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En un excelente partido, Real Madrid y Valencia empatan a dos

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Marco Asensio celebra uno de sus goles. Foto tomada de Marca.

Marco Asensio celebra uno de sus goles. Foto tomada de Marca.

Con dos goles de Marco Asensio por el Real Madrid y uno de Carlos Soler y otro de Kondogbia por los del Valencia, ambos equipos empataron en la segunda jornada de la liga española de fútbol.

La crónica del partido:

Ya lo dijo Marcelino en las horas previas. "No sería una sorpresa ganar en el Bernabéu". Su mensaje, que en un principio parecía osado, caló hondo porque hay aires de renovación en Mestalla, el punto y aparte con lo anterior parece definitivo y el proyecto naranja necesitaba precisamente eso, valentía y arrojo, el empuje de líderes así para despertar a un gigante que estaba dormido. El Valencia va recuperando la fe poco a poco y partidos como el de ayer en el Bernabéu, en la casa del campeón, ayudarán a levantar otra vez su iglesia. El Madrid pluscuamperfecto bajó a la tierra de los empates, aunque mereció el triunfo de palmo a palmo. Sin delanteros no hay paraíso. Cristiano sigue sancionado, Bale desaparecido y Benzema falló tantos goles que podía ser Pichichi destacado. El mando lo tomó Asensio, que marcó dos golazos, el último de falta cuando el Madrid, muy nervioso con el arbitraje, había optado por la heroica. Le valió para salvar un punto. El Valencia salía vivo de nuevo de Chamartín.

El Madrid se pudo haber despistado en el inicio. Recogió el trofeo de campeón de Liga con casi 100 días de retraso (no es de las cosas más extrañas que suceden en España después de lo visto el sábado en Barcelona). A la ceremonia se unieron, en pantalón largo, los capitanes sancionados, Ramos y Cristiano Ronaldo. Junto a Marcelo pasearon la Liga, la Supercopa de Europa y la de España. No recomiendan este tipo de eventos antes de los partidos, pero ahí estaba Marco Asensio para coger el timón y evitar los mareos de éxito. Fernández Borbalán, uno de los enemigos favoritos del Bernabéu, había terminado de despertar a la afición madridista en los primeros minutos. Una mano de Vezo dentro del área, tras un rechace en el propio jugador, y una agresión a Isco, que el árbitro andaluz convirtió en falta del malagueño, caldearon el ambiente hasta que apareció el jugador mallorquín, centrocampista, delantero o lo que quiera ser según el dibujo de Zidane. Su límite es el cielo. Marco agarró el balón en mitad de la cancha valencianista después de un fallo en la recepción de Kongdobia. Avanzó hacia la frontal del área y convirtió a Neto en espectador de su prodigio. Marco, como Messi, hace fácil lo difícil con su zurda. El 1-0 (minuto 10) premiaba el mejor inicio del Madrid.

El Valencia, sin embargo, se repuso pronto del golpe. Gayá y Lato le hicieron un lío a Carvajal, Casemiro midió mal y dio dos pasos que abrieron el hueco por donde se coló Soler para batir a Keylor (minuto 18). Era el primer tanto encajado por el campeón en esta Liga. El partido volvía a empezar y se convirtió en algo realmente divertido. Al Madrid le penalizaba en los últimos metros la noche plana de Isco, al que vigilaba Kongdobia, y una delantera formada por Bale, con el que ya hay 'run-run' en el Bernabéu, y Benzema. El delantero francés pudo meter tres goles en el primer tiempo. Uno lo paró Neto, que se estiró bien tras una jugada que había nacido en un córner del Valencia. Otro lo mandó por encima del larguero desde el área pequeña, al no esperar el fallo del defensa, y el último fue un cabezazo tras una asistencia de Isco. Sí, era una asistencia. Las cosas de Karim. Isco también había perdonado delante de Neto por exceso de adornos, uno de sus viejos defectos. El Valencia, que había pasado apuros en esos últimos 10 minutos del primer tiempo, sobrevivía al descanso con la igualada.

El asedio blanco continuó en el segundo tiempo. Fueron 15 minutos en los que el Valencia se defendía con los 11 jugadores en campo propio, pero el Madrid seguía con su delantera de fogueo. A Benzema le dio tiempo a malgastar otro buen balón. El balón parado, a veces balsámico para el Madrid, era bien controlado por la defensa valencianista. Sin Ramos ni Varane, el equipo de Zidane es más sencillo de sujetar. Falto de delanteros y sin otros recursos, el Valencia fue sintiéndose más cómodo ante las acometidas del Madrid, cuyos jugadores se iban desquiciando.

Seguramente, Fernández Borbalán y su manera tan arbitraria de señalar las faltas contribuyó lo suyo. El crecimiento valencianista fue parejo al cansancio del equipo de Zidane, menos insistente ya. Primero avisó Zaza, que remató mal un cabezazo. Después Parejo hizo lucirse a Keylor. En el minuto 76, Kongdobia culminó una buena jugada de Rodrigo. El Valencia había esperado su momento para ponerse por delante después de tanto indulto del Madrid. A la desesperada, como tantas otras veces, el equipo blanco resucitó de sus miserias. El histórico empuje sirvió para la igualada, con otro tanto de Asensio, ahora de falta. El nuevo jefe del Madrid. Era el minuto 83 y el partido se volvió loco. A Benzema le dio tiempo de fallar otro gol casi cantado y de mandar un balón al palo. El Valencia, con el Madrid volcado, pudo desequilibrar el encuentro también. Zaza reclamó penalti. Sigue la pesca naranja en el Bernabéu.

Carlos Soler consiguió el empate momentáneo. Foto tomada de Marca.

Carlos Soler consiguió el empate momentáneo. Foto tomada de Marca.

El joven Asensio fue una de las figuras de la noche. Foto tomada de Marca.

El joven Asensio fue una de las figuras de la noche. Foto tomada de Marca.

Se han publicado 58 comentarios



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  • Javier balboa dijo:

    Alguien ha comentado que Isco estaba despistado o desganado, solo con la hostia que le metió Kondobia+- en la cara delante del arbitro (tarjeta roja) y encima le pitaron falta a él. Ya no salio en la segunda con mareos y vómitos

  • Asdrubal dijo:

    Muy buen juego por pate de los dos equipos, pero considero que el real pudo haber ganado si bensema hubiera anaotado un solo gol de los 4 que se comio

  • Liliana dijo:

    "Me dijeron que en Calvià había un genio y allí estaba Asensio"

    Carlos Sureda, descubridor de Marco Asensio, cuenta en un reportaje para AS Color cómo quedó prendado del jugador.

    as.com 29 agosto 2017 11:50h CEST

    La pausa. Frenarse y observar rodeado de acelerados niños que le dan patadas a un balón sin orden ni criterio. Detenerse y engañar con un gesto, controlar el espacio y el tiempo como si fuera él mismo quien lo dibujara. En eso se fijó Carlos Sureda, ahora director formativo del Real Mallorca pero en 2004 entrenador del Sòller, cuando vio por primera vez jugar a fútbol a un "enano" llamado Marco Asensio de ocho años. Marcaba goles como churros, lanzaba córners directos, sorteaba rivales con la misma facilidad con la que un niño esquiva las piedras del camino y, además, siempre encontraba tiempo para hacer esa pausa. "Fue algo atípico. El 90 por ciento de ese talento es innato. Eso no se enseña a esas edades, era su código genético el que le ayudó a desarrollar rápidamente ese entendimiento del juego. De la misma forma que hay niños que distinguen las notas musicales, Marco poseía ya un control sobre los espacios y sobre el juego fuera de lo común", comentó Sureda.

