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Mujeres, en medio de la vorágine

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La vigencia de la Federación de Mujeres Cubanas es inobjetable, considera Yolanda Ferrer, testigo de primera fila de la historia reciente de Cuba. Foto: Tony Hernández Mena.

Una mujer negra protagonizó la primera portada de la revista Mujeres; otra, fue la primera persona en recibir un título como propietaria de tierras tras la firma de la Ley de Reforma Agraria. Miles de campesinas tomaron por asalto el populoso y encopetado reparto de Miramar en busca de aprendizajes para la vida, mientras adolescentes, casi niñas, farol en mano, se fueron a alfabetizar a las montañas. Después de 1959, muchas de las mujeres que solían estar entre fogones, tomaron las calles por asalto. Los cambios sociales ocurridos en este archipiélago durante la segunda mitad del siglo XX pusieron a las mujeres, de golpe y porrazo, en el centro de un proceso que fue considerado por Fidel como una “revolución dentro de la Revolución”.

Yolanda Ferrer, federada por decisión propia, compañera de Vilma durante muchos combates y luego Secretaria General de la FMC, asegura que vivió aquellos momentos de cambios “como todas las cubanas de su generación, inmersa en un maravilloso proceso de transformaciones que cambió el rumbo de nuestras vidas”.

Justo cuando la organización a la que ha dedicado muchos años de su vida cumple 60 años, esta mujer, testigo de primera fila de la historia reciente de Cuba, conversó con Cubadebate sobre recuerdos y desafíos; compromisos y lealtades.

—¿Cómo recuerda aquella vorágine de cambios que se desencadenó tras el triunfo de 1959?

Fidel junto a Vilma Espín, durante la constitución de la Federación de Mujeres Cubanas, (FMC) surgida de la unidad de todas las organizaciones femeninas existentes en el país. Foto: Instituto de Historia de Cuba/ Sitio Fidel Soldado de las Ideas

Cuando triunfó la Revolución las mujeres estaban entre los sectores más discriminados y explotados de la sociedad; destinadas, por ancestrales conceptos, a ser esposas ejemplares; subordinadas a los deseos de su pareja, a ser buenas madres, siempre atentas a los requerimientos del hogar; hacendosas, obedientes y al servicio de las necesidades de la familia. Eran confinadas a la vida privada y si contaban con determinadas posibilidades, se incorporaban a la enseñanza, pues la cultura, la educación para el hogar, el conocimiento del arte y de una profesión, aunque pocas veces para ejercerla, eran adornos preciados. La mayoría, agobiadas por la pobreza y el hambre -si eran negras o mestizas, aun peor- cumplían las obligaciones consideradas “propias de su sexo” y trabajaban en lo que podían, si encontraban empleo para ayudar a sostener la familia.

En esa época, según censos poco confiables, trabajaban unas 194 mil mujeres, la mayoría como maestras, enfermeras, obreras del tabaco o la aguja. Eran las peor remuneradas. Representaban alrededor del 12 por ciento de la fuerza laboral, con o sin salario. El 70 por ciento eran empleadas domésticas o subempleadas. Unas 100 mil infortunadas mujeres solo encontraban la prostitución como salida, en la mayoría de los casos para dar de comer a sus hijos.

Ellas eran la mayor parte de los analfabetos, ya que cuando se podía mandar a un hijo a la escuela, iban los varones porque tenían mayor posibilidad de encontrar un trabajo en un país con más de 700 mil desempleados y un millón de subempleados. Los servicios de salud, la enseñanza, el disfrute de la cultura, eran privilegio de los ricos.

Hoy quieren presentar otra imagen de aquella infausta república, pero esa fue la nación que encontró la Revolución, cuando el Ejército Rebelde, con Fidel al frente, llegó para “cambiar todo lo que debía ser cambiado”; también la situación y condición de las mujeres, haciéndolas sujetos de derecho en toda la extensión de la palabra.

