Imprimir
Inicio »Opinión  »

Los mensajes de Bush y Rumsfeld

| +

Los principales jefes de la carnicería y torturas en Iraq han andado en estos días por tierras de Sudamérica. El presidente  George W.Bush estuvo en Santiago de Chile para participar en la cumbre del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC) y Donald Rumsfeld viajó a Quito para asistir a la Sexta Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas. Como era de esperar, el repudio popular los acompañó en Chile y Ecuador.  

Los asesinos del pueblo iraquí llevaron en sus portafolios el  discurso que han repetido decenas de miles de veces desde los atentados a las torres gemelas de Nueva York: la lucha contra el terrorismo, una versión de la guerra fría en estos años de globalización, que busca convertir a todos en enemigos de sí mismos.

El pueblo chileno dio al Emperador el recibimiento merecido con gigantescas y ruidosas manifestaciones en Santiago de Chile y Valparaíso, reprimidas por los carabineros. Allí no se olvida que Chile tuvo su 11 de Septiembre, el de 1973, inspirado y apoyado por Washington, y ejecutado por las fuerzas fascistas encabezadas por el general Augusto Pinochet. Transcurridos 31 años del golpe militar contra la constitucionalidad y el gobierno de la Unidad Popular, los chilenos aún están tratando  de esclarecer la verdad sobre los brutales crímenes cometidos por los fascistas y siguen, por supuesto, exigiendo justicia.

Chile fue escenario durante muchos años de estremecedoras escenas similares a las que hoy recorren el mundo como la más reciente de Falluja: un soldado yanqui frente a un anciano herido, acostado en el piso, disparándole a mansalva, a la vez que daba respuesta, de tal manera tan brutal, a un comentario de otro soldado invasor de que estaba con vida.  "Ya está jodidamente muerto", dijo el soldado tras vaciar su cartucho de balas. En Chile, ciertamente,  apretaban el gatillo los soldados  que  obedecían las órdenes que les daban los oficiales fascistas, adiestrados y armados por el gobierno de Estados Unidos. Esa es la verdad.

A Rumsfeld no le salió del todo bien su estancia en Quito. Lo repudiaron en las calles y, a la vez, no pudo lograr consenso en sus planteamientos de que se creara una fuerza militar continental para combatir las supuestas amenazas a la seguridad hemisférica. Tampoco alcanzó éxito en su pretensión de que la Junta Interamericana de Defensa fuese convenida en un organismo rector de la política de seguridad del continente.

Como expresión de los aires diferentes que reinan en América Latina, los ministros de Defensa del continente, que años atrás suscribían con los ojos cerrados todos los papeles que viniesen con el membrete del Pentágono, ahora tuvieron una posición no muy complaciente con la agenda presentada por Washington. Ni siquiera la presencia del jefe del Pentágono los inclinó a darle apoyo en algunos aspectos de la Declaración final del encuentro. Presentaron una visión muy diferente a la de Estados Unidos en temas sobre seguridad, defensa y terrorismo. Mientras Rumsfeld llamaba a América Latina a cerrar filas y trabajar más duro para prevenir actos terroristas en la región, lo que escuchó fue que la pobreza constituye la mayor amenaza, no el terrorismo. El Jefe del Pentágono no pudo tampoco impedir que en la Declaración final quedara constancia de la decisión de los países latinoamericanos de defender la  soberanía de los Estados. Muy ácidas le debieron resultar a Rumsfeld estas palabras del documento: "Cada país tiene la responsabilidad de controlar su propio territorio, según sus requerimientos, leyes y recursos".  Es indiscutible que ya ni siquiera  los ejércitos de varios países de América Latina aceptan sumisamente las instrucciones que vienen de Washington sobre cómo conducirse dentro de sus fronteras. Los tiempos son otros.

El cinismo de Rumsfeld se puso de manifiesto claramente  durante una conferencia de prensa en Quito al expresar que "la única manera de derrotar a los terroristas es presionarlos en todo el mundo. Tenemos que negarles refugio, tenemos que buscarlos donde estén…" Así afirmaba el representante de la nación que hace muy pocas semanas no puso obstáculo alguno para que tres terroristas de origen cubano, con expedientes criminales voluminosos, que incluyen la participación en asesinatos dentro y fuera de Estados Unidos, amnistiados por la ex presidenta de Panamá, en una escandalosa acción violatoria de la Constitución de ese país, entrasen nuevamente a territorio norteamericano sin problema alguno y que hoy se pasean libremente por sus calles sin  ser molestados por el FBI o por otro cuerpo de lucha antiterrorista. ¿Es eso negar refugio a los terroristas? ¿Es eso tener una decisión de buscarlos donde estén? Una doble moral, sin duda, es la filosofía del Imperio.

Coincidieron los viajes de Bush y Rumsfeld a Sudamérica con un hecho terrorista monstruoso: el asesinato en Caracas del fiscal que tenía bajo investigación a alrededor de 400 involucrados en el golpe contrarrevolucionario contra el presidente Chávez del 11 de abril de 2002. Una bomba C-4, colocada en el exterior de su vehículo y accionada por control remoto, provocó la muerte del fiscal  Danilo Anderson, a quien no pudieron comprar ni sobornar. Ese explosivo, como se sabe, se produce en Estados Unidos y está controlado por los arsenales del Pentágono y la CIA, y seguramente fue colocada por elementos contrarrevolucionarios adiestrados en ese territorio. Aunque, por supuesto, el Departamento de Estado norteamericano ha dicho que "no permite a terroristas operar en su territorio". Tanto Rumsfeld como el funcionario del Departamento de Estado mienten.

La presencia de Bush en la cumbre de los países de Asia y el Pacífico ha colocado en un segundo plano cuestiones como el libre comercio y la corrupción, temas de su agenda. Ha servido, en definitiva, de escenario al recién reelecto Presidente de Estados Unidos para decir al mundo que no habrá significativos cambios con relación a su primer mandato. De lo que Bush habló allí, y de lo que los grandes medios de comunicación se han encargado de privilegiar en sus informes, es  que Irán y Corea del Norte constituyen una amenaza para la seguridad del mundo. Bush dice que esos países, que forman parte del "eje del mal", están desarrollando programas atómicos y que armas de ese tipo podrían caer en manos de grupos terroristas.

Mienten nuevamente como antes mintieron sobre que Iraq poseía armas de destrucción masiva. Respecto a Irán, The Washington Post señalaba que los datos estadounidenses sobre que Irán  estaba tratando de acoplar cabezas nucleares a sus misiles balísticos no estaban confirmados, y que provenían de una sola fuente, la oposición iraní. En fin, estamos en presencia de una repetición de la historia.

En Chile, el presidente Bush ha enviado al mundo el mensaje de que su política seguirá invariable. La amenaza y el lenguaje de la guerra lo acompañarán en estos cuatro años. Y también lo acompañarán, decimos nosotros, los fracasos, la resistencia a sus acciones aventureras  y el repudio de los pueblos del mundo.

Haga un comentario



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Juan Marrero

Juan Marrero

Periodista cubano, vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba