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La censura de un tema cubano

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Cuando el 25 de abril el Gobierno de Estados Unidos se opuso a la solicitud de Habeas Corpus de Gerardo Hernández Nordelo, lo hizo de modo muy categórico. Washington quiere que el tribunal de Miami no acepte esa petición y que lo haga sin convocar una audiencia para examinar sus méritos, sin escuchar a Gerardo, sin presentar las evidencias que oculta. Así responde al último recurso de un hombre condenado a dos cadenas perpetuas más quince años.

De modo semejante Washington solicitó que sea desestimada la apelación de Antonio Guerrero y la de René González. Estos tres cubanos, junto a Ramón Labañino y Fernando González, fueron detenidos el 12 de septiembre de 1998 en la ciudad de Miami, cuando monitoreaban actividades terroristas que contra Cuba se organizaban desde ese territorio.
Hace ya más de un siglo John Swinton, quien fuera durante un largo período redactor jefe de The New York Times dijo: “Si publicara mis opiniones honestas en mi periódico antes de veinticuatro horas quedaría sin empleo. El oficio de los periodistas es destruir la verdad, mentir abiertamente, pervertir, difamar, adular a los pies del dios dinero… Ustedes lo saben y yo lo sé… Somos los instrumentos y los vasallos de los hombres ricos que mandan tras el escenario. Somos las marionetas, ellos mueven los hilos y nosotros bailamos. Nuestros talentos, nuestras posibilidades y nuestras vidas son la propiedad de otros hombres. Somos prostitutos intelectuales.”

En el tiempo transcurrido desde que Swinton hiciera su memorable denuncia la situación ha evolucionado en un sentido aún más desfavorable para la libertad. Y en el caso de nuestros compatriotas el silencio de los medios ha sido total.

¿Por qué ese silencio? ¿Es que Cuba, su Revolución, sus problemas, han sido temas de escaso interés para esos medios? Cuba ha recibido y recibe una atención incomparablemente mayor a la de otros países del Continente; se nos analiza día y noche bajo potentes reflectores y poderosas lupas que tratan, casi siempre distorsionando, los más diversos aspectos de nuestra realidad. Entonces ¿por qué casi nunca han dicho algo sobre este caso? Si los Cinco hubieran cometido algún crimen, si alguno de ellos hubiese hecho o intentado hacer algo contra el pueblo norteamericano ¿tiene alguien la menor duda de que ellos habrían sido tema constante en la prensa de Estados Unidos?

Se trata de un caso del que casi nada se supo más allá de Miami. Las grandes corporaciones impusieron total silencio hacia afuera, mientras sus corresponsales en esa ciudad se unieron a medios locales de dudosa reputación para desatar una virulenta campaña contra los acusados que contribuyó a formar lo que la Corte de Apelaciones describió como una “tormenta perfecta” de prejuicios y hostilidad.

En el 2006 se supo que esos “periodistas” eran pagados por el gobierno norteamericano. Desde esa fecha varias organizaciones, entre ellas el Partnership for Civil Justice Fund, están reclamando a Washington bajo la Ley de Libertad de Información (FOIA) que entregue la información sobre estos pagos.

Esto tampoco ha sido reflejado en la prensa, por eso no le resultó difícil al Gobierno mantener su obstinada posición y seguir imponiendo el secreto.

Tampoco ha encontrado obstáculos para mantener invisibles las imágenes de satélite que celosamente guarda sobre el incidente del 24 de febrero de 1996. No permitió que las vieran hace 15 años los investigadores de la Organización de Aviación Civil Internacional, se negó a presentarlas al Tribunal de Miami y ahora reitera su negativa.

Ese día la Fuerza Aérea cubana en cumplimiento de su deber y después de numerosas advertencias a las autoridades norteamericanas, interrumpió el vuelo de dos avionetas de la organización terrorista “Hermanos al Rescate” que habían penetrado el espacio aéreo cubano, violando nuestra soberanía y poniendo en peligro a la población de la Habana, algo que habían hecho antes en numerosas ocasiones. Gerardo Hernández Nordelo fue inculpado, sin prueba alguna, de forma burda y caprichosa por ese incidente.

