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"Esta escalinata ha sido cada día más y más revolucionaria"

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Fidel Castro en la Universidad de La Habana en homenaje a los estudiantes de medicina asesinados por el colonialismo español en 1871, 27 de noviembre de 1960. Foto : Liborio Noval

Discurso pronunciado en la escalinata universitaria por Fidel Castro el 27 de noviembre de 1960. 

Hay en este 27 de noviembre una circunstancia digna de atención y es que este acto, este año, ha sido mayor todavía que el acto del año pasado. Y eso quiere decir mucho. Quiere decir que con el transcurso del tiempo no ocurre lo que antes ocurría, que las conmemoraciones como esta iban perdiendo calor de pueblo.

La presencia de un número mayor de cubanos en el acto de esta noche, significa que las conmemoraciones patrióticas y revolucionarias, tienen cada vez más calor de pueblo. ¿Por qué?  Sencillamente, porque la conciencia revolucionaria del pueblo crece y se fortalece. Y no se trata solamente de que un número mayor de cubanos asista este año a la escalinata de la universidad, sino que hay que tener en cuenta también que ese hecho significa, en otro orden, una derrota para la contrarrevolución.

Para la Revolución Cubana significa mucho este acto, después de casi dos años de revolución, después de las medidas radicales y profundas que la Revolución ha traído a nuestro país.

Si este acto se diera en el campo, y los campesinos acudieran en masa, sería algo muy natural; si este acto se diera entre los trabajadores, y los trabajadores acudieran en masa, sería algo muy natural. La clase obrera y los campesinos, que en su mayor parte son también obreros agrícolas, están con la Revolución. Y eso resulta muy lógico.

La reacción no trató de librar su batalla en el seno de la clase obrera; la contrarrevolución no trató de ganar terreno entre los campesinos. Sin embargo, la contrarrevolución cifró sus esperanzas de tomar posiciones en la Universidad de La Habana y en los sectores estudiantiles. ¿Por qué? Porque la masa estudiantil es una masa heterogénea; la composición de la masa estudiantil es variada, y, por lo general, no tenían oportunidad de venir a estudiar en la universidad los hijos de las familias más pobres. La oportunidad de estudiar en nuestro país había estado en razón inversa de los recursos económicos, o mejor dicho —para no traer aquí una confusión aritmética—, en razón directa de los recursos, y en razón inversa de la pobreza.  Es decir que mientras más pobres eran las familias, menos oportunidades para sus hijos de estudiar.

¿Quiénes, por ejemplo, han limpiado los zapatos en las calles de nuestra capital?  ¿De dónde salen esos niños que venden periódicos en horas de la noche y en horas de la madrugada?  ¿Qué oportunidad tenían de estudiar en la universidad?  ¿Y qué oportunidad tenían los hijos de las familias campesinas si en el campo ni siquiera había maestros de enseñanza primaria?

Aquellos cuyas familias tenían recursos podían ir a la ciudad, y podían estudiar en los institutos y podían estudiar en las universidades.  Algunos, los más privilegiados, podían ir a estudiar también al extranjero; iban o a Estados Unidos o a Europa. Las familias más pobres del país, por lo general, y salvo excepciones, no podían mandar sus hijos a estudiar.

Podía haber pobres en la universidad, desde luego; y en la universidad y en los institutos, hay muchos hijos de familias pobres, pero en la universidad hay también hijos de familias de medianos recursos, y hay también hijos de familias ricas.

Podía ocurrir que un joven pobre no pudiera estudiar, lo que no podía ocurrir en nuestra patria, es que un joven rico no pudiera estudiar; el joven rico que no estudiara era porque no quería. Y, por lo general, las familias ricas querían que sus hijos estudiaran, y estaban muy interesadas en poder perpetuar sus intereses a través de ellos. Esa es una cosa rigurosamente cierta.

Entre los estudiantes afectados, estudiantes universitarios, había estudiantes cuyos intereses familiares habían sido afectados por las leyes revolucionarias. Por eso, en todas partes del mundo la contrarrevolución trata de ganar terreno, no entre los campesinos, ¿qué le va a decir la contrarrevolución a un campesino al que liberaron de la renta?; ¿qué le va a decir la contrarrevolución a un campesino cuya vida cambia radicalmente, al que la Revolución lo ha liberado de la miseria, de la explotación y de la humillación, al que la Revolución ha llevado tantos beneficios? ¿Qué les va a decir la contrarrevolución a los obreros?

La contrarrevolución tiene, en primer término, a los centros de enseñanza, sobre todo, a los altos centros de enseñanza, y, en general, a todos los centros de enseñanza. Y va a esos centros a reclutar sus agentes entre los hijos de familias ricas, entre los hijos de las familias afectadas por las leyes revolucionarias. Y la contrarrevolución no va, precisamente, a la escuelita pública que el Gobierno Revolucionario abre en la entraña de las montañas. ¡A las montañas ni siquiera han ido nunca de visita los contrarrevolucionarios!

