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En defensa propia

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Malecón de La Habana en invierno

Tengo material suficiente para ficcionar, pero no; explicaré los hechos tal cual. De alguna manera estoy fijando la mayor muestra de compromiso que tendré con las noticias, con el oficio. Lo diré de una vez, sin retóricas: el martes 7 de diciembre del 2010, a las once de la mañana, en los libreros particulares de Tacón y O´Reilly, me robé un libro. O intenté robarme un libro y me agarraron.

Pero eso no fue lo primero. Lo primero es el Malecón.

Temprano en la mañana observo esas olas enormes que se deshacen en el muro y expanden en el viento su cuerpo fragmentado. Espero a una amiga. Ya llega. Mi amiga me busca para que la acompañe a La Habana Vieja y le sugiera algún libro, un clásico raro de los que escasean. El novio cumple años, es lector. Le digo con la mano que me espere (estoy en un séptimo piso) y echo un último vistazo al mar revuelto, incómodo. Lavo mi cara, reviso la cartera. Tengo todos los carnets y los últimos quince pesos de la semana. Me pongo dos abrigos, una camisa, una bufanda. Igual tengo frío. Parece un frío eterno, sin remedio. Entonces no me preocupo y corro y salto y de dos en dos bajo las escaleras.

Pasada media hora llegamos al casco histórico. Me dejo enredar por sus calles, recorridas una y otra vez hasta la saciedad. Turistas, cubanos, negocios, ofertas, exotismo, olor a comida caliente.

-¿Tienes hambre?- pregunta mi amiga.

Sí, tengo hambre, un hambre crónica de algo que esta ciudad no me permite tragar.

-No -le digo-. Nunca desayuno.

-¿Has notado algo?

-¿Qué cosa?

-En una calle todo está hermoso, los sonidos son limpios -platos, cubiertos, cortesía de dependientes-, y en la otra, cuando doblas, todo está feo, los ruidos son sucios -calderos, latas, ambiente de solar.

¿Le alcanzará la vida a Eusebio Leal? ¿O esta ciudad rebasa su existencia?

-Sí, es curioso -le digo. Y entre risas seguimos caminando.

La Plaza de Armas. Una manzana entera rodeada de libros. Estantes sin barniz repletos de páginas, de polvo y escritores solitarios, escritores fantasmas, célebres, menores, derechos, zurdos, barrocos, precisos, en fin: escritores...

Recorremos las cuatro esquinas. Aquí hay de todo: antiguas enciclopedias de ciencias naturales con atrayentes forros de cuero, Historia de la geología, recetas de cocina, Para vestir muñecas, análisis que desenmascaran o desenmascaraban la socialdemocracia europea del período entreguerras y resúmenes de los congresos del PCUS.

Está todo Carpentier, hasta sus cuentos menores; Paradiso en cualquier edición; Pedro Juan, tesoro de Anagrama y esporádico de las editoriales cubanas; poesía francesa; antologías asiáticas; Las iniciales de la Tierra; El viejo y el mar en varios idiomas...

Están los vendedores -personajes sin tacha-, mezcla de literatos, bisneros, camajanes, publicistas, económicos, custodios y luchadores, sobre todo luchadores, que aprietan al más depurado estilo Karelin.

-¿Tú eres cubano?

-No me ves la pinta, asere.

-Bueno, entonces te lo dejo en seis.

Hay que tener ganas de leer, deseos de no dormir, ansias brutales de sabiduría; hay que creer de la médula hasta el Morro en el mejoramiento humano para dar el estipendio de dos meses por una novela.

¿Lo más barato de lo que sirve?: Ensayos de Alfonso Reyes: tres dólares. Algo de Vargas Llosa alcanza veinte, treinta dólares cómodamente. García Márquez (el Estado lo publica con regular frecuencia) cuesta menos, está en quince, tal vez a diez en algunos puestos.

Simple catarata, ante estos precios Homero de un soplo recobraría la vista. Ni mi viejo en su juventud. Ni Borges si fuera cubano compraría aquí.

