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Colonialismo británico: Lawrence de Arabia

En este artículo: Estados Unidos
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Arabia Saudita mantiene un régimen medieval donde la conspiración contra la casa real, la apostasía, el hurto y la homosexualidad son condenados con el descabezamiento por alfanje. Las esposas adúlteras son lapidadas hasta la muerte. No existen cines, ni teatros, ni música. Tampoco hay parlamento ni elecciones de ningún tipo. La policía está autorizada a propinar flagelaciones  y palizas en plena vía pública a quienes infrinjan las severas normas de comportamiento de El Corán. Las torturas y la violación son frecuentes en las cárceles. El temido Istakhbarat, o policía secreta, ejerce una cruel represión. Los periódicos del mundo no cesan en sus justas diatribas contra el vergonzoso derroche de los príncipes sauditas en una humanidad donde varias regiones de África están en el umbral de una devastadora hambruna. Produce ocho millones de barriles de petróleo diarios, lo cual equivale al 12 por ciento de la producción mundial del crudo. Es un protectorado virtual de Estados Unidos.

Arabia cayó en la órbita ambicionada por el colonialismo alentado en Londres, durante la Primera Guerra Mundial. Turquía se había aliado a Alemania y era un enemigo del león británico. El imperio otomano comprendía los territorios árabes. Un joven oficial de la inteligencia inglesa ideó una fórmula para debilitar a los turcos: crear una guerra de guerrillas aliándose a los árabes en el traspatio del reino sarraceno.

Thomas Edward Lawrence estudió en Oxford y fue encargado, como parte de sus investigaciones escolásticas, trazar mapas de la región. Realizó excavaciones en Karkemish, Siria. Se especializó en asuntos árabes, estudio el idioma y la cultura. Al estallar la guerra, en 1914, se le asignó al servicio de inteligencia y durante un año interrogó prisioneros,  observó al ejército turco, recibió informes de los agentes infiltrados en las poblaciones enemigas. Se unió a las intrigas que alentaban el estallido de una revuelta contra los turcos en las poblaciones árabes.

Lawrence se incorporó al ejército del príncipe Faysal, al sur de Medina, como oficial de enlace. Saboteó las líneas férreas sistemáticamente al extremo que los árabes llegaron a nombrarlo el "Emir dinamita". Demostró un gran valor personal en los encuentros armados y se ganó la admiración de los beduinos. Su primer gran triunfo militar fue la toma de Akaba. Lawrence sobornó a muchos jeques con el dinero que Londres le proporcionaba, usó como aliciente  la recompensa del botín y fue inmisericorde con el enemigo.

Lentamente sus proezas le fueron creando un mito. Su nombre era sinónimo de coraje, intrepidez y perspicacia estratégica. Fue asignado al estado mayor del general Allenby y con la toma de Damasco alcanzó su más alta presa de guerra. Capturado por los turcos fue brutalmente sodomizado, fue herido en numerosos combates, cometió atrocidades por el reclamo bélico. Trató de lograr que los árabes se uniesen en la fundación de un estado nacional pero el fraccionamiento de las fuerzas políticas lo impidió.

Descontento, exhausto, consumido regresó a Inglaterra y escribió su libro "Los siete pilares de la sabiduría", una memoria de aquella campaña. Se la dio a leer a George Bernard Shaw que le aconsejó, con su puritanismo indeclinable, suprimir las páginas más crudas del abuso homosexual durante su prisión  turca.  El rey Jorge V quiso premiarle con la Orden del Baño, pero rehusó recibirla. Lo nombraron asesor de Winston Churchill en la oficina de asuntos coloniales. Para protegerse de su tormentoso pasado se cambio legalmente su apellido a Shaw. Intervino en algunas intrigas de inteligencia en la India y en complots contra la Unión Soviética.

Sus últimos años los pasó en la fuerza aérea, diseñando aviones, contribuyendo a mejorar su eficacia combativa. En 1936 iba en su motocicleta por una carretera inglesa cuando surgió un obstáculo inesperado y, al evitarlo, se deslizó, sufriendo un fatal accidente. Se mantuvo en coma durante seis días tras los cuales, expiró. Tenía cuarenta y siete años.

T.E. Lawrence fue el  fruto de un período de pillaje, conquistas y rapiña coloniales del imperio británico durante el siglo de la reina Victoria. Tendrían que pasar treinta años hasta que en la conferencia de Bandung el mundo tomase conciencia del abuso conquistador al que los estados débiles habían sido sometidos. T.E. Lawrence fue uno de los constructores de la desigualdad, uno de los capitanes del expolio, uno de los agresivos saqueadores que armaron, joya a joya, la corona británica,  intrigando, con asechanzas y maquinaciones. Fue un aventurero inescrupuloso, inteligente y áspero: un producto de su sociedad y su tiempo

gotli2002@yaho.com

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Lisandro Otero

Lisandro Otero

Novelista, diplomático y periodista. Ha publicado novelas y ensayos, traducidos a catorce idiomas. Falleció en La Habana en 2008.

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