La contrarrevolución no va a los cuarteles y fortalezas convertidas en escuelas, donde van a estudiar los hijos de los obreros y de las familias pobres. La contrarrevolución sabe que allí no tiene que buscar nada, el imperialismo sabe que allí no tiene que buscar nada, y cuando van a buscar algo, no van a buscarlo entre los estudiantes precisamente; van a buscarlo, si acaso, entre los profesores de esos centros docentes.

Las leyes de la Revolución de los humildes

Para hablar con claridad, sí, con claridad, porque todavía hay algunos batistianos entre el profesorado de la segunda enseñanza, porque todavía hay proimperialistas reaccionarios y contrarrevolucionarios entre el profesorado de la segunda enseñanza. Y la contrarrevolución va a esos, la contrarrevolución se dirige a esos, para convertirlos en instrumentos para sus propósitos contra el pueblo. Y la contrarrevolución se dirige, sobre todo, donde ustedes saben: a los colegios de los privilegiados.

Allí, en los colegios de los privilegiados, allí tiene la contrarrevolución su mejor caldo de cultivo, y en los colegios de los superprivilegiados, donde difícilmente haya algún joven cuyos intereses de privilegiado como gran terrateniente, o como gran comerciante importador, o como gran propietario de central azucarero, o como gran representante de las finanzas, o como gran propietario urbano, o como profesional al servicio de esos intereses que la Revolución ha hecho desaparecer en nuestra patria, difícilmente, difícilmente haya un joven que de una manera o de otra no haya sido afectado en sus intereses privilegiados, por las leyes de la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes.

Y como nosotros hablamos aquí en nombre de esa Revolución, es que tenemos el deber de hablarle muy claramente a nuestro pueblo, sobre todo a los humildes de nuestro pueblo y hablarles también a los privilegiados de ayer y semiprivilegiados de hoy, porque les quedan algunos privilegios; sobre todo, para que sepan que nosotros, los dirigentes de la Revolución, y que el pueblo que sostiene con su apoyo y con su entusiasmo y con su invencible fe a esta Revolución sabemos lo que estamos haciendo, y conocemos el problema a fondo. Que sepan esos semiprivilegiados que quedan por ahí, que nosotros comprendemos el porqué de las cosas, y comprendemos por qué en esos centros se encuentra el mejor caldo de cultivo de contrarrevolución.

Y cuando nosotros hablábamos aquí de profesores contrarrevolucionarios no le estábamos haciendo, precisamente, una critica a nuestro compañero, el Ministro de Educación. No es tarea fácil afrontar esa herencia que el pasado nos dejó. En todo caso, esa es una consecuencia natural del proceso revolucionario, y sobre todo, del proceso de una revolución generosa como esta, de una revolución que ha sido como esta, pero que no por ser generosa se ha debilitado, y sí por ser generosa tiene la tremenda ascendencia moral que tiene sobre el pueblo, y la tremenda fuerza moral que tiene para actuar.

Esos, que jamás fueron a los barrios humildes, que jamás fueron a las aldeas pobres y abandonadas; esos, que se dedicaron a alentar a los grandes privilegiados sociales y fueron sus maestros; esos, fariseos y escribas, esos que forman todos la caterva corrompida de la contrarrevolución, esos saben, esos saben lo que se traen entre manos.

Ellos saben lo que la Revolución quiere; ellos saben lo que la Revolución se propone; ellos saben que la Revolución es generosa; ellos saben que la Revolución no quiere hacerles el juego; ellos saben que la Revolución no quiere echar leña en el fuego de las campañas internacionales contra la patria; ellos saben lo que se traen entre manos; ellos saben que aquí no van confundir a nadie.  Pero ellos están al servicio de intereses internacionales; a ellos no les importa el juego aquí, a ellos les importa el juego afuera; a ellos les interesa crear conflictos aquí, para hacer propaganda fuera de aquí.

Los que aquí usan los templos, o las escuelas de los superprivilegiados, para hacer campaña criminal contra la Revolución que tanto bien ha hecho a los que tenía que hacer bien: a los pobres y a los humildes de la patria; los que quieren alzarse contra la patria revolucionaria, porque la patria revolucionaria destruyó intereses egoístas, destruyó intereses inmorales, inmorales ante los ojos de los hombres y ante los ojos De Dios; los que se alzan contra la patria porque la patria destruyó esos intereses inmorales y egoístas; esos, saben que aquí no pueden engañar a nadie; ni siquiera fanatismo pueden despertar en el grupo de hijos de siquitrillados que quieren convertir en agentes de la contrarrevolución, porque aquellos que morían crucificados en Roma, aquellos que eran despedazados en el circo sin renegar de sus creencias, no eran los hijos de los patricios romanos, ¡eran los hijos de los plebeyos romanos!

Se dieron a la tarea de propalar los más canallescos infundios; y a pesar de que la Revolución ha dado pruebas y más pruebas de su actitud hacia esos centros, porque esa fue desde el primer momento la política de la Revolución, que incluso llegamos a pedirle a un grupo de maestros de uno de esos colegios que renunciaran a una actitud legítima, para resolver el problema, les hablamos y les pedimos que hicieran dejación de su actitud, que renunciaran a esos derechos legítimos, en aras de una política revolucionaria que tendía a demostrar con hechos su actitud generosa hacia esos sectores, en tanto no adoptasen una actitud de plena beligerancia contra la Revolución.

