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Javier Méndez: Fútbol, Latino y cumpleaños

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Los cumpleaños son siempre motivos para revelar, confesar o felicitar. Sirvan estas líneas exclusivas del libro en preparación: “El 17 por dentro”, para todo eso a un grande del béisbol capitalino y cubano: Javier Méndez González, quien cumple este 22 de abril 57 años. Esta exclusiva del primer capítulo nos trae al Javier adolescente hasta su entrada a la Serie Nacional. Disfrutémosla. ¡Felicidades!

Una historia de fútbol

Javier Méndez visita 40 años después el llamado terreno ALAMAR, en el reparto Santa Fe. Foto: Cortesía del entrevistado.

Había pasado ya la etapa de jugar a las cuatro esquinas, al taco y al flojo con los socios de infancia del barrio, pero una y otra vez ellos venían a tocar la puerta de su casa porque querían tenerlo siempre en su equipo. Javier tenía uniforme, guante, spike, gorra y era regular en el equipo infantil de Santa Fe. Había jugado en los campeonatos municipales y provinciales y aunque no estaba en la EIDE tenía más pinta de pelotero que muchos de los aceptados para esa escuela.

Sin embargo, Angelito (alías Yuyo), Hilario (Papito el Negro), Jorge (Papito Pellejo), Carlos Bouza, Raúl Rodríguez (Raulito), Eduardo Capote, Carlos Manuel Isaac y Miguel Ángel Cuní, entre otros, no se cansaban de provocarlo para hacer deportes juntos. Y lo conseguían, porque además del vicio de béisbol, tener un balón entre las piernas le servía a Javier para realizar gambetas y gritar más de un gol entre los tres palos que servían de portería en el propio terreno de ALAMAR, en el reparto Santa Fe.

El propio piquete de amigos improvisaba carreras cortas de atletismo en la calle Primera, frente a su propia casa. Y Mirna terminaba preparándoles a todos una merienda, ganara Javier, Papito Pellejo, Cuní o Yuyo, quienes se autotitulaban los Fígaros de Santa Fe, en alusión al subcampeón olímpico del hectómetro en Tokío 1964, Enrique Figuerola, paradigma de la velocidad en la región, América y el mundo por más de una década.

A la par de los fildeos, jonrones y muchos swines en el entrenamiento, el fútbol comenzó a robar también tiempo y ganas en Javier. En ocasiones más que la pelota, sobre todo cuando no era llamado a integrar las preselecciones provinciales escolares para un torneo, por arbitrariedades o criterios personales de una autoridad deportiva, tal y como ocurrió cuando no lo convocaron a la preselección habanera (13-14 años) para los Juegos Nacionales Escolares. “Es un jugador de la calle, no de la EIDE”, le escuchó decir a un directivo.

Ese día llegó más temprano que de costumbre a la casa. Su cara era una mezcla de insulto, llanto e impotencia. “¿Qué pasó Javierito?, ¿con quién te fajaste?, ¿te fue mal hoy en el juego?...”, preguntaba una y otra vez Mirna, quien conocía muy bien a su hijo, pocas veces encolerizado como esa tarde.

“No hice la preselección, no me llamaron ni siquiera, otra vez por no estar en la dichosa EIDE”, balbuceó con lágrimas honestas y que hubieran sido frustrantes para un adolescente si no fuera por el apoyo recibido de su familia, entrenadores y varios compañeros del equipo.

No obstante, el próximo lunes no fue al diamante de las cuatro bases. Cruzó la 5ta Avenida y cambió las bolas y los strikes por una pelota blanca y negra que también le cautivaba dominar durante 90 minutos. El otrora cinódromo Havana Greyhound Kennel Club, convertido en Combinado Deportivo Eduardo Saborit desde 1959, tenía una pista de arcilla alrededor del crecido césped verde en el que sobrevolaban balones de fútbol todas las tardes.