    El talento siempre ha estado atado a la genética por un lazo controvertido pero irrompible. ¿El genio nace o se hace? "Tengo varios colaboradores por España y mi consigna es que busquen chicos diferentes, genios del fútbol. Me ha dado buenos resultados a lo largo de estos años. En 2005, me llamó el compañero de Mallorca y me dijo que en Calvià había uno de esos. Automáticamente, me comuniqué con el coordinador del fútbol base del Espanyol por aquel entonces, José Manuel Casanova, a quien le pedí si podía llevar a Marco cinco días a Barcelona para medirse a jugadores de nivel. Y así fue. Se alojó en la residencia del Espanyol en la calle Gran de Gracia e iba a los entrenamientos a Sant Adrià. Estuvo esos cinco días y maravilló a todos. Con nueve años, jugaba con chicos de diez y once", relata Horacio Gaggioli, actual representante de Asensio y una de las sólidas patas que ha colaborado en la formación del futbolista.

    Estas dos personas y estas dos historias cimentaron la carrera del mallorquín. Hijo de Gilberto y de Maria Ghertrudia, un vasco de Barakaldo que llegó a jugar en Segunda B y una mujer holandesa que daba clases de español a los turistas de la isla, Asensio nació en Calvià el 21 de enero de 1996. Su historia estuvo ligada a un balón incluso antes de nacer. Sus padres escogieron ese nombre por Marco van Basten, una metáfora de su relación: padre futbolero, madre holandesa. Ese mestizaje, unido a dos personalidades muy marcadas, propició que a Marco le inculcaran unos valores que han arraigado como raíces profundas en su personalidad y que le han acompañado durante estos años. "Siempre fue un buen estudiante, nunca tuvo problemas en ese aspecto. Es un chico que se comporta igual que cuando lo conocí. Es cariñoso, agradable, sencillo y entrañable. El trabajo que han realizado sus padres es espectacular", deslizó Gaggioli, amigo, además, de la familia. “La madre era muy risueña, una chica alta y rubia. Una mujer con valores en el deporte. Su padre le transmitió a Marco las leyes de la meritocracia: gánate las cosas, estudia, porque todo eso ayuda a que sea más feliz. Es un padre atípico", afirmó Sureda, quien mantiene contacto aún con la familia. Marco aprovechó también el carácter europeo y abierto de sus padres: habla castellano, catalán, inglés y holandés.

    Su día a día no distaba demasiado del de cualquier niño. Su padre trabajaba como encargado en una gran superficie de Eroski, mientras que su madre compaginaba la docencia con la educación de Marco y de su hermano Igor. Además del fútbol, a Asensio le dio por el tenis, otra pasión que practica habitualmente. "Lo he sufrido en carne propia. Es un grandísimo jugador. Le encanta. Si se hubiera dedicado, seguro que habría llegado también por sus condiciones. Le encanta Nadal, es admirador suyo, tanto como tenista como persona", comentó Gaggoli. Pero el fútbol era lo que realmente le apasionaba. Simpatizaba por el Real Madrid. "Cuando íbamos de concentraciones, siempre escogía al Madrid en la Play", recuerda Sureda.

    La vida le comenzó a cambiar a Marco con apenas 11 años, después de aquella prueba en el Espanyol que le sirvió para darse cuenta de su verdadero nivel. Meses después, el Mallorca picó a su puerta. El niño ya había llamado la atención de exjugadores del equipo bermellón, incluso de sus épocas más doradas, que no querían perder la oportunidad de ver a esta perla. Uno de ellos, Dejan Stankovic, quedó prendado desde el primer día, como cuentan desde la entidad balear. "Visto con perspectiva —relata Sureda— nos equivocamos cuando llegó al Mallorca. Tenía 11 años y, como era tan bueno, lo pusimos a jugar con niños de 13 y 14. Fue un error, porque hubo momentos de dificultad. Tenía que haber estado con sus amigos y disfrutar más de esa categoría". Gaggoli considera clave haberse formado íntegramente en un club español y no haber caído en tentaciones. "Es imposible encontrar fuera de España una formación futbolística igual. No solo el Barcelona trabaja muy bien a sus jugadores, la mayoría de clubes hacen méritos parecidos. Nosotros siempre tuvimos la idea de que se quedara en Mallorca y su padre coincidió. No caímos en ofertas, como cuando, con 15 años, le vinieron a buscar equipos de la Premier". Hay otro aspecto clave. El Mallorca, siendo previsor y como excepción en su historia de la cantera, firmó con Asensio un contrato en el que al jugador se le pagaba (hasta los 16 años) una cantidad económica superior a las habituales ayudas a los menores. En Mallorca no querían que se le pasara por la cabeza dejar la entidad.

    El tiempo fue pasando y Marco se estaba transformando en un diamante en bruto. Pero no todo le fue de color de rosa. "Marco tuvo un problema físico. Se desarrolló muy tarde y tuvo inconvenientes, sobre todo cuando era cadete (15 años). No destacaba tanto como sabíamos qué podía hacerlo, por culpa de sus piernas. No le alcanzaban para marcar la diferencia. Era inteligente, lo veía todo fácil y estaba dotado de un nivel técnico increíble, pero era un enano", expone Sureda. En ese año de cadete, Asensio apenas jugó aquejado de una enfermedad habitual en adolescentes que practican deportes, como es la Osgood Schlatter. Esta dolencia afecta a las rodillas, que se inflaman debido al crecimiento e impiden que el jugador pueda desarrollar de forma óptima su actividad física. A esta dolencia, se le sumó un contratiempo todavía mayor, un golpe duro en su vida.

    Su madre falleció debido a un cáncer. "Fue un golpe para toda la familia. Fue una mujer extraordinaria. Viendo lo que ha dejado en sus hijos uno se puede dar cuenta de qué tipo de persona era", relata Gaggioli. Con una madurez inaudita, Asensio siguió arropado por su padre y su hermano, inseparables. Decidió que sus goles tendrían una única dedicatoria, la de su madre, y logró tirar adelante. Su explosión está a punto de producirse en el momento más débil de su vida de adolescente.
    Marco Asensio besa el trofeo de campeón de Europa Sub-19 que conquistó con España en 2015.

    "Con 16 años pasó a ser un jugador muy diferente. Como yo suelo decir, es de estos que tienen gasolina para un avión. Ya empezó a destacar a nivel físico y es en ese momento cuando nos dimos cuenta de que ya tiene la cualidad que le faltaba. A partir de ahí, fue ya imparable", recuerda Sureda, quien lo entrenó durante tres campañas en el Mallorca: "En ese momento, él estaba estudiando primero de bachillerato, pero nos vimos obligados a hablar con el padre porque su carrera apuntaba ya al primer equipo. Lo subimos al División de Honor, se fue luego al filial pero duró diez entrenamientos y ya ascendió con los mayores. ¡No nos dio tiempo ni a actualizarle el contrato!".

    Sureda nunca olvidará cómo fue la presentación al mundo profesional de Asensio, con apenas 16 años. "La selección Sub-16 de Baleares jugó un torneo y también estaba la selección de Madrid Sub-18, en la que jugaba Óliver Torres, el mejor futbolista a esa edad, ya conocido mediáticamente. En la grada estaba el seleccionador Luis Milla. Ese día, Marco cogió dos balones y todos alucinaron. ¿Quién es ese chico? La bola comenzó a crecer y no le pararon de llamar representantes, marcas deportivas, clubes...". Sureda se muestra rotundo. "En ese momento, y después de que comenzara a desarrollar un físico descomunal, empezamos a entender que su nivel era mayor del que creíamos".