La Revolución no tuvo ninguna actitud hostil hacia la religión

Es decir que a la Revolución si de algo no se le puede acusar es de que haya sido agresiva o haya sido hostil a esos centros de privilegiados. Pero la Revolución fue contra el privilegio, la Revolución fue contra los intereses económicos de las clases privilegiadas; y como no era un problema de religión, no era un problema de creencias religiosas, y sí un problema de intereses materiales, sí un problema de dinero, sí un problema económico, todo lo demás, la fe, la religión y otras cosas, han servido de pretexto para resollar por la herida; la herida no de la religión, ni de la fe, sino la herida de los mezquinos y egoístas intereses particulares, los intereses económicos.  Porque la Revolución vino a descubrir qué estrecho ligamen había, por ejemplo, entre hacendados, militares y clero.

Cuando tuvo lugar la nacionalización de los centrales azucareros se descubrió que había prebendas, hasta de varios cientos de pesos, para algunos clérigos. Es decir que no le enviaban el cheque solamente al esbirro; no les enviaban el cheque solamente al sargento, al teniente, al capitán y al comandante; no le enviaban el cheque solamente al abogado famoso, cuyo bufete se encargaba de defender los intereses sacrosantos de esos señores; le enviaban el “chequecito” también, y el “chequezote”, se lo mandaban también al clérigo, produciéndose un repugnante maridaje entre el hacendado explotador de los obreros y los guajiros, el esbirro que daba palos y asesinaba, el abogado que cobraba jugosas sumas por defender esos privilegios y el cura que predicaba allí la sumisión entre el obrero y el campesino.

Por eso a algunos de estos esbirros con sotana, muy alejados, muy alejados de las prédicas verdaderas de Cristo, les dio por hacer sermones contrarrevolucionarios en las iglesias, y escribir hojitas parroquiales que los propios católicos, los propios creyentes, recibieron con el Himno Nacional de la patria en los labios.

¡Ah!, eso no lo sabían los buenos creyentes; eso no lo sabía el creyente humilde. ¡No sabía que aquel fariseo recibía el gran cheque del hacendado explotador de los pobres de nuestra patria! Eso no lo sabía. Y la Revolución no tuvo ninguna actitud hostil hacia la religión; la Revolución no se metió con nadie en ninguna iglesia; la Revolución, simplemente, nacionalizó centrales azucareros, y allí, allí hizo lo mismo que hizo en todos los departamentos del Estado:  ¡botellas, no!; ¡prebendas no!

La Revolución no se metió con los intereses de la fe, ni de la religión; la Revolución sí afectó intereses materiales. Las leyes de la Revolución no fueron nunca contra ninguna iglesia. ¿Qué ley revolucionaria ha mermado los derechos de ninguna iglesia, ni de ningún culto? ¿Qué ley revolucionaria ha lesionado ningún derecho religioso?

¡Ah! Pero las leyes revolucionarias sí iban contra el latifundio, las leyes revolucionarias sí iban contra el monopolio extranjero, las leyes revolucionarias sí iban contra el que explotaba al inquilino pobre; fueron contra los altos alquileres y fueron, incluso, contra la institución del alquiler; las leyes revolucionarias fueron contra los intereses extranjeros, fueron contra los monopolios, fueron contra todo lo que lesionaba el interés de la patria.  Ninguna ley revolucionaria se hizo contra ninguna iglesia, y si las leyes de la Revolución se hicieron contra bienes materiales, es algo sumamente claro que la actitud de algunos clérigos hacia la Revolución, no ha obedecido jamás a ninguna razón de tipo religioso, y que, en cambio, sí resuellan por la herida de los intereses económicos afectados de las clases con las cuales estaban aliados.

Y esas verdades las dijo aquí ya, en esta misma tribuna, un digno sacerdote católico; esas mismas verdades fueron aquí proclamadas por quien puede venir con sus hábitos a hablar aquí en una tribuna revolucionaria, para servir a su patria sin negar a Dios, para servir a su pueblo sin negar a Cristo.

Y aquí sí se puede servir una fe política y revolucionaria, y una fe religiosa, porque la república practica el respeto pleno a la libertad de culto; su respeto para los que creen como para los que no tengan creencias religiosas. Pero hay un hecho cierto, ¡que dentro de la patria cabemos todos los que amemos a la patria! ¡Dentro de la Revolución cabemos todos los que amemos al pueblo!

Los que no caben dentro de la Revolución, ¡son los que odian al pobre!; los que no caben dentro de la patria, ¡son los que odian al pueblo!; los que no caben dentro de la patria, ni podrán servir a Dios ni a la patria, ¡son los que sirven los intereses de los ricos egoísta; los que sirven los intereses de los privilegiados!

Esos son los que no pueden hablar en esta tribuna donde resplandece la verdad, y donde toda hipocresía y toda mentira fue abolida desde el primer instante.

Los que no caben dentro de la Revolución, ¡son los que odian al pobre!