Después del triunfo comenzaron de inmediato las amenazas, las agresiones, los sabotajes del gobierno de Estados Unidos. Las mujeres reaccionaron pidiendo organizarse, participar, defender a la Revolución. Estaban decididas a no regresar al pasado, a no ser solo beneficiarias sino, protagonistas del proceso. Esas, que no salían de la casa, llenaron las calles. En diciembre del 59 y los primeros meses del 60, convocadas por la organización femenina que ya se gestaba, atendieron a los niños abandonados, se incorporaron como maestras en las escuelas, se graduaron de primeros auxilios, empuñaron los fusiles, integraron las milicias, fueron a los trabajos voluntarios, se formaron en corte y costura. En fin, respondieron a cuanto llamado se hacía, rompiendo esquemas y batallando en el seno de sus familias.

Como respuesta, la Federación de Mujeres Cubanas se creó el 23 de agosto de 1960, con miles de compañeras en sus incipientes bases. Fidel asignó a la organización tareas esenciales: llevarla a todos los rincones del país, atender los problemas de las mujeres, organizarlas, promover su incorporación al estudio, explicarles lo que hacía el movimiento femenino en el mundo, entre otras.

La FMC se planteó como primera tarea, junto a la defensa de la Revolución, la elevación del nivel ideológico, político y cultural de las mujeres para colocarlas en las mejores condiciones de participar. En las delegaciones, ya en el año 62 se realizaban los debates de salud, se comenzaba la educación sexual, se impartía educación para la vida y, con la creación de Mujeres, llegaron a las federadas, materiales que contribuían al análisis de temas de todo tipo.

Las proyecciones de trabajo nacieron de las necesidades, problemas e intereses de las cubanas, sin copiar de las organizaciones femeninas existentes en otros países, ni en el campo socialista. Por eso es una organización genuina, autóctona. El método sería movilizar voluntariamente a las mujeres para educarlas ideológicamente a través de las tareas y, con esa conciencia, acometer nuevas tareas.

Nada fue fácil, hubo que convencer casa a casa a los esposos, los padres, los hermanos, que no entendían las razones por las cuales, ahora que ellos eran capaces de mantener su familia, las mujeres debían salir a trabajar.

Ellas fueron el 55 por ciento de los alfabetizados y el 59 por ciento de quienes alfabetizaron.  Adolescentes y algunas casi niñas fueron a llevar la luz de la enseñanza hasta los más apartados rincones del país. En medio de la lucha contra bandidos, el asesinato de maestros voluntarios y la invasión de Playa Girón, no abandonaron su tarea ni sus madres y padres las fueron a buscar.

Junto a otras instituciones, la FMC se ocupó de la erradicación de la prostitución. Más adelante vendría el seguimiento con las batallas por alcanzar el 6to grado, esfuerzo en el que la organización mereció el premio Nadiezhda Krupskaya otorgado por la UNESCO.

Se comenzó a legislar con conceptos justos y la Federación participó activamente en ese proceso, proponiendo y opinando, defendiendo las posiciones más avanzadas. Basta mencionar el Código de Familia y la Constitución de 1976. Las mujeres comprobaron sus propias posibilidades, se convencieron de cuánto eran capaces. Ganaron respeto, prestigio, autoridad. En la V Plenaria, Fidel plantearía que “el proceso de las mujeres en la Revolución, es una revolución dentro de otra Revolución”. Este rápido recorrido lo explica. Las mujeres habían irrumpido exitosamente en la vida pública.

—En lo personal, ¿qué significa para usted haber dedicado más de la mitad de su vida a esas luchas? ¿Cuál su frente de combate ahora mismo?

Yolanda Ferrer: "Crecí junto a la Federación, me desarrollé con ella y forma parte de mi vida". Foto: Tony Hernández Mena.

En realidad, más de las dos terceras partes, 52 años de mi vida. Comencé a trabajar en la Federación cuando se constituyó, aún no había cumplido los 14 años. De 1960 a 1963 fui voluntaria, estudiaba en el pre -en aquella época bachillerato- y salía del Instituto de la Víbora a cumplir las tareas que me asignaron. Cuando concluí el Instituto, ya en diciembre del 1963, pasé a ser dirigente profesional.

