Cubadebate

Alberto buscó durante más de una semana un regalo para su novio. Alguien le comentó de un negocio privado donde personalizaban velas artesanales y pensó que sería un bonito detalle. Contactó con los encargados y preguntó si podían hacerle una con sus nombres. Al principio, no hubo problemas. Sin embargo, todo cambió cuando notaron que su pareja era hombre.  »

Ahora que ya superamos otro 14 de febrero y su resaca, las manifestaciones de amor más o menos sinceras, las publicaciones en redes sociales, los corazones rojos y esa fábrica imparable de originalidad y cursilerías a partes iguales, vale la pena detenernos en las otras caras de las relaciones de pareja. Esas que suelen esconderse tras los mitos repetidos de que el amor es perfecto, de las medias naranjas y de querer como sinónimo de poseer.

Familias heterogéneas, complejas y diversas comparten el día a día de una Cuba que cambia. La vida presenta, una y otra vez, muchos diseños posibles. A pesar de sus diferencias, necesitan los mismos derechos y deberes. Urge repensar las normas y rutinas que las definen. Reconocer esta realidad y plasmarla en la nueva Constitución fue apenas el primer paso de un camino difícil.

Llegó febrero, el mes de los enamorados, y con él, una oportunidad para ver más allá del amor idealizado. El patriarcado nos heredó una visión del amor como salvación y único objetivo en la vida, que puede traer desde infelicidad y frustración hasta violencia doméstica. Desmontar estos mitos no significa renunciar a amar, sino aprender a hacerlo.