Librerías ambulantes en la Habana Vieja

Después de pasear la Plaza varias veces fijo un libro. Un libro que quiero desde hace un tiempo. Está debajo, en el extremo derecho de un estante. Lo cojo. Lo miro. Lo manoseo. El vendedor, mulato de ojos nobles, me mira. Hago que no lo noto y pongo el libro en su lugar. Me rasco la cabeza que desde ayer me está picando. Le pregunto a mi amiga si ya se decidió. Dice que no. Sugiéreme, dale. Cómprale uno de Pedro Juan, le digo, Melancolía de los leones, que es un libro bueno. Mentira, es de los peores del autor, pero es el más barato, y de plano la injerencia del dinero -la necesidad de subsistir- prima sobre los gustos, sobre la calidad literaria.

Mi amiga por fin compra. Saca sus ahorros de una carterita de flores malvas, un único billete enrollado que despierta de un largo sueño, de un esfuerzo de meses para al fin largarse a la vida de mano en mano, de transacción en transacción, de bolsillo a bolsillo.

A mi amiga le sobra algo de dinero. Caminamos hacia otro estante. Un señor carismático (tendrá unos sesenta años) pregunta si buscamos algo en específico. Tiene la boca ladeada. La luz le da en la cara, una especie de luz más bien, como un espectro. Algo que no le daña la mirada, al contrario, le otorga un aire interesante, de boxeador triturado por la vida. Veo una edición maltratada de La muerte de Artemio Cruz. Cien pesos, me dice. ¿Cuál?, le digo. Sí, esa, me dice, la de Carlos Fuentes, la que estás mirando; cien pesos y es tuya. Nos quedan noventa pesos, dice mi amiga. Se las dejo en ochenta y nueve, dice el tipo, y mi amiga cede. El viejo la mira con ternura, con toda la ternura que es capaz de expresar un guerrero de los años. Si ella hubiera seguido regateando le habrían regalado la novela.

Ya nos íbamos, juro que ya nos íbamos, pero en el fondo, o no tan en el fondo, yo sabía que no me podía ir. Lo voy a hacer, le dije, y mi amiga me dijo que sin miedo, que avanzara. Fue rápido. Tan rápido que ni siquiera recuerdo bien. Mi amiga se atravesó entre el mulato de ojos nobles y el extremo derecho del estante y yo escondí el libro entre mi pantalón y mis testículos. Disimulamos algo. Quise mirar las estrellas, pero no había estrellas. Quise mirar la luna, pero no había luna. Quise que alguien me perdonara, pero no había nadie para perdonarme. Vi que la gente no notaba mi presencia, entonces no esperé más y me largué.

Ahora sí... por razones obvias no es necesario confesar que ahora sí me marchaba, que me piraba pa´l carajo de aquel lugar mezquino, pero el mulato dijo a mis espaldas que oyera y que me parara, sí, tú, espérate ahí, y supe que aquello era como la noche, o sea, ya no tenía remedio.

Forcejeamos un rato, poco más de un minuto. El hombre tenía buenas intenciones, nada de peleas, ni acusaciones, ni denuncias. Déjame ver la mochila, socio, decía. No enredes esto, asere, dame el libro y piérdete. Puso su mano en mi hombro. La sentí como un bloque sobre mi cuerpo, como el filo de lo desconocido. Abrí mi mochila y le dije: mira, no tengo nada. Examinó toda mi ropa. Nada de nada. Lo tenía vencido. Se movía en círculos, pasó la mano de mi hombro a su frente. Sicológica o emocionalmente -no sé- estaba destrozado. Pero los ojos, los ojos de mi amiga empezaron a humedecerse. Empezó a quebrarse. El rostro se le desencajó. Pálido. Inmóvil.

-Déjame ver tu bolso, princesa, hazme el favor.

Mi amiga suplica con la mirada. Y de suplicar y pedir ayuda pasa a gritar socorro, a pedir auxilio, a dar alaridos, a implorarle al prójimo, y todo eso dentro de los óvalos femeninos de sus ojos.

