Artículos de Al Contragolpe
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Cuando Neur está bien, cuesta encontrar a alguien mejor que él. Y que conste que los demás han llegado a momentos sublimes que podrían convertir esta aseveración en una falacia o en una visión tergiversada de la realidad. Mas en aras de buscar un dictamen colectivo, les propongo votar en la encuesta y resolver este entuerto por la vía popular. Si no es mucho pedir, recuerden ser imparciales.
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Si tenía dudas de lo que representa el Borussia Dortmund para el panorama futbolístico y especialmente para su fiel afición, las zanjé mientras conversaba con Nelson López Rivero, presidente del club de fans al equipo alemán en Cuba. Y aunque sé de sobra lo que es el sentimiento de amor y fidelidad hacia una entidad deportiva.
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A Luis Suárez todos lo veíamos “parlando italiano” y celebrando goles con la bianconera en Turín. Nos enjugábamos la boca con ese sabor agradable que motivaba imaginar al uruguayo en la obligatoria posición de sonreír en la cara de Cristiano Ronaldo, cuando el mundo entero sabe que es uno de los mejores amigos de Messi.
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Los descubrí en ese submundo de pasiones deportivas que es el bar El Conejito, muy cerca del mítico edificio Focsa. Allí, donde los cubanos encuentran a veces sus estadios personales, o los palcos de aquellos campos que quisieran frecuentar, quedé absorto una tarde cualquiera del año pasado, mucho antes de que esta pandemia nos arrebatara.
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La hambrienta parafernalia que rodea al fútbol deglute por estos días una de las noticias más jugosas del año. Qué digo del año: del siglo en curso. Porque siempre que aparezca el nombre de Messi las portadas serán vendidas como bisutería y la gente tendrá motivo para entablar una charla y discutir las mil y una posibilidades de si se queda, se va, está feliz o maldice la hora en que estampó su firma en el último contrato y estrechó la mano de Josep María Bartomeu, su nunca bien ponderado presidente.
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Ya pocos recuerdan al Bayern funesto de inicios de temporada. Sería ilógico volver atrás y maldecir a Niko Kovac por sus constantes desaciertos, o pensar en la necesidad de un proceso revolucionario en el Allianz, con una renovación capital a base de millones. A fin de cuentas, lo hecho, hecho está.
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Es raro esto de ponerse en pieles ajenas. Esta semana lo intenté tras la debacle del Barça en Lisboa, empujado por la necesidad de comprender y luego analizar los entresijos de tan sonado fracaso. Decidí por unos minutos ser culé —cosa difícil para mí en esta vida y en la siguiente, si es que la hay— y sufrir un poco el sinsabor del revés ante el Bayern.
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Un mejunje de sensaciones desborda, con toda seguridad, el sentir de los aficionados a la Juventus estos últimos días. Por una parte, volvieron a tropezar en el camino hacia el trono europeo. Y esta vez en octavos de finales, más lejos de lo esperado y nuevamente ante un club a priori inferior.
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Un enredo gigantesco. A día de hoy, los clubes desconocen si se jugará el partido entre Deportivo y Fuenlabrada, si los play off de ascenso a Primera se disputarán y quiénes lo disputarán, e incluso hasta la fecha en que deberían volver a los entrenamientos. Con semejante incertidumbre, este fin de semana regresa la Champions y el Madrid buscará la remontada ante el Manchester City.
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Marcelo no estaba tan loco todavía. Zinedine apenas podía controlar su imberbe furor. Eran otros tiempos. Por aquel entonces, el uno tenía las ideas tan claras como agua de manantial, soñaba con tatuar en sus equipos una marca propia; el otro gozaba con la pelota y no veía más allá del siguiente partido, de salir a la cancha y encantar a la gente.
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Tengo un amigo ultra futbolero, ultra madridista y, por si fuera poco, ultra defensor de Vinicius. Sospecho, además, que no es el único aficionado poseedor de este auténtico hat trick de cualidades. En algunas de nuestras habituales discusiones sobre deportes, intento “echar un poco de tierra” encima del brasileño y su más que evidente dificultad de cara al arco.
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En este escenario aparecen los dos de siempre: Real Madrid y Barcelona, gigantes continuamente favorecidos por deslices de los jueces y que, a la mínima oportunidad en que sienten el peso de la injusticia volar sobre sus coronas, arman huracanes en claro propósito de victimizar sus posturas y generar un debate.
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