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Un Madrid, dos retablos

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  Rosa Miriam Elizalde, Editora de Cubadebate   Madrid.- Llegaron este sábado poco antes de la once de la mañana y se marcharon una hora después. No eran más de 30 entre figurantes, periodistas y policías, en un "manifestación" frente a la Embajada de Cuba en España que transcurrió solo para las cámaras de la televisión y los aburridos agentes del orden, correctamente vestidos de azul y alertados desde hacía una semana antes. En la calle desierta, los ocasionales transeúntes se cambiaban de acera para no ser confundidos en aquel retablo estrafalario, cuyos personajes me recuerdan a los de Roberto Fabelo, aunque sin la entraña de humanidad que trasunta la pintura de este extraordinario artista.
Ahora, mirando las imágenes que pasan escurridizas en una televisora local, cedo a la tentación de empezar por aquí una crónica que va por otro rumbo. No son las figuras patéticas, ni siquiera los gritos de esta gente lo que más me llama la atención, sino sus máscaras. ! Aquel puñadito de seres estrafalarios posa escondido tras unas caretas blancas -algunos la traen también en las manos, evidentemente porque hay más atuendos que manifestantes-, que son una copia en tosca cartulina de la que utilizaban los partidarios del Ku Klux Klan.  Ni sus rostros, ni sus miradas, ni sus razones están, sino un aliento de muerte tras este disfraz despersonalizado y frío, de siniestras evocaciones, que contrasta con lo acontecido este mismo sábado en Madrid.
A unas cuadras del Paseo de La Habana -donde está la sede de la embajada de Cuba-, miles de personas se manifestaron contra la ocupación militar en Iraq y en Palestina.  Carteles que exigían la retirada de las tropas españolas de Bagdad y la cara de la niña que murió aterrorizada tras la incursión de un comando israelí en Gaza,  escoltaban el paso de la manifestación hasta la Puerta del Sol, kilómetro cero de la ciudad y punto neurálgico del disentimiento contra la guerra y contra otras muc! has frustraciones del español de "alma inquieta" que está en los versos de Machado.
Algo similar ha ocurrido -dice un cable de Europa Press- en otras diez ciudades españolas, y en casi todas las capitales europeas, pero aquí el retablo multicolor que se echó a las grandes avenidas y que aparece en una imagen marginal de los noticieros de televisión,  lleva el rostro al descubierto y habla a través de las pancartas o a viva voz, en gritos que estremecen los edificios, las estatuas, las piedras centenarias, y que por unas horas hacen invisible la abrumadora publicidad que cuelga de los balcones y se prende en casi todas las fachadas y en las farolas del alumbrado público.
En este escenario no solo circuló la pasión, sino las ideas:  "Mentira -dijo una muchacha-, cuando el presidente del gobierno de España ejercía de mensajero para doblegar la voluntad de presidentes de otras naciones, para ponerles del lado de la masacre, teniendo a todo su pueblo en contra. Tamb! ién nos engañaban cuando el Gobierno de España decía que siempre apoyaría la legalidad internacional. Mentira cuando decían que la intención era derrocar a la tiranía. Y mentira cuando, amparándose en la legitimidad de las urnas, han despreciado la abrumadora voluntad de paz del pueblo español, al querer hacerle cómplice de esta matanza..."
Y, además de las ideas, la frescura y el humor. Vestido de Arlequín, un joven lanzó su pregón, al paso de los manifestantes: "que a los señores de la guerra los camareros les echen pelos en la sopa, los zapateros les vendan zapatos con garbanzo, los cirujanos se olviden gasas (mejor: bisturíes) dentro; que los dentistas les quiten la muela equivocada; que la gente se cruce de acera al verles, unos por asco y desprecio y otros por miedo a ser vistos con ellos. Aznar debe acabar mendigando en las calles y durmiendo en cajas de cartón, que reciba allí la paliza de unos skins (racistas) antes de ser rescatado para llevarlo a jui! cio y meterlo entre rejas... Pasen, señores pasen, seamos todos Fuenteovejuna..."
Retablo de Maravillas, este. Retablo de vida cerca del Paseo de La Habana. Y de nosotros.

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Rosa Miriam Elizalde

Rosa Miriam Elizalde

Periodista cubana. Vicepresidenta Primera de la UPEC y Vicepresidenta de la FELAP. Es Doctora en Ciencias de la Comunicación y autora o coautora de los libros "Antes de que se me olvide", "Jineteros en La Habana" y "Chávez Nuestro", entre otros. Ha recibido en varias ocasiones el Premio Nacional de Periodismo "Juan Gualberto Gómez" y el Premio Nacional "José Martí", por la obra de la vida. Fundadora de Cubadebate y su Editora jefa hasta enero 2017. Es columnista de La Jornada, de México.