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Ahondará desigualdad no atender la brecha digital

Por: Armando G. Tejeda
Publicado en: Mundo Digital
En este artículo: Banco, Brecha Digital, España, Internet
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Carlos San Juan, de 78 años, ha lanzado una campaña para que los bancos atiendan a los mayores. Foto: EFE

“Soy mayor, no idiota” es el título que eligió Carlos San Juan, un ciudadano español residente en Valencia y jubilado de 78 años, para iniciar una rebelión pacífica, pero contundente contra las entidades bancarias españolas, que con sus cierres masivos de oficinas, su cada vez más desaparecido trato directo con el cliente y con sus plataformas “inteligentes” están provocando auténticos dramas en la vida de millones de personas.

La llamada “brecha digital” impide que una buena parte de la población tenga acceso a ese mundo creado por informáticos y ejecutivos que en su afán por reducir costos han construido un sistema en el que se elimina casi por completo el trato directo con un ser humano. Ahora se habla con máquinas o simplemente uno se tiene que entender con los vericuetos de una aplicación o un menú telefónico.

Un cuarto de la población española es mayor de 65 años, es decir, casi 10 millones de personas. Es un país que lleva figurando en la lista de las naciones con la población más envejecida desde hace al menos dos décadas. Los ancianos más longevos son los mismos que sufrieron en carne propia la Guerra Civil (1936-1939), que sufrieron el hambre de la posguerra, que padecieron la represión y la oscuridad de la larga dictadura de Francisco Franco (1939-1976), que fueron testigos de las dos Guerras Mundiales que asolaron al mundo en el siglo XX… Y ahora, en el otoño de sus vidas, viven con desesperación los estragos que están provocando los avances tecnológicos asumidos por las grandes empresas para suprimir empleos y reducir costos. Sin que se piense nunca en ellos, sin que se tome en cuenta que muchos no tienen teléfono “inteligente”, o no tienen conocimientos de informática, o simplemente no quieren cambiar el hábito de acudir a su banco para consultar en el mostrador el saldo de su cuenta o sacar el dinero de la semana que necesitan para sus gastos básicos.

La vida cotidiana se está haciendo cada vez más dependiente de la tecnología; es necesaria para comprar un boleto de Metro, entrar al autobús público, conocer el historial médico, hacer una cita con el médico de cabecera, pagar los impuestos y saber si llegó puntual el pago de la pensión… Y todos esos cambios, vertiginosos, han ido dejando a mucha gente por el camino, sin capacidad de reacción y a una gran velocidad.

Carlos San Juan se dio cuenta de ello hace unos meses, cuando acudió a su cajero a hacer una operación, según relató a La Jornada.

“Fui con mi tarjeta de siempre para primero ver el saldo de mi cuenta y saber si podía sacar el dinero que necesitaba, pero desgraciadamente ese día el sensor del cajero automático que tenía que identificar mi tarjeta no funcionaba”, relató. Eso significaba que tenía que pedir ayuda a un trabajador del banco, quien, en pleno confinamiento por la pandemia le contestó: “Lo siento, pero usted no puede entrar y yo no puedo salir a ayudarle”. Su única opción era introducir la tarjeta en el cajero, teclear los números secretos y así ir realizando las operaciones necesarias, pero Carlos San Juan sufre Parkinson avanzado, un incesante movimientode manos y dedos que le impide usar un cajero, computadora o un teléfono celular, más allá de contestar llamadas.

“Miré a mi alrededor y me di cuenta que no era el único. Que había mucha gente mayor, como yo, que estaban desesperados. Algunos lloraban porque vivían auténticos dramas, otros rabiaban por el trato y otros más gritaban de indignación por como se nos estaba ignorando, cuando muchos éramos clientes de ese banco desde hacía décadas.”

Y así fue como decidió escribir una carta, sincera y contundente, para recoger firmas, reclamar “un trato más humano” y hacer recapacitar a las entidades bancarias. La iniciativa lleva casi 400 mil firmas.

La misiva la tituló “Soy mayor, no idiota”, y en ella afirmó: “Tengo casi 80 años y me entristece mucho ver que los bancos se han olvidado de las personas mayores como yo. Ahora casi todo es por Internet… y no todos nos entendemos con las máquinas. No nos merecemos esta exclusión. Por eso estoy pidiendo un tramo más humano en las sucursales.