    El 27 de octubre de 2013, en el Nuevo Colombino de Huelva, Asensio debutó con apenas 17 años. Jugó los últimos seis minutos de un partido decepcionante para su equipo (3-1), pero comenzó a escribir su página como jugador profesional. Su estreno a tan corta edad no fue una sorpresa. "Los compañeros se percataron en el primer entrenamiento de que se trataba de un futbolista diferente. Ya me habían avisado en el fútbol base de que era su mayor apuesta, pero si tuviera que destacar de él algo, al margen de sus cualidades futbolísticas, son sus valores como persona", recuerda habitualmente José Luis Oltra, el técnico que lo hizo debutar. "Ahora me arrepiento de no haberle dado más minutos esa campaña, ya que quise ir poco a poco con él porque ya sabemos la presión que se puede generar con depende qué comentarios".

    Esa campaña consiguió jugar 20 partidos en Segunda A, marcando un gol y dando una asistencia. El siguiente paso hacia su consagración lo dio el curso 2014-15, con Valery Karpin en el banquillo. Asensio disputó 36 partidos, marcó seis goles y dio ocho asistencias. Fue el líder del conjunto bermellón y se convirtió en referente de la Selección Sub-19, con la que logró la Eurocopa. Su éxito le llevó al Real Madrid después de que el Barcelona fuese el primer equipo en interesarse pero, cuando la operación parecía cerrada, las condiciones que le pusieron al Mallorca frenaron la venta. El equipo de Florentino Pérez aprovechó el descuido y se la llevó pagando al contado alrededor de cinco millones.

    En plenas negociaciones, tuvo lugar una reunión entre Carlo Ancelotti y el representante del futbolista. La frase del técnico italiano fue reveladora del talento de Asensio. "No os preocupéis en qué posición jugará o puede jugar. Los grandes futbolistas se adaptan a todas. Y Marco lo es". El Espanyol que estuvo picando piedra todo el verano, se llevó al mallorquín por delante de otras 27 ofertas del fútbol español y europeo, de conjuntos que incluso lucharían en Europa. La decisión de Gaggioli y el trabajo del conjunto perico dieron sus frutos, pero, por encima de todo, la falta de ínfulas de la familia y del jugador, conscientes de que todo tiene un proceso. "Todo padre quiere tener un hijo así. Cuando estaba ya en el primer equipo y nos cruzábamos, siempre hacia todo lo posible por saludarte", recuerda Sureda. "No es de extrañar ver a sus amigos de toda la vida visitándolo un fin de semana", añade Gaggioli: "Es un chico que se hacer querer y está muy integrado".

    La historia de Marco es caprichosa y le tenía guardada una sorpresa. Diez años después, regresaría a aquella Ciudad Deportiva junto a Horacio Gaggioli, el mismo representante que lo llevó para comprobar que su ojeador en Mallorca tenía razón. Así comenzó la carrera meteórica en Primera. De eso han pasado ya dos campañas. Ahora ya nadie duda de que este jugador puede marcar una época. "Lo tiene todo", repiten. Es el elegido.

  • Liliana dijo:

    Los capitanes del Madrid avisan a Bale y a Benzema

    Tanto Marcelo como Sergio Ramos han justificado los pitos del Bernabéu al galés y al francés durante el partido ante el Valencia: "Son un toque de atención".

    as.com 28 agosto 2017 22:02h CEST

    Los capitanes del Madrid se han encargado de darle un mensaje a Benzema y, sobre todo, a Bale a través de los medios de comunicación. Tanto Marcelo como Ramos han justificado los pitos de la afición a los dos futbolistas durante el partido de los blancos ante el Valencia en el Santiago Bernabéu. Al acabar el encuentro, el lateral brasileño fue preguntado en zona mixta por la pitada al galés en su sustitución y defendió que "el público tiene derecho a exigir a todos, es normal, a mí también me han pitado".

    Este lunes, Ramos se paró ante los medios a su llegada a la concentración de la Selección para lanzar un mensaje similar: "El tema de los silbidos no va a cambiar, ha pasado siempre y seguirá pasando. Durante años el nivel de exigencia del Bernabéu nos lo han hecho sentir. Cuando te toca no es agradable pero hay que saber vivir con ello. Tienes que irte a casa con la conciencia tranquila por haberlo dado todo. Un toque de atención nunca está de más y todos lo hemos vivido".

    El mensaje lanzado por los capitanes es claro: el público le ha dado un toque de atención a Bale, al que se le exige más, y a Benzema (aunque la pitada al francés no tiene tanto que ver con su compromiso como por su falta de gol). Un mensaje muy distinto al que el propio Ramos dio en marzo de 2016 cuando el Bernabéu pitó a Cristiano Ronaldo en la vuelta de los cuartos de final de la Champions ante el Roma: "Respeto la opinión de cualquier aficionado, pero que se lo piensen un poco. Ese cariño de la afición es importante y deberían apoyar a los jugadores".
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    De la Historia a la histeria

    por La Galerna - 29 Agosto, 2017

    No sé si a la plantilla del Real Madrid le falta un 9. Probablemente sí, vistos los asombrosos guarismos de un secundario de lujo como Morata la pasada temporada, cuando generó 1,4 goles cada 90 minutos jugados, más que nadie en la plantilla. Sin duda, el 9 suplente del Madrid jugó un papel importante en el doblete. Pero sus ganas de emigrar en busca de mayor gloria personal, la resolución tomada por Mariano en pos de minutos, la confianza de Zidane en Benzema y, no nos olvidemos, Cristiano Ronaldo, el verdadero 9 del Madrid (hay que recordar que está sancionado, no retirado, y que volverá a jugarlo casi todo) inclinaron a Florentino Pérez, a José Ángel Sánchez y a Zizou, que no son precisamente conocidos por su mala toma de decisiones, a descartar un fuerte desembolso por un recambio al que el míster no veía cabida en el once teniendo a Cristiano, un fijo salvo en sus descansos esporádicos, a Benzema, en quien Zidane confía ciegamente, y a dos futbolistas, Asensio e Isco, que han derribado la puerta de la titularidad no sólo con compromiso y talento, sino también con goles. Antes de traer a un suplente de precio y nivel discretos, se ha preferido confiar en Borja Mayoral, espléndido futbolista durante toda su formación con un único lunar, un año en Wolfsburgo donde no contó con la confianza de ninguno de los tres entrenadores que tuvo durante la temporada. Y aún así, hizo dos goles en las escasas cuatro horas de Bundesliga que disputó en total. El Madrid podría no necesitar más. O sí. Lo iremos viendo. En cualquier caso, no parece la jornada dos del campeonato de Liga, recién conquistadas las dos Supercopas y después de una temporada majestuosa, un margen razonable para empezar a rasgarse las vestiduras con silbidos en el Bernabéu e insultos en las redes sociales. Sólo en el Madrid se puede pasar de entrar en la historia a entrar en la histeria. Es uno de los peajes a pagar por ser la entidad deportiva más laureada del planeta.

