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Promételes la luna y dales lo que les toca

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El diccionario define al "lunático" como "perturbado y que se cree afectado por las fases de la luna", alguien que está "poseído".

El 14 de enero el Presidente Bush ensayó su discurso del inminente sermón de la Estado de la Unión ante el personal de la NASA en Houston.  Sus ojos brillaban de pasión mientras se distanciaba (al menos su mente) de los problemas terrenales y preveía la construcción de "nuevas naves para llevar al hombre por el universo, para lograr situarse en la luna y para prepararse para nuevos viajes hacia mundos más allá del nuestro".  Como si leyera el texto de un guión de Viaje estelar, Bush prometió que Estados Unidos crearía una base permanente en la luna para el 2020 y con el tiempo enviaría astronautas a Marte.

¿Es esto mejor que el presidente equivocándose con Rapture?  Mientras que nosotros, banales criaturas, nos preocupamos por la pérdida del puesto de trabajo, no tener cuidados de salud o dinero para pagar por la educación de los hijos, o la irritación por posibles ataques terroristas, Bush idea una visión espacial -más bien excéntrica- que George Klerkx, ex ejecutivo del Instituto SETI y autor de Perdida en el espacio: la caída de NASA y del sueño de una nueva era espacial, calcula que el costo sería "de $400 a $500 mil millones, si se produce en tiempo y sin salirse del presupuesto".

¿Debemos esperar hasta que él privatice la seguridad social y se agoten los fondos de seguro contra el desempleo?   El Gran Divisor promete que nos llevará a la luna y a Marte, donde los cristianos fundamentalistas saben que el matrimonio entre personas del mismo sexo nunca sucederá, lo que solucionaría un serio problema de la Tierra.  Y Bush no tendrá que convencer a los cráteres, porque no votan.

En su homilía del Estado de la Unión del 20 de enero, Bush recurrió nuevamente a estrategias probadas para convencer a los electores norteamericanos: la mentira y la simulación.  Bush trató de relacionar su guerra de Irak con "ganancias" en su guerra al terrorismo.  Pero el Profesor Jeffrey Record del Colegio de Guerra Aérea calificó a la Guerra de Irak de "error estratégico" que desvió la guerra al terrorismo.  La estrategia de Bush "promete mucho más de lo que puede cumplir" (Houston Chronicle, 12 de enero de 2004).

Aunque evitó mencionar a Marte y a la luna, el excéntrico entusiasmo de Bush a mediados de enero superó su discurso ante el Congreso.  Los exageradores de la Casa Blanca indudablemente dirán que las bases de la luna ayudarán a combatir a este "enemigo particularmente evasivo" (Estrategia de Seguridad Nacional, La Casa Blanca, 2002).

¿Necesitamos realmente más bases en algún lugar?  Según Chalmers Johnson (Los Angeles Times, 18 de enero de 2004), el Pentágono tiene ya 702 bases en 130 países, además de 6 000 bases en territorio de EEUU.  Pero bajo la Estrategia de Seguridad Nacional de Bush, estas instalaciones ayudarán a enfrentar la incertidumbre y a cumplir con los muchos retos de seguridad".  Al igual que la futura base lunar, las instalaciones militares de EEUU significan más que un imperio.  "La presencia de fuerzas norteamericanas en el exterior", nos recuerda el documento mencionado, "es uno de los más grandes símbolos del compromiso de EEUU con sus aliados y amigos".

Los delirios lunares de Bush llegaron incluso a inspirar al Vicepresidente Cheney a salir de su escondite para sermonear ante el Consejo de Asuntos Mundiales de Los Angeles acerca de la parte terrenal de la misión de "seguridad" de la Administración.  "Debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para evitar que los terroristas obtengan armas de destrucción masiva" (ADM), advirtió Cheney al público.  Se refería a lo que Bush, en su discurso del Estado de la Unión, defendió como un acto de precaución para "todos los que aman la guerra y la paz".  A pesar de la incapacidad del ejército para encontrar el más leve rastro de ADM, programas en activo o vínculos con terroristas de Al-Qaeda, Bush insistió en que había tenido que actuar o "los programas de armas de destrucción masiva del dictador aún prosegurían hasta el día de hoy".

