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La contraofensiva imperial en América Latina

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¿Recuperar lo perdido?

¡¿Qué extraño?! Ahora resulta que la inmensa mayoría de los embajadores y funcionarios diplomáticos cubanos son agentes u oficiales de inteligencia. Lo dicen el Nuevo Herald y el Miami Herald. ¿Será que pretenden inculpar a Cuba de lo que ellos siempre han hecho?

Todos los servicios de inteligencia utilizan los puestos diplomáticos para obtener información. Regularmente los colocan en cargos de menor jerarquía que tienen que ver con la prensa, la cultura, los consulados, etc.

En Cuba existe una larga lista de funcionarios diplomáticos de todas las embajadas del mundo que son o fueron agentes de la inteligencia de sus países. La Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, se lleva la palma. De otra parte, existe una vieja definición de la diplomacia que dice que es el "espionaje autorizado".

Cualquiera que haya vivido un tiempo dentro de ese "mundo" --cuyo principal "arte" es "hablar durante horas sin decir absolutamente nada", "dar una información menor a cambio de otra también menor o mayor", "filtrar una información que al gobierno le interesa se conozca" y, sobre todo, "no hacer el papel de tonto"--, sabe que es así.

Por eso llaman la atención los artículos --y los medios que los publican-- en los que se señalan los vínculos o la pertenencia de algunos funcionarios cubanos con la inteligencia. Es una campaña de desprestigio tonta contra la Revolución Cubana, una más, dirigida a crear preocupación entre los que no conocen los vericuetos de esa difícil profesión.

Por lo demás, les recuerdo que el Departamento de Estado tiene su propio servicio de inteligencia, ligado, desde luego, al resto de las agencias de inteligencia de Estados Unidos, que suman 16. No son pocas.

Pero esa campaña tonta no puede desligarse de otros hechos que ocurren, sin aparente conexión, y que forman parte de la contraofensiva de la Casa Blanca contra el proceso de cambio que tiene lugar en América Latina.

Cabría señalar, la campaña contra Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana en la mayoría de los medios de prensa de Estados Unidos y Europa, especialmente España. También la que llevan a cabo contra Evo Morales y ahora contra el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, principalmente después del incidente en que el ejército colombiano violó la soberanía de ese país y masacró a 26 personas, entre ellas, un ecuatoriano y cuatro mexicanos.

Pero, sobre todo, porque los tres mandatarios han reivindicado los intereses nacionales por encima de los de las transnacionales, porque los tres tienen posiciones antineoliberales, en contra de los tratados de libre comercio y a favor de la integración latinoamericana, una mala palabra para las elites de poder de Estados Unidos y Europa.

El intento norteamericano de convertir al gobierno colombiano de Álvaro Uribe en la punta de lanza de la contraofensiva en el aspecto militar es parte del juego. Luego de que el Grupo de Río y la Organización de Estados Americanos (OEA) condenaran la violación de la soberanía ecuatoriana, el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, ha continuado con sus declaraciones belicistas y amenazadoras hacia Ecuador.

Ha llegado a decirle al presidente Rafael Correa que "no se equivoque" y a declarar que la violación de la soberanía ecuatoriana fue un "acto de legítima defensa", en perfecta armonía con las declaraciones oficiales del gobierno norteamericano.

De otra parte, el gobierno de Bogotá se ha negado a pagar la indemnización, solicitada por el gobierno mexicano, a las víctimas mexicanas de la masacre, cinco estudiantes de sociología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Parece bravuconería barata, y lo es, pero también es parte de un juego provocador.

Medios de prensa latinoamericanos señalaban la pasada semana que, desde el 2007, el Plan Colombia ha entrado en una nueva fase (Plan Colombia II) que debe durar hasta el 2013, con una inversión por parte del gobierno estadounidense de más de 10 mil millones de dólares, que podría llegar a 43 mil millones en el 2017.

El objetivo es claro: acabar con el movimiento guerrillero colombiano y realizar grandes inversiones de infraestructura, como parte del Plan Puebla-Panamá y del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que, en conjunto, significan el dominio total de Estados Unidos sobre América Latina.

Paralelo al Plan Colombia, están las constantes visitas de altos mandos militares norteamericanos a diferentes países, sus declaraciones en contra de lo que llaman "populismo" y el "peligro" que representa para la estabilidad de la región.

