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La crisis de Bush en los medios

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La aguda crisis por que atraviesa la representación del Presidente George W. Bush en los medios de prensa no denota libertad de expresión -como suponen muchos ingenuos y defienden los apologistas de la hegemonía estadounidense- sino pérdida del apoyo al mandatario en sectores cardinales de la élite del poder.

El sistema político y de gobierno de los Estados Unidos está diseñado para garantizar la defensa de los intereses de la burguesía. Pero los intereses que en la actualidad protege no son ya los inherentes a la cultura política de los colonos norteamericanos, con principios jurídicos y conceptos democráticos derivados de la revolución puritana del siglo XVII de Inglaterra.

Hoy, los intereses que defiende el "establishment" son los del sistema de las corporaciones transnacionales y el complejo militar industrial.

La manipulación de la opinión pública en Estados Unidos parte del control muy estricto de los medios más influyentes ( mainstream media) y el "laissez faire" para los menores.

Por tal motivo, no es el número de trabajos periodísticos aparecidos en las últimas semanas con duras críticas a Bush, sino el hecho de que la prensa corporativa se haya destapado de pronto a señalar -incluso en sus editoriales- errores, vicios y culpas del Presidente que antes callaban. Es evidente que alguien ha retirado algún bozal.

Por ejemplo, la "gran prensa" se ha banqueteado con la votación casi unánime de condena al bloqueo a Cuba en la Asamblea General de Naciones Unidas que tuvo lugar apenas unos días después que George W. Bush llamara a la comunidad mundial a unirse contra Cuba en la conferencia monotemática a que convocó en el Departamento de Estado.

En un artículo de Paolo Spadoni titulado "Tratándose de Cuba, Estados Unidos es una Isla", el periódico Los  Angeles Times ridiculizó la creación anunciada por Bush de un fondo de ayuda a la democracia en Cuba.  "Viniendo de un líder que ha ignorado la voluntad de la comunidad internacional por años, el llamado de Bush está destinado a caer en oídos sordos.." -dice el L.A. Times. "Como autoproclamado líder del mundo libre, Bush debía dejar de cortejar al grupo cada vez más reducido de extremistas cubano americanos y empezar a prestar oídos al mundo que pretende representar."

El diario USA Today, el de mayor circulación a escala nacional, en un artículo de su columnista DeWayne Wickham, le dice a Bush: "Sí, la mayoría (de los cubanos) quiere cambios, quiere mayores salarios y mejores viviendas. Quiere más bienes de consumo y mayor libertad para viajar al exterior… Pero también quiere mantener su sistema de educación y salud gratuitas. No quiere perder su sistema de racionamiento mensual de alimentos… Y quieren que termine el embargo. La amplia mayoría no quiere una democracia al estilo americano. Quieren perfeccionar su sistema socialista. Bush no comprende esto..."

Por su parte, el New York Daily News apunta editorialmente que "Bush está desorientado acerca de lo que está ocurriendo realmente en Cuba. Su discurso fue tan malo, tan equivocado, tan alejado de la realidad, que el gobierno cubano lo consideró estupendo para mostrar al pueblo cubano su propia credibilidad… y fue publicado en la primera página del periódico Granma, del Partido Comunista, y en la televisión nacional."

Podrían citarse muchas duras críticas más a Bush por su discurso el 24 de octubre en el Departamento de Estado y por su obstinación en mantener un bloqueo tan absurdo que ni siquiera sus aliados más cercanos se atreven a apoyarlo.

Pero lo que quiero significar es que la conferencia contra Cuba que ofreció Bush rodeado de personeros de la extrema derecha cubana de Miami que ha convertido el enfrentamiento entre la isla y la superpotencia en un negocio de grandes proporciones, fue la cuarta del mandatario, sin que la gran prensa corporativa reaccionara antes como lo ha hecho ahora.

Tampoco fue ésta la primera vez que la Asamblea General votara de manera abrumadora contra el bloqueo estadounidense. Lo había hecho en quince ocasiones anteriores -cada año- desde 1992 y, en las últimas seis, con George W. Bush en la Casa Blanca.

Y el tema de la política respecto a Cuba no es el único, ni el más importante, ni el más complejo entre los escenarios en que Bush ha demostrado su incapacidad como Presidente.

Ha defendido con tesón los intereses del sector neoconservador de la élite del poder al que sirve desde la Casa Blanca, pero ahora cosecha resultados contraproducentes por la manera tan torpe como ha actuado su equipo.

En el plano internacional, Irak, Afganistán, Venezuela, Bolivia, Cuba y Latinoamérica en general (donde las oligarquías fieles a Washington han perdido el control de los procesos electorales) son algunos de los escenarios que han hundido a Estados Unidos en un atolladero que era imposible de presagiar al término de la guerra fría.

En lo interno, Estados Unidos se ha convertido en el país desarrollado con mayores desigualdades sociales. El país de economía floreciente y dominante moneda ha perdido estos atributos ante la porfía de sus petroguerras fallidas, enormes déficit comerciales y presupuestarios, grandes escándalos políticos protagonizados por colaboradores presidenciales, un dólar cada vez más debilitado y el estallido de la burbuja de la vivienda que ha llevado a la quiebra a millones de familias ya endeudadas, sacudiendo el mito de la invulnerabilidad estructural de la economía estadounidense.

Es evidente que el actual mandatario estadounidense ha llevado muy lejos los designios neoconservadores, pero lo ha hecho tan erráticamente que, aparentemente, sus patrocinadores han renunciado a su resguardo.

Hemos de reconocer, no obstante, que ningún presidente de los Estados Unidos ha hecho tanto esfuerzo como George W. Bush para que los norteamericanos se percaten de los motivos del rechazo universal a las políticas hegemónicas de la superpotencia. ¡Mérito al mérito!

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Manuel E. Yepe

Manuel E. Yepe

Periodista cubano, especializado en temas de política internacional.