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¡No jodan…!

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Cubadebate

 

El señor secretario de relaciones internacionales del PP, Jorge Moragas, es, como dicen proverbialmente los españoles,  un soberbio gilipollas.

 

Fue a Miami. Allí se reunió con algunos "insignes" representantes de la mafia de origen cubano y no ocultó a la prensa  su objetivo de  coordinar esfuerzos para  subvertir el orden  interno en la isla y acelerar "la transición en Cuba" (¡Qué casualidad!: el mismo propósito declarado de la administración Bush.)

 

Vino una primera vez a La Habana. Intentó burlarse de las autoridades cubanas al comprar una visa de turista y desembarcar  publicitariamente aquí como el "gran político", cuando en definitiva lo que hizo fue un triste papel   al convertirse en otro "mameluco" para  cumplir la misma misión política que contra Cuba han experimentado con checos, uruguayos, polacos y otros lamebotas del imperio.

 

 Bueno, qué se podía esperar, si los patrones de Moragas han sido peores "cabritos". ¿O acaso se olvida que allí mismo en la calle Génova de Madrid, después de haberlos considerados como "invitados especiales", el caballerito Aznar posó gozoso ante la prensa con dos siniestros personajes del terrorismo en el hemisferio occidental, es decir, con los señores Jorge Más Canosa y José Antonio Llama, este ultimo encargado de las gestiones ante el gobierno de Aznar y el Partido Popular de todo el concubinato con Miami?

 

 "Toñín" Llama, íntimo de algunos dirigentes del PP, fue mercenario de la brigada 2506 que desembarcó en Bahía de Cochinos y era nada más y nada menos que dueño del yate detenido por las autoridades norteamericanas en Puerto Rico con un comando terrorista a bordo, cuando se dirigían hacia la Isla Margarita, Venezuela, para asesinar al presidente Fidel Castro en ocasión de la VII Cumbre Iberoamericana.

 

No es de extrañar que la arrogancia de estos ilustrados de la neogusanada española rebase cualquier límite. Si la palabra Cuba o Fidel  transforma a los jerarcas de la política yanqui en una jauría de feroces lobos aullando, a los "aznaritados"  los convierte en unos "rebullones" sedientos de escándalos que complazcan en Washington.

 

Es evidente que después perder el gobierno, a los dirigentes del PP les  hacía falta  tensar la cuerda en las relaciones bilaterales  con Cuba para tratar de que no puedan ser movidas ni un milímetro. Y he ahí la gran idea de los neogusanos españoles: crear un forzado incidente. El gilipollas lo provocaría deliberadamente al anunciar que acudiría a la isla caribeña para apoyar a los "disidentes" y que lo haría como turista, sin pedir visado.

 

 Es así  como quiso venir la segunda vez. El "pinche"  Jorge Moragas sabía que no le íbamos a bajar la cabeza  ante una flagrante violación de las leyes del Estado cubano, aunque su prepotencia le hizo pensar que estaríamos indemnes como indígenas ante su avalancha colonial y que de cualquier manera sacaría ventaja de su  grosero acto injerencista.

 

Eso explica entonces la reacción neogusana, evidentemente concebida de antemano, levantando la bandera de una supuesta  ofensa al pueblo español y así presionar  a la actual administración española. Y todo esto acompañado de los titulares sensacionalistas: "Atentado contra las libertades", "Afrenta de Castro", "No cabe dialogo con los que silencian los derechos humanos", etc. Una verdadera pantomima "aznarizada". ¡Qué bien!

 

Hubo quien desde la dirección del PP catalogó el hecho de afrenta por haberse desairado la autoridad de un diputado del pueblo español.

 

Cuando leí tanta canallada, mi primera reacción es la que le puse de título a esta nota, porque es emblemática la hipocresía y la doble moral que hemos constatado muchos cubanos durante el gobierno del Partido Popular español.

 

En lo personal, resulta que además de periodista, soy diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, el parlamento cubano. Unos meses antes de las elecciones españolas, estando todavía el "caballerito del bigotico" en el poder, fui invitado por una organización sindical, reconocida como un gremio de los periodistas en España, para presentar junto a mi colega Arleem Rodríguez Derivet el libro El Camaján, que describe precisamente la catadura moral de los personajes que Moragas y compañía tratan de presentar como "luchadores".  Ese libro es una prueba documental sobre  cómo esas personas son en realidad mercenarios que hacen de la disidencia un modo de vida con el dinero que le suministran los yanquis y que también les daba por ese entonces el gobierno de Aznar.

 

Como parlamentario, el MINREX cubano tramitó en varias oportunidades ante la representación española de Aznar la solicitud  de mi visa, recibiendo siempre a cambio el silencio. Yo mismo le dirigí una carta al embajador con los documentos pertinentes de que iba a presentar un libro única y exclusivamente. Horas antes de que se me entregara la visa española, recibí en la Asamblea Nacional una llamada telefónica del consejero político de dicha misión diplomática donde "cortésmente" se me advertía que la visa era otorgada solamente para presentar el libro.

 

Durante nuestra estancia en España estuvimos en el país Vasco, en un momento de amplio debate entre el gobierno de Aznar y Batasuna, declarado ilegal por la administración aznarita. Si tuvimos que aclarar en todas nuestras exposiciones que el libro que estábamos  presentando no se  podía comercializar y rehuimos constantemente  hablar de la situación interna de España porque sería una injerencia, me pregunto ¿Qué hubiese ocurrido si en ese momento un parlamentario  y una destacada periodista cubanos hubiesen sostenido encuentros con miembros de Batasuna? A buen entendedor, pocas palabras.

 

Lo más simpático del gilipollas es que el propio Moragas revela un hecho significativo. La islita acosada, que no tiene "libertades", que no tiene "derechos humanos", se puede visitar por cualquier ciudadano europeo sin necesidad de visa, rentar un auto en el propio aeropuerto y el turista ir adonde se le antoje y hablar con quien quiera hablar, siempre que su propósito no sea violar las leyes del país, subvertir el orden interno y mucho menos pretender crear el "show político" para desacreditar a la Revolución ante la opinión pública.

 

Un cubano no tiene esa posibilidad de cara a ningún país de la Unión Europea. Y son miles los que no pueden viajar ante los obstáculos y la  negativa de visado por parte de esos países.

 

Cuento esta historia porque me parece que lo más inaudito de  esta provocación de un dirigente del PP español, que tuvo además pública alevosía y premeditación,  es que todavía hubo quien pretendió pedirle moderación a Cuba, como si el  agravio del señor Jorge Moragas no hubiese sido mayor para la nación caribeña al venir a La Habana con el deliberado propósito de ultrajar la dignidad nacional del pueblo cubano.

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Lázaro Barredo

Lázaro Barredo

Periodista cubano. Fue director del diario Granma y coator del libro "El Camaján". Ahora trabaja como periodista en la Revista Bohemia.