Las guerras son hechos económicos. Las armas, las máquinas, la energía, los explosivos, las computadoras y los radares y todo lo que se consume, no sólo en los combates sino en el conjunto de las actividades militares, son productos del trabajo y todos tienen valor. Por frívolo que parezca, como cualquier otra mercancía, las armas, además de valor, tienen valor de uso que no por macabro deja de existir: matar es su utilidad.