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Cambio climático: tren rápido al infierno

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Renato Recio

Las nieves perpetuas del Kilimanjaro, la montaña más alta de África, están desapareciendo y en unos pocos años serán historia pasada

Las nieves perpetuas del Kilimanjaro, la montaña más alta de África, están desapareciendo y en unos pocos años serán historia pasada

Al mismo tiempo que la humanidad lamenta angustiada la previsible inutilidad de la reunión de Copenhague, en la cual al parecer no se llegará a ninguna resolución legalmente vinculante sobre la emisión de gases de efecto invernadero, en Estados Unidos los senadores republicanos del Comité de Medio Ambiente y Obras Públicas anunciaron planes para boicotear la sesión de trabajo sobre cambio climático que debían efectuar esta semana.

Se necesita al menos la participación de dos republicanos y es, entonces, relativamente fácil impedir la sesión de trabajo que daría la posibilidad de modificar la legislación y luego votar su aprobación en el referido organismo. Según informa Democracy Now, entre los republicanos que integran el Comité se encuentra el senador James Inhofe, de Oklahoma, quien describió al calentamiento global como el “mayor engaño jamás perpetrado contra el pueblo estadounidense”.

Si la última reunión preparatoria, celebrada en Bangkok (28 de septiembre a 9 de octubre pasados) aumentó las dudas respecto a las posibilidades de alcanzar un acuerdo en Copenhague, la que se lleva a cabo desde este lunes en Barcelona comenzó rodeada de pronósticos sombríos.

La mega reunión de Barcelona, con 4 000 delegados de 180 países, es el último intento por lograr acuerdos concretos de cara a la próxima convención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre cambio climático en Copenhague.

El propósito inicial era el de llegar a la cumbre de diciembre próximo, en Dinamarca, con un documento capaz de reemplazar al Protocolo de Kyoto, el plan contra el calentamiento global que vence en 2012, cuya aplicación, e incluso su propio contenido, no ha estado en sintonía con la velocidad con que avanza el peligro catastrófico del cambio climático.

El periódico argentino Página 12 comentaba ayer que los postulados de Kyoto y sus indicaciones a las naciones más ricas de disminuir un cinco por ciento las emisiones de carbono –causa madre del calentamiento del planeta– hoy se ve como muy insuficiente para evitar que la temperatura promedio del planeta suba por encima de los dos grados centígrados respecto de la era preindustrial. “Si no se tomaran decisiones, afirma el diario, se llegará a los tres grados como un tren rápido al infierno: desertificación, inundaciones y hambrunas generalizadas.”

O se salva el clima o muere la humanidad

Jeremy Rifkin, un destacado economista estadounidense, que en su momento asesoró al vicepresidente Al Gore, el más ecologista de los políticos norteamericanos, vaticinó a propósito de la reunión barcelonesa que si continúa el actual ritmo del cambio climático la humanidad colapsará en 30 o 40 años y las especies, a final de siglo.

Rifkin recordó que las predicciones de los científicos del IV Informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) apuntan a un aumento de tres grados centígrados de la temperatura de la Tierra en este siglo, lo que haría volver al planeta a la temperatura y estadio climático de hace 3 millones del años, por lo que “clima, flora y fauna serán distintos”.

Asimismo, apuntó que una subida de 6 grados centígrados sería “el fin de la civilización humana”. “Ante obviedades como estas estamos profundamente dormidos y no podemos ni imaginar la repercusión de estos cambios”, indicó.

El científico explicó que por cada grado centígrado que aumenta la temperatura de la Tierra, la atmósfera absorbe un siete por ciento más las precipitaciones provocando y provoca lluvias más violentas y sequías más largas. “Este cambio de ciclo de vida se producirá tan solo en dos generaciones, es decir, entre nosotros y nuestros nietos.”