Me acerco, le digo que no tema. Agarro su bolso y vislumbro el charco pantanoso en el que estoy metido, la pasividad intelectual, la monotonía de los estudios, sin aprender de nada, o de casi nada, que no es lo mismo... preso de las lecturas, sin riesgo alguno, conociendo lo que va a pasar mañana, y pasado mañana, y la semana que viene, y elaborando con paciencia el capítulo metodológico y el marco teórico de la tesis de graduación.

El mulato grita. Las personas miran. Se suman algunos. Son varios ruidos caóticos, fragmentos, flashazos dispersos, éxtasis, velocidad. Sé que no puedo parar. Tengo miedo del delirio. Me estoy quemando, pero sigo corriendo. Pienso en mi madre, en el sillón de la abuela y en la abuela, en la cerveza del abuelo, recuerdo algo de la infancia, risas, juegos, cuando nada tenía demasiada importancia. Acelero, esquivo, tropiezo sin perder el equilibrio. Cójanlo, cójanlo, y yo también grito cojánlo, es un ladrón vulgar, un ladrón disfrazado de estudiante, con bufanda y camisa recatada, con cara de inocente, todo un pueblo detrás de él, es demasiado, es un abuso, es un abuso y un francés (todavía no se sabe que es francés) que le pone una zancadilla, sí, es un muchacho que se revuelca, que se levanta a tientas, que sangra por los codos y las rodillas, sí, es un delincuente común, un gran perverso, pero por favor, todavía no lo sabe.

Obviamente, pido disculpas al mulato, que pone su mano en mi hombro (su mano ahora pesa el doble, es insoportable) y me pregunta por qué, por qué, chama, pero yo no puedo responderle, no sabría explicarle la causa, no le digo nada, ni que es demasiado complicado ni que él no entendería, solo le pido disculpas y disculpas como un autómata y le digo que el precio, que tiene que bajar el precio, que los libros están muy caros, más caros que la comida, y que eso no es normal, aún falta para que algo así llegue a ser comprendido, y lo miro con pena por última vez cuando un policía mestizo y bajito me hala de la mano y me coloca de frente a la cámara de seguridad. Pide mi carnet y la pena se transforma. El francés se acerca y habla algo con mi amiga. La multitud comenta. Empiezo a sentir orgullo, orgullo y soberbia. El que roba un libro no es ladrón. Son estudiantes y no tienen dinero. Y son hasta novios, dicen. Hablan por comentar algo, cualquier cosa. El gesto es lo que cuenta. La emprenden con el mulato: regálale el libro, viejo, eso es lo que tienes que hacer.

Vengo y regreso de mí constantemente. Siento vergüenza y placer. Soy una masa humana desecha y un portento de héroe. Soy el horror de la familia y el adalid de los que se la tienen que buscar a diario. Soy un joven en una acera de una calle y soy yo en el centro del universo. Soy, en definitiva, alguien que acaba de aprender que los límites existen, y son inviolables. Me tocó leer, no robar. Ir a la universidad, no a la astucia de los barrios. El policía se encarga de recordármelo. ¿Y tú a qué te dedicas, eh?, que ni llevarte un libro sabes. Aprendo a escribir, le digo, y me responde que él es más chantajista que yo, eso, me dice eso, lo dice así, me susurra con cinismo burdo: no te me haga el gracioso, que yo soy ma´ chantaji´ta q´ tú. Pero las policías (son cuatro), santiagueras hermosas, mulatas celestiales, me defienden y se suavizan, copian mis datos como si fuera una diversión de niños, una tarde de domingo, y yo me alegro, entre la timidez, la cobardía y la insolencia saco fuerzas, me abro paso y dibujo una sonrisa, porque para un indeciso no hay mejor apoyo que el de las mujeres.

Ellas hablarán conmigo, me aconsejarán (tienen mi edad), me preguntarán por el libro. Qué novela era. Sí, muchacho, anda, dinos, qué novela te hizo perder la cabeza.  Y asombrado de las minucias, de la curiosidad intrascendente que puebla la condición humana les diré que la novela, señoritas, no es lo importante, y que la novela, fíjense bien, la novela... es lo terrible.