Fidel durante el acto en homenaje a los 8 estudiantes de Medicina asesinados por el colonialismo español en 1871, en la Escalinata de la Universidad de La Habana. Foto: Liborio Noval

Y estos argumentos explican por qué la contrarrevolución trató de tomar posiciones entre los estudiantes, en las universidades y en los colegios privados; en los colegios privados, ¡allá ellos!, nosotros no nos metemos, nosotros dijimos que íbamos a hacer escuelas para los hijos de las familias humildes, mejores que las mejores escuelas privadas, ¡y estamos cumpliendo nuestra palabra! Y es difícil que algunas escuelas puedan competir con el centro escolar de Ciudad Libertad.

Y es lógico que en la medida en que progresen esos centros para el pueblo, algunas escuelas de privilegiados irán languideciendo. Por dos razones:  porque hay escuelas mejores que esas; y por otra razón: porque los privilegiados han sido, sencillamente, siquitrillados.

Las cosas son claras. Ese dinero que antes pasaba a manos del hacendado, ese dinero del gran comercio importador, de la gran finanza y de los grandes terratenientes, que antes servía para sostener escuelas de privilegiados, ahora ese dinero sirve para hacerle escuelas al pueblo. El Gobierno Revolucionario toma esos recursos y los convierte en ciudades escolares; con mucha más razón cuanto que los cuarteles y las fortalezas que ya estaban hechas las ha convertido en escuelas.

Y el resultado es evidente: se arruinan algunos de esos colegios privilegiados. Sin embargo, no se resignan a languidecer económicamente, lo cual es consecuencia de las medidas revolucionarias dictadas por el gobierno, no contra ellos, sino en favor del pueblo, y, naturalmente, ellos no se resignan.

¿Qué tratan de hacer? Antes de cerrar las escuelas duplican y triplican la provocación, para que ya de paso que las escuelas se les van cerrando por falta de privilegios, hacer creer internacionalmente que el Gobierno Revolucionario ha cerrado esas escuelas. El Gobierno Revolucionario no las cierra, pero ellos entonces aumentan la dosis de provocación, como están haciendo en esa universidad de Yankilandia.

Y que el Gobierno Revolucionario en materia de cosas yankis...  al Gobierno Revolucionario con todo lo que huela a imperialismo yanki no le tiembla la mano al tomar cualquier medida. Y el Gobierno Revolucionario no ha querido darle pretexto a la contrarrevolución para hacer campañas internacionales, pero eso no quiere decir, señores de Yankilandia, eso no quiere decir que tengan derecho a la impunidad.

De todos y para el bien de todos

Y que, además, no se hagan ilusiones, que en esta lucha los pobres estarán con la Revolución, y los pobres pelean, los pobres pelean; y los privilegiados, y los privilegiados se quedarán solos, y los privilegiados no son de la misma madera de los que en los tiempos de la antigua Roma sabían morir; los privilegiados van a la embajada y toman el trillito de Miami.  Eso es lo que han hecho muchos.

Y en el Country, ese reparto que vale la pena pasar por allí para ver cómo vivían algunos, y de allí trasladarse al barrio de Las Yaguas, para ver cómo vivían otros, y que después nos digan que eso era justo, que eso era muy noble, que eso era muy bueno y que la Revolución es muy mala, porque quiere que los de Las Yaguas tengan casas higiénicas, y tengan pisos de cemento, y tengan instalaciones sanitarias, y tengan centros escolares, y tengan parques y tengan pan que darles a sus hijos.

Que después digan que la Revolución es mala. ¡Es tan mala que les dejó 30 caballerías, por lo menos, a los terratenientes!  Tomaría cualquier vecino de los barrios pobres tener 30 caballerías de tierra.  ¡Es tan mala que les dejó seiscientos pesos de renta a los dueños de las grandes edificaciones!  Tomaría cualquier familia del barrio de Las Yaguas tener 600 pesos de ingresos mensuales.

¿Para qué el guajiro trabajaba como un esclavo?  ¿Para qué el obrero trabajaba como un esclavo?  ¿Para qué? Para que la patria, que Martí había dicho que era “de todos y para el bien de todos”...  Y eso lo dijo Martí, y lo dijo bien claro. Dijo que la patria era “de todos y para el bien de todos”.

Y nunca Martí ni nadie dijo que la patria era de unos cuantos nada más, y para el mal de casi todo el país. Y a lo que ha venido la Revolución es a cumplir ese apotegma martiano de que la patria era de todos y para el bien de todos, y además, lo ha cumplido tan generosamente, como la historia no registra casos similares; lo ha cumplido sin usar la guillotina, porque sabido es que en Francia a los nobles no les partieron la siquitrilla, sino que les cortaron la nuca en una guillotina. Y en Haití, cuando los esclavos se sublevaron, para citar estos ejemplos, y podríamos citar muchos más ejemplos, a los dueños de las haciendas cafetaleras les cortaron también la nuca.