    vLa decisión de no fichar a ese 9 se puede cuestionar. Es más, se debe, siempre con espíritu constructivo si el que lo hace se denomina madridista, que para intentar destruirle ya tiene el club enemigos suficientes. Pero no parece la que se ha tomado sea una medida aberrante, frustrante, negligente, desesperante ni catastrófica como apuntaron las exacerbadas reacciones de parte del madridismo tras el empate frente al Valencia. Producto de la dictadura del resultado y el reino del corto plazo, curiosamente, no se produjeron cuando el equipo le dio una sesión de baño y masaje gratis al Barça en el anterior partido disputado en el Bernabéu. El vestuario asistió incrédulo a una nueva sesión de pitos en su estadio sólo tres meses después de revalidar la Liga de Campeones, la tercera en cuatro temporadas, y de reconquistar la Liga. Nunca dirá lo que realmente piensa sobre los silbidos constantes, esta temporada y las anteriores, a jugadores que han situado al Madrid en lo más alto. De hecho, el capitán intentó traducir los pitos como un toque de atención necesario a dos jugadores, en este caso Bale y Benzema. Pero la plantilla no los comparte porque saben que un domingo cualquiera puede ser otro quien esté en la diana (ni Cristiano Ronaldo está libre, hace falta valor) y porque los consideran desagradecidos en un momento en el que el equipo es el claro dominador del fútbol mundial.

    “El Madrid es tan grande porque su público es muy exigente” es algo que suelo leer cuando estallan brotes de hostilidad de parte de la afición hacia el equipo, algo que se repite cíclicamente en las malas y también en las buenas. Pero sucede exactamente al revés. El madridismo es tan exigente porque su equipo es muy grande. No cometamos el error de creer que es la exigencia exacerbada del público, que saca el látigo para espolear a sus trabajadores, la que trae una Champions detrás de otra a las vitrinas del Bernabéu. Porque las Orejonas vienen por los goles de Cristiano, la magia de Isco, las galopadas de Asensio, el carisma de Sergio Ramos, el trivote Casemiro-Kroos-Modric, las diabluras de Marcelo o las decisiones, en general, que toman los que han hecho que el Madrid disfrute de una de las mejores plantillas, puede que la mejor, de sus 115 años de historia.

    Entre el madridismo, una masa social tan ingente que tiene que albergar necesariamente de todo en ella, hay aficionados que son del Madrid únicamente por lo que ha ganado, por el armamento que les proporciona para presumir el lunes en la oficina. Y cuando no gana, algo les carcome y tienen que expulsarlo. Sucede también que tú, y yo, y muchos de los que van al Bernabéu, no somos semidioses con jet privado, ni yate de 25 metros de eslora, ni colección de deportivos en el garaje de nuestra mansión. Y bajarle el pulgar a aquellos que sí tienen todo eso nos iguala un poco, aparentemente, con ellos. Les hace más pequeños y a nosotros nos eleva un poco. Es una reacción muy humana. Pero injusta. Nunca entenderé los pitos al futbolista que falla mientras ponga todo de su parte en el campo. Se puede (se debe) silbar a un jugador que actúa con desgana, o a un futbolista que está siendo dañino con el vestuario o irrespetuoso con el club. Cualquier falta de actitud, y más en el Real Madrid, es imperdonable y censurable. Pero machacar a un jugador al que las cosas no le han salido, o no le están saliendo bien, es no entender el papel que debe jugar la grada, que ayuda al equipo cuando se pone la camiseta de jugador número 12, no cuando se enfunda la toga del juez y la capucha del verdugo. A Bale no le va a ayudar a levantarse un estadio que le fiscaliza en cada balón. Y Benzema falló varios remates aparentemente sencillos ante el equipo de Marcelino, sí. Remates que, quizá, de contar el francés con el apoyo de su público y no con su permanente escrutinio, se habrían ido a la red.

  • Liliana dijo:

    Un pellizquito de odio, por favor

    por La Galerna - 29 Agosto, 2017

    Estoy en un sinvivir, se lo reconozco. Días de zozobra y meditación me acompañan. A pesar de los resultados y del estado general de optimismo en todo el madridismo, negros nubarrones se ciernen sobre mí. Si me tienen paciencia, les cuento.

    Soy, como todos ustedes sabrán, aficionado madridista. Lo soy -esto no lo sabrán- desde hace muchos años. Siempre he vivido feliz con este sentimiento, felicidad que he visto tambalearse hará un par de años o tres, justo en el momento en el que, vía redes sociales, empecé a contactar con otros madridistas (muchos) que sentían el mismo afecto por el club de referencia, pero con una matización muy importante. Y así, comencé a observar que, al margen de este afecto global a todo lo que significa el Real Madrid, si uno quería integrarse completamente en la manada madridista era recomendable/imprescindible tener cierto brote diferenciador. Este brote consistía en odiar, mirar torcido, aborrecer, detestar, execrar, abominar o despreciar a algún jugador del Madrid.

    Ese, y no otro, es el toque definitivo, el que nos distingue del resto de aficionados de otros clubes. Si no detestas a uno de los tuyos, no eres madridista de rancio abolengo. Uno, como poco.

    No se me engañen, no estoy hablando de críticas puntuales por un mal partido a Tal o Pascual, no. De hecho, este humilde servidor les mentiría si les dijera que nunca he criticado a jugador alguno del Madrid. No solo he criticado a alguno, creo que los he criticado a todos. Del mismo modo que les digo lo anterior también les digo que he disfrutado con ellos y de ellos, cuando la cosa se ha terciado. Y he disfrutado mucho o muchísimo.

    No, no hablo de criticar, ni siquiera de criticar ferozmente. Hablo de otra cosa más profunda, más irracional, más visceral y, por lo tanto, totalmente inexplicable. No es un odio de pretemporada ni de temporada ni de postemporada. Es un odio atemporal en nada relacionado con los partidos, los goles y los títulos. Nace del escroto y se desparrama en twitter. Y yo carezco de ese sentimiento, ergo, mal que me pese me barrunto que no soy un madridista como Dios manda. Carezco de esa bilis, de ese colmillo retorcido, de esa sangre inyectada en ojo sanguinario y odiador. Y por ello tengo un gran problema porque, como todos ustedes podrán comprender, yo quiero formar parte del clan, de la secta, de la tribu.

    Y es un gran problema dado que no puedo odiar a ninguno de los jugadores del Madrid de hoy. A ninguno. A estos que forman el colectivo actual, me resulta imposible. En mayor o menor medida, me gustan todos.

    No puedo odiar a ninguno de los jugadores del Real Madrid de hoy

    No puedo odiar a un tipo tan poco odiable como Bale. Esa carrera de la Copa de Nuestro Rey, esas dos finales de Champions, esa potencia y esa manera de jugar cuando está sano. Esa manera de hacer equipo antes de la final de Cardiff. Por si fuera poco, es que el tipo es un caballero educado, amable y todo corrección. Cada vez que pisa una final, sea por el mantra sea por lo que sea, final que nos traemos. Tampoco puedo odiar a alguien porque se lesiona mucho. Más le pasará a él. No puedo odiar a un tipo que le dice a su presidente que o le vende al Madrid o deja el fútbol. Y no, tampoco puedo odiar a un tipo porque lo digan Santisegu o Supercroqueta. Es más, tan solo esto último sería motivo más que suficiente para crear la peña GarezBale en cada rincón de cada pueblo de España.

