Cubadebate

La Habana.-   Este 10 de octubre, conmemoración del 139 aniversario del Grito de la Independencia de Cuba, me dirigí con un buen amigo, a la hora del mediodía, hacia la Plaza de Armas de La Habana donde se encuentra la estatua de Carlos Manuel de Céspedes, erigida en 1918, en el Cincuentenario de esta gloriosa fecha.

Fuimos a su estatua con el propósito de hacerle honor y llevarle dos ramos de flores, mariposas, como humilde ofrenda a su ejemplaridad.

Han sido 139 años de continuo batallar por millones de cubanas y cubanos dignos consagrados a alcanzar y después a mantener la independencia plena y las libertades fundamentales de la nación en contra de las fuerzas del Mal.

Hoy quisiera compartir unas notas que escribí en el verano del 2006 a raíz de mi primera visita al ingenio Demajagua  donde comenzó nuestra grandiosa gesta patria.

Escribí entonces: al fin la Demajagua , impresionante este sitio histórico de tantas emociones. Mi mayor sorpresa aquella tarde fue al ver al Golfo de Guacanayabo en la orilla de las tierras del antiguo ingenio.  No sé por qué hasta aquel momento, a pesar de todo lo leído, siempre imaginé a la Demajagua estar tierra adentro.  Nunco lo estuvo.  Estaba precisamente en las mejores tierras donde podía haber estado entonces un ingenio, a la orilla del mar, para poder embarcar fácilmente sus productos al puerto más cercano, que en este caso era Manzanillo.

De las edificaciones del antiguo ingenio no queda ninguna.  No sólo producto de los embates del tiempo, los acreedores y los vecinos sino también porque pocos días después del alzamiento un cañonero español navegó expresamente hasta allí desde Manzanillo para, en una muestra de rabia, bombardear el lugar donde los cubanos osaron desafiar al despotismo.

Actualmente el alto sitio de la Demajagua está despejado exceptuando la nueva casa del museo, los dos viejos jagüeyes, las dos grandes ruedas de las máquinas de vapor del ingenio y el nuevo monumento de piedras conmemorando el proceso libertario de Cuba.

Y en el lugar culminante del monumento la campana que convocó a aquellas decenas de hombres y mujeres -todos libres desde aquel momento-que bajo el mando del insigne bayamés, quien se convertiría por su visión, ejemplo y obra en el Padre de la Patria, se lanzaron al heroísmo de librar la guerra de liberación que daría fundamento a la nacionalidad cubana.

El verde domina el sitio de la Demajagua. El verde de la esperanza por un mundo mejor. El verde color de la redención.

Cuanta quietud en aquel lugar que una mañana hace 139 años lo que allí sucedió sacudiría los cimientos del país.  Sucesos que convertirían al país en la Patria.