Y los pueblos cuando se han sublevado no han andado con procedimientos muy suaves. Aquí los señores siquitrillados no solamente recibieron un buen trato, sino que, además, cuando han querido marcharse, han agarrado el caminito de la embajada, han hecho cola en la embajada y nadie se ha metido con ellos, nadie les ha ido a decir: no, usted se queda aquí de todas maneras, viviendo en su casota del Country Club...  La actitud de nosotros no ha sido esa.  ¿Se quieren ir?  Que les vaya bien.  No los molesten. ¿Que el Tío Sam les va a sufragar los gastos?  Muy bien. Mejor es que se los sufrague el Tío Sam antes de que se los sufrague Liborio, que era el que se los estaba sufragando hasta ahora.

¿Es que pueden contrarrestar la obra de la Revolución?

Jóvenes cubanos marchan desde la Escalinata de la Universidad de La Habana hasta el Monumento a los Ocho Estudiantes de Medicina en la Punta. Foto: Tony Hernández Mena/ACN/Archivo

Porque nosotros cuando luchábamos, aun en las más difíciles circunstancias, nos alentaba una idea: la idea de que teníamos la razón, de que defendíamos una causa justa, que el pueblo se levantaría en pos de esa causa, y que destruiríamos a los enemigos.

¿Qué esperanza tienen ellos de destruir al pueblo, defendiendo innobles fines?; ¿qué esperanza pueden tener de victoria?; ¿serán tan incapaces de darse cuenta, de darse cuenta de lo que significa un pueblo armado?; ¿serán tan estúpidos que puedan albergar la más remota esperanza?  Porque ellos no podrían siquiera enfrentarse a una parte del pueblo; y ellos, más sus amos imperialistas, no podrían enfrentarse a nuestro pueblo, y mucho menos podrían enfrentarse a una parte del mundo que nos apoya.

¿Dónde están, dónde están sus esperanzas? ¿Es que acaso van a movilizar contra la Revolución al hombre que no tenía trabajo, cualquiera de los 200 000 trabajadores que en el campo han empezado a trabajar desde el triunfo de la Revolución? ¿Es que van a movilizar contra la Revolución al 35% de nuevos trabajadores industriales que han encontrado empleo después del triunfo de la Revolución? ¿Es que pueden contrarrestar la obra de la Revolución?, y no la obra de los meses que han pasado, que con ser mucha, es todavía inferior a la obra que viene.

¿Cómo, si ya se empiezan a ver los frutos, si ya hay 600 becados en la universidad?, ¿si ya están aquí los primeros 600 brigadistas juveniles, de los primeros 2 000 que subieron cinco veces al Pico Turquino?, ¿si ya están aquí los 600 que tienen una preparación de quinto grado, o más, para ingresar en distintos centros? Ciento cincuenta, en una escuela de aviación; los que tengan más interés y mejores condiciones físicas, irán primero a aprender a manejar máquinas de uso civil, trabajarán en la vida civil, es decir, en la vida civil en trabajos agrícolas; y después tendrán oportunidad de aprender aviación militar; y después, pues, serán los que manejen nuestros grandes aviones de transporte.

La Revolución es una realidad

El año que viene será también el año de la educación; la gran batalla contra el analfabetismo es una gran batalla. Nos proponemos eliminar hasta el último residuo de analfabetismo en un año, y estamos seguros de que ganaremos esa batalla, porque estamos trabajando desde ahora. Pasarán de 100 000 el número de personas que van a trabajar en esa campaña.

Mas, si vemos que no fuera suficiente, la misma movilización que hemos hecho y estamos haciendo para defender el país la haremos para combatir el analfabetismo, y movilizaremos decenas y decenas de miles de estudiantes, de obreros, de jóvenes rebeldes, y de personas del pueblo que tengan preparación suficiente para enseñar, e iremos a buscar hasta el último analfabeto, y lo enseñaremos a leer y a escribir.

Y el cuadro internacional tendrá que mejorar. La Revolución ha triunfado, la Revolución es una realidad, y la Revolución seguirá adelante invenciblemente. ¿Qué puede hacer el imperialismo ante el cuadro mundial que se le presenta? No nos atacaron con mercenarios, y cada día que ha pasado, y cada día que pasa, tienen un hueso más duro que roer los mercenarios aquí.

Por eso, tanto ha crecido la fuerza militar de la Revolución, que a los mercenarios los podemos esperar, por muy apoyados que vengan, los podemos esperar muertos de risa: durarían bastante poco.

Y por lo demás, ¿qué ha logrado el imperialismo con su “patrullaje” en el Caribe? Más descrédito, más desprestigio, y, además, una prueba de que están asustados, una prueba de que están dando palos de ciegos. Se produce una revolución en Guatemala, y a la carrera mandan los acorazados y los portaaviones. ¿Qué quiere decir eso? Miedo. ¿Y qué quiere decir? Que la Revolución no hay que exportarla, que las revoluciones se van a producir solas en todo el continente americano.