    No puedo odiar a Karim. No puedo odiar a uno que está en la lista de los diez máximos goleadores en la historia del Madrid. No puedo odiar al protagonista de la joya del Vicente Calderón. No puedo odiar a un tipo que en mitad de una sesión de tiros a puerta se pone a hacer abdominales como si no costará. Sí, ya sé que es una razón que les puede parecer estúpida, pero al menos a mí, me sirve para corroborar que el mantra de la vagancia del francés es un mito imbécilmente admitido por muchos. No puedo odiar a un tipo que juega tan bien al futbol aunque juegue muy mal. No lo puedo odiar porque los patitos feos son mi debilidad. Y con mucho mayor motivo, no puedo odiar a Karim porque el As de la Ouija diga que es el preferido del presidente.

    No puedo odiar a Cristiano. ¿Cómo voy a odiar a Cristiano? Para un madridista como yo, es imposible odiar a Cristiano. Sí, se le pueden criticar gestos y actitudes. Como los tendría, en su tiempo, D. Alfredo, seguro. Pero, ¿cómo vas a odiar a un tipo que ha dado tantos y tantos ratos de alegría? ¿Se puede odiar a un tipo tan profesional? Busco y rebusco y más allá de cosas puntuales, no encuentro nada. Lo peor de Cristiano no es él ni nada suyo, lo peor es una parte de su ejército de aduladores que han decidido motu proprio que se hace justo y necesario odiar a otro jugador de ese mismo equipo por vaya usted a saber los motivos. No lo entiendo y me pregunto: esta gente ¿quién quiere que gane, el Madrid o Cristiano? ¿No se darán cuenta de que si el Madrid gana, con o sin Cristiano, también gana Cristiano?

    Vivimos tiempos agridulces. Dulce por el desparrame del Nou Camp y la Supercopa de Europa y agrio porque hemos podido comprobar que el villarato está vivo y colea como nunca lo había hecho. Dulce para regodearnos en la exhibición y en la heroicidad de jugar y ganar contra todo. Y agrio con motivos de aluvión para criticar la cosa federativa. Sin embargo, haciendo acopio del refranero español, éramos pocos y parió la abuela. En lugar de volcar todo ese poderío en el bando contrario, muchos deciden volver la cara hacía alguno de los nuestros. Éramos pocos y parte del dizque madridismo decidió hacer causa común con el enemigo de verdad, ese que vende fotos de tías en pelotas, y tomarla con alguno de los nuestros. A pesar de ese batallón de amigos (cuerpo a tierra que vienen los nuestros) yo no puedo odiar a Ronaldo. Me resulta imposible. Y disfruto, como el que más, de sus maravillas. Y me encabrono, como el que más, con las injusticias que se comenten con él desde hace mucho tiempo. Si ser admirador de Ronaldo conlleva odiar a algún jugador del Madrid, bájenme de ese carro. No lo quiero. Me fastidiaré con mi madridismo light.

    No puedo odiar a Ramos y eso que, para mí, se ha transmutado en Canelita más veces de las deseadas. No puedo odiarle aunque, en compañía de otros, le hiciera la cama a Mourinho. El 92:48 lo dice todo de la reciente historia del Madrid y él fue el protagonista. Como diría nuestro mequetrefe de referencia, allí empezó todo. Sin él, muy probablemente, nada de lo de hoy sería posible. Es imposible odiar a alguien así. Y tampoco le puedo odiar porque es un buen capitán, a diferencia de otros, y porque es un profesional como la copa de un pino. Esos cuerpos serranos no se forjan sin profesionalidad y entrenamiento. No le puedo odiar aunque se desbarate y se desmelene más allá de lo recomendable. Y no le puedo odiar porque es sevillano, como mi mujer, y mi integridad física correría peligro. Es como si fuera de la familia.

    No puedo odiar a Marcelo a pesar de su cintura, a veces sospechosa. A pocos jugadores extranjeros del Real Madrid he visto llorar a lágrima viva como a este muchacho al final de la Décima. No le puedo odiar aunque defienda de aquella manera. Porque en el otro lado del campo hace cosas que invalidan lo de servido por lo comido. Es mucho más lo servido que lo comido.

    No puedo odiar a Carvajal a pesar de sus pinceladas a lo canelita. Aguerrido canterano y llorón, como tiene que ser. No puedo odiar a Varane, es imposible odiar a Varane. Yo creo que cae bien hasta a los antimadridistas. Una vez un tal Alvarez Izquierdo (catalán) le expulsó por dos faltas que no hizo. Irá al infierno. Es lo más parecido a Beckenbauer que yo haya visto. Aunque Beckenbauer, ya sabemos, era un jeta. No puedo odiar a Nacho. También es imposible. No le puedo odiar porque lo que no puede ser no puede ser y además, eso. Canterano y superprofesional con diabetes incluida. Con dos cojon.

    No puedo odiar a Keylor Navas. Mucha gente odia a Keylor y ya saben por qué. Tampoco le puedo elegir a él. Podría odiarle como aquel energúmeno que le descerrajo su ira y su inferioridad cuando Keylor se rapó el pelo en homenaje a los niños con cáncer. Yo, si me permiten, aspiro a un odio humano, no al odio que generan otras especies de bípedos. Odiar a Keylor por algo así me es inasumible. Muchos menos puedo odiar a Kiko Casillas porque es otro gran profesional y porque solo a un genio se le ocurre quitarle la tablilla de los cambios al cuarto árbitro en una final de Champions y poner el número 12. No puedo odiar a nuestro niño de la guerra, nuestro jugador favorito, el Luka Modric. Le podría odiar por feo, por buscar una excusa. Pero no me saldría. Un tipo que juega como los ángeles, que pasó su niñez entre bombas, que se enfrentó al tal Levy por venir al Madrid y que dejó para la posteridad aquello de que iba a significar menos para el Madrid que Song para el Barcelona es in-odiable.

    No puedo odiar a Kroos por muy alemán que sea. Porque es muy bueno, el cabrón. Porque aquel alzamiento de brazos alentando a las masas en la final de Cardiff vale más que cualquier frase en perfecto castellano. Se le entendió todo. Normalmente se le suele entender todo aunque no diga nada. Tampoco puedo odiar a Casemiro…”Casimiro, titulá”. Nuestro leñero favorito. Porque, claro, su fichaje fue un error habiendo en el Castilla lo que había. Por ser miembro del pelotón de los inadmisibles para la dizque prensa dizque deportiva.

    Nada que no hay manera. No puedo odiar a Kovacic. ¿Recuerdan? Pagar 30 millones por un suplente en el Inter de Milán era un capricho florentinesco. Ya es motivo suficiente, pero no solo por eso, ¿verdad? Por jugar como los ángeles y por aguantar la suplencia sin rechistar cuando le ha tocado. No puedo odiar a Isco…a pesar de que nos lo han querido meter hasta en la sopa, muchas veces sin razón, porque resulta que ha sido él solito el que se ha metido en nuestra sopa. Ahora es un nivel superior. No le ha hecho falta ningún mamporrero sobrevenido. Cómo odiar a Marco Asensio. Ese chaval con esa adolescencia merece todo, todo, todo lo bueno que le venga. No podría odiar a Marco ni aunque me lo propusiera. Escuchar a su padre contar el día en el que Florentino les puso un avión privado a él y a su hijo para traerles a Madrid a firmar el contrato, me lo impide aún más. No puedo odiar a Lucas Vázquez, por muchos y variados motivos. Por ser buen futbolista, buen profesional y buen jugador de equipo. Pero aquella imagen de un balón dando vueltas sobre su dedo índice me impide oponerle ni el más mínimo reparo.

