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Intolerancia en Hollywood

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  Lisandro Otero, Premio Nacional de Literatura  

Hace pocos días falleció el director de cine Elia Kazan. Fue sorprendente que un creador con una vasta e importante filmografía como la suya haya recibido tan poca atención mediática. Tampoco hubo una repercusión en sus colegas de Hollywood quienes en ocasiones similares se encajan en el rostro los lentes negros para ocultar que no han llorado. La realidad cruda es que Kazan fue un miserable delator que denunció a muchos de sus colegas durante las persecuciones del macartismo y su deceso no causó ninguna consternación. Quizás haya actuado movido por el miedo a su encarcelamiento o a la sombra que proyectaba sobre su carrera su pasado izquierdista.

Hollywood atrajo a muchos escritores y artistas de verdadero talento junto a otros que solamente contaban con la charlatanería y el aparato publicístico para sobrevivir. Entre los primeros estuvo John Dos Passos, quien  hizo, en 1934, un guión para Marlene Dietrich  que fue un fracaso, pero la absorción de esa experiencia le permitió, más tarde, escribir "El gran dinero".  Escritores  de talento como James M. Cain, Raymond Chandler,  Clifford Odets,  Maxwell Anderson, Dorothy Parker y Lilian Hellman sucumbieron a la seducción de la hidra. La razón principal  de su aproximación era las enormes cantidades que percibían como honorarios.  Algunas figuras máximas como William Faulkner y Scott Fitzgerald también se vendieron al oro de California. 

Cuando llegó la hora de espanto los fundamentalistas dogmáticos arremetieron contra el talento y la ilustración.  Las tensiones de la Guerra Fría crearon las condiciones para que el  demagogo y corrupto senador, Joseph McCarthy, iniciara una cacería de brujas  que comenzó por los funcionarios del State Department. La creación del Comité para la Investigación de Actividades Antiamericanas  fue la señal de partida para desatar una espantosa intolerancia.  En medio de una extendida histeria anticomunista  fueron  encausados 320 escritores, artistas y directores de Hollywood pero solamente diez de ellos han pasado a la historia por haber  rehusado responder las preguntas de la inquisitorial comisión. 

Bertolt Brecht fue citado al Senado pero salió de Estados Unidos al día siguiente de su comparecencia.  El  escritor Budd Schulberg, el actor Lee J. Cobb y  el director Elia Kazan delataron a colegas envueltos en actividades progresistas. En realidad el   partido comunista de los Estados Unidos era minúsculo y la mitad de sus supuestos integrantes eran agentes del FBI o informantes de los organismos de la  seguridad estatal. Lo que prevalecía en la intelectualidad era una vaga simpatía por el marxismo, una izquierda librepensadora, un liberalismo acendrado que la lucha contra el fascismo y la Guerra Mundial había profundizado. Pero aún eso era demasiado para los intransigentes senadores del comité.

Figuras de tanto relieve como Charles Chaplin, Orson Welles, Aaron Copland, Leonard Bernstein Dashiel Hammet, Hans Eisler, John Garfield,  Arthur Miller, Dorothy Parker, Lillian Hellman  y Clifford Odets fueron investigados. Chaplin, como Brecht, se marchó para siempre de Estados Unidos.  Los diez fueron condenados a penas de prisión de un año.  Algunos de ellos se reintegraron después a la industria cinematográfica y el guionista Dalton Trumbo escribió el guión de "Espartaco", "El puente sobre el río Kwai" y "Roman Holiday".  La lista negra llegó al exterior y Luis Buñuel fue incluido, asi como el cineasta francés Jules! Dassin, autor de "Jamás en domingo". 

De este período de incertidumbre y miedo salieron algunos libros memorables como Tiempo de canallas" de Lillian Hellman. Hollywood trató de exonerarse produciendo una serie de filmes anticomunistas como "Yo me casé con un espía rojo".  Varios fallecieron a consecuencia de la inquisición. John Garfield murió de un  ataque cardiaco y la creatividad de Clifford Oddets se arruinó para siempre, ya no pudo volver a escribir. El entonces actor Ronald Reagan fue uno de los implacables fiscales y encabezó las persecuciones. Muchos se doblegaron ante el uso de la coerción y las amenazas. 

La intolerancia nunca murió del todo y en tiempos más recientes Robert Redford, Jane Fonda, Gregory Peck, Vanessa Redgrave  y  Jack Lemmon han sufrido, en sus carreras, las consecuencias de sus simpatías políticas. De este período sombrío quedaron los nombres de quienes con valor moral y coraje cívico respondieron con una actitud vigorosa a los intentos de intimidación. 

Han quedado para la historia, de manera ignominiosa, los nombres de aquellos que se  doblegaron, que no tuvieron la suficiente entereza para soportar las presiones del neofascismo norteamericano, y sucumbieron ante el torbellino persecutor delatando a sus colegas. Tal fue el caso de Elia Kazan.

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Lisandro Otero

Lisandro Otero

Novelista, diplomático y periodista. Ha publicado novelas y ensayos, traducidos a catorce idiomas. Falleció en La Habana en 2008.