¿Qué han hecho con sus barcos?  El ridículo.  ¿Qué han hecho con sus maniobras?  El ridículo.  ¿Qué han hecho con sus agresiones económicas?  El ridículo.  Y la libra de azúcar está carísima en Estados Unidos.  Vamos a ver qué pasa el próximo año, y vamos a ver cómo se las arreglan con el azúcar.  Nosotros vamos a trazar nuestra política azucarera.  A fines de diciembre, o a principios de enero, vamos a reunir a todos:  a los trabajadores azucareros de los centrales, a los cooperativistas, a los colonos, a todo el mundo, y vamos a hacer una política azucarera de acuerdo con las perspectivas.

Nosotros queremos la paz

Nosotros queremos la paz. ¿Por qué queremos la paz? Porque tenemos grandes proyectos; tenemos grandes planes; y vemos cómo avanza todo, y ya nos parece contemplar el futuro de nuestro país, el futuro extraordinario de nuestro país, que será ejemplo para todos los pueblos de América, y que será objeto del reconocimiento y de la admiración de los demás pueblos del mundo. Nosotros necesitamos la paz para realizar esa gran obra; nosotros deseamos invertir toda la energía de nuestro pueblo en esa obra; nosotros no queremos sangre; nosotros no quisiéramos ver caer a un solo joven, a un solo soldado, a un solo miliciano, a un solo obrero, a un solo cubano; nosotros quisiéramos verlos a todos trabajar. Si nos hemos armado es para defender ese derecho a trabajar; si hemos invertido extraordinarias energías en preparar nuestra defensa es para garantizar ese derecho.

Y seguiremos preparándonos, seguiremos mejorando nuestra defensa militar, porque a última hora lo más seguro es eso. La garantía más segura frente al imperialismo es estar bien armados. Pero eso lo estamos consiguiendo; pronto estaremos bien armados y bien preparados para defendernos de cualquier ataque. ¿Y después? Pues después, a trabajar, a realizar los grandes planes de la Revolución. Esa preparación militar nos da derecho a seguir trabajando; ha sido una condición previa para seguir trabajando. Y quizás hagamos recapacitar al imperialismo que un ataque a Cuba es un ataque condenado al fracaso; que un ataque Cuba sería el suicidio del imperialismo. Y en verdad, preferible para nosotros sería no que se suicidara el imperialismo a costa de nosotros, sino que el imperialismo, a costa suya, siguiera muriendo lentamente hasta su total e inevitable desaparición histórica.

Esa es nuestra manera de pensar; de eso hemos querido hablar hoy aquí. Quizás falten algunas cosas, pero no importa; lo esencial está dicho.  Hemos sido francos, hemos sido sinceros; hemos dicho la verdad con crudeza, cuando hemos considerado que debíamos decirla.

Pero también hemos expresado nuestra fe, nuestro optimismo. Hoy podemos, todavía con más seguridad, con más confianza, hablar así en esta escalinata, porque en verdad que esta escalinata ha sido cada día más y más revolucionaria; y esta escalinata, cada día se ha ido identificando más y más con el pueblo. Y en realidad, no puede rendirse mejor tributo a los mártires de 1871 y a los estudiantes que dieron sus vidas jóvenes para esto que hoy hacemos, para estos triunfos de la patria que hoy tenemos delante.

El suceso es uno de los más tristes de la historia de Cuba. Foto: Archivo.

Y es en verdad motivo de satisfacción para todos, para todo el pueblo, para los estudiantes y para todos nosotros, pensar en este LXXXIX aniversario que aquellos estudiantes, víctimas inocentes del monopolio, de la explotación, del egoísmo, víctimas inocentes de los privilegios de ayer; aquellos inocentes, que cayeron por el odio que la idea de la justicia despertaba en los odiosos opresores de ayer, en los odiosos intereses extranjeros que explotaban a nuestra patria; que aquellas víctimas inocentes, sacrificadas por el privilegio de ayer, junto con todos los mártires que cayeron sacrificados por los privilegios, han contribuido a que al fin desaparecieran los privilegios, los de la colonia y los de la semicolonia, los de la colonia española, y los de la colonia yanki.  Víctimas fueron ellos de la colonia española; víctima fue Mella, víctima fue Trejo, víctima fueron José Antonio Echevarria y todos los compañeros de su generación, víctimas, víctimas de la colonia yanki, de los fusiles yankis, de la opresión y de la explotación yankis.

Pero, al fin, el esfuerzo de todos ha servido para que no haya más colonia, para que no haya más privilegio, y para que la verdadera libertad y la verdadera justicia, al fin, resplandecieran algún día en nuestra patria.

Y al rendir ese homenaje a los caídos, expresemos también nuestro reconocimiento a los que lucharon en la guerra y continuaron luchando en la paz; expresemos también nuestro reconocimiento a los líderes universitarios; nuestro reconocimiento al máximo líder de los estudiantes, al compañero Rolando Cubelas, que supo jugar un rol en la guerra y supo cumplir su deber en la paz. Próximo a graduarse de médico próximo a cumplir su etapa universitaria, bien merece nuestro público y sincero reconocimiento, y nuestra satisfacción de saber que se lleva con él el permiso que se llevan los honrados: ¡el derecho a llevar la frente en alto y el reconocimiento de su pueblo!