La política Bush-Cheney puede que sea recordada como la guerra preventiva del 2003 y la contemplación lunática de la luna en el 2004.  Por allá por el 2001, mientras Bush decía tonterías acerca de que Dios bendecía  a Estados Unidos, Cheney conspiraba con Enron y otros aceitosos bandidos acerca del Plan Nacional de Energía.  Según un documento clasificado obtenido por el programa noticioso Sixty Minutes (11 de enero de 2004), esto implicaba la privatización del petróleo iraquí y cualquier otra riqueza que existiera en ese país.

El ex Director General de Halliburton aseguró al mundo que él nada tenía que ver con la obtención por su antigua compañía de un contrato en enero por $1,2 mil millones para la reparación de refinerías y oleoductos, y aumentar la producción petrolera en el sur de Irak.

Cheney, quien aún recibe pagos de Halliburton depositados en un fideicomiso anónimo, insistió ante el Consejo de Asuntos Mundiales  de Los Angeles en que el Presidente Bush "no distingue entre los terroristas y los que los protegen".  Cheney declaró que "la doctrina Bush es comprendida ya por todos: cualquier persona o gobierno que apoye, proteja o brinde refugio a terroristas es cómplice del asesinato de inocentes, y se le pedirán cuentas".

Sin embargo, ni Cheney ni Bush en su discurso del Estado de la Unión mencionaron que esta doctrina "absoluta" no incluía a los terroristas contrarios a Castro o al presidente venezolano Hugo Chávez.  En mayo del 2002, en su discurso en un acto de recaudación de fondos, El Chino Aquit, un cubano anticastrista condenado por terrorismo en la Florida, estuvo sentado en una tribuna con Bush.  Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, quienes planearon conjuntamente la destrucción por una bomba de un avión cubano de pasajeros en 1976, fueron entrenados, protegidos y financiados por EEUU.  En diciembre de 2002 Bosch alardeó ante un reportero del Miami Times de que él aún enviaba explosivos desde la Florida a sus compatriotas terroristas en Cuba.  En los años 80 Posada, que actualmente se encuentra en prisión en Panamá acusado de intentar asesinar a Fidel Castro, trabajó con el Cnel. Oliver North en operaciones encubiertas norteamericanas en América Central.

El 29 de enero del 2003, un editorial en The Wall Street Journal reveló la existencia de campos de entrenamiento de terroristas en los Everglades de la Florida.  Mencionaba a  sus líderes, Rodolfo Frómeta, un cubano, y el ex capitán del ejército venezolano Luis Eduardo García, quien desempeñó un papel importante en el fallido golpe de estado de abril de 2002 contra el Presidente Hugo Chávez en Venezuela.

¿Habrán olvidado la Seguridad Interna y otras agencias policiales a estos terroristas?  ¿O estará relacionado este "olvido" con la ayuda brindada por estos grupos a las campañas electorales de Bush y su hermano Jeb, el gobernador de la Florida?

Los doctrinarios bushistas  no mencionan a estos terroristas.  También ignoran el costo en vidas y salud de los ataques diarios en Irak contra las fuerzas de ocupación, y de muchos más iraquíes.  También niegan firmemente que inventaron la amenaza de Saddam, la cual los críticos reclaman que fue ideada como pretexto para lanzar la guerra preventiva.  ¿Respuesta?  La Casa Blanca prohíbe a los medios que fotografíen a los muertos y heridos norteamericanos, como sin las fotos el público no supiera de la tragedia.  Pero el 17 de enero, sólo tres días antes del discurso ante el Congreso y unos diez meses después de la invasión de Bush, la prensa reportó que había muerto en Irak el soldado norteamericano número 500 cuando una bomba lo mató a él e hirió a otros 3 soldados.  Bush se refirió a la valentía de los hombres y mujeres de uniforme, pero aún no ha asistido al entierro de uno solo de ellos ni ha visitado en el hospital a un solo soldado herido.