Le llaman populismo a los planes de beneficio y justicia social que se llevan a cabo en Venezuela, Bolivia y Ecuador, a las políticas nacionalistas en Argentina y Brasil, a los procesos de integración regional. Populismo para ellos es la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que le ha devuelto la vista a más de un millón de personas y ha salvado centenares de miles de vidas mediante la Operación Milagro.

Es decir, populismo para ellos es toda obra que beneficie a los pobres, que cambie la estructura de distribución de la riqueza y todas aquellas políticas y políticos que no juegan el juego de los intereses imperiales.

Existe un sistemático acercamiento de los militares norteamericanos a los mandos de los ejércitos latinoamericanos, muchos de ellos educados en academias del Norte. Los planes para el entrenamiento de nuevos oficiales se han incrementado.

El Departamento de Estado, por ejemplo, suspendió el pasado año la prohibición que impedía a los militares de los países que no habían otorgado inmunidad (impunidad) a los funcionarios y soldados norteamericanos, recibir cursos en escuelas militares norteamericanas.

Al mismo tiempo, la Casa Blanca, con la ayuda de las oligarquías locales, continúan con las campañas de desestabilización de los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y también en Argentina, Brasil y Uruguay. El objetivo es crearles todas las dificultades posibles, mantenerlos a la defensiva, desgastarlos. En otras palabras, no dejarlos gobernar.

Se conoce, por ejemplo, de la presencia de paramilitares colombianos en Venezuela y Bolivia, los que, al parecer, tienen la misión de entrenar y preparar a grupos autóctonos con vistas a una posible asonada militar, atentados, sabotajes o, como apuntan algunos observadores, conflictos de baja intensidad, tal y como ocurrió en Nicaragua en la década del 80 del siglo pasado. Todo está sobre la mesa.

Además, hay intentos secesionistas, especialmente en Bolivia, donde la llamada Media Luna, formada por los departamentos de Santa Cruz, Tarija, Pando y Benin, aspiran a la autonomía total de La Paz. El actual embajador en Bolivia, Philip Goldberg, es un conocido especialista en desmembrar países.

También ha habido pretensiones parecidas en Zulia, el estado petrolero más rico de Venezuela, y en Guayaquil, el departamento de mayor desarrollo de Ecuador. Tanta "casualidad" no es posible.

No por gusto, la Confederación Internacional para las Autonomías Regionales (CONFILAR), una organización de reciente creación, con respaldo de los servicios de inteligencia de varios países, tuvo hace tres años una reunión en Guayaquil y su sede se encuentra en Santa Cruz de la Sierra. Muchos de sus dirigentes son miembros de las oligarquías ecuatoriana y boliviana.

Como vemos, la contraofensiva de la Casa Blanca se desarrolla en varios frentes al mismo tiempo. Sin embargo, al margen de que no es posible dejar de reconocerle éxitos parciales, no ha logrado sus objetivos. Tal vez por eso ha ido a pedir ayuda a las viejas organizaciones de la derecha que tienen su sede en Europa y lazos ideológicos con numerosos partidos y políticos latinoamericanos.

Así, entre el 26 y el 28 de marzo, tuvo lugar en Rosario Argentina, un evento muy interesante, presidido por el escritor peruano Mario Vargas Llosa, presidente de la Fundación para la Libertad, con la participación, entre otros, del expresidente del gobierno español, José María Aznar; del alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri; del exsubsecretario para Asuntos Hemisféricos, Roger Noriega; del expresidente de México, Vicente Fox; los expresidentes de Uruguay, Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle; de Bolivia, Jorge Quiroga, actual líder de la oposición a Evo Morales; de Ecuador, Osvaldo Hurtado; y de El Salvador, Francisco Flores, conocido como "el soplo de aire fresco".

Como apunta el periodista argentino Miguel Bonasso, el evento de la ultraderecha fue patrocinado por varios "think tanks" neoliberales, como la Fundación para el Análisis y Estudio Sociales, fundada por Aznar, la Heritage Foundation, el Cato Institute, la Atlas Economic Research Foundation y, en representación de Europa, la Friederich-Nauman Stiftung.

Estaban presentes también figuras de la contrarrevolución cubana, como Carlos Alberto Montaner y Armando Ribas, el excanciller mexicano, Jorge Castañeda y el exministro de Augusto Pinochet, Hernán Buchi.