    De los nuevos no puedo odiar a nadie básicamente por una razón: porque todos le han echado una considerable cantidad de valor y coraje. Vulgo huevos. Sabiendo que otros equipos ofrecían el oro, el moro y la titularidad han preferido venir aquí. Ceballos, Theo, Marcos Llorente y Vallejo. Tampoco puedo odiar a Borja Mayoral porque es carne de cañón de todos esos que van por la vida de coleccionistas de cromos. Le menosprecian e infravaloran para justificar la venida de su cromo favorito. Solo por ese motivo, es in-odiable.

    Así pues, estoy jodido. No soy un buen madridista. Pero no desfalleceré en el intento. Se me antoja imprescindible odiar a alguien, aunque no sea jugador. Así podré sacar los cañones del twitter y atizar. Así me integraré en el clan madridista de rancio abolengo.

    ¿Valdría odiar a Chendo? No sé yo. Por aquello de Cheryshev y tal. No y mil veces no. Eso sería tanto como ponerse del lado de la corruta Federación del Fúrbol y los Álbitros. Podría odiar a Herrerín, el señor mayor que está siempre en la bocana de los vestuarios. Pero sería una gilipollez por mi parte. Estamos hablando de un odio humano. Odiar a ese señor es como odiar a Navas. Propio de primates. Podría odiar a Florentino, pero eso me pondría del lado del vendedor de fotos de tías en pelotas. Y por ahí sí que no paso. Podría odiar a Pintus Magnificus, pero tendría el mismo problema, ya que eso me colocaría al lado de Diego Torres Romano, y por ahí tampoco estoy dispuesto a pasar.

    Podría odiar a Florentino, pero eso me pondría del lado del vendedor de fotos de tías en pelotas

    ¡¡¡Ya lo tengo, cojones!!! Voy a odiar a Paul Burgess que es el que cuida el césped de todos los campos del Real Madrid. Cojonudo. ¿Por qué? ¿Acaso necesito razones? Si un fulano odia a Bale porque se lesiona mucho o a Cristiano por sus gestos, ¿por qué no voy a odiar yo al jardinero con la excusa de que no me gusta como corta el césped? No sería el primero que utiliza la excusa del césped para justificar algo injustificable. Si otros pueden, yo también.

    A partir de ya mismo, aparezco yo en twitter mezclándome con el populacho vil y atizando al jardinero. Acusándole de ser el culpable de aquel gol que se tragó Keylor, de un mal centro de Marcelo o de un remate al segundo anfiteatro de Cristiano. Simplemente, porque no corta bien el césped. No me gusta que lo corte en franjas paralelas. Prefiero que lo haga en círculos concéntricos. Y mejor aún, si en el césped hiciera algún dibujo con la cara de algún ciudadano ilustre para despistar a los contrarios. La cara del Dioni, del Villar o uno de estos. De D. Victoriano, no, no cabría. Yo he visto Eduardo Manostijeras y sé que se puede hacer.

    Uufff, qué alivio…aunque ustedes no se lo crean, me acabo de quitar un peso de encima. Ya soy madridista a todos los efectos. Por fin he conseguido odiar a uno de los nuestros. Hala Madrid, con dos cojones. Y tan ancho que me quedo, oigan.

    PD.- A quien corresponda: me escaneen el certificado y me lo mandan por privado a mi cuenta de twitter. @erZuru2000. Gracias.

  • Raffy dijo:

    Lo que sucedió solo el equipo lo sabe y el que conoce del buen futbol también, imposición y batalla de un gran equipo frente a un Real Madrid que claro está desaprovechó lo que hubiera sido una goleada a su favor, son cosas a veces de la falta de concentración, de confiarse ante un rival de gran nivel, no era cualquier equipo, siempre ha sido un rival muy competitivo, de eso no hay dudas en la historia de la Liga Española en este caso, Benzema es cierto que las desaprovechó y esto les jugó en contra y les pesó en el marcador, estuvieron a punto de perder, no comparto lo que muchos plantean de que por errores fueron los goles de Asensio, no es asi como se debe pensar, eso es de mediocres, es un juego de futbol, goles son goles, sea por error del rival o no, al final el marcador es el que cuenta, no hay justificación alguna, la Liga es joven aun, le falta mucho y hay tiempo para remediar esta pequeña caída, estuvo tambien en contra la improvisación de Casemiro como central, no lo hizo mal, pero no es su posición natural, estaba sancionado Ramos, Varane y Vallejo lesionados, a veces todo va en contra aunque no se quiera, nada se puede hacer, pero bastante bien se salió, pudo ser peor, tranquilos que el tiempo, la calidad, el coraje y el talento serán el mejor remedio para remediarlo todo y triunfar como hasta ahora lo han demostrado y NO ES CASUALIDAD, los títulos hablan por si solos, saludos cordiales a todos

  • Liliana dijo:

    El portugués será el gran fichaje para la delantera blanca
    Cristiano Ronaldo, más nueve que nunca

    marca.com 29/08/2017 14:52 CEST

    El cuerpo técnico del Real Madrid lo tiene claro. Ha analizado al detalle a la plantilla que tiene a sus órdenes y Zinedine Zidane y los suyos, de acuerdo con los dirigentes de la entidad, decidiendo que no hacia falta delantero alguno, que vale la actual plantilla en la que figuran hasta tres delanteros centro. Benzema, dueño del 9, Borja Mayoral, el aspirante y Cristiano Ronaldo, el máximo goleador de la historia del Real Madrid y que esta campaña va a jugar más de nueve que nunca. Y todo porque el 4-4-2 va a ser el gran protagonista de la campaña del descomunal reto de ganar seis títulos, con momentos para Lucas Vázquez y esa capacidad que tiene para desequilibrar.

    Zidane, tal y como demostró durante el final de la pasada temporada y en verano con los movimientos de mercado, sabe que el actual Real Madrid se siente más cómodo jugando con cuatro centrocampistas y dos delanteros con libertad en sus movimientos, escenario en el que Ronaldo encaja perfectamente en ese caminar suyo hacia la posición de 9, pero no puro al estilo referencia, que es lo que le toca hacer con el 4-3-3 y que no es tan de su agrado.

    Su golazo al Barça
    El bestial tanto de Cristiano en el Camp Nou en la Supercopa

    Ronaldo se siente cómodo en esa posición, pudiendo arrancar desde la izquierda, tal y como hizo en el gol del Camp Nou, o incluso desde la derecha. Técnico y jugador ya lo han hablado y el entendimiento es total y absoluto. Su socio perfecto es Benzema, pero sabe que muchos partidos tendrá que compartir espacio con Bale o con Asensio. El portugués cree que puede aportar mucho en esa posición, tal y como ha demostrado en sus escasas apariciones del arranque de temporada.

    En los cinco primeros partidos de la temporada, el Real Madrid ha seguido con su racha goleadora, elevándola hasta los 70 partidos consecutivos. Rivales como Manchester United, Barcelona, Valencia y Deportivo han recibido 12 goles del equipo blanco. Se da la circunstancia de que en ninguno de los partidos Cristiano Ronaldo ha sido titular. Concretamente el portugués ha jugado dos ratos de no más de 30 minutos, en otra demostración del poder atacante de este Real Madrid.

    Y otro derechazo contra la Fiore
    El golazo de Cristiano a la Fiorentina en el Trofeo Bernabéu

    Zidane siempre manejó la alternativa Mbappé para el futuro. Siempre reconoció que el delantero francés entraba de lleno en su idea futbolística, pero siempre dio prioridad a lo que ya tiene en el vestuario, antes de añadir un elemento que podría llegar a enturbiar el ambiente por todos los condicionantes del fichaje, sueldo del jugador especialmente.

