ALCA: ¿Un parto con fórceps?
Se dice que de un momento a otro el gobierno de Estados Unidos podría presentar un ultimátum a Brasil y al MERCOSUR en su conjunto, así como a Venezuela y a un numeroso grupo de países caribeños, para que acepten en la próxima reunión de negociadores del ALCA aquellos aspectos que rechazaron en la cita de Puebla, México, hace dos semanas.
Según el diario brasileño O Globo, un alto cargo del área comercial estadounidense reveló que en la segunda edición de Puebla, prevista para marzo próximo, Washington y sus 13 aliados exigirán a los restantes 20 países que accedan a abrir más los sectores de servicios, inversiones y compras gubernamentales, y a que acepten las reglas de propiedad intelectual deseadas por Estados Unidos.
Si no lo hacen así, a estos países se les restringirá el acceso a los mercados de los agrupados en el llamado G-14 (Estados Unidos. Canadá, México, Chile, Salvador, Nicaragua, Honduras, Guatemala, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Perú y Colombia).
De manera que, la sola posibilidad del mencionado ultimátum, hace pensar en tres desenlaces previsibles para la reunión de marzo en Puebla: o se retoma y se asimila la idea del "ALCA extralight", o se produce "un nuevo impasse" de las negociaciones (lo cual sería fatal para cumplir con la fecha prevista), o Estados Unidos hace parir un "ALCA con fórceps", un acuerdo de libre comercio entre 14 países destinado en primer término a bloquear a los restantes con la pretensión de que la asfixia económica los obligue a sumarse.
Como se recordará, Estados Unidos llegó a la primera reunión de Puebla aspirando crear un primer piso del ALCA, un alca "extraligth" donde cupieran todos sin necesidad de que todos asumieran compromisos universales e iguales disciplinas.
El segundo piso vendría después, cuando, paso a paso, cada país fuera completando su máxima conversión al "libre comercio".
Con esa postura acaramelada Washington logró que las negociaciones de Miami, en noviembre pasado, no terminaran en una debacle y quizo crear la percepción de que existía un consenso mínimo para continuar el proceso negociador.
Miami, según comentaron los especialistas, apenas alcanzó a crear una estructura, un "esqueleto", al cual debían añadirse "los músculos" en la reunión de Puebla, en febrero de este año, pero esta también terminó sin una sola fibra de "carne".
Al parecer, ahora el gobierno imperial ha decidido prescindir del lenguaje suave y llegará a la segunda reunión de Puebla blandiendo su habitual garrote.
El corresponsal de O Globo comentó que en Miami se había determinado que las negociaciones serían sector por sector y no en forma cruzada, lo cual significaba que, por no abrir mucho el sector de servicios, por ejemplo, un país tendría menor acceso en esa área a los demás países parte del acuerdo.
Ahora los negociadores estadounidenses cambiarían su táctica para establecer que el país que no acepte todas las reglas en un sector, sufriría restricciones en otras áreas diferentes, sobre todo en el acceso a los mercados norteamericanos y de otros de sus aliados.
En los últimos días Ross Wilson, negociador norteamericano sobre el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), dejó claro que Estados Unidos sólo abrirá su mercado a los productos brasileños y del Mercosur si estos abandonan sus restricciones en servicios, inversiones, compras gubernamentales y propiedad intelectual.
Pero, de inmediato, Roberto Abdenur, quien próximamente será el Embajador de Brasil en Washington, dijo, tras reunirse con el presidente Lula, que si los estadounidenses dan un ultimátum a Brasil y al Mercosur, este no quedará sin respuesta.
"Si los norteamericanos adoptaran esa actitud restrictiva, Brasil va a tener que responder a eso, y ahí, o nosotros no vamos a tener ALCA, o vamos a tener un ALCA menguada", expresó
Todo está indicando que estas posiciones de los contendientes principales en las negociaciones del ALCA, no van a cambiar en los pocos días que quedan para efectuar la segunda edición de Puebla.
Pudiera decirse, incluso, que la capacidad de flexibilización ha llegado al tope tanto para Estados Unidos como para Brasil.
La superpotencia hegemónica, aparentemente omnipotente, cruza por una tembladera económica y está urgida como nunca antes de apropiación neocolonial de América Latina y el Caribe. Para muchos, el ALCA es, simple y llanamente, una estrategia de supervivencia imperial.
Estados Unidos lo necesita todo sin dar nada, necesita el ALCA ahora, y lo necesita desesperadamente.
Si Brasil cediera, MERCOSUR moriría en el corto plazo y con él la credibilidad del actual gobierno y sus aspiraciones de un liderazgo continental basado en la integración latinoamericana.
Pero si la resistencia de Brasil, Argentina, Venezuela, y los países caribeños llevara al gobierno de Estados Unidos a la esquizofrénica decisión de hacer la parodia de un ALCA con 14 miembros, que excluyera de su seno y bloqueara a una parte decisiva del potencial económico del continente, quizás habría que agradecer ese escenario de condenados por la ira imperial, propicio para rescatar la soberanía, transformar la política y salvar la economía definitivamente de los azotes del salvaje capitalismo neoliberal.
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