Se han publicado 56 comentarios



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  • José A. Cabrera Hernández dijo:

    Éticamente, jurídicamente, legalmente no estás absuelto. Pero lucha decentemente para que alcances lo máximo en saber escribir. Conmueve su trabajo.

  • bernal dijo:

    impresionante, todos tenemos historias increibles, ojala nos dejaran publicarlas aqui, la sociedad de hoy tiene para hacer mil novelas que hasta pareceran de ficcion, de lo que nos pasa diariamente.

  • Carlos Gutierrez dijo:

    Sigue escribiendo Manuel, lo estás haciendo muy bien. Y no haber nacido para robar no es una discapacidad, es una bendición. Yo lo sé por experiencia propia. Ya vendrán tiempos mejores.

  • Javier dijo:

    Me encantó este relato tan vívido de un suceso tan triste y común entre los jóvenes estudiantes. Ese debate personal que se produce al querer leer las páginas de nuestro más añorado amigo y no alcanzarnos los billetes que lo pueden comprar. Excelente ejemplo: "...los libros están muy caros, más caros que la comida, y eso no es normal".

    No justifico al autor, ni siquiera él mismo lo hizo, así como tampoco yo he podido perdonarme cuando cometí un "delito" igual y lo confieso.

    Espero que siga escribiendo artículos tan buenos como este y como "La dimensión exacta de las cosas".

  • Reynaldo dijo:

    He quedado mudo. Comparto tus alegrías, penas, deseos mutilados...

  • pepe dijo:

    Tengo mis dudas sobre el camino que está tomando cubadebate. Para mi es de los mejores sitios en Cuba. La verdad en días anteriores estuve leyendo un artículo medio crónica, medio autosuficiente, tirando al yoismo; no me gustó para nada. No le vi espacio a ese artículo en un sitio como Cubadebate. Es verdad que son cosas cotidianas que le suceden a cualquiera, que son problemas diarios de cada cubano en la actualidad; pero sucede que para relatar esas cotidianidades y problemas existen otras formas, otros puntos de vista algo más serios y no estas crónicas que despiertan la envidia de las revistas amarillistas como "People" o la revista "Hola". La verdad no se que estará sucediendo con los que discuten sobre los artículos a publicar. En mi opinión deberían ser un poco más selectivos con este asunto.

  • Carlos Valdés Sarmiento dijo:

    A esa edad puede ser un libro, no lo sé; en mi juventud eran muy baratos, pero ahora no quisiera verme frente a un juguete y mi nieto pidiendómelo llorando, efectivamente pueden escribirse muchas historias...,estamos en un país sitiado como Troya, pero con muchos caballos dentro... se podrian escribir tantas Iliadas.

  • Eleandro dijo:

    Genial!!!!!!!!

  • Noel Pérez dijo:

    Una crónica maravillosa, no pocas veces me ha pasado por la mente el salvar del peso de los precios inaccesibles para mi humilde bolsillo, algún que otro libro que me mira desde el anaquel improvisado en una calle de Santiago...ojalá hubiera tenido el valor de correr el riesgo de ser sorprendido con las manos en la masa (en el libro)...

  • aira dijo:

    Fantástico! Realmente conmovedor y muy bien escrito...Ficción? Realidad?
    Si un texto se expone a los ojos del lector ya no hay cabida para esas preguntas......
    Me queda la curiosidad del titulo de la novela......

    saludos

  • Ibrahim dijo:

    Amigo,

    No puedo justificar el robar algo ( aunque robar un libro no es robar ), tienes toda la razón del mundo los libros están muy caros dondequiera no sólo en este sitio, la buena literatura se hace más difícil de alcanzar que nunca, lo dogo porque soy un amante de la lectura como tú o a lo mejor más. En cuanto a no saber robar mi amigo eso no es un defecto es una virtud y más aún en estos momentos que estamos viviendo. Si sigues escribiendo de esa forma te veo con futuro, es posible que mañana los libros que se intenten robar son los que te tengan como autor, no crees?

