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Crónicas Marcianas

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  Rosa Miriam Elizalde, editora de Cubadebate  

MADRID.-Ese es el nombre de un programa de máxima audiencia de la televisión española, en Telecinco, por más señas. Y de veras que parece cosa de otro planeta. Anteayer, dos mujeres y dos hombres se enredaron en una animado chancleteo peninsular, acusándose mutuamente de eyaculación precoz, impotencia o frigidez, según el caso, en el contexto de una escenografía cuyo telón de fondo eran imágenes de los "distinguidos invitados" en "pelotas", como diría alguien del público. La crónica cada vez subía más de tono, y yo me fui a acostar, indignada con esta propuesta televisiva para mirar por el hueco de la cerradura, que no era ni peor ni mejor que lo que a esa hora transmitían los otros canales.

Ayer, para variar, asistieron otras dos parejas de diversos pelajes políticos, que discutían si era pertinente o no entregar ocho millones de euros de los fondos públicos a la Fundación Francisco Franco -ese mismo, el dictador-, que se presentó como una institución altruista y sin ánimos de lucro, poblada ahora por seres celestiales y amnésicos. Aun en medio de una gran pelotera -insultos, alaridos, manotazos y palabrotas-, por lo menos aquí la batalla parecía más edificante.

Pero qué ingenuidad la mía. Al grito de "ustedes son representantes del fascismo", una de las señoras saltó como si se le hubiera zafado un muelle:  "¡Entonces vamos a hablar de los fascistas de derecha, y de los fascistas de la izquierda! Y los fascistas de izquierda están en Cuba." El conductor, que hasta ese momento se había comportado como el Convidado de Piedra, abrió por primera vez su boca, echó ají guaguao al tema Cuba y giró totalmente de rumbo del "debate" que en algún momento había empezado en nombre del ciudadano común español y el destino de sus insoportables impuestos. Como pasó al territorio de la lógica marciana, me fui a leer el periódico de la tarde.

Allí están Bush y Aznar en la portada del diario, con las manitas agarradas, arrobados. Si se mira bien, no es difícil darse cuenta de que detrás del bigote de Aznar asoma una mueca, más que una sonrisa. Claro, me dije, tiene que dolerle la mano entablillada (dicen que se la descerrajó halando el caballo que le regalaron en Libia y se negaba a seguir a un amo tan necio). Bush se la está apretando a todo lo que da, con un gesto del que quiere salir en la fotografía a toda costa y si no se acerca bien a la cámara, el otro se roba solito el show. El pie de foto asegura que el mandatario español ha defendido "el uso del Estado de  Derecho y el respeto a la legalidad en la lucha contra el terrorismo", y me quedo fría preguntándome cómo este señor tiene la cara tan dura. Si algo no hubo en la intervención militar norteamericana en la última Guerra del Golfo fue legalidad. La ONU, su inútil Consejo de Seguridad y todo el mundo, incluyendo la opinión pública española, se opuso de plano a semejante acto de barbarie y, sencillamente, fueron ignorados. Eso no ocurrió el siglo pasado, ni siquiera el año pasado. Fue hace unos poquísimos meses. ¿No se dan cuenta los editores de los periódicos? Deben ser de Marte también, deduzco, y me voy a escuchar la radio.

"Comentando la noticia...", chilla una locutora y anuncia que los oyentes pueden llamar al programa y expresar sus opiniones. "José María Aznar se trasladó a Miami para reunirse con quince representantes de asociaciones del exilio cubano..." Lee una lista de bandidos harto familiares para alguien que viene de Cuba, y se escucha una grabación con la voz de Aznar que dice: "Solo deseo para Cuba lo mismo que para España o el resto del mundo". Cuando voy a apagar la radio, resignada, un oyente en línea interviene entre ruidos siderales: "¿Pero, oye, qué dice este? Espero que a los cubanos no les dé por votar al PP. Este Aznar de tan tonto parece estúpido".  Un clic violento corta la intervención y entran los comerciales, y ya no hay nada más que oír. Marte vuelve a señorear en la radio, en la televisión, en los periódicos. Amanece  otro día árido de crónicas extraterrestres. "Que España, inmensa madre dulce, te proteja de España. Amén", como dice el poema de Roberto Fernández Retamar.

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Rosa Miriam Elizalde

Rosa Miriam Elizalde

Periodista cubana. Vicepresidenta Primera de la UPEC y Vicepresidenta de la FELAP. Es Doctora en Ciencias de la Comunicación y autora o coautora de los libros "Antes de que se me olvide", "Jineteros en La Habana" y "Chávez Nuestro", entre otros. Ha recibido en varias ocasiones el Premio Nacional de Periodismo "Juan Gualberto Gómez" y el Premio Nacional "José Martí", por la obra de la vida. Fundadora de Cubadebate y su Editora jefa hasta enero 2017. Es columnista de La Jornada, de México.