Para mí significa un privilegio, un honor, algo extraordinario, haber trabajado tantos años junto a Vilma, aprender todos los días de sus enseñanzas, merecer su confianza. Significa mi realización como revolucionaria, como ser humano. Me enamoré de la batalla, crecí junto a la Federación, me desarrollé con ella y forma parte de mi vida.

No hay palabras para expresar la talla de Vilma como educadora, su seguridad en la defensa de lo justo; en la obligación de defender un criterio, por difícil que resulte, si tenemos la razón; su sentido de la honestidad y los valores que propugnaba. Su defensa de la justicia porque cuando conocía de una injusticia no se detenía hasta resolver el problema. Podía perdonar errores o insuficiencias, pero jamás una mentira. Justo es destacar lo que significaba para ella la vinculación permanente con las federadas, con las dirigentes de base, con el pueblo, y cómo disfrutaba esos intercambios. Y también su modestia sincera, su convencimiento profundo de que era una cubana como otra cualquiera, la amplitud de su pensamiento, de sus aportes a la legislación, de sus conceptos sobre las familias, sobre la igualdad en su concepción más amplia. Esa fue mi escuela.

Con ella aprendí, desde muy temprano a comprender y respetar el derecho de las personas a la libre orientación sexual. Cuando pienso en el concepto de Revolución que nos legó Fidel, considero que es el espejo de la vida de Vilma, de sus luchas y su obra. Como él expresó cuando ella desapareció físicamente, el ejemplo de Vilma es hoy más necesario que nunca. Era extraordinaria la identificación entre Vilma y Fidel, las opiniones compartidas en las directrices a seguir para avanzar.

No puedes imaginarte lo que significa haber sido testigo presencial de los sentimientos, de las convicciones de nuestro Comandante en Jefe sobre los derechos de las mujeres, sobre su papel en la edificación de la nueva sociedad y su lealtad a la Revolución. Promovió políticas, estrategias, mecanismos, recursos y acciones. Siempre tuvo plena confianza en la FMC, en Vilma, en sus dirigentes. Si analizas los pronunciamientos de Fidel sobre la igualdad verás que, como Vilma, se adelanta a las académicas feministas en muchos conceptos sobre género. También podría decirte lo mismo de Raúl, de su papel en esta lucha por erradicar todo tipo de discriminación, por transformar los patrones culturales patriarcales, de su apoyo a la organización. El comandante Machado ha estado también siempre junto a nosotras, orientando, impulsando, alertando, apoyando.

Me enamoré de esa batalla, en la que comencé sin conciencia de su magnitud, de su envergadura, sin haber pensado nunca que las mujeres éramos discriminadas.

Me siento feliz de haber trabajado con tantas compañeras valiosas. De todas aprendí mucho. La Federación es una gran escuela, donde recibes mucho más de lo que aportas. Es el caso de Asela de los Santos, otro símbolo de la lucha revolucionaria, un ser humano muy especial. Es inolvidable la experiencia de escuchar sus consejos, de aprender de sus experiencias, de intercambiar inquietudes, de trabajar juntas. Con ella, mientras pudo hacerlo, con Carolina Aguilar, quien dirigió Mujeres y después la Editorial de la Mujer durante 35 años, y en coordinación con Teresa, la actual Secretaria General y su equipo, estamos trabajando en la historia de la organización, de Vilma, para que las nuevas generaciones la conozcan, sientan que les pertenece y para contribuir a que se asegure la continuidad.

Puedo decirte que también me hace feliz haber formado, junto a mi compañero de toda la vida, una familia comprometida con la Revolución y con los principios de la igualdad de género, que no es perfecta ni mucho menos, pero trata de rechazar las tradiciones culturales discriminatorias. Mi hija, desde su frente jurídico, es consecuente continuadora de la batalla, mientras que mi hijo, mis nietas y nietos, comparten derechos y deberes en sus familias. Ahora, tengo el honor de trabajar en la Asamblea Nacional del Poder Popular, donde presido la Comisión de Relaciones Internacionales y formo parte de ese 53,2% de diputadas que la integran. Soy diputada por el municipio Pinar del Río.

