de memoria: "¿Por qué será que el Che tiene esta peligrosa costumbre de seguir naciendo? Cuanto más lo insultan, lo manipulan, lo traicionan, más nace. Él es el más nacedor de todos. ¿No será porque el Che decía lo que pensaba, y hacía lo que decía? ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en un mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen?"
"Sí", dan ganas de contestarle a Galeano, y añadir: también, porque cuando el Che instaló su  campamento en Santa Cruz en noviembre de 1966, confiaba en el ser humano, más allá de lo que pareciera desmentir la realidad. Hasta que él llegó a Bolivia, se podía dudar que haya personas capaces de pelear por los otros, hacer una revolución, alcanzar el poder, abandonarlo todo y comenzar de nuevo. En el camino que va desde Santa Cruz hasta La Higuera, cada piedra confirma que tal cosa no solo es posible, sino multiplicable.
Contra todos los presagios, el Che confiaba en el indio. Sabía que no tiene nada, pero lo es todo en Latinoamérica. Contaba con el hecho de que los pueblos indígenas habían derribado a no pocos déspotas, aunque nunca habían logrado gobernarse a sí mismo desde 1492 -hasta este lunes. El Che estaba convencido de que la población originaria latinoamericana, que ha sufrido más que ninguna y ha resistido siglos de genocidio social y cultural, tendría también su hora de justicia en este mundo. Si no, ¿cómo era posible que después de tanto sufrimiento ese universo indio mantuviera intacta su esperanza?
Evo Morales, aymará de 46 años y pastor de llamas, futbolista y trompetista, campesino cocalero y líder social que ganó las elecciones de su país con más del 50 por ciento de los votos, acaba de rendirle uno de los honores más hermosos y justos que se le hayan hecho nunca al guerrillero argentino. Será muy difícil olvidar que, cuando recibió la banda presidencial, lo primero que hizo Evo fue pedir un minuto de silencio para recordar a los suyos: a Manco Inca, a Túpac Katari, a Túpac Amaru... Y a Ernesto Guevara, que en el gesto del Presidente indio de Bolivia otra vez estaba naciendo.

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Rosa Miriam Elizalde

Rosa Miriam Elizalde

Periodista cubana. Vicepresidenta Primera de la UPEC y Vicepresidenta de la FELAP. Es Doctora en Ciencias de la Comunicación y autora o coautora de los libros "Antes de que se me olvide", "Jineteros en La Habana" y "Chávez Nuestro", entre otros. Ha recibido en varias ocasiones el Premio Nacional de Periodismo "Juan Gualberto Gómez" y el Premio Nacional "José Martí", por la obra de la vida. Fundadora de Cubadebate y su Editora jefa hasta enero 2017. Es columnista de La Jornada, de México.