Nuestra expresión optimista y nuestro reconocimiento a toda la universidad; nuestra fe, y nuestra seguridad de que la Universidad de La Habana estará también en primera fila ¡en esta hora creadora y gloriosa de la patria!

En video, Monumento a los ocho estudiantes de medicina

Vea además:

Sucesos del 27 de Noviembre: Cuatro historias contra el odio (+ Video)

Se han publicado 11 comentarios



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  • Rafael Emilio Cervantes Martínez dijo:

    Entonces y ahora no caben dentro de la Revolución los que la denigran, los que propalan infundios, los que pretenden desmovilizar al pueblo de los planes revolucionarios, los que reciben los cheques del imperio para que actúen contra su país. Nada contra la crítica muy necesaria y mejor si se realiza en tiempo, lugar y forma como nos enseñan Fidel y Raúl, nada contra la ciencia, imprescindible para
    alumbrar el camino. La Revolución se renueva, puja por avanzar frente a todos los obstáculos, se crece ante los retos que también crecen. Luchar por Cuba, soberana y socialista, es nuestro mejor homenaje a aquellos jóvenes fusilados y a Martí y Fidel.

  • Jape dijo:

    Tremendo discurso!!! Transporta a uno a esos momentos, se percibe el ambiente social de ese momento, de esas ilusiones de hacer un país por el bien de todos.
    Se lee muy bien su postura respecto a la fe religiosa, eso confirma que esto no lo han leído nunca los que siguen con los falsos argumentos de las iglesias en Cuba.
    En fin, que quedó reflejado por escrito, que existía la voluntad por hacer de Cuba un país al alcance de todos pero más justo.
    Saludos cordiales

  • Ana la cubana dijo:

    "Cadáveres amados, los que un día
    ensueños fuísteis de la Patria mía,
    Y luche con mis lágrimas, que hervían
    en mi pecho agitado, y batallaban
    con estrépito fiero,
    pugnando todas por salir primero;
    y así como la tierra estremecida
    se siente en sus entrañas removida,
    y revienta la cumbre calcinada
    del volcán a la horrenda sacudida,
    así el volcán de mi dolor, rugiendo,
    se abrió a la par en abrasados ríos,
    que en rápido correr se abalanzaron,
    y que las iras de los ojos míos
    por mis mejillas pálidas y secas
    en tumulto y tropel precipitaron.
    Lloré, lloré de espanto y amargura:
    cuando el amor o el entusiasmo llora,
    se siente a Dios, y se idolatra, y se ora.
    ¡Cuando se llora como yo, se jura!
    ¡Y yo juré! Fue tal un juramento,
    que si el fervor patriótico muriera,
    si Dios puede morir, nuevo surgiera
    al soplo arrebatado de su aliento!
    ¡Tal fue, que si el honor y la venganza
    y la indomable furia
    perdieran su poder y su pujanza,
    y el odio se extinguiese, y de la injuria
    los recuerdos ardientes se extraviaran,
    sobre un montón de cuerpos desgarrados
    una legión de hienas desatada,
    y rápida y hambrienta,
    y de seres humanos avarienta,
    la sangre bebe y a los muertos mata.
    Esclavos tristes de malvadas gentes,
    las hienas en legión se desataron,
    y en respirar la sangre enrojecida
    con bárbara fruición se recrearon!
    Y así como la hiena desaparece
    entre el montón de muertos,
    y al cabo de un instante reaparece
    ebria de gozo, en sangre reteñida,
    ¡así con contemplarte se recrea,
    así a la patria gloria te arrebata,
    así ruge, así goza, así te mata,
    así se ceba en ti, maldita sea!
    ¡Campa! ¡Bermúdez! ¡Álvarez! Son ellos,
    pálido el rostro, plácido el semblante;
    ¡Horadadas las mismas vestiduras
    por los feroces dientes de la hiena!
    ¡Ellos los que detienen mi justicia!
    ¡Ellos los que perdonan a la fiera!
    ¡Dejadme ¡oh gloria! que a mi vida arranque
    cuanto del mundo mísero recibe!
    ¡Deja que vaya al mundo generoso,
    donde la vida del perdón se vive!
    ¡Ellos son! ¡Ellos son! Ellos me dicen
    que mi furor colérico suspenda,
    y me enseñan sus pechos traspasados,
    y sus heridas con amor bendicen,
    y sus cuerpos estrechan abrazados.
    ¡Y favor por los déspotas imploran!
    ¡Y siento ya sus besos en mi frente,
    y en mi rostro las lágrimas que lloran!
    ¡Oh gloria, infausta suerte,
    si eso inmenso es morir, dadme la muerte!
    Cuando la gloria
    a esta estrecha mansión nos arrebata,
    el espíritu crece,
    el cielo se abre, el mundo se dilata
    y en medio de los mundos se amanece.
    ¡Déspota, mira aquí cómo tu ciego
    anhelo ansioso contra ti conspira:
    mira tu afán y tu impotencia, y luego
    ese cadáver que venciste mira,
    que murió con un himno en la garganta,
    que entre tus brazos mutilado expira
    y en brazos de la gloria se levanta!
    No vacile tu mano vengadora;
    no te pare el que gime ni el que llora:
    ¡mata, déspota, mata,
    para el que muere a tu furor impío,
    el cielo se abre, el mundo se dilata"!