Ningún tribunal de Estados Unidos tenía jurisdicción sobre tal hecho, salvo que hubiese ocurrido en el espacio internacional. La investigación realizada por la OACI reveló algo sorprendente. Pese a estar advertidas de antemano por su gobierno las estaciones de radar norteamericanas o no registraron el suceso u ofrecieron datos contradictorios o destruyeron esos datos.

De ahí el interés, primero de la OACI y luego de la defensa de Gerardo por las imágenes satelitales. El Gobierno norteamericano nunca negó la existencia de esas imágenes, admitió tenerlas pero lleva quince años prohibiendo que alguien más pueda verlas.

¿Cómo explicar que hayan logrado ocultarlas con éxito durante tanto tiempo? Simplemente porque su reveladora conducta nunca se ha vuelto noticia.

Gerardo Hernández Nordelo no tuvo absolutamente nada que ver con lo que ocurrió el 24 de febrero de 1996. El propio Gobierno de Estados Unidos, el de W. Bush, reconoció que carecía de pruebas para sostener su acusación contra Gerardo y pidió a última hora retirarla. Lo hizo en un documento oficial, titulado “Petición de Emergencia” y que, según ellos mismos, constituía una acción sin precedentes en la historia de ese país.

El documento, fechado mayo 25 de 2001, ya tiene más de diez años, pero no existe para quienes se hacen llamar “medios de información”. De mi ancestro andaluz guardo cierta tendencia a la obstinación y por eso cargo con él de vez en cuando, pues los gitanos también creen en el azar. Nunca se sabe. A lo mejor un día alguien descubre que este documento existe.

La verdad es que los Cinco son completamente inocentes. Esa verdad consta en documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos y de sus tribunales. Que su misión era tratar de descubrir los planes terroristas contra Cuba está con todas las letras en numerosos escritos, desde el Acta acusatoria inicial formulada contra ellos y en varias mociones de la fiscalía al comienzo del juicio y a lo largo de su desarrollo hasta las sentencias que al final les fueron impuestas.

En el juicio de Nuremberg un fiscal señaló que los que estaban entonces en el banquillo de los acusados no eran los únicos culpables. También lo eran quienes no los denunciaron, los que sabían y callaron.

La ausencia del tema de los Cinco Cubanos en los medios no es reflejo de incapacidad profesional de los periodistas sino que obedece a una decisión política de silenciarlo. El caso es un desafío para quienes intentan ser la conciencia crítica de la sociedad contemporánea.

(Tomado de El Universal, de México)

Se han publicado 3 comentarios



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  • Jose Garcia dijo:

    No se porque Uds. se contradicen, Si no se le ha dado propaganda al
    caso de los cincos como Uds. dicen como quince embajadores piden su
    libertad. Aprendan a mentir.

  • Felix Corona Rivero dijo:

    No se le ha dado publicidad al hecho de que no se les ha probado en ningun momento la causa de espionaje, no se le ha dado publicidad al hecho de que lo que monitoreaban eran celulas terroristas ilegales ante la constitucion de los estados unidos.
    Los quince embajadores conocian el hecho dada su relacion directa o no con Cuba en el mundo politico, pero los puesblos que representan, ignoran en su amplia mayoria el hecho.
    Aprende a usar el cerebro.

  • Marta de Argentina dijo:

    Ninguna contradición, más de la que puede emanar de la comunicación globalizada del poder, que desinforma día a día, y la que se realiza desde la militancia contrainformativa e insurgente.
    Los de medios comerciales no informan o informan mal pero la militancia trabaja las 24 horas. Por eso estamos convencidos y decimos SÓLO LA SOLIDARIDAD INTERNACIONAL HARÁ POSIBLE EL REGRESO DE LOS CINCO.

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Ricardo Alarcón de Quesada

Ricardo Alarcón de Quesada

Doctor en Filosofía y Letras, escritor y político cubano. Fue Embajador ante la ONU y Canciller de Cuba. Presidió durante 20 años la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (Parlamento).

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