Cubadebate

Ahora se nos va unos de los Grandes del Futbol Mundial.....va hacer dificil suplantar al diablillo...ese hueco en el lateral derecho va a estar mucho tiempo vacio.....

Confieso que no soy fanático de Alemania (aunque me gustó mucho como jugaron semifinal y final), pero el día después de la final del mundial, en un momento de aburrimiento decidí escribir algo sobre el juego. Con esto quiero felicitar a todos los fanáticos de Alemania por la victoria.
Se lo dedico también a todos aquellos que quisieron desvirtuar la espectacular victoria (sufrida por supuesto eso hay que reconocerlo) de mi equipo el Real Madrid en la Champions (diciendo que si 5 minutos eran mucho que si bla bla bla, que si chu chu chu ;buscando fantasmas donde no los hay), a esos a los que mucho les duele que el rey haya regresado a su trono, que lo disfruten como disfruto yo riéndome cuando leo las boberías que escriben algunos de ustedes a veces sobre el Madrid.
Disculpen que hable de este tema con tanto atraso pero es que estaba sin conección.

Así “GOTZO” Alemania en un Maracaná que fue una plaza de toros.

Alemania fue feliz, los amantes del buen futbol también, pero sobre todo lo fue el balón; ese que atrapado en el maltrato futbolístico añoraba a James, como ya lo había hecho con Zidane, Ronaldinho, Maradona, Pele o tantos otro héroes de este deporte. Héroes porque trascendieron el plano individual y repercutieron directamente en un impresionante desempeño colectivo, dignos responsables de la felicidad de millones. La brazuca sonrió, lo hizo sin parar, en cada pase, en cada regate, en cada derroche de energía; se sintió amada por un equipo antaño brusco y resultadista, erigido hoy poeta de la nueva era del futbol.
Se enfrentaron dos equipos con unas enormes ansias de victoria pero se impuso el más capaz, el que propuso en todo momento, el que respondía a las estocadas rivales con un vendaval de juego pocas veces visto en una final mundialista. Por momentos parecía una de esas batallas que se establecen entre un corajudo torero y un toro fiero. El peligro estaba ahí, yacía agazapado en los cuernos de ese toro argentino a la espera de una oportunidad, de un pequeño desliz. Pero el torero alemán no se achicó, al contrario, se agrandó ante la adversidad (dos lesiones de hombres de una misma posición (una de ellas en pleno juego), un error absurdo que le dio al rival la oportunidad de irse arriba en el marcador (que afortunadamente Higuain fallo de manera inexplicable, sino hubiéramos presenciado otra entrega de la película Catenachio Argentino)), se escudo en su capa, un futbol hermoso, antes practicado por los españoles y muchos más, pero ahora revitalizado y con el extra de energía física y psicológica que le impregnó la mentalidad ganadora alemana, esa que casi los hizo regresar en otra final hace 28 años contra el mismo rival. Nostálgico y desesperanzador debe haber sido para la hinchada de Argentina ver a los alemanes jugar ese futbol alegre, con fundamentos colectivos y con calidad individual que hace ya algunos años su selección solía jugar y que hoy es para ellos cosa del recuerdo.
El toro se fue agotando, quien sabe si por los múltiples banderillazos propinados por su enemigo o por entender que su lucha era estéril, que solo le quedaba esperar por un milagro en forma de penales. Pero se armó con sus ultimas fuerzas y envistió con todo lo que tenía (la jugada en la que Palacio definió mal), pero eso, no fue suficiente.
El torero presintiendo el final cambió su espada de mil batallas (Klose) por una nueva de una aleación más flexible pero de un filo más que probado (Gotze). Ejecutando con la fe del que jamás se rinde (corrida de Shurle), la gracilidad de una bailarina (control orientado espectacular de Gotze) y con la precisión quirúrgica de un cirujano (remate cruzado al segundo palo de Gotze casi cayéndose ante la salida de Romero) introdujo la espada en su adversario y lo hizo caer pesadamente al suelo. Todavía se podría comentar de cómo cuando el torero estaba retirando el arma de su victima acercó peligrosamente el cuello a los cuernos quedando por un instante, de cierta manera, vulnerable (el tiro libre que Mesi desperdició sobre la hora), pero todo fue un espejismo, ya ese toro había muerto.