Javier llegó allí por el agravio beisbolero y el lógico embullo de sus fieles escuderos del barrio, pero no demoró en convertirse, por sus aptitudes, arrojo y calidad, en uno de los tres centrocampistas del equipo conformado en el Preuniversitario Rubén Martínez Villena, junto a quien fuera luego un popular cantante de salsa, Isaac Delgado.

Pero una competencia, un día, una acción, bastó para devolver las cosas a su lugar. Las gradas repletas de estudiantes alentaban a sus respectivos equipos en los esperados juegos inter-pre y Javier venía por el lateral derecho tras recibir un pase con el pecho. Avanzó cinco, diez, quince metros hasta que… Pafataaaa…, un fuerte encontronazo, una clásica cargada, lo lanzó por el aire par de metros hacia fuera de la hierba.

Un rasponazo, cual lija seca y caliente, dejó a su muslo desnudo en sangre frente a la dura pista. A la quemadura por fricción provocada le acompañó el convencimiento, de una vez y por todas, que lo suyo eran los batazos. Casi dos semanas necesitó para recuperarse de una lesión no prevista —¡y mira que luego vendrían otras más terribles!—, tiempo en el que no faltaron visitas a la casa de profesores y amigos para agradecerle su entrega a la causa deportiva de la escuela.

Al regresar al terreno de béisbol una idea se convirtió casi en obsesión para él: entrenar, entrenar y entrenar para alcanzar los resultados de dos de sus amigos más fieles desde la infancia: Armando Ferreiro y Carlos Manuel Isaac, quienes jugaron primero que él unos Juegos Nacionales Escolares. La vida los uniría en buenos y malos momentos, y Javier sería, como siempre fue, el paradigma a imitar por ellos.

El Latino más cerca

Javier Méndez en la categoría juvenil, a punto de llegar a la Serie Nacional. Foto: Cortesía del entrevistado.

Esas tardes y noches eran mágicos regalos a los sueños de verse un día bateando en el Latinoamericano. Javier y Carlos Bouza, con 12-13 años, solo hablaban de lo que harían cuando llegaran al estadio mientras esperaban ansiosos el transporte. La sacudida inicial ocurría cuando, en horario nocturno, desde la Plaza de la Revolución, veían el cielo iluminado por las luces prendidas. Tras casi media hora de viaje, desde el oeste de la capital, la emoción era incontenible.

Descubrían en cada visita algo nuevo. Los movimientos perfectos de Changa Mederos en el box, las cuclillas de Marquetti antes de entrar a la caja de bateo, las líneas oportunas de Bárbaro Garbey, los tirazos de aire a home de Capiró desde lo último del jardín izquierdo, los toques de bola de Anglada y Osorio para pasar a los pítcheres, la firmeza de Chávez a la hora de salir a discutir una jugada polémica o la facilidad de Arturo Linares para batear a las dos manos.

El padre de Bouza tenía una máquina pequeña, marca Triumph, en la que los futuros jugadores se acomodaban como podían en la parte trasera con tal de no faltar al juego de Industriales o Metropolitanos. Identificaban a todos los jugadores desde las gradas techadas de tercera base, porque bajar al terreno para saludarlos o pedirles un autógrafo era más difícil. Un día lo consiguieron. El partido se había suspendido por lluvia y la puerta del dogout al pasillo se abrió sin mucho ruido.

Accedieron al paño natural carmelita y verde. Las bases vestidas de cal estaban colocadas en un rincón y Javier las tocaba con sus manos mientras le recordaba a su amigo. “Mira, aquí pisa Anglada, Medina, Marquetti, Garbey...”. Salieron corriendo rápido a sentarse en varios asientos dentro del banco y cuando quisieron lanzarse a la desbandada sobre el home, el fango gelatinoso del terreno y un grito desde la malla que resguarda los palcos preferenciales los detuvo: “Arriba, nos vamos, que van a cerrar el estadio”, dijo el padre de Bouza.