La derecha boliviana envió a dos prominentes enemigos de Evo Morales: el presidente del senado Oscar Ortiz y el Prefecto de Cochabamba, Manfred Reyes Villa. Por Venezuela, los organizadores invitaron al "dirigente estudiantil" Yon Goicoechea y a Marcel Granier, presidente de RCTV, la empresa televisiva que promovió el golpe de estado de abril del 2002 y cuya concesión vencida y no renovada originó una intensa campaña mundial sobre "atropellos a la libertad de expresión" en Venezuela.

En general, estuvieron presentes representantes de la más rancia derecha de todos los países latinoamericanos, aliados de los intereses norteamericanos y defensores a ultranza del neoliberalismo. El tema del encuentro fue "Los desafíos de América Latina" y como subtítulo "Entre las falencias institucionales y las oportunidades de desarrollo".

Si algo me ha llamado la atención es que el seminario, el encuentro --o como quieran

llamarlo--, tuvo más divulgación por los medios alternativos de noticias que por la prensa oficial de las oligarquías latinoamericanas y de Estados Unidos. Quizás se deba a mis "falencias" en computación, pero no pude encontrar ninguna noticia de los resultados de la reunión. Tal vez no desean mucha publicidad, para que los pueblos no se enteren de la conspiración en contra de sus intereses.

De todas formas, el objetivo era obvio. Sobre todo, si nos vamos un poco atrás en el tiempo, y recordamos que la Internacional Democrática de Centro, la antigua Internacional Demócrata Cristiana, y su filial para América Latina, la Organización Demócrata Cristiana para las Américas (ODCA), a la cual pertenecen 32 partidos políticos de la región, definió hace aproximadamente dos años sus pretensiones con respecto a la región.

Según Manuel Espino --hasta hace poco presidente del Partido Acción Nacional (de gobierno) de México, y actual presidente de la ODCA--, el objetivo fundamental de su organización era acabar con la Revolución Cubana y con los procesos políticos que tienen lugar en Venezuela, Bolivia y Ecuador, para más tarde seguir con Brasil, Argentina y Uruguay. Me tomo el atrevimiento de agregarles Nicaragua.

En otras palabras, acabar con los gobiernos progresistas de América Latina y colocar en su lugar gobiernos afines al neoliberalismo y a los intereses norteamericanos. Por cierto, el vicepresidente para la acción política de la ODCA, es Mauricio Miralles, un miembro de la Brigada 2506 y del Consejo para la Libertad de Cuba, que agrupa a la extrema derecha cubano-americana de Miami.

Los encargados de cerrar el evento fueron José María Aznar y el argentino Mauricio Macri, enemigo político del actual gobierno de ese país. Un hecho que llama la atención es que el encuentro de la derecha neoliberal se haya celebrado en Rosario, Argentina, la cuna de Ernesto Che Guevara. ¿Un reto de la derecha?

Tanto la ciudad, como la provincia del mismo nombre, son gobernadas por social demócratas. No quiero decir nada con esto. Solo apunto el detalle. Una manifestación de más de 20 mil personas protestó la presencia de este numeroso grupo de la más rancia derecha mundial, incluyendo fascistas.

Es obvio que la Casa Blanca va a recibir el apoyo incondicional de este sector político que ve en los cambios que tienen lugar en América Latina un peligro para sus intereses. Las organizaciones demócratas cristianas europeas, con Aznar a la cabeza, se involucrarán más en la contraofensiva de la Casa Blanca, para revertir el proceso de cambios que tiene lugar en América Latina.

¿Será por eso que el gobierno norteamericano estudia dirigir parte de los fondos destinados a la subversión en Cuba hacia varias organizaciones y países europeos? Hasta ahora no conozco que haya habido reacción alguna entre la derecha cubano-americana por la pérdida de ese dinero. Esperemos.

Aquí, en Cuba, los asalariados del imperio se quejan de que les llega muy poco del dinero que supuestamente está destinado a "cubrir sus gastos de subversión". La mayor parte se queda en La Florida. Si rebajan los fondos, es posible que les llegue menos. ¿Protestarán? ¿Quién sabe? Tal vez ya estén acostumbrados a las veleidades imperiales… y de sus jefes en Miami.

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Eduardo Dimas

Eduardo Dimas

Periodista cubano, especializado en temas de política internacional. Falleció en La Habana en 2008.