    Saludos

  • pepeTropical dijo:

    Es impresionante que Cubadebate dedicque su espacio para algo tan superficial, cuando hay tantos acontecimientos dignos de atención en el acontecer mundial. Realmente me deja sin palabras! Debieran dejar la portada para las cosas relevantes y hacer un apartado para las crónicas rosas como esta.

    Muchas gracias por la atención.

  • Lester dijo:

    que lance la primera piedra el que no se haya robado un libro en alguna feria o libreria, o venduta de libros de uso...
    y es que, amigos mios, los precios no nos dejan cultivarnos...
    una cosa es "lo real maravilloso" y otra, bien distinta, es "el reino de este mundo"...

  • cubano dijo:

    La esencia del relato (para mí) es la expoliación que tienen los vendedores por cuenta propia con la cultura. Sólo piensan en su bolsillo, y cazar extranjeros, esos a los que timan muchas veces, con libros viejos y apolillados.

    No justifico al autor, pero sufrimos todos al ver libros que tanto deseamos, valer tanto como los dos ojos de la cara y seguir debiendo.

    Un saludo para Noel Pérez de un amigo de un compañero de la UH. Dámaso.

  • Alexander dijo:

    Como cuento o novela esta muy bueno, ahora como hecho real, bochornoso, o sea que nuestro país fomenta la creación del hombre nuevo publicando en sus espacios que robar (un libro o cualquier cosa). No es Malo si quien lo hace como tiene vocación periodística o escritor de narrativa lo puede publicar en su periódico o pagina web y aparece como fantástico. BIEN JODIDOS QUE ESTAMOS. Tremenda enseñanza educativa para nuestros hijos.

    ROBAR = saquear, arrebatar; Quitar o tomar para sí con violencia o con fuerza lo ajeno, Tomar para sí lo ajeno, o hurtar de cualquier modo que sea.

    Según Granma, Cuba no permite las televisoras foráneas por que llegan mensajes desestabilizadores e injerencistas, ajenos a los valores culturales que dignifican al ser humano. PERO ROBAR COMO NOS DIGNIFICAN.

  • Carlos Gutierrez dijo:

    Perdóname pepeTropical, pero si revisas los comentarios, verás que la mayoría de los lectores para nada consideramos este artículo como una crónica rosa. Te recomiendo que vuelvas a leerlo con un poco más de calma, para que veas cuántas cosas "relevantes" encuentras. Y si no las encuentras, entonces quiere decir que vives muy, muy alejado de nuestra realidad. Saludos cordiales.

  • alejandro dijo:

    mira socio lo que hiciste fue una tonteria pero se te disculpa yo soy librero y te digo que no es gracia alguna nosotros no vendemos caros los libros como dices. son los impuestos lo que nos obligan 24 CUC al mes y 120 MN diarios asi que si tienes deseos de leer un libro se sobran los libreros en esa plaza que te lo puenden prestar. simple eh.

  • Elizabeth dijo:

    Pepe
    A ver si leemos un poquito más de géneros!!! Esta no es una crónica rosa, ni se acerca.
    En cuanto a quitarle relevancia al "precio de la cultura", definitivamente no lo acepto, no estoy de acuerdo. Los libros debieran ser gratis... gratis como el agua. Y Carlos se atrevió a criticar desde una experiencia muy particular "acontecimientos dignos de atención en el acontecer" NACIONAL. A ver cuántos tienen tanta valentía e ingenio para hacer algo igual en nuestra prensa?
    Quien no sepa leer más allá de una historia, pues que no lea.

  • Alejandro Gonzalez dijo:

    Yo tambien he quedado mudo, que fue esto??, primero el artículo "Mis primeros días" y ahora este escrito de nuestros problemas a lo Corín Tellado. Será que la redacción de cubadebate esta cambiando la línea editorial para acaparar nuevos lectores?
    Cubadebate nos ha brindado siempre información del mundo y de nuestros problemas de forma clara y concisa, con articulos profesionales y sin recurrir a tanta descripción de novela rosa. Creo que una vez ya escribí mi opinión, para este tipo de cosas existen los blogs personales, sigamos haciendo de cubadebate un sitio serio, o al menos, con más creatividad para dar de otro modo la información.