    El técnico piensa que es un jugador impresionante, pero está convencido de que la empresa no merecía la pena por lo mucho que se ponía en riesgo. Cree que la plantilla actual mantiene el nivel para ganarlo todo y que ya habrá tiempo de buscar un relevo a los actuales delanteros del Real Madrid. Sin prisa, pero sin pausa.

    Además hay un componente en eso de no fichar delanteros y es la clara vocación de la actual plantilla de crear fútbol y dominio de la escena desde el centro del campo. Repasen: Casemiro, Kroos, Modric, Kovacevic, Isco, Ceballos, Marcos Llorente... y el añadido de dos jugadores como Asensio y Lucas Vázquez capaces de jugar en distintas posiciones.

  • Liliana dijo:

    El zaguero italiano analizó el partido del próximo sábado en el Santiago Bernabéu
    Bonucci: "España es muy fuerte, pero estamos listos para la batalla"

    29/08/2017 16:17 CEST

    De cara al partido de este sábado en el estadio Santiago Bernabéu, donde España e Italia buscarán asegurar un boleto directo a la Copa del Mundo de Rusia 2018, el defensa Leonardo Bonucci habló en conferencia de prensa.

    Partido contra España: "Habrá un equipo para ser molesto para España. .Vamos a dar nuestro mejor esfuerzo porque buscamos la victoria, a pesar de que no será fácil. España es muy fuerte, pero estamos listos para la batalla."

    Sergio Ramos: "Es el mejor defensa del mundo. Ha recibido el premio de la Champions. Las intervenciones de este tipo son parte de todos los juegos de defensa, pero nos respetan a ciencia cierta. Somos conscientes de nuestros valores y que podemos ponerlos en dificultad."

    Reencuentro con compañeros de la Juventus: Chiellini, Barzagli y Buffon siguen siendo amigos. Nuestras calles están divididos, pero no es una fractura nacional. Son campeones que me han ayudado a crecer, no entrenar juntos no es un problema para un mes después de la separación, somos un trío establecido".

    Futuro de Italia: "Italia parece confiar en sí misma, porque el futuro está en casa. "Hay un cambio generacional. Hay jóvenes con grandes cualidades y perspectivas. Espero poder ser parte de este cambio y quedarse por unos años en azul. Rugani, Caldara, Romagnoli son buenas, y también el desequilibrio de Romaña Cagliari. En el medio están Pellegrini y Verratti, frente a Insigne y Belotti ... En fin, estamos bien."

  • RFCB dijo:

    Ahora resulta que al REAL MERENGON le falta esto y le falta aquello, nada mas que sufrio un pellisco y miren cuanto revuelo han formado.... no entiendo ayer no eran los mas completos, los mejores y etc..... nada como dice el dicho DIME DE QUE PRESUMES Y TE DIRE DE QUE CARECES.....

  • liliana dijo:

    El Liverpool se mantiene firme y no negocia
    Partida de ajedrez Liverpool-Barcelona por Coutinho

    30/08/2017 10:05 CEST marca.com

    El tiempo se consume y el Liverpool no se mueve un ápice. Al menos de manera aparente. El Barcelona insiste una y otra vez con el fin de que el club inglés se decida a negociar el traspaso de Coutinho, pero hasta el momento no hay manera. Los ingleses se mantienen firmes en su negativa de sentarse en una mesa con la cúpula azulgrana.
    160 millones

    Es la oferta que habría realizado el Barça entre fijo y variables

    La situación podría considerarse desesperante cuando apenas quedan menos de 48 horas para el cierre del mercado en Inglaterra. Sin embargo, en el club azulgrana todavía existe la esperanza de que en el último momento se pueda acometer el fichaje.

    Una de las razones que lleva a este optimismo es que el Liverpool está haciendo movimientos de mercado en busca de un sustituto para el brasileño. Al menos, eso es lo que trasciende en los medios de comunicación.

    El Liverpool ha fichado a Naby Keita, un centrocampista de características similares a Coutinho, que, sin embargo, no se incorporará al club inglés hasta la próxima temporada. También ha trascendido en los medios que habían realizado una oferta por el futbolista del Mónaco Thomas Lemar. Una propuesta que habría sido rechazada en un principio, aunque el Liverpool estaría preparando una nueva oferta con más millones sobre la mesa e incluso alguno de sus jugadores, el belga Origi, podría entrar en la millonaria operación.

    Diversos medios ingleses hablan de un acuerdo cercano por esos 160 millones incluyendo fijo y variables y que se anunciará cuando el refuerzo esté fichado. Hablan de que un equipo médico inglés se desplazó a Mónaco para hacer la revisión a Lemar. O que la compañía propietaria del Liverpool ya habría comunicado al jugador que van a venderle esta semana al Barcelona.

    Sin confirmación culé

    El club azulgrana no confirma estas informaciones y asegura que, hasta el momento, no hay acuerdo. Por tanto, todo sigue en un desesperante compás de espera. El problema es que no está realizando otros movimientos y se puede encontrar con el cierre del mercado y el Liverpool que no suelta a Coutinho.

    La otra opción es Di María, pero aquí tampoco se están produciendo avances. Ni siquiera el anuncio oficial de que el PSG ha fichado a Mbappé, circunstancia clave para que puedan lanzarse a por el argentino. Y a todo esto, hay que añadir el capítulo de salidas también está en el aire. *

  • liliana dijo:

    Piten a Bale, no a Piqué

    por La Galerna - 30 Agosto, 2017

    El domingo pasado, tras el Real Madrid-Valencia, varios jugadores, preguntados por los pitos del Bernabéu a Gareth Bale, decidieron pasar por el tema de puntillas mostrándose políticamente correctos con la afición y poco menos que argumentando que el público es soberano. Hasta cierto punto pueden parecer declaraciones correctas, propias de un futbolista del Real Madrid que sabe lo que se cuece en el santuario blanco. Sin embargo, pierden toda validez cuando te preguntan por el ser más antimadridista del planeta y te posicionas de su lado.

    Las declaraciones de Dani Carvajal nos duelen. Nos duelen mucho. Hacen daño. No puedes cerrar filas en torno a Gerard Piqué días después de callar la boca ante el escarnio público que está soportando Gareth Bale. Primero porque el Real Madrid no es Piqué, es Bale. Segundo porque Piqué se ha mofado del Real Madrid, del madridismo y de los jugadores en cuanto ha tenido ocasión. Tercero porque Piqué ha puesto en duda, incluso, la transparencia del club blanco. Y cuarto, quizá el más importante, porque después de muchos años creíamos que había quedado claro que la selección nos importa más bien poco si el que sale perjudicado en alguna comparación es el Real Madrid.

    Adoramos a Carvajal y nuestra percepción sobre él no va a cambiar. Es el mejor lateral del mundo, va a marcar una época en el Santiago Bernabéu y acabará siendo capitán con todo merecimiento. Pero se ha equivocado. Dejó que destrozasen a Bale, pero intenta impedir que se pite a Piqué. La diferencia es que se permite que silben a Bale por un mal rendimiento deportivo y se apoya a Piqué, cuyos pitos van a ser por niño caprichoso, antimadridista, irrespetuoso, maleducado y prepotente. Preferimos defender a los nuestros pese a que estén jugando mal que a uno que viene en el Caballo de Troya con cara de niño bueno tras haber roto seis vajillas enteras.

