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La hipótesis de Goering y las elecciones del 2004

Por: Max Castro
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Las comparaciones de los crímenes nazis con atrocidades contemporáneas se han usado hasta el abuso, siempre de manera hiperbólica y finalmente de forma odiosa.  Ya se aplique a regímenes derechistas o a militantes islámicos, tales comparaciones tienden a distorsionar y a convertir en banal ese mal histórico mundial y muy específico que fue el régimen nazi.

Los nazis pertenecen a una clase singular cuando se trata de crímenes contra la humanidad.  Sin embargo, los nazis no eran solamente unos criminales genocidas; eran también políticos astutos.  Hitler no llegó al poder solamente por medio de la violencia de sus camisas pardas.  Hitler ganó unas elecciones.

Hasta dónde llegaba el conocimiento popular alemán y su complicidad con los peores crímenes de los nazis, la política de exterminio de judíos, gitanos y otros blancos es asunto de un fuerte debate histórico.  Lo que apenas puede cuestionarse es el considerable nivel del apoyo masivo para el extremo nacionalismo de Hitler y para sus guerras de agresión, en especial durante los primeros años, cuando la blitzkrieg alemana arrasaba con todo a su paso.

Si los nazis fueron políticos así como asesinos y no dominaron solamente por la fuerza, sino también por el consentimiento, ¿cómo lograron ese consentimiento?  En particular, ¿cómo obtuvieron apoyo para la guerra?  Durante los juicios de Nuremberg, el líder nazi Hermann Goering presentó una hipótesis de cómo se fabrica el apoyo a la guerra bajo cualquier régimen.

…la gente no quiere ir a la guerra… Pero… son los líderes del país quienes determinan la política y siempre es sólo un asunto de arrastrar al pueblo, ya sea en una democracia o en una dictadura fascista o un parlamento o una dictadura comunista.  Se diga o no, a la gente siempre se le puede atraer para que haga lo que los líderes desean.  Es fácil.  Lo único que hay que hacer es decirles que están siendo atacados y denunciar a los pacifistas por su falta de patriotismo y por exponer al país a un peligro mayor.  Funciona en todos los países.

Por tanto, lo que llamamos la "hipótesis de Goering" tiene una amplia aplicación, pero no llega a ser una ley universal.  Ha funcionado en distintos regímenes en diferentes épocas y lugares.  Ciertamente funcionó en Alemania.  Los nazis, con sus enormes ejércitos y poderosos aviones y tanques, justificaron la invasión a Polonia (que tenía una gallarda caballería para defenderla) que inició la Segunda Guerra Mundial al aducir una amenaza de agresión polaca.

Pero, ¿no funciona igualmente bien en todos los países, como aseguraba Goering?  En la actualidad no parece funcionar muy bien en muchos países, en especial en países que han experimentado la destrucción de la guerra en su propio suelo.  Tony Blair y José María Aznar no pudieron arrastrar a su pueblo para que apoyaran la guerra, a pesar de que hicieron su mejor esfuerzo.  Sin embargo, los dos líderes de todas maneras se unieron a la guerra norteamericana en Irak -a pesar de una enorme oposición pública en el Reino Unido y España.  Cuando los terroristas atacaron a España en represalia, el pueblo español no cerró filas con el partido de la guerra; lo castigaron por haber inmiscuido al país en un injustificado y costoso conflicto.  Blair, con una débil oposición, salió mejor, pero ha pagado un alto costo político por su participación en Irak.

A medida que la elección presidencial entra en su recta final y la guerra de Irak se convierte en el tema principal de discusión, la pregunta parece ser la siguiente: ¿Se aplica la hipótesis de Goering a Estados Unidos en el 2004?