Dos años y medio más tarde del primer encontronazo feliz con la instalación más emblemática del béisbol en Cuba, Javier bajó finalmente a su grama para lucir sus cualidades. Durante el campeonato provincial (15-16 años) jugaría como dueño del jardín central del equipo Playa. Más de diez batazos le permitieron enseñar soltura y movilidad a la hora de fildear; en tanto con el aluminio ligó par de indiscutibles en tres turnos, con un boleto y par de remolcadas.

Pese a la derrota contra el conjunto Habana del Este y la no clasificación de su equipo, José Alpízar, mánager de los Industriales y de un ojo clínico estupendo para descubrir talentos, se le acercó a Ciro Perera.

“Cabilla (así lo conocían todos en Santa Fe) ¿ese center field es tuyo?, ¡qué bueno es, compadre! Me gustaría verlo dentro de par de años, será un fenómeno allá atrás”.

Esa opinión la escucharía Javier de manera disfrazada para no creerse cosas adelantadas. “A muchos le gustó como jugaste hoy, pero todavía te falta un mundo”, le dijeron sus entrenadores tras la derrota.

El salto hacia lo merecido, hacia un béisbol superior, estaba a punto de darlo, a pesar de los tropiezos y de venir de un área especial, no de la deseada pirámide del deporte cubano. Finalmente, Javier Méndez, Armando Ferreiro y Carlos Manuel Isaac compartieron junto los Juegos Nacionales Escolares de 1980 y el campeonato juvenil. El profesor Augusto Fonseca lo pensó dos veces, pero terminó convocándolo para que defendiera el jardín derecho, pues Carlos Quintana ocupaba inamovible el centro, por ser plantilla de la EIDE.

Uno de los entrenadores que más tiempo había permanecido con él desde los días iniciales en el área especial, Miguel Ángel Reyes, se encargaría de perfeccionar lo que le faltaba a Javier para brillar bien lejos. Diariamente lo sometía a una fuerte dosis de swines (cerca de 200). “Tienes que aprender a batearle a los zurdos, de lo contrario cuando llegues a la Serie Nacional te enviarán al banco”, le señalaba con certeza.

“Los lanzamientos laterales, para ambas manos, reducen un poco el ángulo de visión, pero si técnicamente haces bien las cosas en la caja de bateo tendrás éxito, tanto frente a derechos como zurdos”, no se cansaba de decirle Reyes, que compartía trucos y conocimientos por el único placer del que se vanagloria luego un entrenador: aplaudir desde las gradas o desde su casa a uno de los discípulos que esculpió en horas de trabajo.

Y tan bien lo hizo, que Javier aprendió a dirigir batazos hacia todos los ángulos del terreno, a tocar con efectividad, a entrenar duro, a levantar un fly de sacrificio cuando más falta hacía para remolcar una carrera. Poco a poco fue encontrando su sistema de bateo, cuerpo reclinado hacia atrás y bate largo sin posarse por encima del hombro. El arma defensiva se tornó casi infranqueable y más de una sorpresa singular deparaba para los aficionados.

Javier Méndez estaba a punto de entrar a la escuela más grande: una Serie Nacional vestido de rojo, defendiendo a Metropolitanos. A la par, varias pruebas de fuego le aguardarían todavía en la categoría juvenil, pues saldría por vez primera del país a representar las cuatro letras de Cuba en un campeonato mundial junior con sede en Barquisimeto, Venezuela. Historia inolvidable para un joven de 18 años con un valor altísimo de la amistad y el amor a su país.

Javier Méndez en Barquisimeto, Venezuela, sede del campeonato mundial juvenil de béisbol. Foto: Cortesía del entrevistado.

Vea además:

Javier Méndez: El 17 por dentro

Se han publicado 13 comentarios



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  • RGC dijo:

    felicidades querido Javier Méndez. Junto a Anglada los favoritos de mi familia.