    Para terminar, no queremos parecer malos ni insensibles, pero si pitan a Gerard Piqué en un partido en el que no tiene nada que ver el Real Madrid, pena, lo que es pena, no nos va a dar. Nosotros defendemos a los nuestros. A España que la defiendan Mr Chip y compañía. Y Carvajal, si quiere defender a los suyos, algo que nos parece lícito y hasta necesario, que empiece por los del propio Real Madrid. Ojalá aprenda de esto y a partir de ahora también cierre filas en torno a sus compañeros de club. Dicho esto, recordamos, ya que el ambiente está tenso y en esta época cualquier cosa te la echan en cara, que adoramos a Dani y lo vamos a seguir haciendo.

    Y ahora toca divertirse con la prensa catalana…

    A ver si lo hemos entendido. Quedan varios días para el cierre del mercado y en el Barcelona está todo manga por hombro. Vino Dembélé, que era el Plan C en su momento, y quieren a Coutinho, que era el Plan B cuando Verratti era el Plan A antes de que el Plan R -Paulinho- llegase al Camp Nou. Pues ahora el Plan B no termina de salir y el Barça podría ir a por el Plan B de ese Plan B, lo que viene siendo un Plan N o algo así -alguna letra había que poner-. Vas a por Verratti, te vuelves sin Neymar, de China te traes a Paulinho, gastas la mitad de Neymar en Dembélé, sueñas con Coutinho y puedes acabar yendo a por Griezmann, Dybala o Lemar. Más o menos ese es el resumen del hilarante verano culé. Un pito, pito, gorgorito gestionado por Bartomeu. Puede venir cualquiera de los nombrados o puede que no venga ninguno y al final vayan a por un Plan Z que incluya el nombre de David Villa o Juanfran Torres.

    Pase lo que pase, en un futuro no muy lejano la prensa hablará de un proyecto sólido, meditado, en el que vinieron los que de verdad interesaban. Coutinho no tiene nada que ver con Di María, el amigo Griezmann tiene poco que ver con los dos, pero el Barcelona sabe lo que se hace y si no lo sabe ya nos cuentan lo contrario desde la acomodada y surrealista prensa blaugrana. Nunca te olvidaremos, verano de 2017.

  • liliana dijo:

    Sobre la importancia de ver fútbol en adecuada compañía

    por La Galerna - 30 Agosto, 2017

    El 18 de abril de 1993 mi padre me llevó por primera vez al Bernabéu. Jugaba el Madrid contra el Cádiz. De aquel partido recuerdo su vértigo por lo alto que estaban nuestras butacas, que ganamos 3-1 y que marcaron Butragueño (dos) y Zamorano.

    Veinticuatro años y 8 días después, mi padre vio su último partido. El Madrid se jugaba la liga en Riazor y él peleaba por su vida en una habitación de hospital. Unas horas antes había recibido la unción de enfermos. Aunque era consciente de la gravedad de la situación, no dejó de sonreír ni un momento, como si aún le quedara algo por hacer. Nada más irse el cura, nos pidió que bajáramos a por la clave del Wifi para poder ver al Madrid en su iPad.

    Reconozco que no le hice el menor caso. Pensé que estaba algo ido por la morfina y salí de la habitación a intentar descansar un rato. Bajé a por una Coca-Cola y cuando volví, unos minutos después, estaba con mi madre y mi hermano zapeando como loco, buscando en la tele el canal donde ver el partido. Le recordé que no podría verlo en la tele normal porque “lo ponían en el plus” (no estábamos para entrar en detalles sobre las distintas plataformas donde poder verlo) y me bajé a pedir acceso a internet para la tableta.

    Contra todo pronóstico, el ancho de banda del hospital fue capaz de permitir una conexión limpia y sin interrupciones y, antes de que nos diéramos cuenta, el Madrid se estaba jugando la liga en Coruña y mi padre había dejado de morirse. A los 55 segundos celebraba el gol de Morata y, doce minutos después, el de James. Aunque su respiración era cada vez más dificultosa, comentaba cada jugada como si estuviera en el salón de su casa. Como tantas veces habíamos hecho.

    Los no futboleros suelen preguntarnos a los forofos de cualquier equipo qué vemos en once tíos corriendo en calzoncillos detrás de una pelota. Aquí va la respuesta definitiva: no vemos absolutamente nada. Es una excusa. Un ardid para abrirnos, conocernos y hablar de las cosas verdaderamente importantes sin cursilerías.

    Mi padre jamás me dijo algo como “en la vida hay que trabajar duro para que te vaya bien, el talento solo no vale para nada”. Sin embargo, le vi un millón de veces criticar a los jugadores que no corrían a por un pase largo o que no metían la pierna en un balón dividido. También tuvo la deferencia de ahorrarme cientos de charlas sobre la importancia de encontrar tu hueco en el mundo para poder dar el máximo. El Madrid nos habilitaba atajos, trucos comunicativos para decir lo mismo de una forma más directa: “ya verás cómo Guti va a ser mejor entrenador que jugador”.

    Muchos años después de aquel bautismo contra el Cádiz, el Madrid ganó su séptima Copa de Europa. Vi la final en casa con él. Hice lo mismo con la octava, la novena y la décima. Para mí era un acto de fe: si lo veíamos juntos ganábamos seguro. Aunque con los años cada vez tenía más alternativas para ver las finales con amigos yo siempre opté por quedarme a su lado. Después de tantos años, no haberlo hecho habría sido como si Sam, a los pies del Monte del Destino, le hubiera dicho a Frodo que ahí se quedaba y que ya se verían a la vuelta en Hobbiton.

    Cuando llegó la final de Milán cambié de plan. Él ya estaba enfermo y yo quería tener la tranquilidad de que, si algún día nos dejaba, el sortilegio no se rompería y el Madrid seguiría saliendo airoso de estos trances. Y así fue. Ganamos la undécima y lo celebramos y comentamos por teléfono, como solíamos hacer después de cada partido de liga.

    En todo eso pensaba cuando Lucas Vázquez metió el tercero al Deportivo, casi en el descanso. Mi padre dio por zanjado el partido y la liga: “esto ya está ganado. Me voy a dormir”. No se despertó. Supongo que, a estas alturas, ya sabrá que ganamos 2-6. Guardo una foto de aquel momento. Sus manos sostienen el iPad mientras el Madrid ataca. El live del iPhone a veces me juega una mala pasada y la foto se pone en movimiento. Es entonces cuando recuerdo lo agradecido que le estoy por haberse quitado importancia hasta para morirse; no creo que le hiciera ninguna ilusión, pero una liga es una liga.

    La final de Cardiff me pilló en Ronda, su lugar de nacimiento. Habíamos ido, unas semanas después de su muerte, a ver a amigos y familiares. Cuando acabó el partido tuve el impulso (aún hoy lo tengo) de coger el teléfono y de llamarle a comentarlo. Tras unos instantes de duda opté por dejarle un mensaje en el contestador diciéndole que el Madrid seguía ganando Copas de Europa, que estábamos todos bien y que no se preocupara, que había dejado al equipo en buenas manos. También le dije que se había ahorrado un mal trago no viendo la primera parte de la Juve, que menos mal que supimos reaccionar y recuperar el control… Un atajo como cualquier otro para ahorrarnos pedanterías sobre cómo no hay finales felices sin congojas previas.

  • Miguel dijo:

    El futuro ronaldo, messi, y neymar

Se han publicado 58 comentarios



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