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Las ideas no se pueden matar

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Intervención en el Encuentro Internacional "Contra el terrorismo, por la verdad y la justicia"

Los escritores sabemos bien que hay una diferencia entre decir y mostrar. Una cosa es decir: por ahí va una muchacha triste, y otra, mostrar cómo camina, cómo alza los ojos y qué clase de oscuridad brilla en el pelo de esa muchacha. Esto que vale para los escritores vale también para la vida. Así, Carlos Marx decía que una cosa es lo que los hombres dicen y piensan de sí mismos y otra, lo que esos hombres hacen y son. Y lo que vale para los escritores, y lo que vale para la vida vale también para los pueblos.

Una cosa es que un pueblo hable de internacionalismo, hable de la importancia de transformar la realidad, y otra cosa es que ese pueblo cuando algo le ocurre, cuando se encuentra inmerso en una circunstancia que ofende a la verdad y ofende a la justicia, otra cosa es que ese pueblo mire a todos quienes han atravesado y pueden atravesar por circunstancias como la suya y les convoque para hablar. Y diga: lo que me pasa como pueblo es lo que nos pasa como humanidad. Y diga: el terrorismo que ha hecho daño a los hombres y mujeres de Cuba es el mismo que ha hecho daño a los hombres y mujeres del mundo. Y diga: hablemos en común, tratemos de encontrar en común el modo de enfrentarnos a esa agresión de los ricos contra los pobres, de  los fuertes contra los débiles, a esa forma de obtener beneficios del dolor que es el terrorismo.

Esto es lo que ha hecho el pueblo de Cuba al convocarnos aquí: convertir la sed de justicia de unos inocentes en la sed de todos los inocentes, y por eso le damos las gracias.

Voy a leerles ahora unas palabras que estaban dirigidas a los españoles en tanto que miembros de una Unión Europea servil para con la hipocresía de los Estados Unidos.

Cuando un buen día ustedes se levanten y lean que el gobierno de los Estados Unidos tiene planes para matar a Zapatero, les ruego que lo juzguen natural. Cuando a continuación lean que hay información sobre esos planes en documentos desclasificados, cuando la vicepresidenta española exhiba fotografías que demuestren la existencia de un campo de entrenamiento de paramilitares destinados a entrar en territorio español con el objetivo de matar a Zapatero, les ruego que también lo juzguen natural. Les ruego que recuerden que existen millones de personas en Venezuela y en Cuba acostumbradas a vivir sabiendo que el gobierno de los Estados Unidos quiere matar a su presidente. También pueden recordar que en Europa lo sabemos, que en Europa hacemos bromas sobre si los servicios de seguridad de Fidel Castro estarán entrenando a los de Chávez. Les ruego que recuerden que no nos extraña que les quieran matar. Y, lo que es más duro, dramático y seguramente insoportable si nos paramos a pensarlo, no nos extraña el hecho de que no nos extrañe.

En el caso de Zapatero parece, no obstante, poco probable que el gobierno de Estados Unidos le vaya a querer matar. No es el mal, no es por no ser lo bastante malo por lo que Zapatero está a salvo sino, cabría pensar, por no ser aún lo bastante bueno. Se llevó, por ejemplo, las tropas de Irak pero a continuación las puso en Afganistán. Aunque no tengo especial interés en hacer hoy aquí una crítica de Zapatero. Lo que me interesa es el sentido de las palabras. Lo que me interesa es pensar que si Zapatero se hubiera llevado las tropas y después hubiera decidido acabar con el alto nivel de analfabetismo funcional que hay en España, y si para ello hubiera nacionalizado alguna empresa, y si hubiera resuelto que la riqueza no debe estar en manos de unos pocos sino ser producida lo más justamente posible, y ser así distribuida, y si hubiera dicho Zapatero: no es justo que el dinero acumulado con violencia directa o indirecta pueda comprar salud, pueda comprar opinión, pueda comprar mejores colegios. Si hubiera dicho eso y hubiera intentado ponerlo en práctica, entonces, convendrán conmigo, sería más probable que el gobierno de los Estados Unidos le quisiera matar.

Convendrán conmigo en que lo que suele querer evitar el gobierno de los Estados Unidos está más cerca del bien, de aquello que al parecer todos llamamos el bien, bastante más cerca del bien que del mal. Por eso,  para que las palabras no pierdan su sentido, debemos recordar los hechos evidentes. Recordar por ejemplo que Pinochet no fue bueno pero, que sepamos, ningún gobierno de los Estados Unidos lo quiso matar. Que Videla no fue bueno pero, que sepamos, ningún gobierno de los Estados Unidos lo quiso matar. Que el apartheid no fue algo bueno ni digno del género humano. Pero, que sepamos, los gobiernos de los Estados Unidos no quisieron borrarlo de la tierra. Que mueren cada mes sindicalistas asesinados en Colombia pero, para evitar los asesinatos, la Unión Europea no ha suspendido sus relaciones con Colombia. Recordar que el SIDA diezma las poblaciones, pero los gobiernos occidentales no han amenazado a las empresas que ponen sus medicamentos a precios inaccesibles. Recordar siempre la crueldad y el horror de la contra nicaragüense, recordar que esa crueldad fue pagada y alimentada por un gobierno de los Estados Unidos. Recordar que Jacobo Arbenz, Patricio Lumumba, Ernesto Che Guevara o Salvador Allende entre muchos otros, fueron depuestos por la fuerza de sus cargos legítimos o de su vida con la colaboración inestimable de los gobiernos de los Estados Unidos.

Hoy he de añadir algo más a lo que escribí: Cuando un buen día ustedes se levanten y lean que el hombre que quiso matar a Zapatero, y que además hizo estallar en el aire un avión civil entre otros cientos de actos terribles, cuando lean que ese hombre está siendo protegido por el gobierno de los Estados Unidos, les ruego que lo juzguen natural. Les ruego que recuerden que en este mismo instante hay en los Estados Unidos  diez o cien personas ideando planes en la sombra. No tratando de comprender la realidad en común, a plena luz, como aquí lo estamos haciendo. No, lo que esas personas están planeando ahora es qué artimaña inventar, a qué argucia recurrir para violar la ley y la justicia, para no respetar la legítima demanda de extradición de los tribunales venezolanos y en cambio proteger de algún modo y amparar a Luis Posada Carriles. Un grupo inventando artimañas en la sombra mientas más de seiscientas personas nos preguntamos, a plena luz cómo podría evitarse el terrorismo, y buscamos propuestas concretas evitar sus causas y sus efectos.

A quienes piensan en proteger al terrorista, tanto como, en el otro lado, a los pueblos a que pertenecemos y que nos constituyen les decimos ahora las palabras que un comandante revolucionario aquí presente escuchó cuando mayor peligro corría su vida. Esas palabras eran: Las ideas no se matan. Las ideas no se pueden matar. Muchas gracias.

La Habana, 4 de junio de 2005

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Belén Gopegui

Belén Gopegui

Novelista y guionista española galardonada por su opera prima "La escala de los mapas" en 1993. Esta novelista ha sido descrita como la mejor de su generación por Francisco Umbral.