El encubrimiento de la realidad iraquí y las fantasías lunares puede que den brillo a la fachada de la plataforma electoral de Bush, pero las tropas norteamericanas pagan con sus vidas, y los pobres en el país pagan con su espíritu.  El 14 de enero, mientras Bush hablaba elocuentemente sobre futuras conquistas cosmológicas, el Dr. William Winkenwerder, del Pentágono, anunció que la "tasa de suicidios del Ejército en Irak ha sido como un tercio mayor que las tasas anteriores para las tropas en tiempos de paz" (Associated Press). Veintiuno se han quitado la vida hasta ahora.  No hay cifras disponibles de cuántos otros han intentado suicidarse.  En hospitales del ejército unos 2 500 soldados esperan por el servicio médico mientras que jóvenes sin brazos, sin piernas y sin ojos ocupan las camas disponibles en los hospitales militares. 

En la burbuja de entusiasmo de Bush por su guerra en Irak, no hay espacio para las víctimas.  En su celo por la exploración espacial él ha olvidado no sólo a los que han perdido su trabajo -pide que aumenten sus habilidades- sino acerca del deterioro del medio ambiente en la Tierra.  Sir David King, el principal asesor científico del Primer Ministro británico Tony Blair, se refirió al derretido de las capas polares, aumento del nivel del mar y cielos contaminados por el calentamiento global, un fenómeno que la Administración Bush aún niega.  En la edición del 9 de enero de la publicación Science, Sir David escribe: "En mi opinión, el cambio climático es el más grave problema al que nos enfrentamos actualmente, más grave aún que la amenaza del terrorismo... Como única superpotencia que queda en el mundo, Estados Unidos está acostumbrado a liderar la acción internacional coordinada.  Pero el gobierno de EE.UU. no está respondiendo al reto del calentamiento global".  El Independent del 9 de enero confirma las aseveraciones de Sir David: "Los resultados de un importante estudio mostraron ayer que más de un millón de especies desaparecerán como resultado del calentamiento global durante los próximos 50 años".

Sin embargo, Bush dio mayor importancia a la recolección de fondos que al entorno o a cualquier otro asunto.  Desde enero, los plutócratas republicanos han contribuido con $130 millones para su intento de reelección.  Los defensores de Bush usarán este dinero en elegantes anuncios que desviarán a los norteamericanos de los hechos desagradables: 2,4 millones de norteamericanos han perdido su empleo durante el gobierno de Bush; el déficit presupuestario llegó a $374 mil millones de dólares en el 2003; la Guerra de Irak ha costado a los ciudadanos norteamericanos $100 mil millones y miles de muertos y heridos -y siguen aumentando (Independent, 20 de enero de 2004).

Ahora que los demócratas han terminado su pelea por la comida en Iowa, ellos pueden presentar una alternativa viable a la locura mientras los defensores de Bush hacen cambiar la atención de Estados Unidos de la tierra firme a más allá de la tierra.  En sus Crónicas marcianas de 1950, Ray Bradbury describió a los primeros hombres en Marte que "pensaban en el honor y la fama, mientras que sus pulmones se acostumbraban a la delgadez de la atmósfera, que casi emborrachaba si uno se movía con rapidez".  ¡Espacio en la Tierra, Buena Guerra a Todos!

El nuevo libro de Saul Landau es El imperio preventivo: una guía al reino de Bush.  Su nuevo filme es Siria: entre Irak y un lugar difícil.  Farrah Hassen es una estudiante de Cuarto Año de Ciencias Políticas en la Universidad Cal Poly Pomona.
 
 

*Tomado de Radio Progreso Alternativo

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Saul Landau

Saul Landau

Saul Landau es un escritor, periodista, realizador de documentales y académico estadounidense cuyo trabajo se ha centrado en gran medida en América Latina.