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“El diario de René”: La Fiscalía solo quiere usar el seis por ciento de la evidencia ocupada

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Hoy es miércoles 13 de diciembre y son las 5:45 p.m. cuando me siento a contarte sobre los dos últimos días. Ayer, martes 12, cuando llegamos a la Corte a las 8:45 a.m., nos enterarnos de que, el día anterior, las partes habían ponderado, ni más ni menos, una solicitud de la prensa para acceder a la evidencia en la medida en que se iba admitiendo. La Fiscalía ¡ahora! no se opone, después de haber hecho de la evidencia lo que ha querido, en estos dos años, con el pretexto de que dañaba la seguridad nacional. Claro, ya les conviene, porque la primera evidencia que saldrá durante el mes que dure su caso será la que les respalda. Los abogados objetan, por razones obvias; ellos tendrán que esperar a que su caso comience para que la evidencia de la defensa sea admitida, lo que dará una ventaja a la Fiscalía en cuanto a opinión pública. Añádase a ello que los fiscales saben muy bien que tienen un vocero en la prensa, lo cual multiplica sus expectativas de que el público se haga la imagen que necesitan de los cinco “espías castristas”.

Lo mejor para nosotros de toda esta discusión es que nos la perdimos, pues ya habíamos sido llevados de vuelta a la cárcel; y lo menos que hubiéramos deseado era estar en las celdas de tránsito hasta que, a las 4:30 p.m., nos llevaran a la Corte.

Su resultado fue que la jueza pidió a la prensa que pusiera una moción para discutir el asunto próximamente.

Como te dije, los días en la Corte son una copia al carbón del primero. Ayer, a las 9:00, regresa el agente Rosado al estrado. Sigue enumerando cacofónicamente decenas de equipos de computación encontrados en los registros, para ponerlos en la evidencia.

Al fin, a las 10:00 a.m., termina el examen de la Fiscalía, y Joaquín toma la batuta para examinar al agente.

Entra en un tema que probablemente desarrollará durante el resto del juicio; se trata de demostrar cómo el gobierno ha seleccionado con mucho cuidado una ínfima parte de la evidencia, para producir la impresión que desea, dejando a un lado la abrumadora mayoría de los documentos que constituyen una muestra elocuente de lo que estábamos haciendo verdaderamente.

Joaquín hace admitir al señor Rosado que la Fiscalía solo quiere usar el seis por ciento de la evidencia ocupada, dejando el punto en el aire; y espero que tenga éxito en sacarlo a la luz oportunamente, en el futuro.

A las 11:15 termina el señor Rosado, dando paso a otro agente de nombre Julio Ball.

Este señor fue quien dirigió el registro en nuestro apartamento, que al parecer no dio muchos resultados concretos, a juzgar por la cantidad de basura que convirtieron en evidencia.

Mr. Ball describe el apartamento y presenta un diagrama del mismo. Muestra algunas fotografías del interior –ustedes no salen– y dedica un buen rato al bolso de Havanatur que yo traje en el vuelo desde Cuba, en el que había una caja de tabacos con algunos papeles viejos. Dice que ahí encontró la famosa fotografía de Basulto con Roque y un servidor, tarjetas de Roque, Ileana Ross y Montoto –que seleccionaron de entre las más de doscientas que yo habría tenido guardadas–, un viejo recorte de prensa de la fuga de Orestes Lorenzo de Cuba y otros papeles personales.

También presentan los papeles de tu reclamación, que yo tenía guardados, y algunos de mis documentos de identidad, como el certificado de nacimiento –no te preocupes que no mostraron el de defunción– y la licencia de conducción.

Después que el agente Ball termina, toma el puesto otro agente de nombre Michael McAuliffe, con el solo propósito de introducir en la evidencia un papel de mi puño y letra donde estaba la lista de varios aviones de Democracia y Hermanos al Rescate.

A las 12:55 ocupa el lugar de Mr. McAuliffe otro agente llamado Joseph Hall, quien se encarga de tocar la flauta durante el resto del día de ayer y toda la sesión de hoy miércoles 13.

El señor Hall estuvo en el registro del apartamento donde Ramón y Fernando fueron detenidos. Los identifica a ambos y, acto seguido, repite la detallada letanía de poner en la evidencia todas y cada una de las cosas que fueron encontradas en ese lugar.

Ha sido una relación interminable de objetos, la mayoría irrelevantes, que se van admitiendo como evidencia en un proceso infinito. Cada objeto es admitido tras la misma ceremonia, que es más o menos así:

Comienza el fiscal:

—Su Señoría, permiso para llevar al testigo el objeto marcado como x-3.

—Aprobado.

—Mr. FBI, ¿usted recuerda el objeto que le he presentado como x-3?

El testigo, que no puede recordar nada de lo que vio allí hace dos años, pero sabe lo que tiene que decir, responde:

—Sí, lo recuerdo.

—¿Me lo puede describir?

—Sí. Se trata de una aspirina que encontré en la mesa de noche que estaba a la derecha de la cama, en el cuarto principal, junto a un lápiz de listas negras y a un vaso con pulgada y media de agua.

—¿Me puede decir si la aspirina se encuentra en el mismo estado de conservación en que se encontraba el 12 de septiembre de 1998?

—Bueno, excepto por un pequeño desgaste al final de la rayita, se encuentra en el mismo estado de conservación.

—Su Señoría, permiso para introducir la aspirina como evidencia.

La jueza vuelve a la vida:

—Aprobada la aspirina como x-3.

—Su Señoría, permiso para presentar x-3 al jurado.

—Aprobado.

El fiscal lleva la aspirina para que el jurado la observe y se vuelve a la jueza:

—Su Señoría, el gobierno presenta como x-3a una foto de la aspirina y como x-3b una ampliación de la foto de la aspirina.

—Aprobados x-3a y x-3b.

Puedes imaginarte este mismo proceso con cientos de disímiles artículos, desde tarjetas de negocios, certificados, equipos electrónicos, carteras, libretas de notas, papelitos con apuntes, fotografías familiares, licencias de conducción, hasta un papel con garabatos, tarjetas telefónicas, de la AAA, de BJ’S, una tienda de vídeos o de una librería, documentos del trabajo, pasaportes; en fin, todo lo que se puede encontrar en un apartamento que se vira al revés y se pone de cabeza. Desde ya sabemos que el noventa por ciento no tendrá valor probatorio alguno, pero el ritual no amaina.

El objeto del día fue una cartera que dijeron ocupar a Ramón; la cartera tenía tal capacidad de almacenamiento que provocó la siguiente caricatura de Many.

Cada uno de los objetos que contenía fue presentado como evidencia de la manera que ya te describí, con sus respectivos duplicados y ampliación incluida.

Así se fue otra jornada, que amenaza repetirse varias veces más.

Un beso.

Caricatura: Gerardo Hernández Nordelo/Desde el banquillo.

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René González Sehwerert

René González Sehwerert

Héroe de la República de Cuba. Uno de los cinco jóvenes revolucionarios que se infiltró en grupos terroristas que desde la cuna de la mafia anticubana, Miami, organizan impunes sus ataques criminales contra el territorio cubano. Fue condenado a 15 años de prisión. Su causa contó con una enorme solidaridad internacional. Regresó a Cuba en el año 2013.

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