  • ale dijo:

    Felicidades a Javier. Industriales y los Metros han tenido grandisimos jugadores, pero para mi, Javier esta entre los 3 primeros. Hay que ver la ultima serie que jugo, bateando una barbaridad, con cerca de 20 jonrones, 90 empujadas. En fin, un pelotero disciplinado, una estrella sin dudas. Muy afectado por lesiones, enfermedades, etc y siempre regresaba.

  • el ciclista dijo:

    Qué historia la de este pelotero. No sabia que había jugado futbol. Seguro montó bicicleta. Ese libro donde se puede adquirir. Mi papá era fan a Javier Méndez y se lo quiero comprar. Gracias Cubadebate por permitirnos felicitar a Javier Mébndez, para mi el mejor jardinero central de Industriales y de los mejores de Cuba en todos los tiempos.

  • CR7 dijo:

    Muchas felicidades para Javier Mendez Gonzalez, mi ídolo y pelotero preferido de siempre, de niño jugué campeonatos provinciales y a pesar de ser lanzador siempre quería tu numero, ese 17 q tantos recuerdos trae a los aficionados de la capital y amantes del béisbol en toda la isla. Pelotero de los pies a la cabeza, de los mejores q ha tenido la ciudad y cuba, lastima todas las injusticias q sufrió para integrar el equipo Cuba, evidentemente no era del agrado de Jorge Fuentes ni de Miguel Valdes.

    • Futbolito dijo:

      Lo malo es que con ese Nick de CR7 Javier va a montar en cólera, el no es madridista.

  • alexander dijo:

    De los inolvidables de Industriales y del Cuba, Javier Mendez. También me gustaría señalar que muchos de los pupilos de "Cabilla", profesor de categorías inferiores, después hicieron el equipo en Industriales y el Cuba también. Magnífico profesor, exigente dentro y fuera del terreno.

  • NOIMPORTA TAMPOCO dijo:

    !!Grande entre los grandes!!!!!, con un solo guantazo y ya.

  • JPR dijo:

    Sólo tuvo un rival ,Víctor Mesa.

  • Powell dijo:

    Deseo expresar mis mas sinceras,respetuosas y entusiastas .felicitaciones para ese estelar otrora ,jardinero central de los equipos caplitalinos ,nombrado .Javiel Mendez .le deseo mucha salud y que cumpla muchos mas abvenimientos..

  • UNA TARDE DE NOVIEMBRE dijo:

    Estoy viendo baseball desde el año 1967 del siglo XX,........creo que Javier es el jugador más carismático que ha pasado por nuestras series nacionales,........eso se traduce en calidad deportiva,.......cortesía y respeto hacia contrincantes, arbitros y público,.........y por supuesto,........su propia personalidad,.........Estoy diciendo algo muy difícil,.........y no quisiera pecar de injusto,......por favor,.......recuerdenme a otros carismáticos de nuestro baseball,.........hay mucho más.

  • El Jabalí dijo:

    Javi felicidades...hace falta que nos chapeen el terreno de Santa Fe que lo vamos a perder.

  • GNU dijo:

    Tremendo pelotero, mucha entrega, los años 70 y 80 se disfrutó mucho viendolos: German Mesa, Padilla, Vargas, Verde, en los Industriales, un poco de nostalgia por aquellos años buenos, muchas gracias por el artículo, quedó el deseo de leer más.

  • Chikungunya dijo:

    Excelente pelotero, las lesiones y enfermedades lo persiguieron por mucho tiempo, le tocó una época dura con Victor, Lázaro Contreras, Pepito Estrada y más, eran otros tiempos, había calidad por doquier.
    Siemprr lo recordamos con gran cariño.

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Joel García

Joel García

Periodista cubano. Editor-jefe de la Redacción Deportiva del periódico Trabajadores desde 2007. En twitter: @joelgarcialeon

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