“No paran de cerrar oficinas, algunos cajeros son complicados de usar, otros se averían y nadie resuelve tus dudas, hay gestiones que sólo se pueden hacer online. Y en los pocos sitios donde queda atención presencial, los horarios son muy limitados, hay que pedir cita previa por teléfono, pero llamas y nadie lo coge. Y te acaban redirigiendo a una aplicación que, de nuevo, no sabemos manejar. O mandándote a una sucursal lejana a la que quizás no tengas cómo llegar. Esto no es ni justo ni humano. Antes entrabas en la caja y hacías un pago o cualquier otra gestión. Pero cada vez más, para trámites sencillos, te exigen usar tecnologías complejas que muchos no sabemos utilizar.”

En su carta explica que “muchas personas mayores están solas y no tienen a nadie que les ayude, otras muchas, como yo, queremos poder seguir siendo lo más independientes posibles, pero si todo lo complican y cierran las oficinas, están excluyendo a quienes nos cuesta usar Internet y a quienes tienen problemas de movilidad. Puede que para una persona joven un trámite digital no suponga ningún esfuerzo, pero para muchos mayores sacar dinero o hacer una transferencia se vuelve imposible si es por una aplicación. Yo he llegado a sentirme humillado al pedir ayuda en un banco y que me hablaran como si fuera idiota por no saber completar una operación, y he visto ese mal trato dirigido a otras personas. Duele mucho sentirse así. Las personas mayores existimos, somos muchas y queremos que nos traten con dignidad. Sólo estamos pidiendo que se habiliten secciones en las sucursales en las que dejen de excluirnos”.

El banco de toda su vida

El origen del problema que sufre Carlos San Juan y millones de mayores más en España está en el proceso de fusiones y adquisiciones bancarias de las últimas décadas en el país, que ha provocado no sólo la desaparición de más de 35 bancos, sino que esa concentración ha desatado los cierres masivos de oficinas, la eliminación directa de millones de trabajadores de la banca y por lo tanto la automatización de los servicios bancarios. Y es una tendencia cada vez más presente en Santander, BBVA y La Caixa, entre otros.

Y esas entidades bancarias viven de espalda a los adultos mayores. De esos jubilados que viven otra realidad, reflejada en informes como el que presentó en 2019 la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España, que concluía que más de “75 por ciento de los ancianos residentes en el país no utilizan la banca online porque no conocen su forma de operar”.

Eso explica la imagen de desesperación, rabia e indignación que vivió Carlos San Juan aquel día, cuando sintió cómo le humillaba su banco de toda la vida, cuando decidió sentarse a escribir una carta para despertar conciencias y lanzar un grito de auxilio por un “trato más humano” en un mundo, para ellos, cada vez más extraño.

(Tomado de La Jornada)

Se han publicado 5 comentarios



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  • otto123 dijo:

    Apoyo siempre este tipo de acciones, creo que cuando eres cliente fiel de alguna empresa, marca o institucion, se te debe siempre consideracion y que te escuchen. Por otra parte, tambien es verdad que ese tipo de operaciones son muy intuitivas y faciles de aprender, la mayoria de las personas mayores sufren problemas con ellas, pero despues de un tiempo le cogen la vuelta, solo si tienen alguna discapacidad es que de verdad no lo consiguen. Por favor dejen de ver desigualdad en todo lo que camina por el mundo....

  • Joel dijo:

    Sería interesante ver un artículo de este tema en Cuba, con la cantidad de adultos mayores que hay y la introducción de los sistemas digitales y que tan cómodos están con estos temas, teniendo en cuenta las colas en los bancos y lo dificil que les resulta adaptarse.

  • Jamal dijo:

    Eso explica la imagen de desesperación, rabia e indignación que vivió "un cubsno" aquel día, cuando sintió cómo le humillaba su "banco, su tienda, su correo, su laboratorio, su terminal de ómnibus..." de toda la vida, cuando decidió sentarse a escribir una carta para despertar conciencias y lanzar un grito de auxilio por un “trato más humano” en un mundo, para ellos, cada vez más extraño.

  • Mágico dijo:

    ¡Pobre señor! Por suerte en Cuba los ancianos no pasan por esos problemas tan difíciles.

  • Indy dijo:

    Muy bueno este artículo para reflexionar, los ancianos merecen un trato justo y no se les puede violentar la realidad a la que siempre han estado acostumbrados. En Cuba también hay que tomar conciencia con el trato que se le da a las personas, aunque sean más jóvenes, pues desgraciadamente no todo el mundo ha llegado al mismo tiempo al acceso a las tecnologías. Hay jóvenes que ahora es que pueden tener un móvil y cuando vas a ETECSA a que te expliquen algo porque no lo entiendes, igual te tratan como si fueras idiota. Hay que capacitar a los trabajadores para que se pongan en el lugar de los demás.

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Armando G. Tejeda

Corresponsal de La Jornada en España

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