  • yannia dijo:

    bueno no.. lo siguiente!... GENIAL!!

  • José Alberto Gómez Pérez dijo:

    Excelente!!!
    Nuestra sociedad necesita espacios de debate para su mejora y CUBADEBATE está demostrando ser uno de eso espacios, casi el único.
    Felicidades!!!
    A Pepe, o Pepe Tropical, lo mejor que le podemos dedicar es nuestro silencio.

    Saludos,

    José Alberto

  • Luis Enrique dijo:

    ¡¡Jamás crónica rosa!! ¡¡Por favor!! Quien tenga un mínimo de conocimientos se dará cuenta de que es una excelente crónica. Es más, alguien decía "que le preocupaba el rumbo de Cubadebate". ¿Qué rumbo?. Está claro que algo tan original como esto también tiene que ser publicado para que un sitio sea equilibrado, eficaz y creíble como éste. ¿O sólo pensamos que deben ser publicados artículos de corte político?. Esos últimos son necesarios, más que necesarios, pero crónicas como estas no se escriben todos los días. Cubadebate está dando una lección de valentía al publicar una crítica velada a lo caros que están los libros (no sólo con los revendedores, también en la Feria del Libro, próxima a comenzar). Y para los que no viven en Cuba, es un fenómeno difícil de resolver: por una parte, los cubanos todos nos hemos acostumbrado a leer, fíjense bien: LEER en mayúsculas, obras geniales a precios de basurero. Lamentablemente ya no estamos en la Cuba de hace 25 años y los precios de la industria gráfica son incomensurablemente mayores. La cultura de nuestro pueblo ha sido gracias a los millones de libros regalados o casi regalados que ha puesto la Revolución en nuestras manos. Creo que esos tiempos no volverán. Pero ya hay otras soluciones. Ya se editan obras en digital, ya las personas de cualquier edad pueden acudir GRATUITAMENTE a más de 600 Joven Club en todo el país donde hay hasta una Enciclopedia Cubana (ecured.cu), que no será perfecta, pero es muy nuestra. En fin, aún hay muchísimas opciones para adquirir conocimientos y hacerse culto, a pesar de las dificultades materiales. Al autor de esta crónica, mi más profundo respeto, y un gran ¡¡Felicidades!! a CUBADEBATE por permitirnos disfrutar de trabajos variados y diversidad de géneros.

  • Di dijo:

    No te perdono haberme perdido la primicia de esta publicación, como tampoco te perdono haber tenido que esperar a leerla para descubrir el por qué de aquellos golpes y la fascinación del Yero. Sin dudas es lo mejor que he leído de ti, y presumo de haber leído casi todas tus crónicas, incluso las que escondes, incluso las que desechas y yo guardo desde 1er año. Gracias por no haber escrito un cuento, la historia merecía primero ser real, después distorsiónala cuanto quieras, eres bueno en eso. Ya te he advertido que pierdes la capacidad de asombrarme, pero cada crónica me hace sentir muy orgullosa de ser tu amiga.
    Estoy reivindicada?

  • Di dijo:

    Pepe tropical: siento que no sepas encontrar o dar sentido a una excelente crónica, siento que te quedes sin palabras (aunque te entiendo, yo me quedo sin palabras ante algo tan genial), siento que no distingas una crónica rosa de verdadero periodismo y siento que no sepas leer.

  • Reynaldo dijo:

    Carlos Manuel: he leido otros de tus escritos. Quisiera leer el que obtuvo premio en el Concurso de crónicas. Gracias Reynaldo.

  • Maria del C. dijo:

    A LUIS Y ENRIQUE Y DI LES DIGO QUE TIENEN MUCHA RAZON EN LO QUE ESCRIBIERON, A PEPE QUE APRENDA A LEER ENTRE LINEAS PARA QUE VEA LA BELLEZA Y GRANDEZA DEL ESCRITO O CRONICA QUE ACABAMOS DE LEER, MUCHAS FELICIDADES A CARLOS MANUEL POR LA BELLEZA DE SU CRONICA, OJALA TODOS LOS ESCRITORES QUE SALGAN EN NUESTRO PAIS TENGAN LA VALENTIA DE ESCRIBIR LO QUE HACEN COMO LO HIZO EL, GRACIAS A CUBADEBATE POR PUB LICARLO.