Increíble regateo, propensión suicida

La vicepresidenta del gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, previendo las justificaciones que podrían surgir luego de un nuevo fiasco en Copenhague, dijo que no hay razón ni excusa ante un fracaso que sería catastrófico. Por eso ha pedido a los países que dejen “de regatear”.

Es que una buena parte de los países más desarrollados y contaminadores de la atmósfera se están comportando en las negociaciones para conjurar los efectos del cambio climático, con la psicología del que va a comprar o a vender en un zoco marroquí.

Todos quieren ser los que gastan menos y obtienen más. Es evidente que las élites de poder en los diferentes países viven tan satisfechas con las locuras del capitalismo, que ya ni pueden ver los peligros más dramáticos que acechan a ese barco llamado mundo, con el cual se hundirán no solo los pasajeros de tercera clase, sino también los que han sacado boletos de primera.

Por eso los líderes políticos, representantes de aquellas élites, regatean los fondos de salvación entre las naciones más desarrolladas y se muestran increíblemente tacaños con los países pobres que necesitan auxilio.

Según BBC los puntos sobre los que existe mayor desacuerdo son tres:

  • Cuánto deben reducir los países desarrollados sus emisiones de carbono.
  • Cuánto dinero deben aportar estos para ayudar a las naciones pobres a enfrentar el cambio climático.
  • Cuánto deben reducir los países en desarrollo sus emisiones de gases de efecto invernadero.

A fin de cuentas, el asunto clave es el dinero y la competencia desmadrada:

  • Si un país desarrollado reduce sus emisiones más que otros, arriesga de primer momento su capacidad para competir económicamente y disminuye su cuota de ganancia.
  • Si un país desarrollado da más dinero que lo que proporcionalmente considera debe dar para ayudar a las naciones, se sentiría también en desventaja frente a otros.
  • Si los países en desarrollo reducen sus emisiones en la medida que los ricos quisieran, se enlentecería su supuesto camino al desarrollo.

Estados Unidos y el cambio climático

Estados Unidos ha logrado con amplia ventaja el primer lugar entre los países industrializados que más se han opuesto a la impostergable reducción de las emisiones, mientras los europeos generalmente, tanto en lo retórico como en los hechos, han demostrado una actitud más responsable y realista.

Los europeos han propuesto, como bloque, bajar las emisiones de CO2 un 30 por ciento para el 2020 y un 80 para el 2050, tomando como base para el cálculo 1990. Barack Obama ya hizo saber su intención de reducir las emisiones de ese país un siete por ciento para el 2020, pero basándose en el año 2000.

Este porcentaje aplicado a un país que consume el 25 por ciento de la energía mundial y es el principal contaminador del planeta, resulta ridículo.

Por eso la Unión Europea ya hizo saber que no firmará nada si Estados Unidos no hace lo propio.

Y quizás por todo eso Barack Obama no se ha comprometido todavía a estar presente en Copenhague.

Y justamente por esas cosas de este mundo, hoy se está anunciando en la prensa internacional que la nieve que corona la cima del Kilimanjaro, el pico más alto de África, con 5 985 metros de altura, está disminuyendo tanto que podría desaparecer en unos pocos años, probablemente debido al calentamiento global. El 85 por ciento de la nieve que cubría esta montaña en 1912 había desaparecido en 2007. En los últimos siete años del estudio, la pérdida fue de casi el 30 por ciento.

Quizás habrá quien encuentre ahora otro sentido al enigma que planteara el escritor norteamericano Ernest Hemingway al publicar Las nieves del Kilimanjaro en 1952: “Cerca de la cima se encuentra el esqueleto seco y helado de un leopardo, y nadie ha podido explicarse nunca qué estaba buscando el leopardo por aquellas alturas.”

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  • Sabiduria dijo:

    DEBEMOS cuidar el planeta pues todos desfrutamos de el y la culpa no es de un pais sino de todo el mundo

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Renato Recio

Renato Recio

Periodista cubano, colaborador de Cubadebate y uno de los fundadores del programa de la televisión "Mesa Redonda".

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