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La denuncia de Al Gore: El mundo se acaba

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Hace años, cuando vivía en Londres, iba los domingos con mis hijos a Hyde Park a jugar en el espeso pasto verde de aquél parque. A veces veía a estrafalarios esperpentos que se paseaban con carteles colgados al cuello anunciando "El mundo se acaba".  Era su manera de difundir sus criterios; andaban como una especie de editorial ambulante contra una sociedad que los había marginado. Entonces me parecían cándidos teóricos de una posibilidad que estaba tan distante que prácticamente no existía. Después de haber visto el documental de Al Gore sé que esa angustiosa perspectiva está más cerca de lo que creemos. De volver a Hyde Park vería con más respeto a aquellos rótulos vagabundos.

He visto, recientemente, el documental del ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, sobre el calentamiento global, que mereció el honor de un Oscar. Es de una lógica aplastante, de un poder de convencimiento total. La vasta documentación acopiada, las pruebas y documentos puestos a disposición del espectador, los instrumentos de medición y el criterio científico mostrados no dejan la menor duda de que el humano se está destruyendo a sí mismo.

El debilitamiento de la capa de ozono,  la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, tiende a retener el calor sobre la tierra. Esto tiene como consecuencia serias perturbaciones del clima. Los veranos con mas calientes, las sequías más prolongadas, los períodos de lluvia generan vastas inundaciones, las tormentas son más violentas, la temperatura del mar aumenta, los glaciares se derriten, los tornados son más rabiosos y frecuentes. No hace falta recurrir a mediciones, cada ciudadano puede comprobar esto por sí mismo, por su experiencia personal, sin acudir a los meteorólogos. Por primera vez en la historia la raza humana ha alcanzado la capacidad para exterminarse a si misma por medio del suicidio ambiental.

La organización científica de Naciones Unidas, con sede en Ginebra,  ha advertido que el clima  está sufriendo perturbaciones y anomalías muy marcadas que amenazan con cambiar nuestro sistema de vida. El registro por computadoras de las altas y bajas temperaturas, tempestades y  nivel de lluvias indican que el mundo se está tornando más caliente e inestable. Desde 1861 la temperatura de la tierra se ha elevado en seis grados centígrados. Los registros indican que el pasado siglo veinte ha sido el más caluroso de los últimos mil años, pero a partir de 1976 el ritmo de intensificación se ha triplicado.

Durante decenios se ha confiado en que los desperdicios del dispendio humano eran absorbidos y transformados, por una naturaleza benévola, en sus ríos, océanos y atmósfera. Pero esto ya no sucede así. La actividad humana tiene un considerable poder de contaminación en la biosfera. El uso de combustibles de origen fósil  genera el ochenta por ciento de la energía pero las tres cuartas partes del consumo la realiza solamente una cuarta parte de la humanidad, mayormente en los países europeos y Estados Unidos.

El gobierno de Bush ha rehusado suscribir el Protocolo de Kyoto que regula las emisiones tóxicas que generan las grandes industrias. En su afán por proteger a las transnacionales y al gran capital financiero Bush ha condenado a la extinción al resto de la humanidad. Los Estados Unidos son el principal país contaminante de la atmósfera pero rehúsa poner un freno a su nociva emisión de gases y al envenenamiento de ríos y mares con sus desperdicios industriales y sus escombros radioactivos. Nuestro planeta debe morir para que una mínima parte de la población mundial  viva en la opulencia.

 La explotación de los suelos, los bosques y el agua ha llegado a un nivel tal que no permitirá su recuperación en el lapso de una vida humana. Esta destrucción es irreversible en ciertos aspectos y si continuamos con el presente ritmo de erosión, la presente  centuria verá la desaparición del ochenta al noventa por ciento de las especies animales de la Tierra, que aparecieron en su mayoría hace sesenta y cinco millones de años, al final del período Cretáceo. De no lograr que la humanidad sustituya el consumo de petróleo y carbón el calentamiento del planeta conducirá a calamidades agrícolas y sociales. A finales del presente siglo  veremos las más gigantescas hambrunas que la humanidad ha sufrido en toda su historia conocida.

Cada día vemos las perturbadoras consecuencias de las migraciones incontroladas: mexicanos en Estados Unidos, turcos en Alemania, marroquíes y ecuatorianos en España, magrebíes en Francia, etc. En el año 2030 el mundo contará con diez mil millones de habitantes. El aumento mundial de población provocará los más vastos movimientos de migración que el planeta ha presenciado  con el consiguiente caos social.

El documental de Al Gore tiene, además, un alto valor político porque suscita una gran animadversión contra el presidente Bush que es parcialmente responsable de este desastre. Además, queda uno convencido de que la situación internacional actual habría sido muy diferente de haber logrado el inteligente ex vicepresidente el puesto que alcanzó legítimamente en la Casa Blanca.

gotli2002@yahoo.com

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Lisandro Otero

Lisandro Otero

Novelista, diplomático y periodista. Ha publicado novelas y ensayos, traducidos a catorce idiomas. Falleció en La Habana en 2008.