—Vilma decía que en “las tareas de la Revolución siempre se vuelve a empezar”; Isabel Moya, en tanto, en una de sus últimas entrevistas, dijo que el mayor desafío para las mujeres en Cuba era pensar que todo estaba hecho. ¿Considera que son razones para reflexionar acerca de la vigencia de la FMC? ¿Cuáles diría que son nuestros principales desafíos como mujeres cubanas del siglo XXI?

Cubanas. Foto: Ismael Francisco / Cubadebate.

Si vemos a las cubanas de hoy y miramos 60 años atrás, las conquistas son enormes y la obra de la Revolución, colosal. Las estadísticas son incuestionables. Las mujeres están en todos los ámbitos y a todos los niveles de la vida económica, política, cultural y social del país. Existe voluntad política para eliminar cualquier tipo de desigualdad. Nuestra más reciente Constitución es ejemplo de los derechos que nos asisten. Sin embargo, en mi opinión queda mucho camino por andar y la vigencia de la FMC es inobjetable.

La experiencia de Cuba demuestra que la Revolución y la voluntad política de erradicar la discriminación no bastan para echar por tierra concepciones discriminatorias, patriarcales, fuertemente arraigadas por siglos de atraso en la conciencia de las personas.

Se requiere una organización de masas como la FMC para encabezar y desarrollar la lucha, para seguir convocando, preparando a las mujeres y a los hombres, demostrando lo que nos falta, enfrentando las actitudes discriminatorias, llamando la atención sobre las situaciones que afectan el ejercicio pleno de la igualdad de género, para trazar estrategias y promover el debate acerca de estos temas. Fue Fidel quien nos alertó en pleno período especial que estuviéramos atentas en las nuevas y difíciles condiciones económicas para evitar retrocesos. Y varias veces resaltó la importancia y necesidad de la Federación, como en el último Congreso lo reiteró Raúl.

Hay que reflexionar y profundizar. ¿Puede decirse que todas las mujeres que ocupan hoy cargos decisorios, o que las científicas, las profesionales de diversas especialidades, las investigadoras a cargo de importantes proyectos han logrado que, en el seno de sus familias, sus parejas, se compartan derechos y deberes en lo que a las tareas domésticas se refiere? ¿No se mantiene la doble o triple carga de trabajo sobre las mujeres? ¿Quiénes son las cuidadoras por excelencia en las familias cubanas? ¿No es justo que se comparta esa responsabilidad cuando hay personas mayores, encamadas, con dificultades de movimiento o que requieren atención permanente? Por lo general, son las mujeres de la familia las que asumen esa tarea y abandonan su vida laboral, aunque no pocas veces tienen mayores responsabilidades que los hombres o más alto salario.

¿Se ha erradicado la concepción de que hay juegos para niñas y juegos para varones, lo que luego se reproduce en los oficios o profesiones adultas? ¿Acaso no se sigue prefiriendo promover a un hombre para una responsabilidad porque las mujeres paren o tienen que ausentarse más por las tareas familiares, o por pena a recargarlas con mayor cantidad de actividades?

Las mujeres son aproximadamente el 30 por ciento de los trabajadores por cuenta propia. Pero, ¿cuáles son las responsabilidades que ocupan? ¿Hemos erradicado totalmente en los videos clips la imagen de la mujer objeto sexual? ¿Se procede siempre adecuadamente ante casos de violencia de género, intrafamiliar, contra las mujeres o contra las niñas? Son apenas algunos ejemplos.

En mi opinión, el principal desafío como cubanas del siglo XXI es, ante todo, defender nuestra sociedad independiente, soberana, socialista, democrática, próspera y sostenible, martiana, marxista, leninista y fidelista. Ello implica resistir y seguir venciendo la guerra genocida, económica, política, mediática, cultural, que nos impone el gobierno de Estados Unidos, combatir la delincuencia y las manifestaciones de corrupción que les hacen el juego.

El reto es luchar por el desarrollo del país, aun en las condiciones más adversas; como nos ha pedido nuestro Presidente Díaz-Canel, quitando todos los días un pedacito a cada problema hasta que podamos resolverlo.