    José Martí.

    INOCENTES!!!! Descansen en paz hermanos, un día como hoy, Cuba los recuerda.

  • Jose dijo:

    Un hombre para todos los tiempos. Viva Fidel !!!

  • Joc dijo:

    Las escalinatas y las calles son de los jovenes y del pueblo Revolucionario que lo sepan los lacayos del imperio y el mismo imperio,seremos enérgicos y decididos a defender la Revolución,nuestra Revolución que es la Revolución de los humildes,por los humildes y para los humildes, ante cualquier agresión resistencia,lucha y Victoria,Aquí no se rinde nadie.Honor y Gloria a los Mártires de la Patria.

  • vv dijo:

    Vigencia eterna. Los que no quisieron el socialismo en Cuba, se fueron sin nadie empujarlos. Hoy a los supercríticos y contrarios de la obra Revolucionaria la tarea de los revolucionarios cubanos es serrarle las filas no podemos hacer concesiones con contrarios en un país que dio la sangre de sus mejores hijos y el sacrificio de miles de hombres y mujeres por Cuba libre.

  • mary.hernánd. dijo:

    LES ESCRIBÍ TEMPRANO, Y ES LA VEZ QUE MÁS HE DESEADO ME HUBIESEN PUBLICADO, SABEN Y SÉ QUE LO DECIDEN USTEDES, PERO LE ESCRIBÍ CON TANTA PASIÓN A FIDEL, DONDE EXLICABA QUE CADA VEZ QUE SENTÍA LA NECESIDAD IBA A LA ESCALINATA, NO IMPORTABA EL DÍA QUE FUERA, Y QUE ELLA ES COMO UN FARO O GUÍA PARA TODOS LOS QUE NOS HEMOS SENTIDO ALUMNOS PERMANENTES DE FIDEL Y DE LA REVOLUCIÓN, TAMBIÉN FELICITÉ A CUBADEBATE POR EL PREMIO QUE RECIBIERON, , TERMINO DICIENDO QUE EL ARTÍCULO ESTÁ MUY INTERESANTE COMPRENSIBLE, NECESARIO Y VIGENTE EN CUANTO A LA NECESIDAD DE SU ESTUDIO, PORQUE QUIEN OLVIDA EL PASADO CORRE EL RIESGO DE DEJAR INDEFENSO EL FUTURO, Y LA ESCALINATA ES UN TODO DESDE REVOLUCIÓN, HISTORIA, CULTURA, PAZ, UNIDAD Y FUTURO PARA UNA AMÉRICA LATINA, QUE NECESITA COMO POR EJEMPLO COLOMBIA LA PAZ QUE TENEMOS NOSOTROS, Y EL RESTO DE LOS PAÍSES VIVEN EN SOSOBRA, AQUÍ LOS QUE TRATAN DE DAÑAR EL PAIS POR LAS RAZONES QUE SEAN, SOLITOS PIERDEN EL IMPULSO, NO HAY TERRENO PARA ELLOS, USTEDES PERDONEN MI RETÓRICA, PERO LA ESCALINATA DE LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA Y FIDEL ME MOVILIZAN Y ME PONEN EN ACCIÓN, GRACIAS CUBADEBATE, LES REITERO LA FELICITACIÓN.

  • Miguel Ángel Zúñiga Chávez dijo:

    Viva por siempre la gloriosa y heroica Revolución Cubana, el Comandante en Jefe Fidel Castro, Ché, Camilo Cienfuegos, Raúl y todos los Revolucionarios, que comandaron y lucharon junto al pueblo más digno de nuestra América Latina.
    Viva el Apóstol José Martí, luz y antorcha que ilumina la Revolución.

  • Castillo dijo:

    Puedo servir a mi patria sin negar a Dios, puedo servir a mi pueblo sin negar a Cristo... !Que grande eres Fidel,

  • Opinión dijo:

    Las ideas de Fidel y de los jóvenes de aquel tiempo siguen vigentes.... queremos una revolución por los humildes y para los humildes
    Lamentablemente la Cuba actual no es así

  • mauricigo dijo:

    En una ocasión me atreví a hacer un comentario a un artículo suyo donde abordaba el tema de la juventud y su futuro, dije que "la juventud hará lo que tenga que hacer en pos de su futuro" más o menos era el mensaje. Ya lo está comprobando usted, doctora. El cierre de este artículo de hoy me parece muy acertado, reflejo insoslayable de lo que ha de acontecer. La juventud, estoy seguro, cambiará este país, buscará el futuro que se le muestra esquivo hoy!

Se han publicado 11 comentarios



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Fidel Castro Ruz

Fidel Castro Ruz

Líder histórico de la Revolución Cubana. Nació en Birán el 13 de agosto de 1926 y murió en La Habana, el 25 de noviembre de 2016. Ha escrito numerosos artículos, reflexiones y libros sobre la situación mundial, la historia de Cuba y su actualidad.

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