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Ecuador: La derecha y su vale todo

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Nidia Díaz  En la recta final para los comicios presidenciales del 15 de octubre próximo, en Ecuador, las encuestas continúan dando a Rafael Correa, de Alianza País, una ventaja  de 9 ó más puntos porcentuales respecto al mas cercano de sus adversarios León Roldos, aspirante por la Red Democrática e Izquierda Democrática, mientras la socialcristiana Cinthia Viteri, ha caído en las preferencias del electorado con lo que el derechista multimillonario Alvaro Noboa, avanzó en la carrera por la silla ejecutiva del Palacio de Carondelet.

Algunos observadores consideran la posibilidad de que en una segunda vuelta, Noboa se mediría en las urnas con el candidato de izquierda toda vez que los analistas no la descartan teniendo en cuenta que desde 1979 ninguna contienda se ha decidido el primer domingo.

Todos, sin embargo, han sostenido su campaña en una puja contra Correa como si entre ellos, no existieran más que diferencias cosméticas -lo cual, además, no deja de ser cierto-, y sí la voluntad común y consensuada para  impedir a toda costa el triunfo del ex ministro de Economía cuyo programa antineoliberal le ha ganado simpatías entre la mayoría de los votantes. Campañas de descrédito y difamaciones han prevalecido en sus discursos públicos en una suerte de "todos contra uno"  en la que vale todo con tal de que los 9,1 millones de votantes o una buena parte de ellos,  desestimen el programa de Correa, devenido en la alternativa que vienen buscando los ecuatorianos desde que echaran del poder a Jamil Mahuad y a Lucio Gutiérrez.

Desde que el escenario electoral se revirtió a favor de Correa, se han desatado intensas campañas no sólo difamatorias en su contra sino hasta intimidatorias según denuncias hechas por Alianza País y sus más cercanos colaboradores.

El problema parte de que Correa, quien viene con el importante aval de haber renunciado al Ministerio de Economía por su desacuerdo, entre otros, con el pago de la deuda externa y el no uso de esos recursos en un fondo social que pudiera ir saldando la deuda social con el pueblo ecuatoriano, mantiene pública y resueltamente sus posiciones antineoliberales, de rechazo al mantenimiento de la Base Militar estadounidense en Manta y de la participación de su país en el Plan Colombia.

De acuerdo con su programa electoral de llegar al Palacio de Carondelet, no se firmaría un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, incentivaría la inversión productiva y no la especulativa, renegociaría la deuda externa o declararía una moratoria y radicalizaría la política petrolera del país que representa casi el 30% del presupuesto nacional así como instrumentaría reformas profundas en las áreas de Salud, Educación y el poder judicial. Esto sin contar con su decisión de convocar a una Asamblea Constituyente para sentar las bases de un nuevo país cuyo modelo político-económico y social sería, como él mismo ha anunciado, un socialismo moderno.

Pretende, y así lo ha expresado poner fin a la partidocracia, responsable de los males que han sumido al Ecuador en la situación en que se encuentra, donde, entre otros dramas el 30% de la población es analfabeta y más de la mitad vive sumida en la pobreza.

Son precisamente, los representantes de esa partidocracia los que se han lanzado contra su candidatura y estarían dispuestos, según lo expresado por el propio Correa, de fraguar y consumar un fraude el 15 de octubre próximo si como aspiran, el candidato de Alianza País no triunfa en la primera vuelta para lo cual deberá sacar más del 40% de los sufragios con una distancia no menor de un 10% del más cercano de sus oponentes.

A esta situación interna hay que añadir los ingentes esfuerzos que viene haciendo el Departamento norteamericano de Estado para conseguir que el país andino se involucre más en el Plan Colombia y, un triunfo de Correa iría en dirección contraria a tales deseos. De la misma forma que una victoria suya contribuiría a fortalecer los esfuerzos integracionistas que se abren paso en la región y a los cuales Correa se sumaría toda vez que ha declarado que su mandato presidencial, de lograrlo, estrecharía las relaciones con Cuba, Bolivia y Venezuela, pudiendo sumar a otros que aún están rezagados.

El electorado ecuatoriano tiene ante sí una enorme responsabilidad. Los tres candidatos restantes con posibilidades en la lidia,  representan más de lo mismo en el quehacer político de ese país y, sobre todo y así lo han declarado, mostrarían su disposición a servir a Washington en sus pretensiones de consolidar cuñas en el nuevo escenario latinoamericano que hagan frágiles las respuestas continentales frente a las apetencias geopolíticas del imperio.

Tampoco hay que desestimar en los días por venir ese 46% de indecisos con el que también hay que contar y el hecho de que el importante Movimiento indígena Pachakutik presentara su propia candidatura lo cual pudiera restar votos a Rafael Correa.

Algunos han criticado a Luis Macas, líder del movimiento indígena no haberse sumado a la candidatura del joven ex ministro y cerrar filas tras su programa de gobierno que representa, sin duda, la suma de las más importantes demandas por la que Pachakutik ha luchado lo cual podría repercutir en que el voto de la izquierda se debilite y pueda conducir a la temida segunda vuelta sobre la cual pende no sólo la unidad de las fuerzas de derecha y de centroderecha contra el candidato de Alianza País, sino la posibilidad de un fraude contra quien está demostrando ser una nueva esperanza en el combativo Ecuador.

La responsabilidad de Rafael Correa, de llegar al poder, es doble.

Implementar el programa propuesto durante su campaña implica mucho más que buenas intenciones. Ni la derecha ni el poderoso vecino del Norte y los intereses económicos que representan le darán tregua para hacerlo fracasar, mientras el pueblo que aún siente el sabor amargo de la traición de Lucio Gutiérrez, no le perdonaría dejar de avanzar con el concurso de todos en la construcción de esa nueva sociedad a la que aspiran y por la que le darán su voto.

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Nidia Díaz

Nidia Díaz

Periodista cubana, especializada en temas internacionales. Actualmente trabaja en el semanario Granma Internacional.