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Las "verdades" a medias de Henry kissinger

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Hace algunas semanas, el ex secretario de Estado, Henry Kissinger, en una entrevista a la revista norteamericana Newsweek, consideró que el próximo presidente de los Estados Unidos tendrá que hacer frente a los más grandes retos después de la Segunda Guerra Mundial. Kissinger se refería así a la guerra en Irak y a la lucha contra el terrorismo, convertida en bandera de la actual administración para imponer sus intereses. A su juicio, según la revista, esos retos son comparables a los enfrentados por Harry Truman en 1945, luego de la conclusión de la conflagración mundial.

"Nunca antes -dijo Kissinger-- fue necesario llevar una guerra sin frente ni frontera geográfica bien definidas, mientras se reconstruyen los principios fundamentales del orden mundial para sustituir el que desapareció entre la humareda de las torres del World Trade Center y el Pentágono." Y agregó: ...la Unión Soviética se convirtió en una amenaza para el equilibrio mundial mientras que la guerra creó un vacío en Europa Central. Pero el reto soviético era concreto y geográficamente definido. Ahora las principales amenazas son abstractas y cambiantes". Para añadir después: "El adversario principal es la franja fundamentalista militante del Islam, que quiere cambiar las sociedades islámicas moderadas y todas las otras que consideran que frenan la restauración del Califato". Y puntualizó que si un gobierno radical se instala en Bagdad, "el mundo islámico en su conjunto se hundirá en el caos".

Vayamos por parte: ¿Qué entiende Kissinger por "reconstruir los principios fundamentales del orden mundial" que desapareció en los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001? ¿Es que acaso el orden mundial que existía murió porque le hayan hecho un atentado a Estados Unidos? O, más bien, ¿cabría pensar que los sucesos del 11 de septiembre sirvieron al gobierno de ese país para imponer una agenda ultra conservadora, el llamado Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, y fortalecer su hegemonía mundial en un momento en que aparecen nuevos retos en el horizonte imperial? Una verdad reconocida es que sin esos lamentables sucesos no hubiera sido posible que la Casa Blanca de W. Bush y su grupo neoconservador llevara a cabo su política agresiva y hegemónica a escala planetaria. Y todavía está por saber quiénes fueron los autores reales de esos atentados, pues ese día sucedieron muchas cosas extrañas de las cuales ya les he hablado en otras ocasiones.

Kissinger conoce que el orden mundial no desapareció "entre la humareda de las torres del World Trade Center y el Pentágono". El orden mundial anterior desapareció con la muerte de la Unión Soviética, con su debilitamiento y fragmentación. Y eso ocurrió en diciembre de 1991, por poner una fecha, aunque, en realidad, fue un proceso que duró varios años, en que el mundo dejó de ser bipolar, es decir, controlado por dos centros de poder, para ser unipolar, donde solo prevalecen los intereses de una sola superpotencia. Convertir un suceso que afecta a una nación en un punto de viraje en la historia de la sociedad, va más allá de lo lógico y aceptable, no importa que esa nación sea Estados Unidos. Lo que pretende Kissinger en esa entrevista es ocultar el hecho de que los sucesos del 11 de septiembre del 2001 fueron tomados como pretexto para desarrollar la política que quería la elite de poder o, por lo menos, un sector de ella.

De otra parte, Kissinger, un conocedor de la obra de Nicolás Maquiavelo, también oculta el hecho de que, con la desaparición de la Unión Soviética, después del año 2001, el gobierno norteamericano se quedó sin un enemigo creíble, que tuviera la presencia suficiente para justificar ante el pueblo norteamericano su política exterior o sus gastos militares. Cómo justificar, por ejemplo, una reducción de la seguridad social al mismo tiempo que se aumenta el gasto militar si no se tiene un enemigo que lo justifique. Ese enemigo, servido en bandeja de plata el 11 de septiembre, es el terrorismo, un reto que no tiene fronteras geográficas definidas y que se puede esconder en cualquier lugar, en uno de esos 60 "lugares oscuros" de los que habló W. Bush en un discurso, que se puede utilizar al gusto de los gobernantes para sembrar el temor en la población y, también, para realizar cualquier crimen o genocidio sin que se produzca un rechazo popular.

Kissinger no fue ajeno a los actos terroristas cometidos por Estados Unidos durante el gobierno de Richard Nixon, en los que desempeño primero el cargo de asesor de seguridad nacional y, luego, el de secretario de estado. Ël fue uno de los artífices de los bombardeos a zonas densamente pobladas de Vietnam, de la extensión de la guerra a Laos y Cambodia; del golpe de estado a Salvador Allende en Chile, otro 11 de septiembre, pero de 1973; del golpe de estado en Argentina, que dejó más de 30 mil desaparecidos torturados y asesinados; de la continuidad de la política de apoyo al estado sionista de Israel, como lo demostró en la guerra de 1973; y de una política de control sobre los yacimientos petrolíferos del Medio Oriente, de apoyo a las monarquías del Golfo Pérsico.

Cuando se vaya a hablar de las causas del "fundamentalismo militante del Islam", es casi obligatorio referirse a la política norteamericana hacia esa región y otras zonas de Asia. Y eso lo sabe Kissinger. Sabe también, aunque pretenda esconderlo a los ojos de los norteamericanos, que Estados Unidos recoge hoy los frutos de lo que ha sembrado a lo largo de muchos años, pues el fundamentalismo islámico es la respuesta -¿equivocada?-- de los sectores más oprimidos y explotados de la población árabe, armados de una serie de creencias religiosas que los lleva a desear la salida de todos los extranjeros de los territorios árabes y musulmanes. Que la forma de lucha haya tomado un camino equivocado, es también el resultado del odio que, lo largo de muchos años, ha ido sembrando la política estadounidense y la de sus aliados en la región. Que aspiren al dominio de toda la región -lo que Kissinger llama Califato-- es algo que no debe sorprendernos. Sería la forma de impedir que los "infieles", que tanto los han hecho sufrir y tanta sangre musulmana han derramado, no pudieran seguir explotándolos, humillándolos y matándolos.

Kissinger miente para justificar la política de la actual Administración de W. Bush y la de sus predecesores, de la cual, en su momento, formó parte. Dice Noam Chomsky que es necesario volver a escribir la historia de la política norteamericana para que diga la verdad. Es cierto. Las declaraciones de Kissinger constituyen una falsa interpretación de la historia de la política estadounidense, que pretende justificar los actos presentes y futuros de la actual administración. Los invito a que mediten.

 
 

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Eduardo Dimas

Eduardo Dimas

Periodista cubano, especializado en temas de política internacional. Falleció en La Habana en 2008.