Con cuánto orgullo y emoción hemos recibido la noticia del candidato vacunal Soberana 01. Con cuánta admiración vemos a las científicas, académicas, investigadoras, que aportan sus saberes; a las doctoras, enfermeras, técnicas de la salud de la Brigada Henry Reeve, que contribuyen a la salud de los pueblos, a la esperanza. O a las mujeres de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior, cumpliendo las más arriesgadas misiones, listas para el combate.

El desafío es continuar la batalla por la igualdad de género y hacer cada día más fuerte nuestra organización desde las bases, como expresó nuestra Secretaria General en la Mesa Redonda en días pasados. Es ser fieles al legado de Fidel, de Vilma, convencidas de que se pudo, se puede y siempre se podrá vencer.

—¿Existe un feminismo de la Revolución? ¿Cómo reposicionar un feminismo socialista para Cuba desde el legado de Vilma y de la vocación humanista de nuestro proyecto social?

¿Cómo reposicionar un feminismo socialista para Cuba desde el legado de Vilma? Foto: Archivo Cubadebate.

El feminismo es una teoría de lucha; un movimiento muy abarcador, amplio, diverso, plural; es una corriente política que comprende muy diferentes organizaciones con ideologías, vivencias, influencias y objetivos que responden a las necesidades y experiencias concretas de cada grupo o país.

No se le puede tener miedo al término. Hay compañeras que dicen: “Yo lucho por la igualdad de la mujer, pero no soy feminista”, como si serlo fuera un pecado o una debilidad. Es cierto que en un movimiento tan diverso hay asociaciones de todo tipo, desde las progresistas o marxistas, bien enrumbadas, hasta las que equivocan el camino y enfocan sus objetivos culpando al hombre de una cultura discriminatoria que también le afecta.

Entiendo por feminismo la lucha por la igualdad de la mujer, por la conquista de sus derechos, por erradicar toda forma de discriminación y trabajar para que ocupe el lugar que corresponde en la sociedad, en igualdad de derechos, oportunidades y posibilidades. Se trata de reconceptualizar los caducos roles sociales y familiares establecidos y asumidos, que son obsoletos. Si a ese feminismo nos referimos, nuestra Revolución es feminista.

Fidel, desde muy joven, tenía una clara visión de la liberación de la mujer, por eso Haydée y Melba fueron al Moncada; por eso creó el pelotón Mariana Grajales en la Sierra Maestra y sostuvo un histórico debate con los capitanes, precisamente defendiendo el derecho de las mujeres a empuñar las armas. Por eso en el Movimiento 26 de Julio las mujeres nunca fueron discriminadas. En su primer discurso en Santiago de Cuba, el mismo 1ro de enero de 1959, Fidel plantea el cese de la discriminación de la mujer y va más allá, afirma que en un pueblo donde pelean los hombres y pueden pelear las mujeres, ese pueblo es invencible. Nuestro feminismo es socialista, inclusivo, fidelista, a la cubana, con Vilma al frente. Sus objetivos forman parte de la lucha de la sociedad en su conjunto.

La Federación surge con una vocación de unidad, agrupa los sectores, asociaciones, organizaciones, secciones femeninas que existían, y a la vez a las mujeres, obreras, campesinas, amas de casa, estudiantes, interesadas, decididas a defender la Revolución, porque se habían dado cuenta de que era verdadera. Y acuden a organizarse, independientemente de credos religiosos, color de la piel, ideologías; por la justicia, por una sociedad mejor, por el bienestar de sus hijos e hijas, por sus familias, por ellas mismas. No importaba si eran feministas o antifeministas, o si no sabían el significado del término; no importaba si eran comunistas o se pensaban anticomunistas; no importaba si eran creyentes o ateas; santeras o espiritistas; no importaba que no tuvieran conciencia de la discriminación que sufrían… Se trataba de crear un fuerte movimiento de masas, capaz de transformar el país.

Creo que es bueno recordar lo que Vilma respondió a una periodista griega que le preguntó su apreciación sobre el feminismo:

“Las feministas han dado empuje al proceso de concientización social sobre la opresión de la mujer. Creo particularmente en los grupos  feministas que vinculan la solución de la opresión de la mujer, de la liberación de la mujer, con la liberación de todos los explotados, de los oprimidos, de los discriminados,  lo cual significa abordar los problemas de la actualidad- tanto económicos como sociales, políticos, culturales e ideológicos- bajo un prisma de análisis de clase, de sexo y de raza.”