Es preocupante que la mayor parte de los hechos parecen encajar en el guión de Goering.  La administración Bush ha aguijoneado sin descanso hacia el pánico al pueblo norteamericano para que apoye una guerra innecesaria, al asociar engañosamente un ataque real (11/9) y una real amenaza (de los jihadistas islámicos) con un país que no tuvo nada que ver con los ataques, no representaba una verdadera amenaza y era hostil a los radicales islámicos.  Fue un ejercicio maestro de "temor y desvío".

Ahora, cuando la oposición política denuncia la locura y falsedades tras la guerra, Bush y todos los hombres del Presidente denuncian a John Kerry como socavador del esfuerzo de guerra.  En perfecta armonía con la fórmula de Goering para enfrentar a lo que el líder nazi llamó despectivamente "pacifistas", los seguidores de Bush sugieren que el candidato demócrata no defendería vigorosamente al país y por tanto alentaría a los terroristas a atacar.  En efecto, la campaña de Bush despliega fielmente la fórmula de Goering cuando advierten que la elección de Kerry traería como resultado "exponer al país a un peligro mayor" que una victoria de Bush.

La actual elección será una fuerte prueba para la hipótesis de Goering, tal como se aplica a Estados Unidos, porque la situación en Irak es una debacle tal que sólo otra exitosa utilización de la táctica de temor, desvío y denuncia -esta vez con John  Kerry y los demócratas como el blanco que debe ser denunciado y destruido- puede explicar el continuo apoyo del público a Bush.

La fuerza de esta táctica del miedo y el odio, que las encuestas indican que están funcionando a favor de Bush, puede medirse por la realidad contra la que está funcionando.  El número de soldados norteamericanos muertos en Irak se está acercando a 1 100 y el Secretario de Estado Colin Powell reconoce que la insurgencia está creciendo.  Un importante general norteamericano dice que se necesitan más tropas, en un momento en que las fuerzas norteamericanas están sobre extendidas.  El proceso para organizar las elecciones de enero de 2005 ni siquiera ha comenzado.  El Secretario de Defensa Rumsfeld dice que la elección será imperfecta, ya que muchas áreas del país están bajo control de los insurgentes.  Rumsfeld también declaró que para que Estados Unidos pudiera declarar que Irak es un éxito y retirarse el país no tiene que estar pacificado, porque nunca ha estado en paz.  Uno de los más importantes generales iraquíes de la Guardia Nacional ha sido arrestado por complicidad con la resistencia.  Un estudio por parte del Ministerio de Salud iraquí ha descubierto que los militares de EEUU matan al doble de civiles que de insurgentes, un proceso que indudablemente genera más insurgentes.  Por último, el futuro parece sombrío, según el Estimado Nacional de Inteligencia (NIE) de la CIA, completado en julio antes de la más reciente intensificación de la insurgencia.

El estudio pronosticó tres sombríos escenarios posibles, que van desde la simple inestabilidad hasta la guerra civil.

Enfrentado a estas desnudas realidades, parecería que el pueblo norteamericano pudiera ver que casi cualquier otra administración que no fuera la de Bush pudiera hacer un mejor trabajo en Irak, y que pudiera castigar al Presidente por colocar al país en tan terrible situación.  Sin embargo, hasta ahora las encuestas no indican eso.  La campaña de Bush presenta al Primer Ministro de Irak, aupado por mandato de Estados Unidos y totalmente dependiente de Washington para su supervivencia política y física, para que cotorree increíbles temas de campaña acerca del progreso hacia la democracia en Irak, como parte de la guerra contra el terrorismo.  ¿Responden los electores con una trompetilla colectiva?  No, según las encuestas.

Queda el tiempo justo para que John Kerry lleve al pueblo norteamericano en otra dirección -una dirección que aparentemente se vislumbra después del primer debate presidencial- y para que, en aras del alma de la nación y la paz del mundo, demuestre que la hipótesis de Goering no funciona en Estados Unidos en la aurora del tercer milenio.

 

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Max Castro

Max Castro

Periodista cubano radicado en los Estados Unidos. Columnista del semanario Progreso Semanal.