  • nico dijo:

    No acostumbro a pedir disculpas por la sinceridad, pero que le pasa al tal Pepe que además se dice Tropical. Es que no se da cuenta que de censores de buenos textos estamos hasta el cocote, o es que la ceguera mental le impide alcanzar a ver lo que lo mismo puede ser ficción que realidad, pero que en definitiva lo que sí es un buen texto que, por suerte, ha gustado a la mayoría. La anécdota es lo que vale y sus enseñanzas también, el autor mismo sabe que robar no es una virtud, toda vez que reconoce no estar preparado para vivir en un mundo en el que robar es parte de la cotidiandidad. Por qué en vez de emprenderla con el "ladrón frustrado" no la emprende contra el "ladrón consumado" que lucra con libros que a lo mejor ni ha leído, aunque ni es el caso ni es la intención del autor, pero de que los hay ... no tenga la menor duda. Solo le pido que recuerde, si es qaue tiene memoria para ello, la canción del poeta, cuando dijo "si alguien roba comida y después da la vida qué hacer, hasta cuando debemos ocultar las verdades"; refiriéndose a los hombre del buque Playa Girón cuando cumplían misión internacionalista en África y él tuvo el privilegio de acompañarlos. También le pido que si de censurar se trata, busque en otros sitios donde esto es práctica común, donde se censura hasta a CUBADEBATE.

  • zera dijo:

    a Pepe y Pepetropical yo les respondo de otra manera, y si quiere que busque comentarios mios anteriores, es verdad que cubadebate se esta diversificando, porque no es la primera vez que salen criticas a un articulo de este corte, yo incluido; pero NO EXISTEN lugares en el pais(a no ser el foro del periodico Vanguardia) donde el pueblo pueda publicar sus cosas.

    saludos

    pd. la cronica me gusto. yo tambien me he robado libros, y no los pienso devolver. :)

  • OLIMPIO RODRIGUEZ SANTOS dijo:

    Carlos Manuel, me resultó excelentes lo que escribiste y te cuento que este domingo fui con unos amigos mejicanos que conocí gracias a CUBADEBATE a la descarga dominical de Candita Batista (La Vedette Negra de Cuba) que con mas de 90 años nos deleita, en la Casa de la Trova, Ciudad de Camagüey, todos los domingos.

    Uno de los visitantes fue el conocido forista Juan Castro y entre música y bailes regaló a varias personas: “Luna de Miel en Houston” y “Breverías de mi Pasado” de su amplia cosecha.

    Mi mujer le preguntó, al verlo regalar sus libros y hacer llorar de emoción a numerosos participantes de la fiesta ¿Qué cuanto le pagaban por publicarlos? Y el con gran agilidad en la réplica le dijo que muchas veces tenia que pagar para que se los publicaran.

    Uno de los más caros autores que mencionas (Vargas Llosa), anda por ahí, su obra completa, en formato digital y con acceso libre lo mejor o casi lo mejor de la cultura universal (aunque también es cierto que los cubanos no tenemos el acceso), pero con amigos como Juan Castro y otros tantos que abundan en CUBADEBATE, podemos leer tanto como cuando nos regalaban los libros en cualquier universidad.

    Sigue escribiendo y aplaudo a CUBADEBATE por tener diferentes secciones para diferentes gustos.

  • Jorge dijo:

    Carlos manuel, yo que te conozco desde niño y sé de tu inteligencia natural y de todas tus dificultades materiales me alegra muchísimo que escribas artículos tan instructivos y educativos, me parece que vas por muy buen camino....MUCHAS FELICIDADES

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Carlos Manuel Álvarez

Carlos Manuel Álvarez

Matanzas, 1989. Periodista y colaborador de Cubadebate.

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