“Estoy convencida de que los problemas de la mujer no pueden verse aislados de los otros problemas sociales, no pueden analizarse fuera del contexto económico, ni al margen de determinadas situaciones histórico-sociales. Por tanto tampoco los problemas de la mujer pueden solucionarse solos, descontextualizados.”

Considero que en Cuba está posicionado el feminismo socialista en la continuidad de las ideas político filosóficas martiana y fidelista; en la FMC. Y tenemos el compromiso de seguir adelante, viendo cada día cómo perfeccionar la batalla por eliminar cada manifestación de discriminación por motivos de género, conquistando toda la justicia y muy atentas a no dar un paso atrás. Toca promover espacios de debate, de intercambio, políticas públicas, propuestas de todo tipo que contribuyan a nuestros objetivos y a educar a las nuevas generaciones en estos principios.

Es la mejor manera de rendir homenaje a las cubanas que en todos los tiempos lucharon por los derechos de la mujer. A Ana Betancourt, la primera que expresó a los Constituyentes en 1869 que las mujeres, en el rincón oscuro y tranquilo del hogar, esperaban que una revolución justa rompiera su yugo y les desatara las alas. Pero también a las mambisas que se incorporaron a la lucha contra el colonialismo español, desde Cuba y desde el exilio; a Mariana, la Madre de la Patria; a las feministas del siglo XIX y del XX, que consiguieron el derecho al sufragio, al divorcio y a otras reivindicaciones; a feministas precursoras como Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, Alexandra Kollontai, Nadiezhda Krupskaya, Inessa Armand. En fin, a todas las mujeres que abrieron el camino hasta el triunfo de la Revolución. A Fidel, a Vilma.

Se han publicado 4 comentarios



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  • mary.hernánd. dijo:

    SÉ QUE ESTAMOS EN ATENCIÓN DE ALERTA A LA LA TORMENTA LAURA, PERO NO VEO UN CARTEL QUE FELICITE A LAS MUJERES EN SU DÍA DE LAS FEDERADAS DE MUJERES CUBANAS, FELICIDADES A QUIEN LEA Y EN ESPECIAL A LA MESA Y A CUBADEBETE A TODAS, Y HASTA LOS HOMBRES POR CUIDAR Y ENGALANAR CON SU PRESENCIA NUESTRAS VIDAS. GRACIAS.

  • Rafael Emilio Cervantes Martínez dijo:

    Excelente trabajo. El cambio que la Revolución ha dado a la emancipación de la mujer sólo muy pocos soñadores pudieron imaginarlo. La búsqueda de la justicia social colocó ésta bandera orgánicamente dentro de la transformación general como afirma Vilma guiada por la concepción de Fidel. Felicidades a todas las federadas y adelante por nuevas victorias.

    DRXO

  • Eva dijo:

    Mi vecina Susana de origen campesino. era empleada doméstica en una residencia burguesa de Siboney en enero de 1959. En su tiempo libre iba a todos los mítines donde hablaba Fidel. Los señores de la casa le decían que esas promesas las hacían siempre los políticos de turno, que no creyera en eso.
    Pero venían sus familiares del campo y le contaban que le habían dado la tierra y así en medio de su ignorancia era capaz de comprender que lo que prometía la naciente Revolución era cumplido. Más tarde se alfabeto, alcanzó el 6to grado, fue a trabajar a una fábrica y se ganó una vivienda. Era cederista y federada y en las actividades de la FMC yo le pedía que contará de sus anécdotas, de cómo fue maltratada por algunas Señoronas y como se sintió persona con el triunfo de la Revolucion

  • Elsa Fernández Lorenzo dijo:

    Una Lástima que en muy pocas Delegaciones de la FMC pudieran celebrar los 60 años de constituida, debido a la tormenta tropical Laura, llovió mucho en todo el país, pero queda pendiente para haya buen tiempo.

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Dixie Edith

Dixie Edith

Periodista cubana y profesora del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), de la Universidad de La Habana.
En Twitter @Dixiedith

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